Las estrategias globalizadoras, más allá de apoyarse en los poderes económicos y mediáticos, incluyen un sesgo cultural y psico-social que viene siendo determinante sobre todo en las campañas electorales y sus resultados: la minimización de las memorias colectivas.

Todo debilitamiento de la memoria de los pueblos, de sus símbolos culturales, de sus identidades más profundas, de sus gestas, de sus protagonismos históricos, favorece la intromisión de los mensajes mediáticos dirigidos desde los actuales sistemas dominantes.

Recurrir a la memoria colectiva, a la conciencia nacional que se fue gestando históricamente, es una necesidad de estos tiempos, para quienes seguimos creyendo en la capacidad transformadora de los pueblos.

Desde la burda substitución de próceres variopintos por animalitos en los billetes del devaluado peso nacional, hasta la mucho más grave eliminación de las palabras certeras que designan anhelos libertarios o que caracterizan a los sistemas de dominación, hay un andamiaje de nuevos símbolos a-históricos, una lingüística para la ficción del crecimiento individual –nunca social, por supuesto- que se refiere a “equipos” y a “emprendedores”, y una ocupación del poder público por parte de personajes que carecen de identidad nacional y a quienes, además, ni siquiera les interesa poseerla.

María Mercedes del Valle, argentina de orígen africano, luchadora en innúmeras batallas contra los conquistadores e invasores de turno, ungida por Belgrano como La Capitana luego de su heroica participación en la Batalla de Tucumán, vivió en carne propia las consecuencias de la desmemoria.

Fue reconocida oficialmente después de largos años de mendicidad, abandono y pobreza.

Para quien acuda a los libros certeros de la historia, será sencillo constatar el heroismo de esta mujer y el porqué de nuestra decisión de adoptar su gesta como símbolo de las preocupaciones de este hoy que nos exige memoria atenta y recuperación del protagonismo popular para detener la ofensiva neoliberal en el país.

Estas preocupaciones son las que aspiramos a señalar y difundir desde el Grupo La Capitana, sin otro afán que aportar a los nuevos términos de unidad política del campo popular.

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