Se considera que la psicopatía tiene origen genético. El psicópata posiblemente tenga una alteración en la maduración de la corteza prefrontal. Se estima que el psicópata tiene una percepción de la realidad similar al resto de las personas pero es incapaz de sentir empatía, o sea ponerse en el lugar del otro, por lo tanto está muy limitado para sentir amor, solo le interesan sus propios intereses, es incapaz de sentir culpa y su yo endurecido goza con el daño a otros porque eso le demuestra su poder. Por su condición de perverso, o sea de tergiversar permanentemente la realidad, tiene un gozo adicional en hacer creer la mentira más absurda. En general son cerebrales y no pierden la calma. Muchos de los asesinos seriales, sino todos, son psicópatas, pero no todos los psicópatas son asesinos.
Es más frecuente encontrarlos como gerentes, empresarios, políticos o militares siendo los
psicópatas fundamentalmente afectos al poder. Se considera que hasta el 2% de la
población mundial tiene estas características. Quizá sea casual que ese porcentaje coincida
con los dueños del 60% de la riqueza del mundo.
¿Y los sociópatas? Estos no son genéticos, sus características son adquiridas a
partir del sufrimiento en la infancia. Son lo que se ha conocido como ‘resentidos’. Su
sufrimiento puede provenir del abuso, de las necesidades insatisfechas, o de una sucesión
de sentimientos de fracaso. Se caracterizan por odiar a la sociedad, la que sienten que les
debe algo, tienden a instalarse en una posición yoica desmedida, se autodefinen intentando
construir una épica de sí mismos, establecen vínculos afectivos patológicos con círculos
muy estrechos, ya que odian al resto. Son notablemente irascibles, pierden rápidamente la
calma y sus ataques de ira los superan no pudiendo controlarse. Por supuesto que en las
cárceles abundan los sociópatas, en general sociópatas pobres, a los que el devenir solo
les dió para caer en el delito, en la agresión o en ambos. Pero también las ideologías
extremas como el fascismo y el racismo son lugares donde abrevan estas conductas
patológicas y antisociales. Se encuentran con mayor frecuencia en las clases sociales más
acomodadas, los sectores medios y también en estratos socioeconómicos bajos,
frecuentemente integrando fuerzas de seguridad que les permiten una cobertura para
ejercer la violencia.
Llama la atención en la actualidad que una persona con evidentes características
sociopáticas haya concitado la atención y convocado al seguimiento de muchas personas
jóvenes. Nos preguntamos entonces: ¿Habrá una sociopatía social? ¿Pasó algo similar en
la Italia de Mussolini o en la Alemania de Hitler? ¿Podemos considerar como causal en
Europa la humillación de los perdedores de la primera guerra; pero cuál puede ser la causa
en un país que viene de haber logrado una democracia que ya cumplió 40 años,
mayoritariamente apoyada, y que condenó al menos a los responsables militares de la
última dictadura? Posiblemente la explicación, seguramente multicausal, debamos buscarla
en las heridas provocadas al cuerpo social por esa última dictadura. Tuvimos años difíciles
desde lo económico, para las primeras etapas de la democracia se debió lidiar con una
deuda monstruosa y con varias amenazas de golpe de estado. En el segundo gobierno
democrático pareciera que la sociedad se hubiese relajado y un gobierno que subió
enarbolando un discurso mentiroso completó en lo económico el plan que la dictadura no
pudo aplicar, a través de la convertibilidad logró una importante desindustrialización. Un
pueblo complaciente y desmovilizado fue seducido por las importaciones, la convertibilidad
y los espejitos de colores; todo esto financiado por el endeudamiento y la venta de las joyas de la abuela, que no fueron otra cosa la enajenación de las empresas públicas y de las jubilaciones. Desde lo cultural campeó sobre la sociedad la banalización social, la
farandulización de la política y la vida de relación, donde la fama y lo superficial se
constituyeron en valores superlativos.
¿Será que ganados por la estupidez dejamos de amar a nuestros hijos o por lo
menos nos comportamos como si ellos fueran secundarios y la hoguera de la vanidades
fuera socialmente más importante?
Hay un par de cosas que llaman la atención, los jóvenes enojados que siguen a un
sociópata y lo apoyan con una adhesión emocional que parece exenta de racionalidad
tienen la edad de nuestros hijos; la banalidad de los 90 llevó también a que la dirigencia
política, de manera demasiado generalizada, se desvinculara del pueblo al que debía
representar y dejara el barrio para mudarse al barrio privado, se metiera de lleno en la
farandulización de la política.
Los imperios no solo atacan con tropas o con préstamos impagables, también lo
hacen con situaciones edulcoradas que apuntan a destruir las conductas éticas a fin de
romper los lazos de pertenencia entre los representantes y los representados, de manera
similar a como algunos empresarios corrompen a algunos sindicalistas. Así se construye
una crisis de representatividad que afecta a la dirigencia política y gremial. Pero esta masa
amorfa y sin formación política arrastrada por la ultraderecha no está sola, hay también una derecha pensante y militante que motoriza y hegemoniza esta ultraderecha, no es
novedosa, es la derecha de siempre que tiene una particularidad, a diferencia de la extrema derecha europea anterior a la segunda guerra que era nacionalista, esta ultraderecha es cipaya, con una profunda vocación colonial y aire virreinal. Como dijo su líder, aunque tal vez sea solo su mascarón de proa, su alineación es con EEUU, Israel y el “mundo libre”; esos que hoy expresan su libertad a través del genocidio y la limpieza étnica.
Aparentemente, a diferencia del “síganme que no los voy a defraudar” de los
noventa, esta derecha dice lo que piensa hacer; sin embargo, todo discurso tiene un
subtexto. Así como el intento de revitalizar la teoría de los dos demonios y declamar que
hubo una guerra con violación de derechos de ambos bandos lo que pretende es negar el
terrorismo de estado y liberar a los genocidas presos a fin de habilitar futuras represiones; el argumento de la venta de niños como un acto piadoso para que un niño pobre pueda criarse en un hogar económicamente más favorecido, encubre la justificación de la apropiación de niños de las mujeres secuestradas a las que mantuvieron vivas hasta el nacimiento de sus hijos para luego asesinarlas. Toda relación entre seres vivos es transaccional, así la transacción sea un intercambio de favores o de dinero; esa monstruosidad fue tráfico de seres humanos, una cosificación de personas que no difiere del esclavismo. Así también dolarizar y destruir el Banco Central es simplemente reemplazar el Banco Central por la Reserva Federal de los EEUU. Macri mandó el oro que había en nuestro Banco Central a Londres en septiembre de 2017, su hijo putativo quiere ser súbdito del imperio anglosajón.

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