(Último tercio del siglo XVIII – 1847)

En Buenos Aires nace María Remedios, sin conocerse exactamente la fecha y allí crece sufriendo una triple discriminación: Por ser pueblo, por ser mujer y por pertenecer a la raza negra. Sin embargo, su rebeldía puede más, hasta encontrar su propio camino en la lucha heroica por su patria. Adhiere, junto a su esposo y sus hijos, a la Revolución de Mayo y poco después, se integra al Ejército del Norte, participando en las batallas de El Desaguadero, Salta, Vilcapugio y Ayohuma. Por su comportamiento, el General Belgrano la designa “Capitana del Ejército”. Los soldados la llamaban “la madre de la patria”. Acompaña luego a las huestes de Arenales y Güemes, asistiendo a la muerte de su marido y de sus hijos, sin abandonar su temple. Tomada prisionera por las fuerzas absolutistas, es azotada durante 9 días, pero logra fugar para reincorporarse luego a las fuerzas patriotas. La trayectoria de esta “coronela negra” constituye un ejemplo de lucha, pues habiendo sido herida en seis oportunidades, no amengua sus ímpetus en la lucha contra el enemigo absolutista. Años después – en 1827 – se encuentra en Buenos aires, en la Plaza de la Recoba o en el atrio de San Francisco, pidiendo limosna. Planteado su caso en la Legislatura, se resuelve ratificarle el cargo de Capitán de Infantería, pasando así a percibir un sueldo, que le permite abandonar la mendicidad. En 1829, es ascendida a Sargenta Mayor de Caballería. Luego, Rosas, en un decreto del 16 de abril de 1835, la incorpora a la Plana Mayor Activa del Ejército, con jerarquía y sueldo, como modo de aliviar su situación económica. En esa oportunidad, como reconocimiento, le da su apellido y pasa a llamarse Remedios Rosas. Fallece el 8 de noviembre de 1847. Un periódico de la época informa: “Baja. El mayor de caballería Doña Remedios Rosas, falleció”.

*Norberto Galasso  – LOS MALDITOS Vol.II Pág. 86 – Ed. Madres de Plaza de Mayo