Así como suele decirse que una imagen vale más que mil palabras, también los símbolos
tienen la capacidad de ser síntesis sobre sentimientos, sensaciones, posiciones ideológicas y también sobre periodos de la historia de la humanidad.
Sabido es que las fuentes más importantes por las que los mitos griegos han llegado hasta
nuestros días han sido Homero, Hesíodo, Esquilo, Eurípides, Sófocles y algunos más.
En el 458 aC se estrenó en Atenas la tragedia de Esquilo, la Orestíada, la única trilogía que ha
llegado entera hasta nuestros días. En ella se cuenta el asesinato de Agamenón por parte de su esposa Clitemnestra, luego el posterior matricidio de Clitemnestra por parte de su hijo Orestes para vengar a su padre, y finalmente su posterior huida y el juicio al que es sometido por su crimen.
También Sófocles y Eurípides se ocuparon de esta historia con pequeñas diferencias en el
relato, como ocurre habitualmente con los mitos y leyendas.
Pero veamos en principio los antecedentes.
Las hermanas Clitemnestra y Helena eran hijas del rey Tíndaro, de Esparta, al igual que los
llamados Dioscuros, Cástor y Polux.
Clitemnestra, la mayor, fue casada con Agamenón, rey de Micenas, y Helena con Menelao,
hermano de Agamenón y por el matrimonio con Helena heredero de la corona de Esparta.
Según el relato de Homero en la Ilíada, cuando la flota griega estaba lista para partir desde
Aúlide para atacar Troya, por un enojo de la diosa Artemisa con Agamenón, que estaba al mando de la flota, esta impedía que hubiera vientos que hincharan las velas y permitiesen la partida de los barcos. Consultado el adivino Calcas este le indicó a Agamenón que debía sacrificar a la diosa su hija más hermosa para calmar su enojo.
Agamenón y Clitemnestra tenían tres hijas; Ifigenia, la mayor, que según algunas tradiciones
era en realidad hija de Helena, que a los nueve años había sido violada por Teseo, y Clitemnestra la había criado, las otras eran Electra y Crisótemis. Ifigenia fue la elegida para el sacrificio y la flota partió.
También tenían un hijo, Orestes, que tenía 10 años cuando su padre volvió de la guerra de
Troya.
Mientras Agamenón estaba en la guerra, Clitemnestra se había hecho amante del primo de
Agamenón llamado Egisto. Ya Agamenón había matado al primer marido de Clitemnestra y a su hijo pequeño, casándose luego con ella en “compensación” por orden de los dioses, a esto se sumaba el asesinato sacrificial de Ifigenia. Clitemnestra decidió vengarse y ayudada por Egisto mató a Agamenón y a Casandra, la hija del rey Príamo de Troya que Agamenón había traído como concubina en contra de su voluntad. En ese momento Electra, la hija menor de Clitemnestra y Agamenón mandó a un exilio forzozo a Orestes su hermano menor para evitar que fuera víctima de la furia de su madre y de Egisto. Cuando Orestes tuvo veinte años volvió a su ciudad con la indicación del dios Apolo de que debía vengar a su padre. Así lo hizo y mató a su madre Clitemnestra y a Egisto. Clitemnestra, herida de muerte convocó a las Furias, más precisamente a las Erinias, que eran las encargadas de castigar los crímenes familiares. Orestes, al no poder ser protegido por Apolo huyo hacia Atenas y
pidió el auxilio de la diosa Palas Atenea. Esta reunió al Areópago, tribunal de doce jueces para que lo juzgara. Las opiniones estaban divididas en un empate de seis contra seis y la diosa debía desempatar. Palas Atenea, diosa de la sabiduría, que había nacido de un dolor de cabeza de su padre Zeus, al que literalmente se le partió la cabeza y surgió Palas, ya adulta, votó a favor de Orestes considerándolo inocente, justificó el matricidio por la venganza de la muerte de Agamenón. Hasta ese momento las Erinias habrían ejecutado a Orestes por el matricidio ahora pasó a tener más valor la vida del varón.
Hasta aquí el resumido relato del mito; pero, en todo mito subyacen uno o varios mensajes
que tienen que ver con el derrotero cultural de las comunidades que los relatan.
Según muchos analistas de la Orestíada de Esquilo, esta historia marca una bisagra en la
cultura griega con respecto a la justicia. Supone el fin de la venganza automática por una afrenta, lo que podría generar una sucesión interminable de venganzas, y aparece el juicio. La posibilidad de la razón y la participación de la comunidad a través de jueces que la representen. Los doce jueces del Areópago que hacen pensar en los doce integrantes de un jurado. También se dice que ante un empate, la decisión final se inclina por lo compasivo o se diría hoy, el beneficio de la duda en favor del acusado.
Todo lo antedicho es indudablemente importante y trascendente, pero por algún motivo, las
conclusiones de los analistas, que no son pocos, solo han llegado hasta ese punto.
Creo que hay otras preguntas que debemos hacernos y eventualmente contestar o mejor aun seguir preguntándonos.
Como vemos en el relato, no son los crímenes el problema central, ya que sabemos, según el mito, que Agamenón había matado previamente al primer esposo de Clitemnestra y a su hijo y se había casado con ella como “compensación”, además sacrificó luego a su hija, que según el mito fue salvada a último momento por Artemisa reemplazándola por una cierva, tal vez por eso no lo persiguieron las Furias (Erinias) que castigaban los crímenes familiares. También podemos ver que había en la cultura griega antigua un tabú: no se podía matar a la familia. Esto último no lo vi en ningún analista de los que leí, no puedo afirmar que no existe.
En la argumentación del dios Apolo, que actúa como defensor de Orestes, y fue por otra parte quien lo indujo al matricidio para vengar a su padre, dice que el padre es más importante porque “transmite la sangre”. ¿Pareciera que obvia la condición humana de la madre y el proceso de la maternidad? ¿Será esta una antigua muestra de reificación, cosificación de la mujer como máquina reproductora de la simiente del hombre? ¿Tendrá quizá que ver con el poder que como sujeto único transforma al resto de los seres en cosas, en bienes de uso?
Acerca del poder un pequeño comentario. Robert Graves, posiblemente el más importante
especialista en mitologías, particularmente la griega, del siglo XX, afirma que las primeras sociedades sedentarias fueron necesariamente matriarcales, ya que hay evidencias de que fueron las mujeres las que inventaron la agricultura a partir de observar como las semillas de los frutos que habían recolectado, consumido y abandonado en su nomadismo, habían vuelto a crecer cuando su derrotero los llevaba al mismo lugar. Las mujeres que estando embarazadas o con niños pequeños no podían acompañar a los hombres, que cazaban por persecución al no tener tecnología, y podrían haber permanecido por períodos relativamente prolongados en un lugar, mientras esperaban el regreso de sus compañeros, habrían tenido una mayor posibilidad de observación de los vegetales.
Si consideramos que el primer problema humano es comer (la economía), y el segundo no ser comido por un predador (la seguridad); las mujeres habrían solucionado ambos. La agricultura garantiza la comida de hoy y la futura, el necesario sedentarismo consecuente de la agricultura permite establecer estructuras de protección para evitar predadores. Lo lógico es que quien tiene el poder económico tiene el poder, como verificamos en nuestros tiempos y a cada momento. Por todo esto las afirmaciones de Robert Graves no parecen carentes de fundamento.
Posteriormente los hombres, que seguían cazando, además de la agricultura realizada por las
mujeres, descubrieron que algunos de los animales que perseguían y cazaban podían ser atrapados y apacentados constituyendo rebaños. Iniciadas las sociedades pastoriles, así fuera que combinaran agricultura y pastoreo o que fueran nómades pastores, el mayor valor nutritivo de la proteína animal generó un cambio del poder alimentario, ergo, poder económico; probable origen del patriarcado.
Podemos preguntarnos: ¿por qué si la tradición griega castigaba con la muerte el asesinato de un familiar esto cambió? Por otra parte el castigo era aparentemente por un vínculo de sangre, por eso no fue castigada Clitemnestra a ejecutar su venganza. Aquí lo que tenemos es el asesinato de una madre por parte de su hijo valorizando la vida del padre por encima de la de la madre. No parece casual la argumentación de la defensa de Apolo jerarquizando la sangre por la simiente masculina y no por la femenina. Por otra parte es llamativo que un dios poderoso como Apolo no pudiera proteger a Orestes y este debiera huir a Atenas para suplicar por su vida a Atenea. Tal vez esto marca el límite de un poder patriarcal en conflicto con el poder matriarcal, un conflicto que se resolvería en Atenas. También podemos preguntarnos si ese límite se patentiza en la decisión dividida de seis contra seis en los doce jueces del Areópago y, finalmente, el desempate de la diosa Palas Atenea, diosa de la sabiduría y protectora de Atenas no es la decisión de una diosa cualquiera, es la decisión de una diosa partenogénica, la que no nació de madre sino de padre. Recordemos que nació de un dolor de cabeza de su padre Zeus, al que finalmente se le partió la cabeza y Atenea nació adulta emergiendo del cerebro de su padre. También es altamente simbólico que cuando Zeus embarazó a Metis, su primera esposa según Hesiódo, luego se la tragó, avasallamiento si los hay.