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sábado, diciembre 13, 2025
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Trump II, la posguerra fría y los estados forajidos

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El que la Posguerra Fría fue un ciclo corto de la política internacional y que ya ha terminado es algo sobre lo que hay un extendido acuerdo. Si hay divergencias, estas giran alrededor de las fechas de su comienzo y de su final. Algunos afirman que la Posguerra Fría empezó con el derrumbe de la Unión Soviética, en 1991 y que Estados Unidos titubeó por unos años antes de redefinir su gran estrategia.

Para otros, la fecha crucial fue el 11 de septiembre de 2001, cuando el trauma de los atentados terroristas impulsó a Washington a optar, definitivamente, por una agresiva política de primacía sine die y global.

Para varios, el breve ciclo se fue cerrando, paulatinamente, con tres fenómenos distintos que expresaban la fragilidad del sistema vigente: el estallido de la crisis financiera de 2008 y sus derivas; la anexión de Crimea en 2014 por parte de Rusia y sus consecuencias; y el triunfo de Donald Trump en 2016 y su proyecto de hacer “Estados Unidos Grande Otra Vez”.

Otros más consideran que la expansión de las tensiones geopolíticas en Eurasia a partir de 2017 y la agudización de la competencia entre Washington y Beijing definieron el eclipse inminente de la Posguerra Fría.

A mi entender, el arranque conceptual y estratégico de la Posguerra Fría se produjo un 11 de septiembre, pero no de 2001, sino de 1990. Entre diciembre de 1989 y enero de 1990, Estados Unidos invadió Panamá. Entre marzo y junio de ese último año, la URSS ya había adoptado medidas que reflejaban su acelerada desintegración.

En agosto, Irak invadió Kuwait. El 11/9/1990 George H. W. Bush dio un discurso trascendental en el Congreso. Declaró que su encuentro previo con Mijaíl Gorbachov reflejaba que los dictadores (se refería a Saddam Hussein) ya no podían “contar con la confrontación Este-Oeste”; que Estados Unidos estaba comprometido internacionalmente con “el Estado de Derecho”; que nada ni nadie “sustituye” el liderazgo mundial de EE. UU.; y que el “involucramiento del país en el Golfo tendrá un carácter duradero”.

Bush subrayó que el liderazgo externo “y la fortaleza doméstica son recíprocas y se refuerzan”. En ese marco, anunció “el sueño de un nuevo orden mundial”, cuyo arquitecto principal sería Estados Unidos; la “nación indispensable” según la expresión de la secretaria de Estado, Madeleine Albright.

En esencia, Estados Unidos le comunicaba al mundo que estaba dispuesto a extender su poderío más allá de las áreas en las que su influjo y superioridad se habían manifestado durante la Guerra Fría. Le informaba a la comunidad internacional su intención de desplegar una hegemonía benévola.

Sin consultar con contrapartes cercanas o distantes, asumía que tal ejercicio de preeminencia sería naturalmente aceptado y acatado, tanto por Estados como por actores no estatales. Comenzaba la larga marcha de sobre-extensión que tiempo después sería contestada por gobiernos y fuerzas no gubernamentales.

De hecho, la alocución del presidente Bush sintetizó un ideal y un proyecto de tres pilares. Por un lado, la noción de que el mundo ingresaba a lo que se conoció desde entonces como un “orden basado en reglas” o un orden liberal internacional.

Por el otro, quedaba en claro que Washington sería el primus-inter-pares de Occidente en el contexto de una distribución de poder unipolar que, históricamente, ha sido dudosa sino imposible de perpetuar. Y finalmente, el recurso a la fuerza se tornaría habitual a los efectos de asegurar el orden enunciado.

Un informe del Congressional Research Service sobre “Instances of Use of United States Armed Forces Abroad, 1798-2023” es elocuente: enumera en 3 páginas las diversas operaciones militares realizadas entre 1945 y 1990 y le dedica 38 páginas a las efectuadas desde 1991 hasta 2023.

Considero que el fin de la Posguerra Fría tuvo tres eventos sucesivos emblemáticos. En 2022, la invasión de Rusia a Ucrania; conflicto que oscila entre el estancamiento y la exacerbación por la acción y reacción de múltiples actores con intereses diversos.

En 2023, el ataque terrorista de Hamás en el sur de Israel y la feroz retribución del gobierno de Benjamín Netanyahu, mientras Occidente agrandó la percepción, en gran parte del Sur Global, de su bancarrota moral. Y en 2024, el nuevo triunfo de Donald Trump, el espectro de una eventual guerra civil en Estados Unidos y la dificultad de la Casa Blanca de moldear el escenario mundial y cultivar un liderazgo internacional legítimo. En los tres casos hay involucrados países con arsenales nucleares.

Del designio de George H. W. Bush casi nada está en pie. Hubo varios hitos y protagonistas que fueron horadando el “orden basado en reglas”. Sin embargo, lo más relevante es que quien más socava el orden liberal internacional no es China sino Estados Unidos y, con inusitado éxito, desde la llegada del segundo Trump.

En materias tales como la legalidad del uso de la fuerza, las regulaciones del comercio mundial, el papel del multilateralismo, la cuestión del desarme y la protección ambiental, su administración se asemeja cada día más a lo que en los años’90 el gobierno de Bill Clinton denominó un “Estado forajido” (rogue state). Estados que deliberadamente violan las normas internacionales y las obligaciones internas, estados difíciles de disuadir, notablemente impredecibles y generadores de incertidumbre para la paz mundial.

https://www.clarin.com/opinion/trump-ii-posguerra-fria-estados-forajidos_0_mEt46skQS5.html

Permanecer en la dependencia

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La colonialidad es en sí misma un patrón de dominación de lo que llamamos sistema-mundo moderno y capitalista. Se originó por el colonialismo europeo a partir del siglo XVI y se expresó, durante los siglos XIX y XX, a partir de una nueva versión: el proceso de expansión capitalista-burgués, primero en Europa y América del Norte y luego lanzado a la búsqueda de nuevos mercados y de materias primas en los territorios coloniales de ultramar. 

Dicha fase de desarrollo de las políticas coloniales se presentó como difusora de las ideas políticas emancipatorias, surgidas en la Europa de la modernidad, aquella que alumbrara la Revolución francesa (1789), como su más fino producto. Contaba de antemano con el concurso de las ideas del libre comercio o libre mercado como herramienta de lo que sería la penetración post o neocolonial. Esta estaba dirigida, en particular, al control de las economías latinoamericanas, a las que las usinas del colonialismo alentaron a independizarse con un altísimo costo geopolítico. Así fue, por ejemplo, el de terminar con la idea de la patria grande sudamericana, según expresaran Simón Bolívar, José de San Martín y José Artigas, entre otros. 

El concepto de colonialidad no equivale a colonialismo. Es más significativo, ya que trasciende los procesos de independencia de las naciones, que tuvieron lugar durante la primera mitad del siglo XIX. Así, sirvieron para garantizar la permanencia de culturas y políticas de dominación, a cargo de nuevos actores económicos internacionales y de la connivencia de estos con elites políticas que terminaron, con el tiempo, reemplazando a las autoridades coloniales depuestas. De esta manera se aseguró el sostenimiento de hábitos de dependencia y subordinación política, económica y cultural de las clases dirigentes.

Dicha situación puso en evidencia que los poderes emergentes de la modernidad, lejos de tener planes de independencia real para las colonias al sur del río Grande, fueron conscientes de que los mismos fundamentos políticos, filosóficos y culturales de la revolución europea podrían servir como guías para una independencia real. Sin embargo, no era absoluta. Es decir que generaban la profundización de la hegemonía europea en Latinoamérica, a partir de gobiernos y élites dirigentes, asociadas directamente con el capital financiero y comercial internacional de entonces.

Para el caso argentino en particular, luego de 40 años de guerras civiles, los sectores triunfantes en las batallas de Caseros (1852) y Pavón (1861), enemigos del federalismo y especialmente interesados en insertarse en el mercado mundial como “granero del mundo”, determinaron su futuro con una fuerte limitación: la renuencia a iniciar un proceso de desarrollo autónomo industrial que permitiera compensar la diferencia entre materias primas y manufacturas. 

De esta manera, quedó garantizada la custodia de los intereses de los nuevos patrones imperiales en lo que fueran las ex colonias españolas. Contaron para ello con la reproducción del patrón político moderno. Esto se hizo a partir de la configuración de un Estado nacional de signo claramente oligárquico, con políticas de penetración territorial, integración nacional y asimilación cultural, coerción social, extracción de recursos y represión de las poblaciones adversas al modelo instaurado. El proceso tuvo particular ferocidad para el caso de comunidades originarias (a las que se decidió exterminar, al igual que en Estados Unidos durante la posguerra civil).

Para la población no blanca en general, se reservaron criterios de discriminación y racialización practicada durante casi dos siglos en la Argentina. Hechos evidentes, por ejemplo, en los comienzos de la “civilización y barbarie” sarmientina, la neurosis biologicista de cierta intelectualidad de la década de 1880 que sigue vigente en conceptos como los de “chusma”, “cabecita negra”, “negros de mierda”, “cabeza”, etc.

El nuevo Estado nacional configuró los criterios políticos y económicos para una organización social profundamente desigual, así como para modelos de vida y explotación del trabajo, difusión de la cultura y la educación. Todos ellos sustentados en el concepto de raza heredado de los europeos, puesto en práctica desde los tiempos de la mal llamada “conquista de América”.

La educación en la Argentina

La educación argentina no podía resultar ajena a dichos contextos. Constituyó, desde sus inicios y con la sanción de la Ley 1420 en 1884 en adelante, uno de los pilares más fuertes para el consumo en sociedad de la “pauta de colonialidad”, a cargo de un Estado conservador, autoritario, centralista y pseudodemocrático.

La creación de un sistema educativo de nivel primario, común, gratuito y obligatorio, financiado por el Estado nacional, fue una herramienta de alfabetización para millones de argentinos. Pero también significó un instrumento de difusión para el eurocentrismo y adoctrinamiento de los saberes y simbologías que la escuela debía garantizar como referencias insustituibles para los argentinos. 

Semejantes contextos no hicieron más que reafirmar las condiciones que en aquel momento constituyeron una escuela primaria difusora de conocimientos básicos, lo que no era poco para la época. No ocurrió lo mismo con la escuela secundaria. Esta, además de ser privada y reservada para las élites políticas y religiosas, presentó una estructura educativa y un diseño curricular que aportaron a la formación de conductas de subordinación y ausencia de ideales emancipatorios, tanto en términos personales como colectivos. Se excluyeron así, deliberadamente, hechos e interpretaciones históricas que pondrían en evidencia que existieron y existen otras opciones posibles para el presente y futuro de la Argentina.

El eurocentrismo de la cultura implicó modalidades distorsionadas y distorsionantes sobre cómo producir sentido, explicación y conocimiento. Introdujo afirmaciones, ideas, secuencias, creencias, narrativas, estéticas, modelos de ética, preferencias, necesidades, incluso simbologías y valores ajenos al acervo popular de una nación periférica, sujeta a la colonialidad del poder y del saber.

No es casualidad la ausencia de un pensamiento crítico en la escuela actual, sobre todo en el nivel secundario, que no asume desde la enseñanza misma al conocimiento como un todo integrado, sino que lo presenta fragmentariamente en materias aisladas entre sí. 

Peor aún, los desafíos que plantea la cultura digital masiva, en particular las llamadas redes sociales financiadas por capitales hegemónicos que no encuentran límite. Hace tiempo que manejan a su antojo el sistema democrático y podría decirse que el “educativo”, fomentando todo lo contrario al pensamiento y la reflexión.

Nos ha interesado destacar, por ser ejemplo de colonialidad, la propuesta educativa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires llamada “Buenos Aires Aprende”. Esta incluye control y persecución ideológica de los docentes, cierres y fusiones de cursos y un ataque directo al corazón de las ciencias sociales, al pensamiento crítico y a la heterogeneidad cultural. 

“Buenos Aires Aprende” forma parte de un proceso de ajuste y desfinanciamiento de la educación que se encuentra en desarrollo. Se manifiesta en la ciudad de Buenos Aires desde 2008, año de la primera gestión del PRO en dicha jurisdicción, y apunta a mercantilizar y privatizar la educación pública, gratuita y obligatoria, clausurando de este modo el ascenso social por la vía de la educación pública. 

El modelo sostenido intenta implementar un sistema educativo dual y desigual. De este modo se conforma un sistema educativo para los sectores más pobres de la sociedad, en el que desarrollan tareas con menor exigencia de conocimientos. Paralelamente se instaura el funcionamiento de escuelas para los jóvenes de los sectores sociales más acomodados, que son los que en definitiva accederán a la inteligencia artificial, al conocimiento de nuevas tecnologías, concurrirán a la universidad y podrán formar parte de las clases dirigentes. En ambos casos, la educación quedará subordinada a las necesidades del mercado, y el sistema educativo se convertirá en proveedor de recursos humanos, según sus requerimientos. 

Para terminar, parecería que la Argentina adoptó para su educación —con excepciones, breves en el tiempo— aquello de que “el pasado es la norma por la que se rige el presente”. Por supuesto que hubo modificaciones de planes y programas de estudio, pero nunca serias intervenciones curriculares a la matriz educativa sostenida en Civilización y barbarie, modelo que ha permanecido intocable por casi 200 años. De allí, lo permeable de la escuela al fenómeno de colonialidad, de un modelo de saber y de poder, a partir de una ciega creencia en valores eurocéntricos. Esto se profundiza cada vez más en la medida en que el neoliberalismo hace menos concesiones a la política y a la democracia.

Resulta prioritario plantear un giro decolonial a la educación argentina, un cambio epistémico, político, estético, ético y cultural, que enseñe a pensar, a reconsiderarnos como nación independiente, a construir subjetividades para la emancipación, a recuperar utopías y a encontrar la identidad y la memoria históricas, que parecieran olvidadas. 

Tiempo de fuga

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El diccionario dice que fuga es la huida o evasión, abandono de un lugar o situación habitual o una composición musical basada en la repetición de un tema. El significado más usado es el que se refiere a la acción de huir o de escapar.

La definición aplica para la situación del capital financiero internacional (y en menor medida local) en la Argentina de hoy. Apostaron al carry trade (bicicleta financiera) convirtiendo dólares en títulos públicos en pesos. Ganaron fortuna, tras la devaluación del 12 de diciembre de 2023, por la diferencia entre la tasa de interés (incluido el ajuste por IPC del INDEC) contra el ajuste cambiario fijado directa o indirectamente por intervención del Ministerio de Economía argentino. Sostenían la creencia de que nuestro pueblo iba a seguir votando por su verdugo, lo que fue desmentido drásticamente en las elecciones de la provincia de Buenos Aires, donde el acuerdo de La Libertad Avanza con el macrismo no logró capitalizar los votos de Juntos por el Cambio de 2023.

Si esta actuación se repite en las elecciones a legisladores nacionales del 26 de octubre de 2025, sería el fin de un desgobierno que ha priorizado la renta financiera en desmedro del trabajo y la producción. Ellos pensaban seguir así.

El derrape eleccionario se convirtió en derrape del precio de los títulos públicos (y arrastró el valor de las acciones de empresas locales) en las bolsas del país y del exterior. Entre el 17 y el 19 de septiembre de 2025, el BCRA debió vender de las reservas internacionales 1.110 millones de dólares, las cuales no son propias, sino que son básicamente deuda.

Entre los principales compradores de divisas se encontraron BlackRock Latin American Fund y el Banco Galicia (entidad local donde tiene participación accionaria BlackRock).

El lunes 22 de septiembre de 2025, las Reservas del BCRA eran negativas en 9.010 millones de dólares; por ende, el BCRA está vendiendo dólares que son deuda.

Pero como si fuera el Séptimo Regimiento de una película de cowboys, en la mañana del 22 de septiembre y antes de que abrieran “los mercados” en el país, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, anunció que ellos otorgarían la suma de 20.000 millones de dólares vía swap. Además, dijo que podrían dar un préstamo de “estabilización cambiaria” mediante la compra de títulos de deuda de la Argentina. En ese momento no dijeron cuándo y, ante la crítica fundada de la oposición política, dejaron trascender que sería después del 26 de octubre de 2025.

Obviamente, esto frenó la compra grande de divisas con la consiguiente pérdida de reservas del BCRA, que el gobierno refrendó con el Decreto 682/25, que reduce a cero los derechos de exportación de los productos agropecuarios con dos límites: a) hasta una declaración jurada de ventas al exterior total por 7.000 millones de dólares, y/o b) hasta el 31 de octubre de 2025, lo que se produzca primero.

Las declaraciones juradas de ventas al exterior no son de los productores, son de los exportadores. Por eso, en tres días de operaciones con retenciones 0%, los grandes acopiadores y comercializadores de granos y derivados presentaron las declaraciones juradas por el cupo, permitiéndole a la ARCA (Agencia de Recaudación y Control Aduanero) contabilizarlas sin confrontar si tenían el permiso de embarque de la exportación.

El comunicado de ARCA es directo y lineal: “Se ha alcanzado la registración del cupo de 7.000 millones previsto por el decreto 682/2025, por lo que se ha dado de baja la opción de registración de las declaraciones juradas de venta al exterior (DJVE) que se encuentren amparadas por el beneficio del citado decreto. A partir de ahora, solo podrán registrarse DJVE bajo el esquema vigente anterior al decreto 682/2025″.

Independientemente de cómo y en qué tiempo ingresaron los 7.000 millones de dólares al Tesoro de la Nación (al menos el 30% de esa suma ingresó al 26 de septiembre de 2025), es claro que el gobierno tomó la medida para contar ya con esas divisas y poder venderlas en el mercado cambiario local, pero no va a contar con ese ingreso en el futuro inmediato. Por ende, lo hace para financiar la fuga de capitales, bajo el pretexto de controlar el precio del dólar, que no solamente mal vende, sino que le cuesta al Estado una pérdida de ingresos por 2,1 billones de pesos por las retenciones no cobradas.

Es claro que los productores (que deben, que pagan, y tienen que seguir pagando la tasa del derecho de exportación) acusan, y con razón, a CIARA (Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina) y a CEC (Centro Exportador de Cereales) de haberse apropiado del beneficio.

El centro de estudio MATE (Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía) sostiene que estas exportaciones no se embarcarán automáticamente. Los tiempos de embarque declarados indican que sólo un 9% de lo declarado tiene permiso para octubre de 2025. En noviembre de 2025 se embarcará un 20% y en diciembre un 50%; el 20% restante recién se enviará a lo largo del año 2026, pero el pago de las retenciones es con la debida anterioridad ante la presentación de las declaraciones juradas.

Las operaciones de DJVE son en divisas porque el precio de los productos agropecuarios en el mercado internacional se fija en dólares. Sin embargo, el exportador recibe el pago final en pesos argentinos (con los descuentos correspondientes si los hubiere), ya que no se trata de una liquidación directa de dólares. Hecha la salvedad, MATE hace el cálculo estimado en dólares.

El siguiente cuadro muestra quiénes son los principales beneficiarios.

La pérdida de ingresos para el fisco es equivalente a 0,25 puntos del PBI, que es un monto levemente menor al costo de la Ley de Financiamiento Universitario (según la Oficina Pública del Congreso, por 1,96 billones de pesos) y de emergencia pediátrica del Hospital Garrahan (de 40 millones de pesos), ambos hasta fin de año de 2025.

El Banco Central, a través de la comunicación «A» 8336, determinó que, a partir del 26 de septiembre de 2025, cuando una persona o empresa quiera comprar dólares al tipo de cambio oficial, deberá firmar una declaración jurada comprometiéndose a no vender dólar MEP o CCL durante 90 días corridos subsiguientes (la semana pasada lo habían hecho para las empresas y sus directivos), para evitar “el rulo” local, pero las grandes corporaciones acopiadoras y comercializadoras de granos, con lo que no le pagaron al Estado nacional (y que van a cobrar a los productores), van a comprar dólares para fugarlos. El gobierno no frena la fuga; en sus comienzos, para que ofrecieran dólares en el mercado local, les dejaban liquidar el 20% del ingreso de las divisas de sus ventas al exterior en el CCL (contado con liqui).

Los farmers norteamericanos criticaron que la eliminación de las retenciones (principalmente a la soja) favorece a los acopiadores y comercializadores de granos de la Argentina (entre los más grandes en este país están las empresas del rubro de los Estados Unidos), y fue la razón por la que en su discurso del día miércoles 24 de septiembre de 2025, Scott Bessent dijo que estaba acordando con la Argentina que se vuelvan a cobrar los derechos de exportación, de allí el apuro de las declaraciones juradas.

Pero el gobierno, mediante su vocero presidencial, anunció el viernes 26 de septiembre de 2025 que continuará hasta el 31 de octubre de 2025 y sin cupo la tasa cero para los derechos de las exportaciones de carne vacuna y aviar. Esto fue un pedido expreso de la Sociedad Rural Argentina tras sentirse estafada por la utilización del cupo por las cerealeras. Ello implicará una suba en el precio en el mercado interno de esas carnes porque las retenciones funcionan como desacople de sus importes. La carne de cerdo también aumentó su precio al encarecerse los insumos de maíz y soja para su alimentación.

La situación financiera presente

Si bien los fondos prometidos por el Tesoro de los Estados Unidos no ingresaron y no tienen fecha cierta de hacerlo, los operadores financieros saben que detrás de esas decisiones están los fondos de inversión de Manhattan, que siguen teniendo una elevada posición de títulos de deuda en pesos.

El fuerte incremento de la deuda en pesos, carry trade mediante, lo pensaban transformar en dólares, en principio a lo largo de dos años más de mandato de Javier Milei y, si era posible, con su reelección. Sin embargo el resultado eleccionario que esperan para el 26 de octubre es muy distinto al que tenían antes del 7 de septiembre de 2025.

Favoreciendo a las grandes corporaciones granarías (donde el capital financiero de Manhattan tiene participación) y propiciando la compra y fuga de divisas, deben sortear fuertes vencimientos de títulos en pesos.

El marco favorable creado permitió que, en la licitación de títulos en pesos del viernes 26 de septiembre, se renovaran la totalidad de los vencimientos, y hasta un monto mayor, pero con tasas altas y plazos muy cortos en pesos, solo extensible en títulos en dólar linked (se ajustan por devaluación del dólar oficial).

La cantidad de bonos dólar linked representó un 54% de lo colocado, mientras que el 46% fue con letras y bonos capitalizables a tasa fija. En función de los resultados obtenidos, para octubre de 2025 hay en total vencimientos por 25 billones de pesos, mientras que para noviembre hay otros 20 billones. En diciembre saltan a unos 36 billones de pesos, totalizando en los tres meses que faltan para terminar el año 2025 la suma de 81 billones de pesos.

A ese monto deben agregarse los vencimientos en dólares que son, hasta enero de 2026 inclusive, de 8.100 millones, de los cuales 3.800 millones corresponden a los pagos de Globales y Bonares, más 1.200 millones en Bopreal y 3.100 millones a organismos multilaterales. Es obvio que la deuda con el sector privado no la van a renovar y van a exigir su pago, de allí que necesiten la renovación de los organismos internacionales de crédito y la posibilidad cierta de los swaps de moneda, y hasta la promesa de recompra de títulos de deuda por parte del Tesoro de los Estados Unidos.

Tanto en la licitación en pesos del viernes pasado como en el precio de los distintos tipos de cambio, hay cierta confianza en que los Estados Unidos no le van a soltar la mano a Javier Milei, que es su fiel seguidor y principal punto de apoyo en su patio trasero.

Y menos se puede pensar que el capital financiero de Manhattan, que ha avanzado fuertemente en la economía del país, esté dispuesto a ceder posiciones.

Pero también es cierto que un desastre electoral de Milei los obligará a replantearse la situación. En el caso del gobierno de los Estados Unidos, no van a poder realizar todo el aporte que dijeron, por la simpe razón de que es un “barril sin fondo” y es plata del Tesoro de ese país que no recuperarán fácilmente.

Y en el caso del capital financiero de Manhattan, deberán acelerar los plazos de conversión de sus acreencias en pesos, con el riesgo siempre de reperfilamiento o default por un nuevo gobierno. Es plata que administran, pero no es propia, y el retiro de capitales de sus fondos de cobertura es una realidad.

Informe económico mensual

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·        El tipo de cambio oficial se fue moviendo en el cortísimo plazo. ¿El peso está apreciado? Los esfuerzos del gobierno para no cruzar la banda superior generan dudas. En distintos periodos de comparaciones entre el tipo de cambio y el IPC, se podría decir que sí. En los meses (12) del 2025 agosto – 2024 agosto, el IPC aumentó el 34 % y el tipo de cambio oficial mayorista el 40 %. El dólar logró un salto, venía perdiendo en los meses anteriores pero provocó un ataque de espasmos en el gobierno. Luego de octubre se verá si se mantiene la banda o nos deslizamos a tipo de cambio abierto.

·        Este documento se concentra en los precios, o sea inflación de AGOSTO más algunos otros indicadores asociados. Algunos datos pueden aparecer como ya avinagrados (los acontecimientos caminan muy rápido, por ejemplo en septiembre), pero mantenemos la continuidad en los números de la inflación. En el próximo documento abordaremos cuestiones monetarias del gobierno.

·        Las noticias más importantes tanto en julio como agosto resultaron los movimientos del dólar, arrastró la tasa de interés y genero idas y vueltas en el equipo económico y BCRA. Y aparece Trump.

·        El gobierno necesita dólares, sean del colchón, del saldo entre las exportaciones e importaciones, de las inversiones y otras fuentes como ventas de activos. Sale a buscarlos de todos lados. Septiembre lo mostró.

·        Milei ingresa plenamente en proceso electoral para la gran final nacional de octubre 2025 y supuestamente también para el 2027. Lo de Buenos Aires le dejó algunas arrugas que no se planchan fácilmente. Todo gira y girará con esos objetivos.

·        Retorno del FMI, desde abril las bandas a toda orquesta (por ahora) y un fuerte aporte de fondos, pero no dejan de estar preocupados con el principal deudor. Doblemente preocupados por la extensión de plazos de medidas solicitadas por el gobierno. No les queda otra que continuar apoyando. Pero ahora contando con el apoyo de Trump, Milei parece que descorcha. Está por verse, la economía (y la política) siempre trae sorpresas debajo de cada baldosa y con Trump doblemente.

·        El tipo de cambio es un precio más, pero más no cualquiera. Primeramente el gobierno apuntó a la banda inferior pero le erró feo, en la actualidad se preocupa que no supere la banda superior. ¿Pero?

·        El riesgo país disminuye y sube o sube y disminuye, no logra una senda en baja. El Índice de tipo de cambio real multilateral (ITCRM) se adelantó unos pasos, subiendo o sea mejorando.   Se logró con el incremento del dólar y con la baja de la inflación.

·        Mirando afuera: Trump, con los aranceles, los sube, los baja, los suspende y desconcierta a todo el mundo, migraciones, retiro de organizaciones internacionales. Ucrania, no se sabe y la Franja de Gaza sin paz y con hambre. Cuáles serán los nuevos problemas para cerrar el 2025.  Con Trump, Putin y tantos otros completan una caja de malas sorpresas. Pero ahora Trump expande su sombra a la Argentina.

·        CEPO parcial en abril. Un tipo de cambio flotante. ¿Cómo se comportará el dólar en el corto plazo y mediano? Muchos compraron y menos vendieron. Para comparaciones odiosas debemos retroceder a agosto 2019. Verlo en el gráfico correspondiente.

·        Conjeturar que ocurrirá con la inflación en el horizonte del 2025 no resulta sencillo. Lo reciente es el pronóstico de Milei sobre la inflación del 2025, lanzó una cifra del 24 % anual, significa una inflación mensual del 1 % en los cuatro meses restantes. Y para el 2026 inflación: CERO. ¡Pajarito! Mendieta.

·        La inflación (alrededor del 1.8 % promedio) en el mes de agosto 2025. Alimentos con valor algo menor.

·        El BCRA aumenta o baja la tasa nominal de interés, positiva en agosto en términos reales, Cómo serán los meses próximos? 

Milei, hipermasculinidad y política exterior

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La masculinidad se manifiesta a través de un conjunto de atributos, valores, creencias, significados y comportamientos propios del hombre, resultado de una construcción arraigada en una sociedad determinada. Esa masculinidad se expresa en múltiples ámbitos; entre ellos, en la política exterior. Al tiempo que lideres políticos de diferente signo y en distintas coyunturas apelan a aquella en la conducción de las relaciones internacionales de un país.

En esa dirección, la masculinidad condensa una retórica y una práctica. Asume, básicamente, un sentido binario: refleja y asevera agresividad, dominación y asertividad en oposición a comprensión, compasión y empatía. Subraya una doble condición: por un lado, una relación de opuestos que puede devenir en enemistad y, por el otro, un vínculo de superioridad/inferioridad. En ese contexto, la exaltación de la polarización, en lo interno y lo externo, se torna prioritaria y se promueve con ahínco inusual.

Ashis Nandy en los ochentas introdujo la noción de hiper-masculinidad en tanto una modalidad extrema de machismo y, más recientemente, Xiaoting Han y Chenjun Yin han trabajado el concepto de masculinidad reaccionaria para explicar un tipo de masculinidad acentuada que refuerza un discurso anti-feminista y enfatiza rasgos de una subcultura varonil crecientemente misógina. En ambos casos, se denota la necesidad de exagerar lo masculino ya que habría una amenaza — lo femenino — que cuestiona el predominio del hombre. Eso, a su turno, conlleva al intento de restituir un orden y poder subvertidos por los avances de la justicia social, la cuestión de género, los derechos de las minorías, la diversidad de opciones sexuales, el pluralismo identitario y el multiculturalismo, etc. De ese modo, se pretende la recuperación de una hegemonía masculina jaqueada. Lo bombástico e hiperbólico sobresale mediante una narrativa que llama a una cruzada en defensa de (¿un pre-moderno?) Occidente que se pretende liderar: en breve, la nueva “batalla cultural” que, en el fondo, apunta, entre otras, a la dominación masculina.

En el caso del presidente Javier Milei, él se ha convertido en un referente del peso de la hipermasculinidad reaccionaria en el manejo e implementación de la política exterior; algo que, cabe subrayar, cuenta con el apoyo, así sea tácito, de una parte no insignificante de la sociedad y el sorprendente silencio de los sectores opositores.

Para el mandatario, en el marco de la Liberty International World Conference realizada en Buenos Aires, “la República Argentina fue víctima de una nueva clase política que hizo de la justicia social su bandera… la República Argentina es, por lo tanto, un campo de batalla donde está en juego el futuro de millones de personas, y en donde se enfrentan dos modelos de país totalmente antagónicos”. A su entender existe una plaga de “parásitos sociales”, entendidos como ideas prevalecientes, que deben combatirse con vigor: “Un primer ejemplo de parásito mental es la noción de justicia social…Y esto naturalmente nos lleva a otro parásito mental que es la noción de derechos sociales… Llevan décadas de inocular en nuestra población estos parásitos mentales… y por eso es tan importante la batalla cultural”.

A su vez, durante su última visita a Israel, volvió a resaltar, como lo ha hecho desde el comienzo de su gestión, que la “supervivencia de Occidente” está amenazada y que prevalece una “pasividad de Occidente” que hoy cuenta con la “impotencia o complicidad de los organismos multilaterales”. En ese marco, una combinación, “por más disímiles que parezcan”, de terrorismo y wokismo “conducen a la desaparición total de Occidente”. Y por ello, él “ha estado proponiendo una Liga de Naciones Libres”. Mediante un argumento típicamente viril, proclamó que “la lucha contra la barbarie (que se supone incluye el terrorismo y el wokismo según su argumentación previa) requiere de decisión y coraje en cada paso del camino, junto con la firmeza para ignorar las críticas de quienes prefieren — por temor — no transitarla”.

En su discurso ante Knesset señaló: “Lo aceptemos o no, Occidente — hoy — se enfrenta a una prueba de fuego…(pues) está viéndose envenenado por una barbarie interna y autoinfligida, que es la ideología woke con su relativismo moral”. En ese sentido, “párrafo aparte para la ex activista climática que se convirtió en una mercenaria del activismo para cualquier cosa que le dice la izquierda internacional, a cambio de un poquito de prensa y cámaras. Hablo de Greta Thunberg que — en los últimos días — hizo una performance de victimización”. A lo que agregó que, “tal como hizo Israel en Medio Oriente”, él aspira a “convertir a la Argentina en el faro austral que ilumine desde el sur y guíe en el camino el progreso del resto de las naciones. Porque de eso se trata: ser un faro en un mundo que ha caído en tinieblas; ser un norte para un Occidente que ha perdido contacto con los valores que representa, deambulando hacia el suicidio colectivo”.

En su discurso ante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC en si sigla en inglés), el presidente fue frontal y preciso: “Solo mediante esta internacional de derecha podremos poner fin a la casta política con la que nos enfrentamos, que está hundiendo a Occidente en la más oscura profundidad”. Y, adicionalmente, remarcó: “Tener un enemigo bien definido es un aspecto fundamental de nuestra batalla cultural…(y por ello) estamos dando una batalla crucial para el futuro de la humanidad”. En consecuencia, resultaría esencial luchar contra “aberraciones” tales como “la agenda de la paranoia climática, los excesos de la ideología de género”; entre otras.

Durante su alocución de 2025 en Davos, Javier Milei explicitó varias de sus creencias y principios. Así, subrayó que la idea de justicia social es “siniestra, injusta y aberrante”. Según su pensamiento, “(el) feminismo, (la) diversidad, (la) inclusión, (la) equidad, (la) inmigración, (el) aborto, (el) ecologismo, (la) ideología de género, entre otros, son cabezas de una misma criatura cuyo fin es justificar el avance del Estado”. Para Milei, “el feminismo radical es una distorsión del concepto de igualdad”; procura la “búsqueda de privilegios”; y ha llegado, “incluso al punto de normalizar que muchos países supuestamente civilizados si uno mata a la mujer se llama femicidio”. Las mujeres “no se quejan de que la mayoría de los presos son hombres, ni de que la mayoría de los plomeros son hombres…y ni que hablar de la mayoría de las personas que murieron en guerras”. Casi con estupor, afirmó: “Pero si uno plantea estas cuestiones, desde los medios de comunicación o incluso desde este foro, nos tildan de misóginos… No es casualidad que estos mismos sean los principales promotores de la agenda sanguinaria y asesina del aborto”. Asimismo, aseveró que en “sus versiones más extremas la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil. Son pedófilos…”. Todo lo anterior sería una prueba de que “Occidente se ha desviado y debe ser reencauzado”. Presumiblemente, él sería encargado de tal misión.

En sus intervención antes la Asamblea General de Naciones Unidas en 2024, el presidente Milei arremetió contra la Cumbre del Futuro y su agenda; que incluye, entre otros, aspectos relevante en materia de cuestiones de género. Fue claro en rechazar ese “nuevo contrato social a escala global…que no es otra cosa que un programa de gobierno supranacional, de corte socialista, que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los Estados Nación y violentan el derecho a la vida, la libertad y la propiedad; una agenda que pretende solucionar la pobreza, la desigualdad y la discriminación con legislación que lo único que hace es profundizarlas…Se ha promovido, además, una relación tóxica entre las políticas de gobernanza global y los organismos de crédito internacional”. Sorprendentemente, quien descree de la soberanía en materia financiera y militar y tampoco reivindica un papel promisorio del Estado, aboga por un soberanismo estatal a ultranza.

Paralelamente, la hipermasculinidad reaccionaria de Milei en política exterior no fue apenas una cuestión de retórica. En la OEA, en la ONU, en las cumbres internacionales y regionales, el gobierno argentino se desasoció de asuntos vinculados a la agenda de género, el cambio climático, y la justicia social y votó en contra de resoluciones que tuvieron un apoyo continental o mundial elocuente en esos temas. Como mostramos con Bernabé Malacalza mediante el análisis de los discursos, los posicionamientos y las votaciones de La Libertad Avanza, la actual administración ha buscado “frenar el avance de los derechos humanos, negar la existencia del cambio climático, obstruir acuerdos multilaterales para enfrentar pandemias y combatir el principio de justicia social que subyace en consensos” internacionales de distinto tipo y alcance.

Esa práctica concreta se ha encuadrado en una mirada bastante apocalíptica de Occidente y ante lo cual el presidente parece autoasignarse la condición de salvador. El peligro en tanto excitación; el heroísmo en tanto ímpetu; y la crueldad en tanto credo, son propios de la personalidad hipermasculina. La exageración y la distorsión son constitutivas a la noción de una masculinidad reaccionaria. Ello facilita el despliegue de iniciativas internacionales que, en el particular caso argentino, no parecen despertar ni gran entusiasmo (salvo en algunos seguidores muy militantes) ni profunda inquietud (entre sus oponentes políticos). Todo lo cual, contribuye a que Javier Milei utilice su reconocida visibilidad mundial para lanzar lo que Richard Shorten denomina “diatriba reaccionaria”, es decir; el recurso sistemático a la digresión, la repetición y la insistencia. Es muy probable que en lo personal, la masculinidad del mandatario, muy semejante por ejemplo a la de Donald Trump, le haya dado resultados individuales. De eso, creo, no hay dudas.

Sin embargo, la cuestión básica a evaluar rigurosamente es la misma que he formulado el 10 de diciembre de 2023 y tiene que ver con la defensa y promoción del interés nacional: “Una política exterior exitosa será la que incremente el poder relativo del país, mejore la calidad de vida de los ciudadanos y afiance la autoestima nacional”.

Trump y las drogas: la doctrina del escarmiento

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El 16 de junio de 2015, Donald Trump anunció su voluntad de competir por la nominación presidencial del partido Republicano. Lanzó su campaña afirmando: “Cuando México envía a su gente (a EE.UU.) no envía los mejores. Envía gente con muchos problemas y nos traen esos problemas. Traen drogas. Traen delincuencia.”

De acuerdo con los datos del Center for American Progress, desde el inicio de la “guerra contras las drogas”, en 1971 (presidencia de Richard Nixon) hasta 2015, cada 25 segundos un estadounidense fue arrestado por posesión de sustancias ilícitas; un quinto de la población encarcelada lo estaba por cargos vinculados al tema drogas; los afro estadounidenses constituían el 30% de los detenidos –seis veces más que los blancos–; y casi el 80% de los encarcelados por delitos federales eran afros y latinos.

En aquel período, el combate anti-narcóticos costó US$1 billón (US$1 trillón en nomenclatura anglosajona). Para 2015 era evidente el fiasco de esa guerra irregular. Sin embargo, el uso político doméstico y el valor geopolítico externo siempre han sido claves en la estrategia estadounidense.

Ya en la Casa Blanca, Trump fusionó la cuestión del tráfico de drogas con la migración y el crimen, haciendo de los latinos en Estados Unidos y a varios países de la región los referentes del “flagelo” de las drogas en cuyo origen están en la demanda de sustancias ilegales y el prohibicionismo militante de Washington.

Como señala Salvador Santino Regilme. en un estudio sobre Trump I (Militarised Punishment: The Trump Administration’s Escalation of the War on Drugs, julio 2025), una combinación de deshumanización, moralismo y demagogia caracterizó su política anti-drogas.

Una política con magros resultados. Al comienzo de su gestión –enero de 2017– el número de muertes por sobredosis fue, según el National Center for Health Statistics, 65.571. Al final de su primera presidencia –diciembre de 2020– ese número llegó a 92.478. De acuerdo con la DEA, aproximadamente el 70% de los decesos son producto del abuso de Fentanilo.

A su turno, el presidente culminó su mandato frustrado por no haber disciplinado a México. Su último secretario de Defensa, Mark Esper, destacó en sus memorias que el mandatario quería enviar 250.000 militares a la frontera con México y lanzar misiles contra los laboratorios de Fentanilo. La reacción de Trump fue que Esper era débil e inefectivo.

Trump II ha decidido redoblar la apuesta. El 20 de enero de 2025 anunció varias órdenes ejecutivas. Una dirigida a repeler la “invasión” de personas que atraviesan la frontera sur, otra declarando que los carteles de las drogas constituyen “organizaciones terroristas foráneas”.

También proclamó que las secretarias de Defensa y de Seguridad Nacional debían “desplegar personal” en el borde con México, al tiempo que otra orden determinó una condición de “emergencia nacional” en la frontera sureña.

El 1° de febrero comunicó tres órdenes ligadas a la cuestión del Fentanilo provenientes de China, Canadá y México. El 7 de febrero notificó enmiendas al asunto arancelario debido al Fentanilo y China. El 1° de marzo hizo lo propio respecto a México y Canadá, y el 3 de marzo sumó más enmiendas sobre la materia en cuanto a China; a lo cual el 6 de marzo agregó a China y Canadá. Este aumento de anuncios parece desmesurado a la luz de los datos disponibles.

Por una parte, según la fuente ya citada, las muertes por sobredosis tuvieron un pico en junio de 2023 y han ido descendiendo. En marzo de 2024 hubo 102.171 decesos; en marzo de este año hubo 74.972 muertes; esta caída se debió a iniciativas de la administración Biden.

Por otra parte, el gobierno de Claudia Sheinbaum endureció la política contra el Fentanilo e incrementó la extradición de capos del narcotráfico, mientras se redujo un 50% el tráfico de Fentanilo de Canadá a EE. UU., y China aumentó los controles de esa sustancia.

Recientemente, un objetivo adicional de la lucha contra los narcos es el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, identificado por el departamento del Tesoro como el líder del cartel de los Soles, señalado como organización terrorista global. En realidad, los Soles no son un cartel sino una red y su negocio es la cocaína y no el Fentanilo.

Poco satisface la demagogia punitiva y la ofuscación geopolítica de Trump. Por ello, formuló una directiva secreta que apunta a que las fuerzas armadas realicen operaciones militares en territorio extranjero contra los hoy designados narcoterroristas.

El cuadro de situación en 2025 es alarmante. Primero, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, es un devoto trumpista y no está dispuesto a limitar sus exabruptos y arbitrariedades. Segundo, las fuerzas armadas no insinúan aún una molestia con la decisión. Y tercero, lo anterior se produce en medio de recortes de fondos para las adicciones y la salud mental: en julio la administración demoró y canceló recursos para enfrentar la cuestión del Fentanilo por US$ 140 millones de dólares. En ese contexto, se dispuso la movilización de 4.000 soldados en aguas del Caribe.

Escenarios potenciales: ¿ejecuciones extrajudiciales (modelo Soleimani), ataques quirúrgicos (modelo Somalia), ocupación temporal (modelo Panamá)? Territorio de provocación: América Latina. Nada se debe descartar con Trump, así parezca inaudito.

El ilegal ataque de esta semana a una lancha fue contra no combatientes y es el anticipo de una “guerra contra el terrorismo” con militares estadounidenses y en la Cuenca del Caribe como el escenario de una confrontación donde se pone en entredicho la región como Zona de Paz.

https://www.clarin.com/opinion/trump-drogas-doctrina-escarmiento_0_8AnyTgj27F.html

Informe económico mensual

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·        Este documento se concentra en los precios, o sea inflación de julio más algunos otros indicadores asociados. En el próximo documento abordaremos cuestiones monetarias del gobierno.

·        Las noticias más importantes tanto en julio como en los actuales días son los movimientos del dólar, arrastró la tasa de interés y genero idas y vueltas en el equipo económico y BCRA.

·        El gobierno necesita dólares, sean del colchón, del saldo entre las exportaciones e importaciones, de las inversiones y otras fuentes como ventas de activos. Por verse si los ahorradores y guardadores deciden acompañar.

·        Mirando los gráficos se logra una buena aproximación, explican bastante. Un poco de texto completa.

·        Milei ingresa en proceso electoral especialmente para la gran final nacional de octubre 2025, pero también mirando la de septiembre en la Provincia de Buenos Aires y supuestamente también para el 2027. Y evidentemente esto condiciona y mucho, piensa Milei.

·        Retorno del FMI, desde abril las bandas a toda orquesta y un fuerte aporte de fondos, pero no dejan de estar preocupados con el principal deudor. Doblemente preocupados por la extensión de plazos de medidas solicitadas por el gobierno.

·        El tipo de cambio es un precio más, pero más no cualquiera. Primeramente el gobierno apuntó a la banda inferior, pero como todo cambia en la actualidad se preocupa que no supere la banda superior.

·        El riesgo país disminuye y sube como la presión arterial, no logra una presión en reposo. Pero tiene un logro la brecha entre el dólar y el CCL, se reduce. El Índice de tipo de cambio real multilateral (ITCRM) se adelantó unos pasos, subiendo.   Se logró con la elevación del dólar.

·        Mirando afuera: Trump, gira sobre aranceles, los sube, los baja, los suspende, migraciones, retiro de organizaciones internacionales. Ucrania a la intemperie y la Franja de Gaza sin paz y con hambre. Cuáles serán los nuevos problemas para cerrar el 2025.  Lo iremos viendo, Trump, Putin y tantos otros completan una caja de malas sorpresas.

·        CEPO parcial en abril. Un tipo de cambio flotante. ¿Cómo se comportará el dólar en el corto plazo y mediano? Alguna inquietud mostró JUNIO (en julio seguramente también) en las compras de dólares. Muchos compraron y menos vendieron.

·        Conjeturar que ocurrirá con la inflación en el horizonte del 2025 no resulta sencillo. Lo reciente es el pronóstico de Milei sobre la inflación del 2025, lanzó una cifra del 18.4 % anual, significa una inflación mensual del 0.3 % en los cinco meses restantes. Y para el 2026 inflación: CERO. ¡Pajarito! ¡Recórcholis!

·        La inflación (alrededor del 2.0 % promedio) en el mes de julio 2025. Alimentos con los mismos valores.

·        El tipo de cambio oficial se fue moviendo en el cortísimo plazo. En los meses (12) del 2025 julio – 2024 julio, el IPC aumentó el 37 % y el tipo de cambio oficial mayorista el 37 %. El dólar logró un empate, venía perdiendo en los meses anteriores.

·        El BCRA aumenta la tasa nominal de interés, positiva en términos reales, Cómo serán los meses próximos? 

Trump, Milei y la ola reaccionaria

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El doble mandato de Barack Obama delineó, en un marco democrático interno bastante jaqueado y con expectativas menos confiables respecto a la fortaleza de la globalización financiera después de la crisis de 2008, un curso de acción que sigue vigente en términos de pilares de la política exterior, de defensa y comercial de Estados Unidos: la imposición de medidas proteccionistas y el cercamiento militar de China. Por un lado, impuso aranceles y restricciones a Beijing y, por el otro, lanzó la llamada “pivot strategy” para frenar y debilitar el ascenso chino.

La administración de Trump I reforzó notoriamente ambas prácticas, extendiendo los aranceles a aliados y amigos y procurando — como propósito de máxima — revertir el auge de China y su proyección internacional. A esos dos pilares principales le añadió uno complementario: en sus palabras interrumpir “la intrusión de potencias extranjeras expansionistas” en América Latina mediante la revitalización de la Doctrina Monroe. Se trataba, en este caso, de recuperar la preponderancia de Washington en el área de influencia más próxima. Cabe aclarar que ya en su primer gobierno Donald Trump no pretendió restaurar una hegemonía ya debilitada, sino imponer, con coerción y sin persuasión, una dominación explícita.

La presidencia de Joe Biden, en un contexto doméstico de creciente pugnacidad, no se alejó de aquellos dos pilares prioritarios, al tiempo que insinuó, sin mucho éxito, fomentar un nuevo diálogo con Latinoamérica.

Trump II vuelve a la Casa Blanca en medio de una polarización cristalizada y con una ambición autoritaria elocuente, mientras enarbola un discurso hiper-proteccionista con el que pretende estimular la reindustrialización del país. A esta altura, qué hacer con China es más que un objetivo; es una obsesión que, sin embargo, no pareciera ser un incentivo para gestar una estrategia sistemática y de largo plazo. A su vez, la disputa con Beijing tiene un escenario de manifestación cada día más evidente en América Latina. Implícitamente para Washington hay una dinámica triangular (Estados Unidos-China-Latinoamérica) donde se expone su capacidad disciplinante. En breve, la región se ha convertido en una especie de laboratorio de control.

Si lo anterior se expresa en el terreno de las relaciones inter-estatales, existe una importante dimensión adicional a considerar: los vínculos transnacionales de actores no estatales ligados a viejas y nuevas derechas. Básicamente, lo que ha ido adquiriendo forma y contenido es una Internacional Reaccionaria (IR).

Una Internacional en la que se reflejan dos dinámicas. Por una parte, una actitud frente a la política, la moral y la cultura en términos de desengaño y frustración, acompañada de una exaltación de un pasado promisorio y la glorificación de una Arcadia futura romantizada. Por otra parte, la existencia de un culpable de los males actuales, llámese comunismo, progresismo, multiculturalismo, cosmopolitismo — fenómenos a ser combatidos o eliminados. Esas dos dinámicas, con las respectivas singularidades nacionales, se detectan en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. Esta IR dispone de cuantiosos recursos de mega magnates, de think-tanks, de plataformas digitales, de organizaciones políticas, de gobiernos, y de redes de diferente tipo. Y tiene un tótem: Donald Trump. Y una oportunidad: América del Sur en particular.

El cuadro político de Suramérica podría cambiar significativamente en los próximos 14 meses. Hace poco, Daniel Noboa en Ecuador reafirmó su mandato, al tiempo que en el Paraguay de Santiago Peña no se divisa nada distinto que el predominio derechista. En octubre habrá segunda vuelta en Bolivia con dos candidatos más inclinados hacia la derecha. En noviembre de este año se llevará a cabo la elección en Chile y, por el momento, el avance de la ultra derecha parece sólido. En abril de 2026 se votará a la presidencia en Perú y, con una derecha dispersa y una izquierda fragmentada, es difícil anticipar un resultado. Pero no sería extraño que triunfe una candidatura de derechas. En mayo habrá elección presidencial en Colombia: en un marco inusual de más de 60 candidatos no es descartable — pero tampoco seguro — que la derecha se unifique e intente recuperar el poder que proverbialmente ejerció. Y en octubre será la contienda presidencial en Brasil en un ambiente inestable y disputado donde la derecha buscará retomar el control del Ejecutivo.

Un plegamiento integral

En esa dirección, resulta importante precisar el caso de Javier Milei y la relación de la Argentina actual con Estados Unidos. Todo lo hecho internacionalmente en cuanto a Washington indica una disposición desmesurada a secundarlo en temas globales, regionales y bilaterales. Veamos la evidencia disponible y de acuerdo a las áreas de gobierno. La Cancillería asume los pronunciamientos y votaciones en Naciones Unidas. De acuerdo al informe anual del Departamento de Estado sobre Voting Practices in the United Nations, en 2024 la Argentina fue el segundo país en el mundo, sobre 192, en cuanto a sus coincidencias con Estados Unidos en relación a las votaciones generales no unánimes: 82%; un récord histórico que supera ampliamente a la época de las llamadas “relaciones carnales” durante los dos mandatos de Carlos Menem. El año de mayor coincidencia del menemismo con Washington fue 1994 y alcanzó el 68.8%. La media de las coincidencias con Estados Unidos de toda América Latina y el Caribe fue del 41% (El Salvador de Nayib Bukele coincidió en un 38%). En los 19 temas más importantes para Estados Unidos se batió otro récord: 97%; en esos temas las coincidencias de Israel con Washington llegaron al 92%.

En cuestiones regionales, la Argentina se desinteresó de CELAC, intentó avanzar a favor de un tratado comercial con Estados Unidos por fuera de MERCOSUR, se expresó con agravios y desdén hacia varios gobernantes y gobiernos, y solo manifestó interés en tener lazos relativamente cercanos, por su afinidad ideológica, con El Salvador y Paraguay. Jamás propuso ser, de modo pragmático, un nodo (hub) productivo con sus vecinos inmediatos ni desplegar activos proyectos conjuntos respecto al Atlántico Sur y la Antártida. En cuanto a los asuntos globales, reflejó su ira con el multilateralismo, el cambio climático, la cuestión de género, entre otros; ratificando lo que con Malacalza denominamos “semántica de la violencia”.

Por su parte, el Ministerio de Defensa no ha ahorrado gestos pro-Estados Unidos. El gobierno se sumó en su momento al Grupo de Contacto en Defensa para Ucrania constituido por el Pentágono; siendo el único país latinoamericano en hacerlo. También se incorporó a las Fuerzas Marítimas Combinadas creada por Estados Unidos y con sede en Bahréin. Además, la administración solicitó ser Socio Global de la OTAN. También, reactivó la relación con la Guardia Nacional del Estado de Georgia que estableció el gobierno de Macri en 2016 y que se paralizó durante la presidencia de Fernández. Más recientemente y frente al bombardeo a Irán por parte de Estados Unidos — que no tuvo una autorización interna para el uso de la fuerza, ni invocó legítima defensa, ni llevó el tema a la ONU — el ministro de Defensa, Luis Petri, en su encuentro con la contraparte estadounidense, Pete Hegseth, afirmó: “Estados Unidos demostró que la paz no se negocia, se garantiza desde la fuerza. El liderazgo del presidente Trump frente a Irán dejó una enseñanza clara: las democracias deben tener capacidad de disuasión para defender sus valores y la libertad de sus compatriotas. Con el presidente Milei, Argentina está transitando ese mismo camino”.

Y en un hecho sin comparación con ningún otro país de Latinoamérica y el Caribe, en el lapso de 16 meses dos comandantes (Richardson en un caso y Holsey en dos oportunidades) del Comando Sur han visitado la Argentina. En su segunda visita a la Argentina esta semana el general Alvin Hosley se ocupó de subrayar la amenaza de China para la región y su desafío a la “neutralidad de la Antártida“. Por su parte, el ministro Petri observó que “es muy importante este encuentro (la cumbre SouthDec 2025) porque ratifica la decisión y el mandato del presidente Javier Milei de alinearnos con la administración de Donald Trump”. En tiempos del imperio romano, el procónsul era el administrador provincial del cónsul. Los vínculos entre el Comando Sur ubicado en Miami — como representante del poder localizado en Washington — y la Argentina parecen replicar aquella función proconsular.

Adicionalmente, el Ministerio de Seguridad encabezado por Patricia Bullrich buscó desde el inicio del gobierno incrementar los vínculos con Estados Unidos, repitiendo, por un lado, y ahondando, por el otro, su gestión que, en el mismo ministerio, desempeñó durante la administración Macri. La vieja agenda de las denominadas “nuevas amenazas” (narcotráfico, terrorismo, crimen organizado, etc.) se reflotó con el objetivo, a su vez, de involucrar a las fuerzas armadas en cuestiones de orden público que corresponden a las fuerzas de seguridad. Esto es algo que Washington ha pedido sistemáticamente desde 2016 en adelante. En esa dirección, hace pocos días se anunció una Resolución Conjunta que, de acuerdo a su primer artículo, resuelve crear “en el ámbito del Ministerio de Defensa y del Ministerio de Seguridad Nacional, la Mesa Conjunta de Coordinación, conforme lo establecido en el artículo 17 del Decreto №1112/24, que tiene por objeto establecer un mecanismo interministerial permanente para que las Fuerzas Armadas complementen (negrilla personal) el accionar de las Fuerzas Policiales y de Seguridad Federales, con el objetivo de tener en cuenta los ámbitos de actuación, responsabilidades primarias y comando operacional, según el caso, establecidos por la Ley de Defensa Nacional №23.554 y sus modificatorias y la Ley de Seguridad Interior №24.059 y sus modificatorias.”

En lo que hace a la Inteligencia, el borrador del Plan de Inteligencia Nacional 2025 constituye un hecho excepcional. El documento asevera en su Lineamiento Estratégico №1 la centralidad del seguimiento, análisis y accionar de lo siguiente: a) “Situaciones, actores, hechos o circunstancias que impidan, limiten o condicionen el relacionamiento estratégico con Estados Unidos de América”. Más adelante destaca “posible escenarios de conflicto para el Actor Nacional, derivados del afianzamiento de relaciones estratégicas con Estados Unidos de América e Israel”. Sintéticamente, lo principal sería la evaluación de los “posicionamientos” y las “conductas” de los entornos europeo, asiático y latinoamericano “respecto del alineamiento estratégico del Gobierno Nacional”.

Todo es claro; no hay vacilación: en materia de inteligencia el encuadramiento a Estados Unidos es pleno. Respecto al Ministerio de Economía se ha profundizado la dependencia de Estados Unidos a través del papel decisivo de Washington para la obtención de un endeudamiento adicional con el Fondo Monetario Internacional mediante un decreto sin aprobación del Poder Legislativo. La interdicción es el estado al que se llega cuando un individuo ha sido declarado incompetente y se lo priva de la administración de su persona y bienes. Interdicción e incapacidad son equivalentes; un interdicto es quien carece de autonomía y requiere un tutor. Extrapolando la figura jurídica de la interdicción, es posible aseverar que la Argentina es un país interdicto en materia financiera.

Y desde la presidencia ha sido taxativo el enunciado de un alineamiento irrestricto con Estados Unidos. En abril de 2024 Milei dijo: “Quiero aprovechar la vista de la general Richardson (comandante entonces de SouthCom), para anunciar una nueva doctrina de política exterior para la Argentina. Las alianzas tienen que estar ancladas en una visión común del mundo y no deben someterse a los que atentan contra los valores de Occidente… Con nosotros se inaugura una nueva época de las relaciones de Argentina con el mundo. Nuestra alianza con los Estados Unidos, demostrada a lo largo de estos primeros meses de gestión, es una declaración para el mundo”. Y agregó: “El mejor recurso para defender nuestra soberanía…es precisamente reforzar nuestra alianza estratégica con los Estados Unidos”.

Para el presidente eso garantizaría, además, una especie de liderazgo internacional de la Argentina. En noviembre de 2024 en Mar-a-Largo señaló, a los efectos de defender a Occidente, un polígono de poderes: “Los Estados Unidos liderando en el norte; la Argentina en el sur; Italia en la vieja Europa; e Israel, el centinela en la frontera de Medio Oriente. El regreso de la “Argentina Potencia”.

Ahora bien, corresponde enfatizar que, como señala en un escrito reciente Consuelo Thiers, este plegamiento integral a Washington fue posible gracias, en parte, al desmantelamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores; lo cual representa un esfuerzo de La Libertad Avanza por desprofesionalizar el servicio exterior y sobre-ideologizar el manejo de la diplomacia del país.

A modo de Coda

En resumen, el ensayo y la ambición de promover y consentir un seguimiento incondicional a Estados Unidos por parte del gobierno de Milei es meridiano. Quizás supera en intención y anhelo a la última dictadura militar y a los gobiernos de Carlos Menem y Mauricio Macri. Es algo más que un realineamiento. Paralelamente, para Washington la Argentina actual significa una oportunidad infrecuente. Primero, es un partenaire que concede con bastante facilidad a las preferencias estadounidenses, e incluso sobreactúa sus pronunciamientos, medidas y votaciones en consonancia con la Casa Blanca; antes con Biden y ahora aún más con Trump. Los reiterados viajes presidenciales a Estados Unidos corroboran, además, la idea de fortificar los lazos con derechistas y empresarios: el vínculo con personas es, para Milei, tan o más importante que las vinculaciones inter-estatales. Segundo, el gobierno destaca su predilección por limitar el alcance de los lazos con China y eventualmente alterarlos; lo cual constituye una prioridad indudable de Estados Unidos que agradece tal disposición argentina. Un ejemplo de ello lo muestra Esteban Actis: hay que volver a 1971 — antes del establecimiento de relaciones diplomáticas con China — para identificar un nivel tan bajo de coincidencias con Beijing en la ONU. Tercero, Trump y Milei conforman parte de la Internacional Reaccionaria; el uno como tótem, el otro como idólatra. Eso acrecienta, sin duda, el estrecho relacionamiento argentino-estadounidense.

En este último sentido, la Argentina hoy ocupa un lugar relevante para Estados Unidos, los partidarios ideológicos de Trump y el mundo de los negocios afín. En materia militar la cabecera playera remite al hecho de que una unidad alcanza la costa, defiende el área circundante hasta que se suman refuerzos; lo cual genera una posición fuerte que alienta una ofensiva mayor. En esa dirección, el experimento de la modalidad de derecha de Milei es una suerte de cabeza de playa para la ola reaccionaria que pudiera desplegarse a lo largo de los próximos 14 meses. Habrá que ver si funciona y no derrapa. Ahora bien, en el fondo, la meta principal de Washington es el triunfo de los ultras en Brasil; de ese modo buena parte de Suramérica se podría convertir en fervorosos trumpistas periféricos.

Informe económico mensual

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a close up shot of an agent pointing rates with a ballpen
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Hacemos un relevamiento de indicadores macro de alta significación. En algunos casos resultan la parte más importante de los dos reportes del FMI (de abril y agosto), la deuda y la balanza de pagos.

El FMI aprobó el Acuerdo Extendido de US$20.000 millones a 48 meses y recientemente (agosto primera revisión bajo el acuerdo ampliado) introdujo modificaciones por pedido del gobierno, pero integró la cuota correspondiente.

·       No debe resultarle sencillo a los técnicos del FMI cuando tienen sobre las espaldas que justificar al principal deudor, y además seguir el plan propuesto del gobierno, incluso el reescalonamiento del programa inicial.

·       Se podría decir que todo lo propuesto por el ministerio de Economía le parece bien al FMI, desde el recorte de impuestos, uso de tasas de interés, la inflación lograda y las expectativas para el 2026 junto con un cúmulo de propuestas de reformas.

·       Sostiene el FMI como principal instrumento el anclaje fiscal sólido y también la transición hacia un régimen de endurecimiento monetario.

·       Le parece bien la flexibilidad del tipo de cambio y avanzar en las reformas para fomentar la productividad. Son varias (las reformas) y se expanden al 2026.

·       Por las dudas: “El personal técnico evalúa que la deuda de Argentina sigue siendo «sostenible, pero no con alta probabilidad«. En todos los documentos usan esta expresión. Siempre se acuerdan: “Argentina ha sido el mayor usuario de recursos del FMI desde 2018”. Cuidar al principal deudor.

·       Acuerdan que el TCRM (Tipo Real) converja gradualmente a un nivel coherente con los fundamentales a medio plazo, en el contexto de una mayor flexibilidad del mercado de divisas y de eliminación de las restricciones cambiarias restantes. ¿Cuál podría ser el número? Cuando se aprobó la revisión el 31 de julio el TCRM estaba en 97.9, algo había crecido desde la aprobación original en abril con 79.7.

·       El FMI reconoce que la actual situación internacional “llevaría a un endurecimiento de las condiciones financieras mundiales y a la caída de los precios de las materias primas durante algún tiempo, lo que afectaría negativamente el crecimiento y las perspectivas externas de Argentina”. Dios sabe cómo serán los próximos meses y años con aranceles, conflictos, guerras y tensiones. Y la pregunta subyacente es de donde vendrán los dólares genuinos. Hoy, para préstamos internacionales, con el Riesgo País en los niveles actuales ya está complicado.

·       Dice el FMI: “Política fiscal. El programa se basa en la aplicación continua del ancla de equilibrio fiscal general de las autoridades, en consonancia con el aumento del superávit primario de alrededor del 1:1/4% del PIB este año a alrededor del 2:1/2% del PIB a mediano plazo. Esta mejora se verá respaldada por el gasto continuo en medidas de disciplina y eficiencia, así como reformas bien secuenciadas de los sistemas tributario, de participación en los ingresos y de pensiones”. De todos modos, “la estricta disciplina fiscal sigue siendo la principal ancla de la política”.  No obstante, en la revisión observan “qué pagos de intereses capitalizados al sector privado por encima de la línea implicarían un déficit general de caja de aproximadamente 1,2 % del PIB”.

·       El tipo de cambio flotará dentro de una banda cambiaria lo suficientemente amplia como para permitir la determinación de precios, con las compras de divisas dentro de la banda consistentes con los objetivos de acumulación de reservas. Pero lo cierto es que el gobierno mucho no compró. El FMI espera fuertes ingresos como financiamiento de la balanza de pagos, por el lado de las inversiones, y entradas de capital y acceso a los mercados internacionales. Esto permitirá, dice el FMI, aumentar las reservas y que las mismas se transformen en reservas netas positivas. También hay que devolverle millones al Fondo. Son todos números gordos en momentos en que hay muchos números flacos. Pero el FMI piensa que la esperanza es lo último que se pierde.

·       Según el FMI, “el plan de estabilización ha dado resultados impresionantes”. Y seguramente por eso hasta el momento ya transfirió u$s 14.000 millones (u$s 12.000 + u$s 2.000). La próxima revisión será en enero de 2026 y se transferirán DEG 763 millones.

·       Según el FMI, se proyecta para el 2025 un crecimiento del 5.5 % del PBI, una inflación final en el año entre el 20 y 25 % y un déficit en Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos negativa del -1.7 % del PBI. Optimismo no falta. Además, para el año próximo se pretende actualizar la base del IPC, entre otras cuestiones.

·       Por todo lo anterior, ¿aumentará el ingreso de dólares genuinos y la actividad crecerá?

Trump y la paz internacional

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Desde la campaña que lo llevó a la Casa Blanca por primera vez, Donald Trump se autodefinió como el “presidente de la paz”. Recientemente, el primer ministro Benjamín Netanyahu lo nominó para el Nobel de Paz, nominación de la que se hizo eco Javier Milei. Sin embargo, lejos de ajustarse a su autoproclama y a los dos inexplicables halagos recibidos, las evidencias muestran que la presidencia de Trump es más bien una amenaza a la paz internacional.

A pocos meses de iniciar su primera presidencia, en abril de 2017, Estados Unidos lanzó en Afganistán la bomba no nuclear más poderosa de su arsenal: el expresidente afgano, Hamid Karzai, dijo que eso representaba “un uso inhumano y brutal de nuestro país como campo de prueba de armas nuevas y peligrosas”.

De acuerdo con el estudio sobre America’s Counterterrorism Wars del think-tank New America, durante Trump 1.0, el gobierno emprendió 219 ataques en Somalia superando los 33 que ejecutó Obama en su segundo mandato, al tiempo que lanzó ataques en Yemen y Libia con centenares de víctimas.

En enero de 2020, en Bagdad fue asesinado con un dron el general Qasem Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán; hecho que, de acuerdo con la Relatora Especial de la ONU para ejecuciones extrajudiciales, Agnes Callamard, constituyó un acto ilegal. Entre enero de 2017 y enero de 2021, el número de civiles muertos en Afganistán por ataques aéreos creció un 330%, según el Costs of War Project de Brown University.

Asimismo, la administración Trump se retiró, en mayo de 2018, del acuerdo nuclear de 2015 entre el P5 (miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU) + Alemania con Irán mediante el cual Teherán no podía enriquecer uranio por encima del 3,67%.

Por entonces el secretario de Estado Rex Tillerson, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Joseph Dunford, aseguraron que Irán estaba cumpliendo. En junio de ese año, Trump abandonó el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

En agosto de 2019 formalizó la salida del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio, firmado en 1987 con la Unión Soviética. En diciembre de 2019, el gobierno creó la Fuerza Espacial–la sexta rama militar del país– y en enero de 2020 Washington renunció al Tratado de Cielos Abiertos que promovía la confianza y previsibilidad de las actividades militares de las naciones firmantes.

Adicionalmente, en el primer cuatrienio de Donald Trump, la autorización para venta de armamentos tuvo, según el Forum for Arms Trade, un récord histórico: US$ 346.492 millones de dólares.

Mientras tanto, tal como Patrick Tucker señaló en una nota en Defense One de mayo de 2025, Trump ha sido el “presidente que más ha potenciado las capacidades de las Special Operations Forces”, que se desplegaron en múltiples escenarios de combate en el período 2017-2020.

En otros frentes, por ejemplo, en 2018, Trump inició la agresiva política de “tolerancia cero” en la frontera sur y aceleró la deportación de migrantes, en especial latinoamericanos. Dos meses antes, en marzo, había comenzado una “guerra comercial” mediante la aplicación de aranceles, a China en particular. También los impuso a amigos y aliados en Europa y América Latina. En 2019, esa “guerra” se profundizó. Hasta ahí hubo poca pacificación.

En apenas un semestre de 2025, Trump 2.0 confirmó que no es el “presidente de la paz”. Su más de un centenar de “Órdenes Ejecutivas” reflejan más bien que Estados Unidos está en guerra a nivel interno e internacional.

En el frente externo no descartó el uso de la fuerza para recuperar el Canal de Panamá, apropiarse de Groenlandia y anexar Canadá. Solo en su primer semestre se lanzaron 51 ataques en Somalia; la misma cantidad de los realizados durante todo el gobierno de Biden.

En febrero, Trump retiró de nuevo a Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos y firmó la Orden Ejecutiva que sanciona a la Corte Penal Internacional, acusándola de “acciones ilegítimas e infundadas” contra Estados Unidos e Israel. En ese mes divulgó un aberrante video en el que proyecta a Gaza como la “Riviera de Medio Oriente”.

En junio lanzó un ataque contra Irán mediante poderosas bombas anti-búnkeres contra instalaciones nucleares protegidas por los Convenios de Ginebra y sus Protocolos Adicionales sin tener previamente una autorización doméstica para usar la fuerza, sin invocar el argumento de legítima defensa ni recurrir al Consejo de Seguridad de la ONU. Incluso, Trump falseó que fue él quien frenó los combates entre India y Pakistán, conflicto que se resolvió entre ambas partes.

Además, Trump desplegó una agresiva estrategia de deportación masiva y una pendenciera y arbitraria política arancelaria sin respetar las normas de la OIM y de la OMC; afectando severamente la convivencia entre naciones, así como la economía global. Trump no pacifica, él sanciona a su antojo, alimentando lo que probablemente se convierta con el tiempo en una heterogénea coalición anti-Estados Unidos.

Para confirmar su distancia con cualquier ideal de paz, según el Financial Times Trump le preguntó al presidente ucraniano Volodímir Zelenski si podría atacar Moscú para que así los rusos “sintieran dolor”. Un consejo, que, de ser acatado, solo podría derivar en un escalamiento de la guerra en Ucrania. Todo esto en seis meses y con el telón de fondo del 80avo. aniversario del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, evocado días atrás.

https://www.clarin.com/opinion/trump-paz-internacional_0_i135jf9p3p.html