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jueves, abril 24, 2025

¿Por qué DDHH? ¿Por qué derechos? ¿Por qué humanos?

Ludwig Wittgenstein, matemático y filósofo austríaco, finalmente lingüista, dijo algo que podría traducirse como “la palabra construye la realidad desde lo objetivo o desde lo imaginario”. Esto parece por demás sensato si se considera la vida (cada vivencia) como el espacio que existe entre el estímulo, sea este externo (desde lo objetivo) o interno (desde nuestra subjetividad) y la respuesta.

Muchos autores han reconocido el papel fundacional de la palabra, el lenguaje, en el desarrollo colaborativo de los homínidos. Podría decirse que montada sobre la necesidad gregaria, por ser una especie  que solo puede sobrevivir en comunidad, la aparición del lenguaje, surgido como una necesidad de comunicación creciente, ha sido causa y efecto de la evolución tecnológica de la especie. El uso de herramientas se comparte de unos a otros gracias a la existencia de comunicación.

A partir del lenguaje hay quienes han afirmado que aparece nuestra condición de humanos, la humanidad, y también a partir de esta integración social surgen los primeros derechos otorgados por la comunidad; en principio, el derecho de pertenencia, la dignidad, que no es otra cosa que el derecho a pertenecer a la comunidad, y por añadidura, el derecho a la vida, ya que la comunidad defenderá la vida de sus integrantes satisfaciendo sus necesidades de seguridad, cobijo y alimento.

Continuando este razonamiento, el lenguaje no es solo vehículo del pensamiento, ya que el mismo a partir de la aparición y evolución de ese lenguaje, por una relación dinámica, se fue estructurando de acuerdo a los patrones lingüísticos de los hablantes, generando registros de estos pensamientos en la memoria y siendo también el vehículo de transmisión de nuestros sentimientos a través del lenguaje verbal; el lenguaje no verbal es necesariamente preexistente, determinado por la biología y compartido con otras especies. El lenguaje entonces, posible responsable de que seamos humanos ha marcado nuestra evolución, siendo imposible la evolución tecnológica sin comunicación lingüística.

Si acordamos entonces que el lenguaje ha determinado nuestra condición de humanos y nuestra estructura comunitaria ha implicado la existencia de derechos, en principio a pertenecer y luego a la vida misma, podemos continuar nuestro devenir con respecto a la historia y evolución de esos derechos que, dado que nos corresponden como integrantes de la sociedad humana no serán otra cosa que derechos humanos.

De acuerdo a lo expresado podemos concluir que las comunidades primitivas en los albores de la humanidad se caracterizaron por ser inclusivas, posiblemente no solo por solidaridad ante el semejante sino en defensa propia.

Ya hemos dicho en otros artículos que las cinco cosas por las que los humanos podemos matar o morir son: Comer, que equivale a la economía; No ser comido por un predador, que representa la seguridad; La pulsión sexual y La pertenencia, ambas son combinadas las responsables de los vínculos afectivos y la preservación de la vida y de la especie, y finalmente El poder, que para suerte o desgracia influirá sobre las cuatro primeras.

¿Cuándo las sociedades dejaron de ser inclusivas y como consecuencia de ello comenzaron a violar derechos?

Es dable pensar que a partir del descubrimiento por los humanos de la agricultura y el pastoreo, no necesariamente de manera contemporánea, aparecieron los excedentes de producción. Ya no había solo comida para el día a día sino para días futuros. A partir de estas circunstancias, los más violentos, probablemente no del mismo clan o tribu, pero sí de otros , que no se comportaban como semejantes sino como otros, con otra identidad, se apropiaron de esos excedentes, y a la vez fusionaron comunidades, siendo distintos los dominantes de los dominados.

Todos los derechos para los dominantes y pocos o ninguno para los dominados. Nace la sociedad de la exclusión. Nos guste o no el concepto de propiedad privada es hijo del pillaje y el robo, algunas de las peores características del ser humano.

En la dialéctica del amo y del esclavo, Hegel plantea que dos hombres luchan y el que tiene más miedo a la muerte cede, pasando a ser este el esclavo y el vencedor el amo. Según Hegel el vencido, para sobrevivir generará la cultura. Lo que no queda planteado es que el vencedor, el que no tuvo miedo a morir o por lo menos temió menos en el combate, a partir de convertirse en el amo, adquiere no solo el miedo sino también la paranoia. Aparentemente sería más fácil obtener el poder que conservarlo. De allí en más todo cuestionamiento al poder del dominante a su deseo o voluntad, será reprimido. Esto también genera otra cultura, la de la dominación.

En secuencia lógica, tras la aparición de la propiedad aparece el estado para proteger en principio la propiedad del que domina. Las herramientas que los estados han utilizado a través de los siglos y los milenios para garantizar su poder han comprendido desde el monopolio de la fuerza a la posesión de la representación divina, no casualmente hasta la llamada edad contemporánea todos los estados del planeta fueron teocráticos con un poder pretendidamente vinculado a dios.

Está claro entonces que los únicos que pueden violar los derechos humanos son los estados o los delegados de estos, por ejemplo paramilitares o ejercitos privados de empresas, legales o ilegales, respaldadas por algunos estados en beneficio de sus clases dominantes; los daños producidos entre miembros de la comunidad son solo delitos, independientemente  de la gravedad o de quienes sean los victimizados.

Cuando alguien dijo: donde hay una necesidad nace un derecho, no estaba haciendo un simple enunciado de buena voluntad; estaba hablando desde la voluntad de representar a toda la comunidad, y cuando un juez de la corte suprema de justicia en Argentina dijo que eso no era cierto, lo dijo representando solo a la clase dominante, aunque desde la legalidad democrática él debería representar a toda la sociedad no solo a la clase dominante.

Pero el estado no es ni ha sido necesariamente solo una herramienta de opresión de los pueblos, también ha jugado un papel ordenador de la sociedad en la medida en que desde la legalidad ha representado también un freno para los abusos del poder de una clase dominante siempre ávida. Nos debemos preguntar entonces de dónde ha surgido esta legalidad que pudo poner frenos a los deseos de las clases dominantes. Las leyes que protegen derechos no son graciosas concesiones del poder, son el resultado de la lucha de los pueblos por mejorar sus condiciones de vida a lo largo de la historia.

Haciendo un análisis de los movimientos políticos de los pueblos a través de la historia vemos que alrededor de la producción de bienes y servicios se han dado varios fenómenos, hubo importantes rebeliones de esclavos como las guerras serviles en el imperio Romano, recordemos a Espartaco, esto si bien terminó en una masacre también hizo pensar al poder en Roma que debía limitar conductas para mejor control de la población.

Por otro lado, en ciertos casos la dificultad para controlar grandes imperios o la poca capacidad productiva de los poderosos en algunas áreas generó una estratificación del poder que permitió la existencia de otros actores económicos que reclamaron espacios y derechos y finalmente poder, llegando así a las revoluciones burguesas de Inglaterra en el siglo XVII y la francesa en el siglo XVIII. En todos estos casos el estrato naciente, la burguesía, tuvo como tropa aportante de sangre a los pueblos, estos sin embargo fueron flacos beneficiarios, aunque la legislación comenzó a incluirlos como ciudadanos y no solo como simples súbditos.

A partir de esto, hay otro salto en la violación de los derechos humanos, no porque dejaran de violarse sino por un cambio de violador, o en muchos casos un nuevo integrante incorporado al conjunto de los violadores.

Aquí debemos entrar en el análisis geopolítco de la historia hasta llegar a la actualidad. Decíamos más arriba que el inicio de la apropiación de los excedentes de producción tal vez haya comenzado cuando un grupo humano atacó a otro para robarle su producción de alimentos y además lo esclavizó para que siguiera produciendo para ellos.

Este esquema fue reproducido permanentemente por los imperios, atacando a otros pueblos, esclavizándolos, y de esa manera, creando para el propio pueblo del agresor, su clase dominada, un enemigo externo. Con esto lograban el doble beneficio de mantener estable el frente interno y como consecuencia de la explotación de los conquistados hacer partícipe al pueblo propio de las migajas de lo robado a esos conquistados (teoría del derrame), el secreto de los estados de bienestar europeo y estadounidense como consecuencia del colonialismo.

A su vez, la clase dominante de los imperios aprendió rápidamente que la clase dominante del país sojuzgado tenía en común con ellos su propia condición de clase dominante por lo cual vió la oportunidad de ponerla a su servicio como gerentes o administradores del dominio. Alejandro Magno casó a sus generales con las hijas de los sátrapas, los gobernadores de las provincias del imperio Persa.

En América Central y del Sur, la liberación del Imperio Español tuvo como condición necesaria la invasión napoleónica a España por un lado y, fundamentalmente, el interés del Imperio Británico que planificó y colaboró con las guerras de independencia, después de haber fracasado en la intención de invadir militarmente. Recordemos que después del 25 de mayo de 1810, el 29 de mayo, la primera junta decretó el libre comercio y los barcos británicos que se encontraban anclados a 100 millas arribaron al puerto de Buenos Aires. Nosotros tenemos una clase dominante servil del imperio británico y luego del norteamericano. No menciono a los pueblos originarios ya que ellos, al menos en nuestro país, fueron siempre excluidos.

Una vez más el surgimiento del nuevo estado, supuestamente independiente, generó derechos, pero nunca para todos ni en condición igualitaria.

Hoy basta ver las noticias de cada día para ver cómo las clases dominantes, que representan el totalitarismo corporativo de las multinacionales, viola a través de un estado, desde el derecho a la vida de los palestinos en adelante a todo derecho, avanzando sobre el resto de medio oriente.

A su vez, en nuestro país, la destrucción del aparato productivo, con la consecuente desocupación, la quita de la capacidad adquisitiva a los jubilados, el retiro de sus medicamentos, el ataque a la educación y a la ciencia, y recientemente la violación del derecho constitucional a la protesta y la represión de la misma constituyen flagrantes violaciones de los derechos humanos por parte de una clase dominante que actúa como gerente de los intereses del mismo totalitarismo corporativo multinacional que protagoniza el genocidio palestino.

Daniel Pina
Daniel Pina
Militante. Ex-preso político. Médico especialista en Terapia Intensiva. Jefe de Terapia Intensiva del Hospital Milstein. Psicoterapeuta dedicado al tratamiento de Trastornos post- traumáticos.

Ludwig Wittgenstein, matemático y filósofo austríaco, finalmente lingüista, dijo algo que podría traducirse como “la palabra construye la realidad desde lo objetivo o desde lo imaginario”. Esto parece por demás sensato si se considera la vida (cada vivencia) como el espacio que existe entre el estímulo, sea este externo (desde lo objetivo) o interno (desde nuestra subjetividad) y la respuesta.

Muchos autores han reconocido el papel fundacional de la palabra, el lenguaje, en el desarrollo colaborativo de los homínidos. Podría decirse que montada sobre la necesidad gregaria, por ser una especie  que solo puede sobrevivir en comunidad, la aparición del lenguaje, surgido como una necesidad de comunicación creciente, ha sido causa y efecto de la evolución tecnológica de la especie. El uso de herramientas se comparte de unos a otros gracias a la existencia de comunicación.

A partir del lenguaje hay quienes han afirmado que aparece nuestra condición de humanos, la humanidad, y también a partir de esta integración social surgen los primeros derechos otorgados por la comunidad; en principio, el derecho de pertenencia, la dignidad, que no es otra cosa que el derecho a pertenecer a la comunidad, y por añadidura, el derecho a la vida, ya que la comunidad defenderá la vida de sus integrantes satisfaciendo sus necesidades de seguridad, cobijo y alimento.

Continuando este razonamiento, el lenguaje no es solo vehículo del pensamiento, ya que el mismo a partir de la aparición y evolución de ese lenguaje, por una relación dinámica, se fue estructurando de acuerdo a los patrones lingüísticos de los hablantes, generando registros de estos pensamientos en la memoria y siendo también el vehículo de transmisión de nuestros sentimientos a través del lenguaje verbal; el lenguaje no verbal es necesariamente preexistente, determinado por la biología y compartido con otras especies. El lenguaje entonces, posible responsable de que seamos humanos ha marcado nuestra evolución, siendo imposible la evolución tecnológica sin comunicación lingüística.

Si acordamos entonces que el lenguaje ha determinado nuestra condición de humanos y nuestra estructura comunitaria ha implicado la existencia de derechos, en principio a pertenecer y luego a la vida misma, podemos continuar nuestro devenir con respecto a la historia y evolución de esos derechos que, dado que nos corresponden como integrantes de la sociedad humana no serán otra cosa que derechos humanos.

De acuerdo a lo expresado podemos concluir que las comunidades primitivas en los albores de la humanidad se caracterizaron por ser inclusivas, posiblemente no solo por solidaridad ante el semejante sino en defensa propia.

Ya hemos dicho en otros artículos que las cinco cosas por las que los humanos podemos matar o morir son: Comer, que equivale a la economía; No ser comido por un predador, que representa la seguridad; La pulsión sexual y La pertenencia, ambas son combinadas las responsables de los vínculos afectivos y la preservación de la vida y de la especie, y finalmente El poder, que para suerte o desgracia influirá sobre las cuatro primeras.

¿Cuándo las sociedades dejaron de ser inclusivas y como consecuencia de ello comenzaron a violar derechos?

Es dable pensar que a partir del descubrimiento por los humanos de la agricultura y el pastoreo, no necesariamente de manera contemporánea, aparecieron los excedentes de producción. Ya no había solo comida para el día a día sino para días futuros. A partir de estas circunstancias, los más violentos, probablemente no del mismo clan o tribu, pero sí de otros , que no se comportaban como semejantes sino como otros, con otra identidad, se apropiaron de esos excedentes, y a la vez fusionaron comunidades, siendo distintos los dominantes de los dominados.

Todos los derechos para los dominantes y pocos o ninguno para los dominados. Nace la sociedad de la exclusión. Nos guste o no el concepto de propiedad privada es hijo del pillaje y el robo, algunas de las peores características del ser humano.

En la dialéctica del amo y del esclavo, Hegel plantea que dos hombres luchan y el que tiene más miedo a la muerte cede, pasando a ser este el esclavo y el vencedor el amo. Según Hegel el vencido, para sobrevivir generará la cultura. Lo que no queda planteado es que el vencedor, el que no tuvo miedo a morir o por lo menos temió menos en el combate, a partir de convertirse en el amo, adquiere no solo el miedo sino también la paranoia. Aparentemente sería más fácil obtener el poder que conservarlo. De allí en más todo cuestionamiento al poder del dominante a su deseo o voluntad, será reprimido. Esto también genera otra cultura, la de la dominación.

En secuencia lógica, tras la aparición de la propiedad aparece el estado para proteger en principio la propiedad del que domina. Las herramientas que los estados han utilizado a través de los siglos y los milenios para garantizar su poder han comprendido desde el monopolio de la fuerza a la posesión de la representación divina, no casualmente hasta la llamada edad contemporánea todos los estados del planeta fueron teocráticos con un poder pretendidamente vinculado a dios.

Está claro entonces que los únicos que pueden violar los derechos humanos son los estados o los delegados de estos, por ejemplo paramilitares o ejercitos privados de empresas, legales o ilegales, respaldadas por algunos estados en beneficio de sus clases dominantes; los daños producidos entre miembros de la comunidad son solo delitos, independientemente  de la gravedad o de quienes sean los victimizados.

Cuando alguien dijo: donde hay una necesidad nace un derecho, no estaba haciendo un simple enunciado de buena voluntad; estaba hablando desde la voluntad de representar a toda la comunidad, y cuando un juez de la corte suprema de justicia en Argentina dijo que eso no era cierto, lo dijo representando solo a la clase dominante, aunque desde la legalidad democrática él debería representar a toda la sociedad no solo a la clase dominante.

Pero el estado no es ni ha sido necesariamente solo una herramienta de opresión de los pueblos, también ha jugado un papel ordenador de la sociedad en la medida en que desde la legalidad ha representado también un freno para los abusos del poder de una clase dominante siempre ávida. Nos debemos preguntar entonces de dónde ha surgido esta legalidad que pudo poner frenos a los deseos de las clases dominantes. Las leyes que protegen derechos no son graciosas concesiones del poder, son el resultado de la lucha de los pueblos por mejorar sus condiciones de vida a lo largo de la historia.

Haciendo un análisis de los movimientos políticos de los pueblos a través de la historia vemos que alrededor de la producción de bienes y servicios se han dado varios fenómenos, hubo importantes rebeliones de esclavos como las guerras serviles en el imperio Romano, recordemos a Espartaco, esto si bien terminó en una masacre también hizo pensar al poder en Roma que debía limitar conductas para mejor control de la población.

Por otro lado, en ciertos casos la dificultad para controlar grandes imperios o la poca capacidad productiva de los poderosos en algunas áreas generó una estratificación del poder que permitió la existencia de otros actores económicos que reclamaron espacios y derechos y finalmente poder, llegando así a las revoluciones burguesas de Inglaterra en el siglo XVII y la francesa en el siglo XVIII. En todos estos casos el estrato naciente, la burguesía, tuvo como tropa aportante de sangre a los pueblos, estos sin embargo fueron flacos beneficiarios, aunque la legislación comenzó a incluirlos como ciudadanos y no solo como simples súbditos.

A partir de esto, hay otro salto en la violación de los derechos humanos, no porque dejaran de violarse sino por un cambio de violador, o en muchos casos un nuevo integrante incorporado al conjunto de los violadores.

Aquí debemos entrar en el análisis geopolítco de la historia hasta llegar a la actualidad. Decíamos más arriba que el inicio de la apropiación de los excedentes de producción tal vez haya comenzado cuando un grupo humano atacó a otro para robarle su producción de alimentos y además lo esclavizó para que siguiera produciendo para ellos.

Este esquema fue reproducido permanentemente por los imperios, atacando a otros pueblos, esclavizándolos, y de esa manera, creando para el propio pueblo del agresor, su clase dominada, un enemigo externo. Con esto lograban el doble beneficio de mantener estable el frente interno y como consecuencia de la explotación de los conquistados hacer partícipe al pueblo propio de las migajas de lo robado a esos conquistados (teoría del derrame), el secreto de los estados de bienestar europeo y estadounidense como consecuencia del colonialismo.

A su vez, la clase dominante de los imperios aprendió rápidamente que la clase dominante del país sojuzgado tenía en común con ellos su propia condición de clase dominante por lo cual vió la oportunidad de ponerla a su servicio como gerentes o administradores del dominio. Alejandro Magno casó a sus generales con las hijas de los sátrapas, los gobernadores de las provincias del imperio Persa.

En América Central y del Sur, la liberación del Imperio Español tuvo como condición necesaria la invasión napoleónica a España por un lado y, fundamentalmente, el interés del Imperio Británico que planificó y colaboró con las guerras de independencia, después de haber fracasado en la intención de invadir militarmente. Recordemos que después del 25 de mayo de 1810, el 29 de mayo, la primera junta decretó el libre comercio y los barcos británicos que se encontraban anclados a 100 millas arribaron al puerto de Buenos Aires. Nosotros tenemos una clase dominante servil del imperio británico y luego del norteamericano. No menciono a los pueblos originarios ya que ellos, al menos en nuestro país, fueron siempre excluidos.

Una vez más el surgimiento del nuevo estado, supuestamente independiente, generó derechos, pero nunca para todos ni en condición igualitaria.

Hoy basta ver las noticias de cada día para ver cómo las clases dominantes, que representan el totalitarismo corporativo de las multinacionales, viola a través de un estado, desde el derecho a la vida de los palestinos en adelante a todo derecho, avanzando sobre el resto de medio oriente.

A su vez, en nuestro país, la destrucción del aparato productivo, con la consecuente desocupación, la quita de la capacidad adquisitiva a los jubilados, el retiro de sus medicamentos, el ataque a la educación y a la ciencia, y recientemente la violación del derecho constitucional a la protesta y la represión de la misma constituyen flagrantes violaciones de los derechos humanos por parte de una clase dominante que actúa como gerente de los intereses del mismo totalitarismo corporativo multinacional que protagoniza el genocidio palestino.

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