HUGO GARNERO: Hay condiciones de crecimiento económico importantes para nuestro país en el 2021.

CARLOS ABALO: Por primera vez se advierte con claridad que se empieza a despejar el horizonte para un crecimiento de 4 a 5% en 2021 si es que no empeora la pandemia, así que se vuelve esencial la vacunación y apurar a Larreta para que la ponga en práctica, porque van a seguir ignorándola.

HG: Aún con condiciones internacionales favorables para el precio de los commodities que exportamos, siempre nos queda la duda que la renta adicional que se genera vaya a parar a las pocas manos que ya conocemos…

CA: Considero muy importante que el CAA se haya despegado del bloque agrario tradicional. Su importancia estriba en que, sin ese corte, iba a ser muy difícil enfrentar al bloque gorila, así que empezó un reagrupamiento con eje en la industria pero arrastrando a la exportación agroindustrial y buscando un entendimiento en los precios, que es clave. Un cambio de tal magnitud no puede realizarse sin comprometer una parte del espacio que se resistía a hacerlo para quebrar la homogeneidad del agro: es esencial. No es necesario que estén de acuerdo: basta que se pueda llegar a un acuerdo, que es lo que bloquea el agro tradicional porque es el interesado en no acordar y dolarizar, escapando del ámbito nacional, de hecho vaciando el país.

HG: Donde ves las luces positivas para hacer factible ese crecimiento?

CA: La diferencia se puede apreciar en la inversión. Contra todo lo que se podía suponer y se encargaron de remarcar los analistas y consultores, está subiendo.

Respecto de las perspectivas para 2021, Hugo Dragonetti, de la constructora Panedile -una de las más grandes del país-, afirmó en BAE (21/12/20) que la construcción será el motor del crecimiento del país, y aclaró que, lejos del éxodo, la Argentina “es uno de los países más económicos y mejores para invertir”. Después de criticar al gobierno de Macri y reclamar que “la política no se meta con la justicia”, Dragonetti dijo que “en el 2020 la construcción no tuvo un panorama muy diferente al de los otros sectores de la economía. Es una foto muy mala, peor que el 2001 y 2002, con un panorama de pérdida de trabajo y disminución de la actividad. El 2021 lo vemos muy diferente, somos muy optimistas y creemos que el sector de la construcción va a motorizar el crecimiento en la Argentina. Esperamos un crecimiento cercano al 25%. Eso va a ayudar y se va a reflejar en un crecimiento de toda la actividad económica”.

HG: Sin embargo el nivel de inflación es demasiado alto porque la presión especulativa sigue sin parar.

CA: El peligro de 2021 es la inflación, pese a las declaraciones de Guzmán de que en el año el foco estará puesto en controlarla. La posibilidad de que ese control tenga pleno éxito lo veo difícil, aunque se podría avanzar mucho.

La recuperación de la rentabilidad y la recreación de la inversión, asegurará un crecimiento de 4 a 5% en 2021, presionará la inflación, que por ese motivo todavía busca un ajuste cambiario que el gobierno está teniendo éxito en eludir y que podrá seguir sosteniendo si las vacunas aceleran el fin del riesgo pandémico.

Sólo así se logrará frenar la velocidad de modificación del tipo de cambio y se podrá pasar a definir la estabilidad no por la moneda en sí sino por la producción y la exportación sobre un mercado mundial más amplio.

Esto supone para la Argentina dos corredores expansivos posibles: Asia, con centro en China y directamente en favor del agro e indirectamente de la maquinaria agrícola, y Brasil y el Mercosur, con creciente eje e integración en la industria y desde allí al potencial del mercado interno con el apoyo del desarrollo energético en gas y petróleo, energía eólica y solar y baterías de litio para autos eléctricos y mayor presencia industrial. Mientras no se alcance esa instancia, la presión por estabilizar será más fuerte que la presión por el desarrollo.

HG: ¿Es un buen indicador que, pese a que la valuación de las empresas argentinas es muy bajo, los fondos de inversión no se hayan desprendido de sus tenencias accionarias?

CA: El panel compartido de Guzmán con Rocca de Techint muestra el horizonte que se presenta para la industria: un año de inversión, y llama la atención de que BlackRock no se haya desprendido de posiciones en empresas argentinas.

En cambio, consultores y analistas no se despegan del dólar y se resistieron a entender que el tipo de cambio tiende a estabilizarse, pero la baja de las brechas con el blue no deja lugar a dudas.

HG: La paradoja del capitalismo actual es la sobrevaluación de las acciones de las empresas tecnológicas, cosa que se ve también con las acciones de Mercado Libre de nuestro país.

CA: En el mundo, la bolsa próspera va de la mano de una economía pobre. Esa es la apuesta mayoritaria de los inversores a la que están pegados los consultores y analistas. En una economía mundial pobre con una bolsa con activos financieros ricos, la salida en moneda nacional para el país no existe sino la dolarización. Por eso el crecimiento depende de la intervención del Estado, pero los precios van a parar a los activos y los valorizan y eso reproduce la misma situación que en el mundo, pero en la Argentina lo diferente es la rápida devaluación de la moneda por el bimonetarismo, aunque algo muy importante cambió: es la baja a la mitad del pago por servicios de deuda de casi 20% del gasto público a poco menos de 10%: es un grandísimo logro.

En segundo o tercer lugar el ataque a la suba de precios por la ley de góndolas y la creación de un mercado de financiamiento nacional con reconstrucción de la curva de rendimiento en pesos, que dará lugar a ahorradores en pesos y sostendrán un mercado de crédito para la inversión.

HG: Se sostiene habitualmente que los fundamentos de la economía deben contemplarse dentro de un plan con objetivos claros. ¿Cómo los ves en Argentina?

CA: El Programa Económico para 2020 es el Presupuesto del año, que contiene un déficit fiscal proyectado de más de 8% del PBI, pero que podría quedar en 7%. Para 2021 el gobierno espera que pueda bajar más, pero es difícil. Se lo proyecta en 4,5% del PBI, pero con el pago de intereses se iría al 6%. Es difícil asegurarlo porque no se sabe hasta dónde pueden llegar los gastos no previstos por la pandemia, a que no se sabe si los mayores ingresos son posibles por el rebote económico o por los nuevos impuestos y a que no se sabe definitivamente que tipo de acuerdo habrá con el FMI. Lo importante es que el déficit no es ya mayoritario por endeudamiento para apuntalar la fuga de capitales sino por apuntalar la inversión y la producción y contener el alza del dólar, al revés de lo que lo fundamentó desde 2015 con todo el entusiasmo de los consultores y analistas. El crecimiento del crédito al sector privado está sustentado en una baja de la tasa de interés a la mitad: del 70% al 36%.

HG: No conviene mirar un poco los resultados que se van dando…

CA: El resultado es que en noviembre la capacidad instalada industrial utilizada se fue a más del 60%, la más alta en dos años, sobre todo en industrias metálicas y químicas, refinadoras de petróleo y alimentos, a lo que se agrega un fortalecimiento de la producción de autos en 2021, la facturación récord de maquinaria agrícola, que a la larga va a depender de las exportaciones a China, la producción local de motos Kawasaki y la impresionante y rápida reconstrucción de la red ferroviaria con ayuda china. Por eso la apuesta del agro tradicional encuentra un escenario por el que se la ve menos sólida y se combina con el crecimiento de la producción industrial y el fortalecimiento de los sectores que lo apoyan, al contrario de lo que sucedió desde 2015 a 2019. Por eso digo que empezó un reagrupamiento con eje en la industria arrastrando a la exportación agroindustrial y buscando un entendimiento en los precios.

En ese escenario, todavía la situación del salario es difícil, apoyada en un desempleo de casi el 12% en el III trimestre de 2020.

Junto con el paso de un PBI en baja por -10,5% en 2020 a uno de crecimiento de 4,9% en 2021 con un reagrupamiento regional de provincias para incentivar sus particularidades.

Como decía más arriba, la economía mundial 2020 se caracterizó por una bolsa rica y una economía pobre, que tuvo como eje una huida de la devaluación local y la adquisición de dólares o de papeles tecnológicos, que tuvieron subas de hasta 47% en el Nasdaq. Esta realidad se empieza a complementar y por lo tanto a relativizar con la perspectiva de China en marcha a situarse como la economía líder del mundo en 2028 en vez de 2033 como se esperaba por su tasa prevista de crecimiento de 5,7% promedio de 2021 a 2025, y su paso a superar a Estados Unidos como destino de la inversión extranjera directa en 2020.

En Estados Unidos, las tecnológicas están haciendo valer su condición de monopolio y lo hacen para obtener grandes ingresos en activos financieros, con lo que desvían sus objetivos para acumular. En China, Jack Ma, líder de Alibaba quiso hacer lo mismo, pero el Estado inició acciones regulatorias contra la empresa sometiéndola a una investigación antimonopolio que ordenó a Ant, la filial financiera de Alibaba, reorganizar su negocio de crédito, apartando a Jack Ma.

HG:  ¿Es decir que…?

CA: Es decir que en Occidente fue más fuerte el cambio tecnológico que el social. En cambio, lo que asegura el mayor crecimiento de China es que el cambio tecnológico es una consecuencia de la persistencia de su cambio social, y que la forma que toma el cambio, de un capitalismo controlado por el Estado, no es por un cambio sistémico nacional sino porque la transición nacional en China es sistémica, es decir, el país cambia en la medida en que arrastra al mundo a ese cambio, de la misma manera que ocurrió en su momento con Estados Unidos.

HG: ¿Cómo se construye una opción distinta para Argentina?

CA: De ahí que en el ámbito nacional, la recuperación se exprese ante todo en el control del tipo de cambio, en el que la ganancia asociada al dólar pasa a estar asociada a la moneda nacional. Pero al provocar un crecimiento de 4 a 5% en 2021 la presión de la ganancia que se vuelve necesaria para afirmar el crecimiento, se transforma en una presión inflacionaria que a su vez presiona sobre el dólar. El gobierno la elude, de manera que en vez de definir la estabilidad por la moneda, como sucede habitualmente con las políticas de ajuste y estabilización, las define sobre todo a través de dinamizar la producción y la exportación en dos grandes frentes: 1) China para el agro y la agroindustria y excedentes fiscales para invertir en la industria y 2) Brasil y el Mercosur y su influencia más directa en la industria como mercado.

HG: Pero si no rompemos la economía bimonetaria, la posibilidad de crecer de manera distinta y positiva para nuestro pueblo, permitime que lo ponga en duda…

CA: A medida que la actividad crezca en el agro y fortalezca a la industria, la presión por la estabilidad de la economía va a ir pasando del agro a la industria y rompiendo la característica bimonetaria de la Argentina.

Esta fue la que definió su decadencia económica cuando el frente oligárquico tradicional agrario se reforzó en una alianza agrario financiera primero y agrario financiera y de servicios después.

Consiguió sostener una política de limitación industrial primero, desde la destitución del primer peronismo en 1955 hasta la francamente antiindustrial, a la que se llegó con el golpe de 1976 y las herencias de gobiernos «democráticos» no industriales que culminaron con Macri y el endeudamiento y la dolarización de su período de gobierno, que es el alto costo que estamos pagando.

HG: Estás planteando calar hasta el hueso. El desarrollo histórico que hiciste en las anteriores charlas está claro, pero ¿es posible?

CA: No se puede encarar una transformación de semejante magnitud si no se abarca todo y se va hacia la producción en vez de quedarse en la moneda.

Esa es la característica determinante de esta política y no se puede hacer sin grandes alianzas que no podrían ser de iguales.

Hay que perforar todos los sectores y el más difícil de perforar era el agrario, desde que se terminó la época de la Federación Agraria del Grito de Alcorta y de Humberto Volando.

Sin ruptura del frente agrario no había posibilidad de perforar esa política, claro que tampoco era posible sin un sistema mundial que ahora lo permite a través de China porque con el sistema mundial que imperaba todavía en los noventa para la Argentina eso era imposible.