• CANCHA RAYADA: El 16 de marzo de 1818 el ejército libertador de Chile encabezado por San Martín, sufrió una dura derrota a manos de fuerzas realistas, dirigidas por el Gral. Mariano Osorio. Fue un acontecimiento desastroso, sorprendente e inesperado para los patriotas, aunque predecible en análisis retrospectivo histórico-militar. Agitó los fantasmas de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, que quebraron al Ejército del Norte, derrotaron a Belgrano y convencieron a San Martín acerca de la inviabilidad de la alternativa del Alto Perú para la empresa emancipadora. En esencia, ante un audaz e imprevisto avance de los godos, los independentistas se dispararon entre ellos mismos, al no reconocerse en la oscuridad de la noche. El fuego amigo cruzado provocó el desbande y fuga de las fuerzas americanas. Felizmente, el Gral. Juan Gregorio de Las Heras consiguió salvar indemne una división completa de 3.000 hombres, y el Teniente Coronel Manuel Blanco Encalada pudo rescatar a las piezas de artillería. Fue notable la actuación en la emergencia del guerrillero Manuel Rodríguez, protagonista de acciones heroicas de extrema utilidad para la reconstitución inmediata del ejército patriota. Los claroscuros de la gesta libertadora, hicieron que, en una mueca de la historia, el jacobino Bernardo de Monteagudo, uno de los mayores revolucionarios sudamericanos de todos los tiempos y padre político del art. 19 de nuestra Constitución Nacional, tiñera sus manos de sangre al intrigar para provocar el asesinato de tan dignísimo patriota y dirigente popular Este deleznable crimen político fue avalado por Bernardo O´Higgins, quien de esta manera enlodó su figura para siempre. Cuando las tinieblas parecían envolver en un aura de fracaso la gesta libertadora, en un proceso fulgurante de tremendo contenido resiliente, el ejército libertador se recompuso, y, bajo el mando de San Martín, puso las cosas en su lugar y así se arribó a la batalla de Maipú, en la que Chile cimentó su independencia, y se consolidó la de las Provincias Unidas del Río de La Plata. Poco más de dos siglos después, en septiembre de 2021, finalmente llegó en Argentina el tiempo de elecciones legislativas de medio término, y se realizaron las PASO previas. Hay que tener siempre presente que éstas constituyen un excepcional diseño, en el que mucho tuvo que ver Cristina Fernández de Kirchner. Es bueno recordar que previo a su institución, las internas partidarias habían sido crónicamente fuente de conflictos y violencias. Soslayando todo procedimiento democrático y participativo popular, los precandidatos eran decididos por roscas superestructurales, y las internas, salvo notables excepciones, eran una burda pantomima para ungirlos. De hecho, en el epílogo de su gobierno, Duhalde, tratando de evitar el riesgo de desmadres, para resolver la interna peronista la trasladó a la elección general, y así fue que Néstor Kirchner resultó elegido presidente. Y luego el enorme acierto de evitar tiros, sillazos o disparates como el Teatro Odeón, y barbaridades extravagantes, como las de militantes de una fuerza votando en la interna de otra. A falta de un sistema parlamentarista de gobierno, nada mejor que lo que hay, el pueblo votando para definir quienes serán candidatos por cada fuerza; y sin posibilidades de incidir artificialmente sobre la interna de los demás agrupamientos políticos. El resultado electoral, sorprendió a algunos, aunque en verdad, muchos ya habían señalado lo probable de tan amarga eventualidad. De hecho, en las distintas columnas de La Capitana, incluyendo ésta, en reiteradas ocasiones se advirtió acerca del enorme error conceptual que representaba la ilusión del razonamiento simplista “…una vacuna es un voto…”. El pueblo argentino, con toda la razón del mundo, naturalizó su derecho a estar protegido, se vacunó masivamente, y decidió sus opciones electorales en base a sus propios criterios; inducido a ello fundamentalmente por la sostenida inflación y el frío y la flacura del bolsillo de los sectores más humildes, los trabajadores y los sectores medios. Vox Populi Vox Dei, reza el viejo adagio. La perspectiva de reversión del aciago resultado electoral siempre es una potencialidad, aunque no asoma como sencilla la tarea. A tales efectos será crucial el grado de éxito del gobierno en la contención del alza de los precios, particularmente de los alimentos. Afrontando ese desafío, pelea a capa y espada un egregio Capitán, nuestro compañero Roberto Feletti, habitual y lúcido columnista que tanto nos ha ilustrado. A 76 años de la extraordinaria movilización popular que consagró el nacimiento del peronismo, del desenlace de esa batalla, dependerá en buena medida la evolución política posterior y su interpretación histórica. Esto es, si el peronismo logra absorber el golpe y se recupera como herramienta política para la construcción del proyecto nacional, popular y federal, o, si por el contrario, ingresa en una vía muerta con destino a ninguna parte salvo el desencuentro y la pérdida de vigencia como opción política. En otros términos, si las PASO 2021 fueron Cancha Rayada, o nuestro Vilcapugio y Ayohuma, con el agravante que esta vez, nuestra patrona la Negra Doña María Remedios del Valle, no está.
  • Va a haber 3° Dosis: Como anticipamos en el punto anterior, Argentina ya ha alcanzado cifras muy elevadas de vacunación anti COVID 19, estando casi a la par de los niveles de la Unión Europea. La gran campaña de vacunación constituye el mayor éxito de gestión del gobierno de Alberto Fernández, y es lo que ha cimentado la ansiada “vuelta a la normalidad” en el plano de la mayoría de las actividades. Se ha recuperado la presencialidad sobre bases racionales, es decir, cimentada sobre los excelentes resultados sanitarios, al caer a pico la casuística (alrededor de un millar de casos nuevos diarios), y una disminución progresivamente más acentuada de los casos graves y de la mortalidad. Hoy ya no sorprende la ausencia de pacientes con diagnóstico de COVID 19 no ya en UTI, sino en los hospitales. Un tema muy significativo, tanto en el plano de la actividad económica como en la prevención de prebendas y privilegios y en la promoción de la igualdad y la justicia social, es que ya no se justifica en ninguna actividad la omisión de la presencialidad habitual en las tareas. El mundo lleva aplicadas a la fecha más de 6.500.000.000 (seis mil quinientos millones!!!!!!!!) de dosis. Si bien cuando se comenzó la vacunación las aprobaciones de los inmunógenos fueron provisionales porque no se habían completado los estudios normales de la Fase III de la investigación farmacológica, la prueba ácida de la realidad (la farmacovigilancia o Fase IV -el seguimiento y control durante el uso habitual de los medicamentos-) ha demostrado de manera concluyente que todas las vacunas son eficaces, y que ninguna es especialmente riesgosa en términos de efectos adversos. Dadas las características del SAR CoV 2, será necesaria la aplicación de terceras y ulteriores dosis de refuerzo, muy probablemente a razón de una por año. Y desde ya, la variación en el diseño de las vacunas dependerá y será función de las eventuales mutaciones virales. Lo importante en todo caso, es que el saldo tremendamente positivo en materia del aprendizaje que la humanidad ha aquilatado en el plano de lo científico y tecnológico sanitario a la luz de la terrible experiencia que supuso esta pandemia, permite abrigar razonables expectativas de alistamientos y respuestas eficaces y resilientes frente a futuras epidemias emergentes, con presumible mucho menor costo social y económico. Por supuesto, en la columna del debe, hay que anotar por un lado la tremenda desigualdad en los niveles de vacunación de los países y las poblaciones más pobres, especialmente en el caso de Africa: y por otro lado, la pertinaz negativa de la corporación industrial farmacéutica a liberar las patentes para abaratar el costo de las vacunas. Claramente el tema de las patentes es una cuestión que se deberá reconsiderar, si es que se pretende un mundo más justo y menos desigual en materia sanitaria.
  • La 3° dosis y las discusiones bioéticas: Ahora bien, si esto es así, la pregunta es ¿porqué sigue habiendo cierta reluctancia a admitir lisa y llanamente la necesidad de las terceras dosis? ¿Porqué si la ministra Vizzotti ya señaló reiteradamente que habrá terceras dosis, aún hay algunas voces que siguen sin admitirlo abiertamente? Una primera respuesta es que esto podría deberse a razones y cálculos de posicionamiento político, simplistas y muy errados, a nuestro juicio. Pero, raspando un poco la superficie de las cosas, aparece un problema muy serio de metodología discursiva y de debilidad argumental. Por su importancia en el campo de la salud (aunque lo trasciende), el tema merece ser abordado: se trata de la valoración de la evidencia. Desde hace algunas décadas se viene profundizando especialmente en el campo de la salud, el discurso que sostiene que las decisiones se deben basar en la evidencia, para ser consideradas decisiones racionales técnicamente justificadas. Y ese discurso se ha tornado hegemónico, sobre las bases de la corrección política predominante, independientemente de las capillas político-partidarias donde confiesen los profesantes; incluido y a la cabeza el progresismo vernáculo. El supuesto principal postula que si se toman las decisiones sobre la base de la evidencia, se evitan los sesgos de opiniones personales, conflictos de interés, actos de corrupción y otras yerbas indeseables y non-sanctas. Y la consecuencia plausible, según reza el dogma de los fanáticos de la evidencia, será un mundo seráfico de decisiones racionales, eficaces y eficientes. La fantasía es en esencia, que con decisiones atinadas el mundo será maravilloso. Por supuesto, tal cosa no existe, no se verifica en la realidad. Es un cuento chino, o más bien, la expansión urbi et orbi del realismo mágico latinoamericano. Lo que se soslaya, es ni más ni menos que cuando se habla de evidencia, se trata -en el mejor de los casos, cuestión siempre pendiente de dilucidar-, de la mejor evidencia posible, para el tema en cuestión, en ese momento, en ese lugar y en esas circunstancias. En caso de variar alguna o todas las condiciones contextuales, todo deberá ser revisado y reconsiderado. Pues bien, en tanto y en cuanto no haya controversia, la evidencia será de utilidad y se decidirá sin problemas en función de ella. En otras palabras, si en relación al medicamento o el procedimiento médico X (en este caso la 3° dosis), toda la evidencia disponible señala de manera incontrastable su efectividad, nada obstará y nadie discutirá su inclusión en el programa médico. Contrario sensu, si acerca del tema en cuestión, toda la evidencia disponible señala de manera incontrastable su inefectividad, nada obstará y nadie discutirá su exclusión en el programa médico. Luego, el problema subsiste en todo aquello que está sometido a controversia. Y lo está, pues para empezar a hablar, de lo que se carece es de evidencia concluyente e incontrovertible, que esté más allá de toda duda razonable. Y cuando eso sucede, se les quemaron los papeles a los adoradores del vellocino de oro de los devotos de lo evidente, puesto que no hay más evidencia posible, cuando alguno dice A, otro dice B, y se arman discusiones bizantinas, verdaderas torres de Babel que no conducen a ninguna parte salvo al sufrimiento popular en función de los criterios economicistas y restrictivos. Es menester comprender y aceptar que cuando se llega a ese punto, los criterios de decisión dejan de ser técnicos y automáticos, basados en algoritmos, y pasan a ser político-técnicos, y se basan en indicios estimados sobre la base de la experiencia previa y las analogías; es decir, ponderaciones arbitrarias, en el sentido plausible del término. Pero eso no constituye evidencia, son apreciaciones, con una alta carga de subjetividad y en todo caso con mucho de razonamiento por abducción, tal como es típico en las construcciones lógicas del mundo médico. Y como las decisiones ya no se pueden tomar sobre la base de datos incontrovertibles, se tomarán sobre la base de posturas opinables. Luego, a los datos acerca de los costos, hay que adicionarle la obligación ético-moral de los cuidados. Es la antítesis de la ecuación que tan crudamente describieran los liberales con sus máximos voceros Trump, Bolsonaro y Macri “…que se mueran todos los que se tengan que morir…”. El punto en discusión es cuál es el valor que se tutela, ¿la vida o la asignación del costo? Dicho en otros términos, es una enorme falacia y/o una enorme puerilidad, argumentar que no hay a la fecha trabajos científicos que demuestren de manera concluyente que la 3° dosis sirve. Para empezar, porque todos los indicios están indicando que si sería útil, pero fundamentalmente y por sobre todas las cosas, porque no hay ni un solo trabajo científico que demuestre lo contrario, que señale que la 3° dosis no sirva, y ni siquiera hay indicios en tal sentido. Entonces, dado el estado de controversia no dilucidada científicamente aún, se carece de evidencia suficiente para discernir sobre su base; por lo tanto se torna imperioso que primen criterios de valoración bioética, y, en consecuencia hacer que prevalezca la obligación de cuidado y proceder a vacunar. Ese es el deber ser político. Porque abogar por un cierto ahorro en una cruzada quimérica contra los laboratorios, además de ser una apuesta destinada al fracaso, es conceptualmente errónea, dado que la alternativa que se arriesga es el recrudecimiento de la pandemia y una nueva ola de enfermedad y muerte. En el plano de las ideas, es absurdo y elemental esgrimir la carencia probatoria en uno de los sentidos de la contradicción sin consignar a la par la concomitante carencia en el sentido antagónico, ello supone una conducta pueril de profunda deshonestidad intelectual. Como es fácilmente apreciable, esta cuestión atraviesa a todo el campo de la salud, particularmente en el sensible campo de la inclusión y/o exclusión de nuevas prácticas asistenciales, tanto diagnósticas como terapéuticas, y la incorporación de innovaciones científicas y tecnológicas. Resulta además extrapolable a otros campos de actividad, por eso desde esta columna instamos a su consideración. Resolver adecuadamente estas cuestiones no es un mero devaneo intelectual, es una condición ínsita de la búsqueda de mayores ratios de eficacia social, eficiencia y economías, herramientas centrales para la construcción de un país más justo e inclusivo.
  • Datos de la campaña de vacunación: Al cierre de este informe y al corte de las 18:00- horas del día de la fecha (Domingo 17/10/2021) del Monitor Público de Vacunación del Ministerio de Salud de la Nación, y del Centro de datos de Coronavirus de la Universidad John Hopkins, la última actualización arroja que:
  • Población Argentina: 45.000.000-
  • Dosis aplicadas globales (Mundo): 6.616.522.328-
  • Dosis aplicadas totales en Argentina: 55.933.443-
  • Proporción población Argentina/Mundo: 0,6% (45.000.000/7.500.000.000 x 100)
  • Proporción dosis aplicadas Argentina/Mundo: 0,845%
  • Dosis recibidas en Rep. Argentina: 81.639.985-
  • Dosis distribuidas a las provincias: 66.087.009-
  • Personas inmunizadas (con 1 o las 2 dosis): 31.258.978- (69,464% pob. arg.)

(conjunto de las personas que recibieron la primer dosis y los que recibieron ambas dosis. Obviamente, tanto unos como otros recibieron la primera, y de esos algunos, también la segunda dosis)-

  • Personas que recibieron 1° y 2° dosis: 24.674.465- (54,832% pob. arg.)-
  • Personas que recibieron solo la 1° dosis: 6.584.513- (14,632%)-
  • Dosis distribuidas pendientes de aplicación: 10.153.566-
  • Dosis recibidas pendientes de distribución: 15.552.976-
  • Dosis pendientes totales: 25.706.542-