El gobierno de Cambiemos insinuó en campaña un desarrollismo moderno pero terminó siendo un dirigismo orientado a concentrar sectores elegidos de la economía y un neoliberalismo básico para el resto. Desde lo cultural, es un gobierno que exalta el individualismo, que no conecta con lo popular, y que se esmera por emparentar a la Argentina con los países centrales de occidente. Gran parte de sus integrantes traslucen la antigua sensación de superioridad de los grupos sociales altos que se atribuyen mayores derechos, lo que se condice con el disgusto provocado por el ascenso social de otros sectores.
El presidente de la República hizo un discurso triunfalista, negando la realidad de los despidos, el deterioro de las jubilaciones y pensiones, la inflación y todos los males que le ha causado a la población con su programa político de entrega y endeudamiento de la Nación.