FALLO DE LA CSJN ACERCA DE LA AUTONOMÍA DE CABA

  • Contexto: Quizá porque en apariencia las medidas implementadas por el gobierno nacional habían comenzado a dar resultado positivo, quizá por inconciencia, por irresponsabilidad o por inescrupulosidad. Quizá por deliberada (mala) voluntad política, quizá por un exceso casi naif de especulación teórica y retórica, quizá por añorar viejos desempeños como constituyentes, quizá porque sinceramente estaban convencidos de la necesidad y utilidad de dirimir y arrojar luz sobre el status constitucional de la CABA. O quizá simplemente por una mala mezcla de soberbia, desdén, oportunismo, revanchismo e ignorancia; váyase a saber las reales motivaciones. Pero en definitiva, ocurrió que los 4 jueces varones de la Corte Suprema de Justicia de la Naciòn (CSJN) fallaron en contra del gobierno federal y a favor de la postura de la CABA. A priori, un dictamen judicial a pedir de boca de la derecha conservadora y los poderes fácticos concentrados. Escarbando un poco, aparecen matices en la interpretación de sus alcances, y cuestiones no resueltas, piolines deshilachados desflecándose al viento en la presentación gubernamental federal. La primera, por cierto, la ya mencionada controversia irresuelta acerca de la condición de cuasi provincia de la CABA. El fallo ha zanjado el asunto, de aquí en más, a efectos prácticos ha quedado convalidado y firme la capacidad homóloga a la de las provincias de la ciudad, en cuanto a las competencias jurisdiccionales, las facultades no delegadas y el grado de autonomía. No es poca cosa. La otra cuestión relevante, es el trasfondo de Federalismo Consensual que la CSJN sostiene e impulsa como elemento de convicción doctrinaria, abonando la tesis de la integración compleja de factores de poder representativos del pueblo por un lado, y de los territorios por el otro, condimentado por la idea de balances en el equilibrio de poder, fundado en el esquema de pesos y contrapesos que la Constitución Nacional (CN) plantea, incluyendo en este concepto el control difuso de constitucionalidad propio del Poder Judicial. Da la impresión que el planteo oficial fué un tanto crudo y endeble, frente a la sofisticación cortesana, máxime teniendo en cuenta que dos de los jueces (Maqueda y Rossati) fueron convencionales constituyentes en Santa Fe en 1.994, y habían participado activamente en los debates relativos a estas cuestiones (obsérvese que presentaron un voto unificado en el fallo de marras). Más allá de estas especulaciones, es presumible que el pronunciamiento de la CSJN haya sido pergeñado sobre la base de hipótesis optimistas; calculando una evolución favorable de la pandemia, atento los datos de los días previos al pronunciamiento. Pero la realidad, que suele ser tozudamente diferente de lo pretendido por los mortales, pareciera estar produciendo un notable giro del cuadro de situación. En efecto, el terrible agravamiento de la problemática asistencial en las últimas 48 horas, con la explosión de casos y de muertes, está empezando a dejar al descubierto en plena tormenta a Larreta y al resto del gobierno de la CABA; y en parte también, a los 4 magistrados. La única que salva las pilchas, es la jueza Highton de Nolasco, quien fue consecuente con su conducta previa y tuvo la integridad de mantener en soledad su postura en el sentido de no conceder competencia originaria de la CSJN a la CABA. De profundizarse aún más el desborde y adentrarnos de lleno en la catástrofe sanitaria, los autonomistas y libertarios del lunes, correrán el ominoso riesgo de realizar un viaje directo y sin escalas a ser considerados como los esbirros del mal, la personificación de la desolación, el sufrimiento y la muerte. En lo que parece ser una indeseada y cruel vuelta del destino, su deseada presunción de éxito está siendo reemplazada por la zozobra y crecientes temores de fracaso. Por supuesto, es terreno en disputa. Pero la novedad, es que el fallo de la CSJN, que a priori parecía vaciar de poder al gobierno y de contenido a la institucionalidad democrática, atento la marcha de los acontecimientos, está comenzando a posibilitar la presentación del gobierno federal como víctima de una conspiración, y como el protagonista inteligente y atinado de la saga, el que está ubicado en el lado correcto, en el lado bueno de las cosas. Por supuesto, esto deberá corroborarse, y además, los amariyos no lo regalarán. Pero, un partido que parecía perdido por partida doble, el del fallo en si mismo y el de la interpretación acerca del sentido de las bajas, resulta que ahora está en plena rediscusión. En términos futboleros, hemos vuelto al partido, y aquello que desde el principio de la pandemia era la cuenta que nos iba a matar, hoy, merced al fallo de la CSJN, pone potencialmente en el papel de villanos a los otros. En nuestras discusiones previas (Temas…1 y 2) ya habíamos señalado que en caso de evolución a la peoría de la pandemia, la jugada se le podía volver en contra a Larreta y su pandilla. Lo que supera toda imaginación posible, es la asombrosa celeridad con que se está produciendo dicha evolución, y la magnitud del daño que podría llegar a infligirle al proyecto presidencial del alcalde porteño. Increíblemente, la pandemia, la oposición y los señores jueces, le han hecho un regalo al gobierno: queriendo matarlo, han cometido el peor de los pecados políticos, por exceso propio, le han perdonado la vida. Estará en el mismo gobierno y en nosotros, la fuerza política que lo sostiene, aprovechar las circunstancias. Este trabajo apunta a colaborar con ello.
  • El concepto abordado: En los análisis precedentes, se ha destacado con suma claridad y acierto la fuertísima impronta política del fallo, su oportunismo e intencionalidad, y el aval concreto que implica a las posturas, imagen y capital simbólico del partido representativo de la derecha y de la alianza de parte de ciertos sectores de la “patria judicial”, con los sectores dominantes de la elite económica y mediática de la Rep. Argentina. En consecuencia, he optado por no redundar en tales conceptos, y me remito a los escritos de los compañeros. Va de suyo también, que por más que se mejore y potencie el discurso, no alcanzará a superarse el brete político, si no se vacuna en un plazo razonable a toda la población de riesgo, y si no se mejora la situación económica de los más humildes. Pero esas dos macrovariables, de influencia futura capital y eventualmente determinante, son objeto a tratar en otros trabajos, no en éste. En cambio, abordaremos aquí un aspecto que se debe manejar con solvencia, por su utilidad para dar la batalla por el significado, en las charlas y discusiones con la militancia, con nuestros simpatizantes, y con el conjunto del pueblo. Se trata del proceso de razonamiento y sistematización de ideas que llevan a sostener el disparate de la inocuidad de la presencialidad. Es importante entenderlo, para manejar con claridad y convicción la discusión con los compañeros y el pueblo. Y para que, llegado el caso que se verifiquen en la práctica las sombrías perspectivas sanitarias a que aludíamos en el contexto, se pueda facturar y machacar debidamente y sin contemplaciones sobre el mayúsculo yerro de la derecha.
  • La presencialidad y los contagios: Está muy en boga en la actualidad un argumento burdo, ramplón y propio de razonamientos sofistas, basados en falacias de generalización apresurada, indebida o infundada. En su versión de máxima, sostiene que está demostrado que los niños no contagian, y que muy particularmente, la presencialidad escolar no incide en la evolución de la curva de contagios. En su versión de mínima, sostiene que no está demostrado que los niños contagien, ni que la presencialidad escolar incida en la evolución de la curva de contagios. La postura de máxima es la empleada por Larreta y Soledad Acuña, la postura de mínima es la que, con un poquito de mayor prudencia, esboza Fernán Quirós, el deslucido ministro de salud del gobierno porteño. Señalaremos a continuación la naturaleza falaz de esas posturas.
  • Las falacias:

7.1.1– En la burbuja A de la escuela W no se hallaron niños con signosintomatología de COVID 19.

7.1.2– En la burbuja B de la escuela X no se hallaron niños con signosintomatología de COVID 19.

7.1.3– En la burbuja C de la escuela Y no se hallaron niños con signosintomatología de COVID 19.

7.1.n– En la burbuja N de la escuela Z no se hallaron niños con signosintomatología de COVID 19.

7.2- Primer falacia: Como no se hallaron niños con signosintomatología positiva, entonces no hay niños con COVID 19 en las burbujas citadas de las escuelas referidas.

7.3- Segunda falacia: Como no hay niños con COVID 19 en las escuelas, entonces no hay contagios a punto de partida de la escolaridad presencial.

7.4- Tercer falacia: Como no hay contagios a punto de partida de la escolaridad presencial, entonces la escolaridad presencial es segura; la gente se contagia en otro lado.

  • Premisa (falsa) de la que parte el gobierno de la CABA: La Primer Falacia. Explícitamente en la voz de su jefe de gobierno, Larreta, y su increíble ministra de educación y aprendiz de Heidi, Soledad Acuña: se toman como positivos los casos confirmados por laboratorio (PCR), a punto de partida de sospechas clínicas o de eventuales cadenas epidemiológicas. Pero resulta que, en caso de sospecha de cualquier índole, por un criterio de seguridad, el alumno debe ser excluido de la burbuja, luego, independientemente del resultado del examen complementario, que es concluyente si da positivo, pero no a la inversa, el período mínimo de restricción de 10 días deberá ser respetado. Luego y por definición, si el padre o responsable del niño avisa con antelación, ese alumno no circulará por la escuela, ergo, no será factor de contagio. Pero no porque si está no contagia, sino porque no está. Ahora bien, ocurre que la inmensa mayoría de los niños, cursan la infección de SARS-CoV-2 sin ningún tipo de manifestación clínica, de manera completamente silenciosa. En consecuencia, padres y docentes creen que los niños están sanos y libres del virus, cuando en realidad lo pueden estar difundiendo a mansalva. La única posibilidad de sortear ese escollo, sería practicar de manera sistemática hisopados todos los días a todos los niños en todos los cursos de todas las escuelas. Y así y todo, subsistiría el problema de los falsos negativos. Huelga decir que tal proceder, por invasivo y angustiante para alumnos y docentes, por la imposibilidad práctica para realizarlo sin afectar gravemente el desarrollo de las clases, y por el disparatado esfuerzo logístico y el costo económico que supondría, jamás ha sido implementado por ningún gobierno en ningún país. Conclusión, de ninguna manera existe la menor prueba de inocuidad de la presencialidad, no hay ninguna experiencia científica en tal sentido, y antes bien, toda la evidencia empírica internacional disponible, apunta para el otro lado, a señalar la relación directa de la apertura de escuelas con el incremento de casos, y el cierre con la disminución.
  • Premisas (falsas) con las que continúa el gobierno de CABA: Larreta y su gabinete, prosiguen su zafio sofisma, operacionalizando la suma de n casos de “ausencia” de casos positivos constatados, y, con un pase de magia típico de Macondo, lo transmutan en una “presencia” de casos negativos. Es decir, transforman el desconocimiento de eventuales positividades, (los falsos negativos sumados a los subclínicos sin sospechas), en un pretendido conocimiento de negatividades. Lo aberrante y falaz de ese estúpido razonamiento, es tan autoexplicativo que permite no extendernos en argumentación superflua. Todos los pibes que estén en la burbuja lo más campantes, sin temperatura y sin manifestaciones clínicas, podrían estar contagiados y ser fuente de contagio, sin que nadie lo sospeche. Y por supuesto, la conclusión también es falsa, cuando generalizan el razonamiento previo y concluyen que la presencialidad es segura. De nuevo, la ausencia de confirmación por laboratorio, solo permite decir eso y nada más que eso. Dado el problema de los falsos negativos y los casos subclínicos, la ausencia de positividades no indica nada. El único indicador válido es la positividad. Punto.
  • Premisa falsa de la supuesta paridad de argumentos opuestos: Larreta y sus acólitos, plantean también una estrafalaria tesis, haciendo hincapié en el hecho de la falta de evidencia cierta. Se refugian en esta atrabiliaria visión, para, acto seguido, exigir probanza científica de la contagiosidad en el marco de la presencialidad, invirtiendo la carga de la prueba, tal como está previsto en el planteo epistemológico de la falsabilidad en el conocimiento de origen científico (se prueba el error del aserto, no su verdad). Por supuesto, no hay ningún trabajo de investigación clínica al respecto, son imposibles fácticamente por razones bioéticas, y todos los trabajos son de revisión retrospectiva de información estadística. Pero además, cabe señalar que la argumentación inversa es perfectamente válida, no hay la menor prueba científica que pruebe la seguridad de la no contagiosidad de la presencialidad escolar. Y desde ya, ante la duda provocada por argumentos similares en sentido opuesto, corresponde tomar el camino de los cuidados, en otras palabras, la obligación de prevención primaria (promoción y protección de la salud personal y colectiva de quienes no están enfermos), que prevalece por sobre otros derechos, atento la imposibilidad de satisfacerlos de manera simultánea, coordinada y equilibrada. Esto amén de la información empírica seria y de fuentes confiables en sentido inverso ya citada.

 

  • Conclusiones: A la luz de lo expuesto, cabe concluir como conducta recomendable para el gobierno y el peronismo:
  • Diseñar y consolidar un discurso coherente y sólido, que señale con precisión las manifiestas debilidades argumentales de la derecha Larretista en la materia.
  • Atacar de lleno a los amariyos, responsabilizándolos del agravamiento de la pandemia y de las muertes evitables.
  • Aceptar el contenido jurídico del fallo, y ajustar la propuesta político sanitaria al nuevo encuadre que éste delimita.