El capitalismo trata de sortear la profundización de la crisis financiando a los mercados para que especulen, pero esa situación llegó a un límite porque necesita un respaldo de la economía real a través de mayor crecimiento, y como éste no puede provenir directamente de la inversión privada porque está muy enfocada en la acumulación financiera, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se apresta a agregar a los cuantiosos estímulos ya aplicados un plan de incentivos fiscales  por 1,9 billones de dólares centrado en conseguir un mayor ingreso familiar, que en parte tendrá que financiar con un mayor gravamen a los ricos y que revive la inflación y modifica el papel del Estado en la economía. Por eso, tendrá que conseguir un difícil equilibrio entre el mayor gasto para eludir la crisis y el temor a la inflación, todavía acotado.

El capitalismo se desenvuelve en ciclos con fases de alzas y de descenso de la actividad. En los ciclos en que predominan las alzas, estas fases son más pronunciadas que las fases de baja. En la fase de ascenso, predomina la inversión y en la fase de descenso es más fuerte el gasto de capital que su recomposición. Los ciclos cortos se desenvuelven dentro de ciclos largos que los contienen. Los ciclos cortos en que predominan las fases de ascenso se suceden hasta que en algún momento se empiezan a suceder ciclos en que predominan las fases de descenso. Se pasa así de un ciclo largo ascendente a un ciclo largo descendente, en que no se repone la inversión o se la repone solo de manera parcial o incompleta, porque lo que se necesita es un cambio de tecnología en el nuevo capital, no todos los capitalistas están en condiciones de afrontarlo y por eso la economía no puede retomar el ritmo de crecimiento que tenía cuando predominaban los ciclos cortos con fases fuertes expansivas en vez de ciclos cortos en que las fases expansivas son débiles. La necesidad del cambio tecnológico proviene del desgaste y amortización del capital y sobre todo porque al aumentar la población y la demanda propia del predominio de las fases de ascenso, se requiere un capital que posibilite mayor producción y que, para no reducir la tasa de ganancia, sea más productivo. En cambio, cuando predominan las fases contractivas o de descenso del crecimiento, el capitalista no invierte o invierte menos en la producción y cada vez depende más del crédito.

En las fases largas depresivas no es que el capitalista no invierta sino que no invierte en capital productivo, y entonces deriva su inversión hacia las colocaciones financieras, que no requieren una nueva tecnología porque se trata de una inversión en dinero, que generalmente lo es en la compra de acciones o en créditos, y por eso en la fase larga recesiva como la que estamos viviendo predomina el endeudamiento, que es una inversión solo desde el punto de vista individual o para la empresa que lo hace, y una forma de acumulación de capital que no representa una inversión para la sociedad porque no tiene un carácter directamente productivo. Lo que podríamos considerar normal en cuanto al crédito, es que vaya a la producción, aunque aumente el endeudamiento, pero cuando hay una menor inversión productiva, el crédito para especular es mayor que el crédito para producir y con la disminución de la inversión productiva se contraen también el empleo y los salarios. Obviamente, en un ciclo largo descendente muy prolongado, como elactual, solo interrumpido por pequeñas alzas transitorias que no alcanzan a modificar la tendencia contractiva de largo alcance, la pobreza crece con gran rapidez y el desempleo se vuelve un problema cada vez mayor.

El actual ciclo largo descendente comenzó a mediados de los años setenta, en que se fue extinguiendo el ciclo largo ascendente de la posguerra, del estado de bienestar, en que el empleo y los salarios estaban en alza. El ciclo largo descendente no significa que haya una continua menor tasa de crecimiento ni una baja del crecimiento exclusivamente, sino tasas de crecimiento menores que en el ciclo largo expansivo previo, que a veces mejoran pero no se vuelve a un crecimiento continuado de la magnitud anterior. De las crisis largas recesivas solo se sale con el regreso del predominio de la inversión productiva y se advierte porque en los ciclos cortos empieza a prevalecer el cambio tecnológico, pero pasar a un nuevo ciclo largo de crecimiento requiere seguridad y saber quién manda, que es lo que actualmente está en discusión.

Por eso en el ciclo largo en su fase descendente la inversión es débil: se acumula con la inversión especulativa, apostando a una rentabilidad en activos financieros o en dinero que puede ser efímera porque se recicla continuamente con fuerte ganancia o abruptas pérdidas. Esa es la realidad de los mercados en oscilación permanente, que pasan de las grandes ganancias a las grandes pérdidas. En esas condiciones una economía capitalista solo funciona con gasto público. Como la inversión productiva es muy baja, la economía no puede respaldar la suba de las acciones y el ambiente de exuberancia propia de las grandes subas continuadas, el gobierno sostiene ese clima con grandes paquetes de auxilio que agrandan el gasto público, la emisión y el déficit fiscal. A la larga, el gasto público como el Plan de Biden, requiere más impuestos.

Al iniciarse la segunda quincena de abril la bolsa de Nueva York conquistaba nuevos récords, pero de golpe la pasión compradora se quebró y el mercado empezó a operar en una baja pronunciada, a pesar de que subía la actividad económica y el empleo. El derrumbe del S&P 500 de la bolsa de Nueva York tuvo lugar el 24/4 junto con el también repentino freno ascendente de bitcoins y criptomonedas, otra plataforma creciente de economía especulativa. El temor de los inversores lo despertó la inflación, que apareció y empezó a subir de manera muy moderada, aumentando la expectativa de los jugadores bursátiles a la posibilidad de que la Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense, tuviera que subir los impuestos, lo que es propio de los demócratas, e inició el reflujo de los operadores de las posiciones de riesgo con las ventas de papeles, la baja de las cotizaciones y la vista puesta en las tasas largas.

La tasa larga, el bono del Tesoro de Estados Unidos a 10 años, paga un cupón cuyo rendimiento fijo anual es una referencia del mercado, porque es una renta fija, que no corre el riesgo de las rentas variables de corto plazo o de las rentas de los bonos de países de menor desarrollo y emergentes, que varían cuando se modifican las condiciones del mercado. Estos bonos financian las inyecciones de liquidez que sostienen el déficit fiscal que permite sostener la economía con el apoyo del gasto público. Durante años, China compró bonos estadounidenses y se transformó en el gran tenedor de estos bonos. Si no comprara más, Estados Unidos tendría que subir la tasa larga, lo que dispararía inmediatamente la tasa corta que sostiene la actividad económica inmediata, y si vendiera esos bonos la situación sería muy grave. La tasa larga estadounidense, tomada de referencia, es baja pero segura. En julio 2020 estaba a 0,50% y por eso las tasas cortas estaban casi en cero, regaladas, y los inversores recurrían a colocar sus fondos en la deuda externa de los países en desarrollo y emergentes. El endeudamiento de Macri se respaldó en tasas muy altas para los bonos argentinos, que eran un regalo inusitado para los inversores y por eso aumentó tanto la deuda, asegurando la salida inmediata de los fondos cuando fuera necesario y propiciando su entrada permanente con el endeudamiento continuado. Casi de inmediato, esta deuda se mostró imposible de pagar y las condiciones económicas que la sustentaron terminaron con la posibilidad de reelección de Macri, El gobierno AF consiguió dos enormes logros: el canje de deuda a plazos más largos y a tasas más bajas, y la rediscusión del crédito del FMI con el argumento, a medias aceptado por el FMI, de que ese préstamo había violado sus estatutos, y sobre esa base, el ministro Guzmán presiona para conseguir mejores condiciones de pago.

Así como la altísima tasa de interés del macrismo atraía a compradores de bonos argentinos a largo plazo, que se seguían renovando con un endeudamiento perpetuo, el canje de deuda debilitó a los bonos argentinos porque perciben una tasa de interés menor y se renegociaron a un plazo más largo. Los inversores lo tuvieron que aceptar a regañadientes porque hace más posible el pago, en la medida en que la actividad económica pueda recuperarse con un sostenido incremento de la industrialización, del empleo y del nivel de vida, mientras que la propuesta macrista en realidad era imposible de cumplir y por eso tuvieron que recurrir al crédito del FMI. Estados Unidos y el FMI lo promovieron aunque también sabían que no se podía cumplir, porque de esa manera ataban al país a un endeudamiento permanente y a lo que los analistas llaman las reformas estructurales, al estilo Miguel Kiguel, que profundizan la baja del salario, de las jubilaciones y el desempleo, tal como lo estamos viendo, que se iban a eternizar con la dolarización.

La tasa larga estadounidense empezó a subir muy de a poco, con el covid, y en abril 26 de 2021 estaba en 1,35%, que puede parecer poco, pero para la tasa larga es mucho. La venta de papeles que rinden ganancias especulativas de corto plazo, como las acciones, tuvo lugar ante el temor de que esas tasas subieran al 2%, porque en ese caso, las acciones y sus ganancias especulativas de corto plazo se terminan, porque al 2% de las tasas largas reaparece la inflación, suben los impuestos, bajan las ganancias, que vuelven a su nivel real y no al que alcanzaron con la economía de especulación, ya que hay mucha menos compra especulativa de acciones –que es lo que está sosteniendo esas compras – y llevaron los mercados al alza en medio de una economía deprimida, aunque el menor volumen de compras en la bolsa ya lleva un cierto tiempo.

La mayoría de la Fed apostaba a que con este paquete de gastos, la inflación subía pero no llegaba a 2% en el corto plazo (es decir, había espacio para seguir especulando) y cuando se alcanzara, no se mantendría por mucho tiempo, porque como la economía ya habría subido la actividad y el empleo lo suficiente, entonces se podría frenar la secuencia del auxilio público, aunque en ese momento se necesitara subir los impuestos para empezar a reducir el gasto. En realidad, la suba de impuestos va a venir de cualquier manera, por la sencilla razón de que el plan de infraestructura se aprobó, va a estar vigente y a requerir mayor gasto no sólo de manera transitoria. Claro que en una economía especulativa, la política económica no puede tener el nivel de precisión que pide el mercado para estar seguro. Precisamente por eso, la inversión es especulativa y las subas y bajas de muy corto plazo. En abril, la Fed pasó el examen con la propuesta de su mayoría encabezada por Jerome Powell, y si en mayo el análisis de los indicadores muestra otra realidad, habrá un nuevo examen y Powell ya adelantó que entonces subirá los impuestos para atacar la inflación.

Al principio de esta nota definimos la crisis en términos estructurales, por qué se produce en el capitalismo, y dijimos que éste evoluciona en ciclos. Durante los ciclos cortos nada cambia mucho, pero ahí está fotografiada la dinámica del sistema: el ascenso de la actividad en la fase ascendente empieza a bajar la ganancia inicial lentamente, porque se responde al aumento del mercado con una menor masa de capital que se agrega y que tiende a perder productividad ante la necesidad de producir más; por eso hay pocas correcciones, pero sobreviene una fase depresiva, en que el empleo aumenta menos, los salarios dejan de subir, y la inversión de capital se dirige cada vez menos a las máquinas y al capital productivo y se orienta al crédito porque, ante las dificultades, más empresas tienen que recurrir al préstamo. Estas características se hacen cada más pronunciadas, hasta que, en el largo plazo, el ciclo largo deja de estar marcado por la mayor actividad y predomina la recesión, y se pasa del ciclo largo expansivo al ciclo largo recesivo, y dentro del mismo, en los ciclos cortos con sus fases de alza y de retracción, predominan las segundas.

En la segunda y más extensa parte de la nota pasamos a analizar el ciclo mundial actual no en sus generalidades sino en la forma concreta que está asumiendo, porque desde el análisis estructural no se puede definir exactamente el modo concreto en que se transita el ciclo, lo que conduce sobre todo a fallas e imprecisiones a quienes se apoyan más en criterios políticos, y no se termina de entender cómo no se ataca la inflación con más éxito o no se crece más rápido o no se suben los ingresos de manera más efectiva, o tampoco se entienden las diferencias de los sistemas, y se llega a creer, como el trotskismo, que China y Estados Unidos tienen el mismo capitalismo porque solo estarían compitiendo de la manera en que hasta ahora competían las economías capitalistas tradicionales, suponiendo que las condiciones de cada sistema mundial pueden seguir siendo las mismas que hace un siglo.

Por lo contrario, cuando se exageran todas las variantes del análisis de corto plazo, no se suele ver la lógica general que los caracteriza. Esta posición es propia de los analistas de mercado, que trabajan para mostrar la forma de tener ganancias más rápidas a las empresas y, al ser incapaces de remontarse a una lógica de conjunto, terminan creyendo que el sistema vigente es eterno, que no es aconsejable salir del mismo, como afirma Marcos Galperín, ex CEO de Mercado Libre, en su cuenta de twitter (“capitalismo y democracia, con sus defectos, son por lejos el mejor sistema”), y que incluso ofrece un continuo mejor nivel de vida cuando ya es obvio que hace rato que se está viviendo cada día peor y se expresa en la baja de los salarios, las peores condiciones de empleo, la suba del desempleo, el aumento de deudas impagables y continuamente recicladas, el aumento sostenido de la pobreza y el continuo aumento en la desigualdad del ingreso, en que una pobreza creciente coexiste con un número mayor de millonarios más ricos (entre los cuales está Galperín), como si esto no afectara a la sociedad en su conjunto. La crisis mundial se manifiesta en la larga fase depresiva y el predominio especulativo, que es el de los activos financieros, una acumulación de capital que no representa una inversión productiva para la economía.

Cuadro sobre Economía mundial Crecimiento del PBI mundial (% anual). Datos sobre las cuentas nacionales del Banco Mundial y archivos de datos sobre cuentas nacionales  de la OCDE (Banco Mundial. Período 1961-2019).

1961   4,299 1971   4,342 1981   1,928 1991    1,419 2001    4,961 2011    3,138
1962   5,554 1972   5,724 1982   0,424 1992   1,764 2002   2,182 2012   2,519
1963   5,351 1973   6,505 1983   2,411 1993   1,531 2003   2,966 2013   2,666
1964  6,714 1974   1,996 1984   4,505 1994   3,601 2004   4,408 2014   2,361
1965   5,520 1975   0,603 1985   3,711 1995   3,037 2005    3,916 2015   2,874
1966   5,768 1976   5,269 1986   3,395 1996   3,385 2006   4,378 2016   2,606
1967   4,486 1977   3,932 1987   3,708 1997   3,466 2007   4,322 2017   3,299
1968   6,314 1978   3,892 1988   4,619 1998   2,557 2008   1,852 2018   2,977
1969   6,114 1979  4 ,127 1989   3,675 1999   3,249 2009  -1,674 2019   2,343
1970   3,860 1980   1,903 1990   3,909 2000   4,388 2010   4,303  

 

En el cuadro se puede apreciar el crecimiento anual con alzas y bajas pronunciadas, es decir, el crecimiento es cíclico. Se advierte también que en 1973 se termina una secuencia en que las tasas anuales de alzas y bajas son considerablemente más altos que los que siguieron después de 1973. Después de 1973 se destacan las tasas más bajas: incluso en los años en que hay una mayor tasa de crecimiento, nunca son tan altas como antes de 1973 y, sobre todo, con las tasas bajas anuales, porque ya estamos en un ciclo largo descendente, en que la tendencia es al descenso, al contrario de lo que sucedía antes de 1973, cuando el mundo estaba en un ciclo largo ascendente. El ciclo largo ascendente del que se muestran en el cuadro los años finales es el del estado de bienestar de la posguerra (en el cuadro se puede ver su finalización en 1973 y el comienzo en 1974 del ciclo largo recesivo), porque no se pudo conformar una serie estadística completa para ver en toda su magnitud esa diferencia al no encontrarse datos que pudieran considerarse homogéneos para todo el ciclo largo expansivo de la posguerra. La tendencia descendente es innegable después de 1973, lo mismo que la intensidad hacia abajo de los descensos.

En el cuadro distinguimos el ciclo largo ascendente del ciclo largo descendente, pero tampoco pudimos dividir el ciclo largo en ciclos cortos, porque las estadísticas comunes y comparables son anuales y no hay tampoco pleno consenso sobre el contenido de los ciclos largos y de los ciclos cortos, pero también se puede ver claramente que los resultados anuales predominantes coinciden con la tendencia del ciclo largo.