Habíamos terminado la Parte I de este artículo señalando que la dificultad de pagar las deudas va en aumento a medida que crece el sistema, durante las crisis de largo plazo, de su madurez. La crisis se acentúa porque hay que producir más y con mayor productividad con máquinas más complejas y de mayor valor que ocupan proporcionalmente menos obreros, a los que se les termina pagando menos porque es al único componente que se le puede pagar menos, al contrario de lo que sucede con las máquinas o con las materias primas, que a la larga, no hacen más que acentuar el problema…

…Y EL TAMAÑO DE LA DEUDA…

Por eso, en la crisis crecen los bancos y el capital financiero, hasta que éste termina dominando al capital productivo, y en la actualidad esto sucede porque la deuda en el mundo supera en promedio en 2,5 veces el valor de la producción, un desequilibrio tan difícil de romper que la alternativa para los países que tienen más dificultad en pasar a una instancia superior es recurrir a la guerra.

Esta dificultad mayor hoy se le presenta a Estados Unidos, porque es uno de los países con más deuda (alrededor de 3 veces el valor de la producción).

Sin embargo, el dólar es la moneda más requerida, porque los que lo compran no tienen otra manera de asegurarse o no saben que ésta es una realidad que todavía va a durar mucho tiempo, aunque ya estamos muy lejos de 1945. En 1971, cuando Estados Unidos desvinculó al dólar de su paridad con el oro  facilitó la expansión del mercado de crédito o de la deuda como un sucedáneo, cuando la deuda o el crédito en vez de la moneda, es un título cuyo respaldo último es el dólar o  las monedas nacionales que son divisas.

Es sabido que la oferta no crea su propia demanda, pero la necesita. No la crea porque el paulatino aumento de la producción no corre paralelo con el aumento de los ingresos del trabajo que sostienen la demanda, y esto se ve muy claramente en las crisis y sobre todo en las crisis financieras sin salida, cuando la deuda es impagable.

Por eso el crédito o el capital financiero se vuelven necesarios a la expansión del capital y al desarrollo del capitalismo, y a la vez agudizan sus contradicciones.

De ahí que no se puedan comparar etapas distintas del desarrollo porque las funciones de cada elemento son diferentes, y menos se pueden comparar las funciones de los distintos elementos entre sistemas distintos: quienes lo hacen sin tener en cuenta ni los sistemas diversos ni las etapas distintas, creen que existe una economía uniforme siempre o que el sistema funciona de la misma manera en sus distintas etapas.

…EL CAPITAL PRODUCTIVO Y EL CAPITAL FICTICIO…

El capital existente en forma de títulos que rinden un interés o rentas está compuesto de acciones y títulos de deuda, que en realidad son un capital ficticio. Contrariamente al capital productivo, como las máquinas, las fábricas o las mercancías, el capital ficticio no tiene valor por sí mismo: representa un valor, y puede aumentar o disminuir sin que se produzcan alteraciones en el capital que representa,

Es posible porque su valorización, también es ficticia, provocada por el mercado, por el voto de los capitalistas que lo poseen, que conduce a la concentración del capital, a la gran propiedad de capital en pocas manos, no más de 1 a 2% de la población mundial. Los pequeños capitalistas o pequeños empresarios se vuelven cada vez menos importantes, pierden ingresos o directamente quiebran, y con el predominio del gran capital financiero, el capital ficticio crece más que el capital productivo y refuerza la crisis.

…VOLVIENDO A LA MONEDA…

La moneda apareció mucho antes del capitalismo y aún del capital comercial. Los primeros sistemas monetarios fueron metalistas o bimetalistas, que empleaban oro y plata como moneda porque son los metales con un valor medio universal muy uniforme, al contrario de otros metales, con grados muy diferentes de pureza y valor más inestable. En estos sistemas monetarios, la cantidad de dinero en circulación se adaptaba por si solo a las necesidades de la circulación de mercancías. Recién a fines del siglo XIX y en el XX se generalizaron los signos monetarios nacionales dependientes del Estado, y el cambio entre ellos empezó a ser en base a la cotización de las divisas.

…Y LAS DIVISAS…

No todas las monedas nacionales son divisas. En la segunda mitad del siglo XIX y sobre todo el siglo XX esta diferencia se acentuó, por la diferencia entre las economías nacionales. A medida que se consolidaba y extendía la revolución industrial, ésta abarcó sólo a los países que se pudieron industrializar hasta los máximos niveles posibles en cada nuevo ciclo grande del capital, generalmente de salida a las grandes crisis.

A su vez, los países industrializados eran los países coloniales del siglo XIX y los imperialistas del siglo XX, y la enorme mayoría de los otros países quedaron como subdesarrollados sin dejar de ser capitalistas porque estaban atados al mercado mundial, pero no eran plenamente capitalistas en la medida en que la industria, que es el centro de la producción en el capitalismo, no se desarrollaba completamente y se especializaban en la producción de materias primas, lo que reducía el valor de sus monedas.

Esta característica del capitalismo corresponde a un largo ciclo que terminó en los años noventa del siglo XX, con pocas excepciones en América Latina.

…EL NUEVO CICLO MUNDIAL…

Este nuevo ciclo, posibilitado por China, supone la posibilidad de industrializarse de los países dependientes o del capitalismo periférico o de menor desarrollo, y es tanto un alargamiento de la vida del capitalismo como el inicio de una transición hacia una reforma mayor del sistema, e inaugura la perspectiva de un capitalismo más homogéneo o más integrado, en el cual se terminaron las soluciones de alcance exclusivamente nacional.

La paradoja es que se trata de una integración en medio de la crisis, cuando el crecimiento de un país proviene más de su capacidad exportadora no apoyada fundamentalmente en materias primas aunque sin excluirlas, que lo que puede conseguir para su crecimiento y sus ingresos en el mercado interno, con una industria retrasada.

ARGENTINA Y SU INTEGRACION EN EL NUEVO CICLO MUNDIAL…

La Argentina tiene una nueva gran oportunidad de integración por su riqueza en petróleo y gas de Vaca Muerta y de la plataforma submarina del Atlántico sur (que llaman la atención de Estados Unidos), más el litio, el cobre, el crecimiento industrial, el potencial agroganadero tradicional, la industrialización del interior y la salida bioceánica con los puertos chilenos del Pacífico, que facilitan las exportaciones a China y a los países emergentes de Asia y hacen posible en el Mercosur una nueva era sobre el ABC (Argentina, Brasil, Chile) imaginado por Perón.

Todo esto, a su vez, es la única posibilidad de sostener en el futuro la política social y de ingresos del peronismo sobre una base económica real y no sobre una plataforma productiva retrasada frente a lo que llegó a ser en el pasado y hasta el advenimiento de la democracia represora, que le inventó la hiperinflación a Alfonsín para entronizar la parte del peronismo claudicante ante la derecha y alentar la convertibilidad imposible y la dolarización empobrecedora.

…EL DESAFIO PARA EL PERONISMO…

Es innegable que esta tendencia sólo se pudo interrumpir en los años del kirchnerismo,  hasta que se entronizó la crisis financiera sin salida en 2008.  Ahora va a requerir algún tipo de acuerdo en la cúspide política del peronismo, ante todo para incorporar lo que jamás estuvo previsto: la inclusión en el nuevo orden mundial porque hay una gran posibilidad de cambio para el país pese a la magnitud de la crisis.  Esta inclusión es el único camino de salida para la hasta ahora invencible inflación, alentada por la derecha.

…ENFRENTAR LA INFLACION…

Lo que deseo recalcar es que la inflación proviene en primer lugar de razones estructurales, es decir, un menor desarrollo de la industria y el predominio de la producción primaria, la agricultura, la ganadería o la minería, y una industria basada en una cierta industrialización en estas ramas y en las ramas livianas, destinadas al mercado interno generado por la actividad exportadora en manos de una oligarquía nativa o incluso colonialista o imperialista sin transferencia paulatina de capitales hacia industrias más avanzadas.

Entre las excepciones, fue muy importante la industria sustitutiva de importaciones (ISI), desarrollada espontáneamente en Argentina por la amplitud de su mercado interno al fin del siglo XIX y en el XX hasta la crisis de 1929, y su profundización por el peronismo en el país, que por ese motivo fue y sigue siendo el único partido nacional verdaderamente industrializador. Por eso también se vio alejado con violencia del poder o sujeto a golpes de Estado y proscripciones, que fue decisivo para el atraso productivo, y su alta inflación, que confirma que los motivos estructurales son los determinantes, y que el monetarismo o la emisión son más bien un mito.

Yan Dasso y Hernán Herrera, así lo muestran en “La Argentina frente a la interminable montaña rusa de los aumentos de precios” (Ámbito Financiero, 21/6/2022). Los países desarrollados pueden combatir la inflación con la política monetarista, pero se la imponen a los países de la periferia para asegurar el predominio del crédito y de la institución que resguarda los intereses del capital financiero, el FMI, asegurado por el Estado de Estados Unidos.

En cuanto a la inflación, como ya lo expresé en el artículo último de La Capitana siguiendo a Dasso y Herrera, no es una cifra que cae del cielo, sino que está marcada por las expectativas de las empresas y no por los costos reales.

Esas expectativas, a su vez, son un caos y están decisivamente definidas por los consultores, que ni bien sale una medida oficial, se ocupan de prevenir contra un próximo desastre, creando así las condiciones para que se produzcan las mayores alzas, por lo que recibieron fuertes coimas cuando se preparaba la reestructuración de la deuda.

Añado yo que el único que las pudo contener mientras estuvo apoyado por el poder político fue el ex ministro de Economía Martín Guzmán. Cuando renunció por ese motivo, los precios se elevaron a un ritmo que confirmaba las peores expectativas fomentadas por los consultores, cuando todo el mundo sabe que lo peor que pueden hacer quienes tienen acceso al mercado o influyen sobre el mismo es alentarlo a que empeore sus expectativas.

Claro que en ningún otro país sucede algo parecido. En Alemania, por ejemplo “La Asociación Alemana de Inquilinos advirtió que «millones de personas» no podrán pagar la calefacción debido al alza de las tarifas del gas. «Es mucha gente (…) Estamos hablando de millones de personas», dijo el presidente de ese colectivo, Lukas Siebenkotten, al periódico Tagesspiegel, reprodujo la agencia de noticias Sputnik. El dirigente pidió al gobierno una reforma integral del sistema de subsidios de vivienda, así como una mayor protección contra los despidos laborales. «Tendría que aumentar el umbral de ingresos de la gente que puede pedir el subsidio», planteó. Según diversas previsiones, Alemania afrontaría un colapso energético en el invierno boreal ante una posible interrupción de los suministros de gas natural procedente de Rusia. El gobierno de Olaf Scholz pidió a la población disminuir el consumo de electricidad para afrontar la crisis energética(El Economista, 8/8/2022). A nadie se le ocurriría allí hacerle un paro al gobierno por la situación de menor disponibilidad de combustible por la crisis energética derivada de la guerra entre Rusia y Ucrania, como hizo la Mesa de Enlace con el gobierno argentino.

Así como la oposición, en sus ataques violentos al peronismo, se muestra cada vez más como los continuadores de la Revolución Libertadora y el golpe de 1976, que atacaron al peronismo con fusilamientos, el bombardeo a Plaza de Mayo a gente que no estaba efectuando siquiera una demostración política pero para prevenirla, la proscripción del peronismo y el exilio de Perón por 18 años, y la desaparición de militantes y opositores, a pesar de que lo hacían considerándose la democracia que combatía a la dictadura cuando la verdadera dictadura eran ellos, el peronismo debe volver a intentar su unidad sin atentarla desde allí, atacando casi sin medida a figuras relevantes del gobierno de Alberto Fernández, como era el ministro Guzmán, ya que van a tener que dar una respuesta para adaptarse al nuevo sistema mundial ante una posible vuelta al gobierno.