Para las estrategias globalizadoras y mediáticas, la memoria de la tierra y la memoria de los pueblos deben vaciarse de contenido. Deshacerse. El tiempo debe jugarse en el presente consumista, pues toda noción de raíz o de destino colectivo será inexorablemente transgresora de esta estrategia de vaciamiento que tan fervorosamente defiende la concepción neoliberal en la actualidad latinoamericana y mundial.
Una política cultural no puede descuidar la memoria de los pueblos, ni el destino transformador de la historia de los pueblos y naciones.
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