Anteayer, cuando recibió de manos de Ivanka Trump un premio especial del mismo Atlantic Council que galardonó a Mauricio Macri como "ciudadano global" en octubre pasado, Christine Lagarde disimuló como una verdadera estadista la furia que desató en el staff técnico y en el management del Fondo Monetario la decisión de su padre, Donald, de blindar al mandatario argentino contra la corrida cambiaria que amenazó hasta el viernes con llevárselo puesto. La orden de Trump la ejecutó disciplinado el Nº2 de Lagarde, David Lipton, a instancias del secretario del Tesoro norteamericano, Steve Mnuchin. Fue el propio Lipton quien salió a respaldar, para despejar toda duda, la demolición de la "zona de no intervención cambiaria" que anunció el lunes el Banco Central. Era el mayor enemigo de cambiar lo pactado en el acuerdo de octubre.