Todos sabemos que las relaciones sociales (ricos, pobres, clases medias), están determinadas por las relaciones de producción (patrones y empleados), y a su vez esto está sujeto a los modos de producción. Que el modo de producción sea agrícola, industrial o que lo que se produzca sean servicios, determinará niveles de ganancias para los dueños de los medios de producción y salarios para sus empleados y operarios. Por fuera de este esquema central habrá una gran cantidad de actividades cuentapropistas que sin embargo serán subsidiarias del esquema central. Pero ¿Qué ocurre ahora? ¿Cómo se han modificado los medios de producción en los últimos años? ¿Qué cambió y cómo se modificaron las relaciones de producción y como consecuencia las relaciones sociales?
A partir de la gran difusión del concepto de cibernética con los logros de Norbert Wiener y la publicación de su libro en 1948, este concepto, que era preexistente desde lo teórico, se instaló progresivamente para el análisis de la producción a partir de los preceptos de control y regulación, ensayo y error y la consecuente retroalimentación de circuitos de movimiento y de información. Esto daría origen, no solo a la computación, entendiendo como tal a las máquinas ordenadoras, depositarias de información y control, sino también al avance en la mecanización generando máquinas robotizadas, llegando hoy a la inteligencia artificial de aplicación creciente en todas las áreas.
Hoy la siembra pueden hacerla máquinas que registran satelitalmente las condiciones climáticas y de humedad ideales, con mínima intervención humana; lo mismo ocurre con la cosecha y su almacenamiento, otro tanto se da con la industrialización de lo producido. Hay máquinas que construyen otras máquinas. En la industria automotriz hay robots que sueldan, pintan y ajustan tornillos, cada vez es menor la intervención humana; poco en la manufactura y algo más en el control o supervisión. Ya en la década de 1980 apareció la primera fábrica sin obreros en Japón, solo necesitaba un par de ingenieros. Las plataformas digitales organizan la disponibilidad del transporte, como uber, detectan nuestros intereses y nos ofrecen artículos a consumir obviando el establecimiento comercial físico, los teléfonos inteligentes nos escuchan y registran nuestros intereses para alimentar algoritmos que nos harán llegar la oferta de bienes o servicios correspondientes. También manejan la información disponible con el mayor “saber” enciclopédico de la historia
La robotización y el control de la información cambiaron los modos de producción y de servicios; también los modos de comunicación. La robotización progresivamente tiende a producir la desaparición de la producción social, los operarios tienden a desaparecer. A su vez en el área de servicios ha aparecido el cuentapropista o el emprendedor que trabaja en muchos casos desde su casa. No cumple horarios, no marca tarjeta, trabaja a destajo, desde lo teórico no hay un patrón que lo ‘explote’, la relación laboral ha mutado a la ‘autoexplotación’. Al no haber producción social, no hay compañeros de trabajo, colegas, semejantes, en todo caso, en esta ilusión de la empresa personal ahora hay competidores.
Podría pensarse que tener máquinas robotizadas que hagan las tareas peligrosas, las tareas rutinarias, que se encarguen de la producción en serie, liberaría a los seres humanos de obligaciones laborales dándoles más tiempo para el ocio, para el arte. La realidad nos muestra que no es así. Los dueños del poder y la riqueza, de los medios de producción, del manejo de la información, “la información es poder”, dice una frase famosa, no lo han considerado de esa manera.
Esta modificación en los modos de producción acompañada del mayor desarrollo histórico del capital financiero (el dinero virtual es muchas veces superior en volumen ‘virtual’ al dinero físico) genera varias consecuencias. Por un lado, la mayor concentración de la riqueza en la menor cantidad de manos de la historia humana. Por otra parte, una masa importante de consumidores de bienes y servicios constituida por trabajadores ‘independientes’ generados por este cambio, sumados a asalariados de altos ingresos; y en tercer lugar los que se caen del sistema, los que no tienen lugar en la ecuación, los que quedaron sin trabajo, sin actividad económica, los que no tienen el dinero necesario para poder participar como consumidores, los frecuentemente sin techo, los muertos civiles, ya que la condición de ciudadano deja de estar atada a la simple existencia para estar determinada por la inserción en el sistema financiero a través de una tarjeta bancaria o de una aplicación en un smartphone.
¿Cómo se reflejan estos cambios económicos en lo político? Hasta ahora el estado democrático ha funcionado como un regulador de las relaciones sociales, ya que si bien ha tenido como premisa fundamental garantizar la propiedad privada de los medios de producción asegurando los intereses de la clase dominante, también ha sido un freno a los abusos del poder ejercido por esa clase dominante. Preconizan entonces lo que se ha dado en llamar democracias de baja intensidad. Se cuestiona la actividad política desarrollada en igualdad de condiciones por todos los grupos sociales, se pretende erradicar al apoyo estatal a la actividad política liberando los aportes de las empresas privadas a los partidos políticos en las campañas electorales. La lógica consecuencia es que a mayor respaldo económico, mayor campaña, mayor difusión, mayor conocimiento de candidatos y contenido simbólico, ergo mejor resultado electoral. Esto en principio, el objetivo final es la eliminación de los estados para que sean las corporaciones las que dicten las reglas del juego, con ejércitos privados que las hagan cumplir o mantener estados mínimos con una estructura represiva y judicial mercenaria (cualquier parecido con la realidad no es casual).
¿Cómo se implementa o como se está implementando? Además del discurso individualista y meritocrático sobre el cuentapropismo y los emprendedores, mensaje que inunda los medios de comunicación y las redes sociales, desde los noticieros a los programas de espectáculos y chimentos, a gran hermano, de convertir al otro en un competidor y no en un semejante; desvalorizando la solidaridad, haciendo ver al excluido como un parásito, naturalizando la exclusión y la pobreza hasta llegar a la insensibilidad ante ella. Darwinismo social o sálvese quien pueda.
A esta sociedad de la exclusión provocada por las clases dominantes le sobra gente. En el modelo neoliberal el desocupado era un beneficio estructural para el sistema, ya que la desocupación en una etapa en la que la producción era mayormente social a través de grandes masas trabajadoras era un disciplinador social ante el planteo gremial, hoy, cuando se busca la eliminación de la producción social, el desocupado, el pobre, el que no consume, el excluido, sobra.
Se eliminan los programas sociales, se disminuyen los ingresos a los jubilados, se les quita el acceso a los medicamentos gratuitos que pueden representar casi el mismo valor de su haber jubilatorio, se desfinancia la educación pública, se desfinancia la salud pública.
Si consideramos que gran parte de la mortandad de integrantes de los pueblos aborígenes en América no se debió a las armas de fuego y a la espada o al trabajo esclavo, sino a las enfermedades traídas por los europeos para los que los originarios no tenían anticuerpos; la exclusión de las vacunas gratuitas de los programas estatales, sea por decisión explícita o no, se parece bastante. En el mundo estamos viendo genocidios y guerras que siempre tienen detrás a los mismos protagonistas. La exclusión se parece a un genocidio por goteo.
Al igual que en tiempos pretéritos nos preguntamos ¿qué hacer?
La respuesta no puede ser simplemente resistir, se parece demasiado a morir con honor y el objetivo es vivir y mejorar. Por lo pronto deberíamos saber que hay algunas cosas que no debemos hacer como estar desunidos ya que sabemos a quién le conviene eso y no deseamos colaborar con ellos, al menos eso se supone. Está claro que el poder se enfrenta con otro poder, en este caso poder popular autogestivo. Las cooperativas han sido históricamente una organización económica posible y en muchos casos exitosa. Toda iniciativa solidaria nos devuelve nuestra identidad.