En general los economistas y los historiadores coinciden en los costos de la inflación y de las otras variables cuando descarrilan, algo muy frecuente, pero difieren respecto de si deben atribuirlas a una o a varias causas. Existen una gran variedad de libros y artículos que dan cuenta de lo expuesto, desde distintas posiciones políticas, ideológicas o teóricas. Recientemente se publicó un libro muy interesante, que respeta el calendario y hace un exhaustivo análisis desde 1948 a 2002, compilado por Gerchunoff, Heymann y Jáuregui. En el prólogo los autores aclaran: “Pretendemos en síntesis estudiar la propensión argentina a la inestabilidad macroeconómica y a los cambios abruptos de tendencia, enfocándonos particularmente en los corsi e ricorsi de las crisis y de los programas de estabilización (y a veces de desarrollo) que por un tiempo y a su modo trataron de encauzar la economía”. Destacamos también un párrafo que solemos olvidar en las interpretaciones. “Todo punto de partida de una historia es arbitrario porque sacrifica causas y explicaciones. Puede ocurrir que lo que observamos desde 1948 esté vinculado con la distribución de la tierra en el siglo XIX, con el advenimiento de la sociedad de masas durante la segunda y tercera décadas del siglo XX o con la depresión de los años treinta, o con la declinación de Gran Bretaña y su relevo por USA, todos factores que, entre otros, modelaron a la economía y la sociedad argentinas”.
Como suele decirse lo que perturba es el comportamiento de las personas, de las instituciones, de la historia, de las órdenes políticas y públicas, y vaya a saber cuántas cosas más. En el cementerio reina la paz y el aroma de las flores, pero en la vida las conductas, las acciones macroeconómicas-microeconómicas y las contradicciones, por lo menos hasta el momento y seguramente por muchos años, suelen conducir a resultados inciertos. Si fuese lo contrario, resultaría más sencillo resolver algunos problemas en el país.
Puede ser que en algunos casos, por ejemplo los comportamientos de los consumidores de diferentes capacidades de ingresos frente a una góndola, resulten predecibles, pero el resto es mucho más complicado y por si fuera poco vuela alto en aleatoriedad y volatilidad.
Por eso lo que hacemos en el documento es simplemente plantear contenidos y recorridos de algunas pocas variables, conocer algunas de sus virtudes y defectos.
Viene muy bien una reflexión de un personaje de Fontanarrosa: Estando en una reunión una señora muy elegante se acerca al autor, un historiador de nota que presenta un nuevo libro, y le dice lo siguiente: “¿Así que usted es historiador? ¿Y está haciendo un libro sobre la Historia Argentina? Digo yo… ¿No podría adelantarme el final?”