El 26 de diciembre de 2019 todos estábamos llenos de esperanza. Acababa de asumir la formula Fernández-Fernández y la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que hasta la fecha había sido un testigo mudo e inmóvil de las barrabasadas del macrismo, apareció de pronto y dijo algo que muchos abogados esperábamos que dijera, después pasar casi cuatro años peleando contra la Doctrina Irurzun. Expresó la Corte Suprema en el caso “Rojas, Lucía Cecilia; Jara, Ricardo Omar; Vázquez, Cristina s/ homicidio agravado”, que “esta Corte Suprema considera oportuno recordar que cuando en su artículo 18 la Constitución Nacional dispone categóricamente que ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo, establece el principio de que toda persona debe ser considerada y tratada como inocente de los delitos que se le reprochan, hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo contrario mediante una sentencia firme (Fallos: 321:3630)”.
Cuando la Corte Suprema (de pollo) dijo eso, teníamos las cárceles llenas de personas presas sin sentencia firme, en prisión preventiva. Esto es, personas que ante la ley aún eran inocentes y estaban siendo tratados como culpables.
¿Permite eso la ley argentina? Sí, lo permite excepcionalmente en dos supuestos que habilitan la prisión preventiva: cuando se acredita que el acusado puede evadir la acción de la Justicia —por ejemplo, darse a la fuga— o cuando se acredita que puede entorpecer la investigación.
El gran Alberto Bovino escribió hace unos años que “no se puede dictar una privación de libertad sobre el pronóstico de hechos futuros por la existencia de circunstancias que solo indican la mera posibilidad de que algo suceda (v. gr., la fuga). Por ser hechos futuros, no es posible probarlos, pues aún no han sucedido. Lo que sí es posible demostrar son los motivos por los cuales se puede sostener, razonablemente, la probabilidad de que el imputado se fugue o entorpezca el proceso de investigación. En este sentido, la Corte IDH ha dicho: ‘La Corte, por tanto, desestima dichos argumentos debido a que el peligro procesal no se presume, sino que debe realizarse la verificación del mismo, fundado en circunstancias objetivas y ciertas del caso concreto (Caso Argüelles y otros vs. Argentina, 20/11/2014)’. Lo que se pide, entonces, es un juicio fundado sobre la probabilidad de que la fuga o el entorpecimiento ocurrirán. En este sentido, es esencialmente importante no confundir ‘posibilidad’ con ‘probabilidad’. La posibilidad de que algo suceda no alcanza para fundar la existencia del peligro procesal».
«A modo de ejemplo, ‘tener facilidades para abandonar el país o para permanecer oculto’ solo indica que para el imputado es posible (podría) abandonar el país u ocultarse, es decir, que él posee la aptitud o los medios para hacerlo. La probabilidad, en cambio, es otra cosa, significa cualidad de probable, que puede suceder, es decir, que hay buenas razones para afirmar que lo hará. La posibilidad contesta si estoy en condiciones de realizar algo; la probabilidad contesta si lo haré” [1].
Al finalizar al gobierno de Mauricio Macri, muchos de los detenidos en prisión preventiva lo estaban por motivos políticos. Procesos plagados de violaciones a sus derechos y garantías que los hacían ilegales por completo y una clara violación al régimen de Derechos Humanos.
Afirmo sin miedo a equivocarme, y asumiendo que para algunos será injusto, que de estos procesos ilegales, el ejemplo paradigmático es la prisión preventiva que tiene detenida a Milagro Sala. La primera presa política del macrismo. Enunciar la increíble cantidad de violaciones a sus derechos y garantías me insumiría mas espacio del que tengo. Pero lo voy a resumir en estas palabras de Ernesto Sanz —político radical y amigo confeso del gobernador Morales—, que explicó que “la detención de Milagro Sala no estuvo bien hecha, pero a los tres días se corrigió el error y hoy está detenida por otra causa, en otro expediente y por una razón absolutamente distinta de la protesta”. Sanz explicó que Sala “hoy está detenida por asociación ilícita, malversación de caudales, por defraudación, por extorsión, por medio Código Penal y está bien detenida”. Por si quedara alguna duda, aclaró los verdaderos motivos del encarcelamiento de Sala: “¿Por qué ocurre esto en Jujuy? Esto es realpolitik, vamos a hablar de una confesión real-política. Gerardo Morales asume el día 10 de diciembre, si Morales no hacía lo que hizo, el día 11 de diciembre, en 24 horas, dejaba de ser gobernador de Jujuy» [2].
Una confesada detención política. Que no ha se ha modificado hasta la fecha. Hace unos días, hablando del tema Milagro con compañeros, alguien me recordó algo que yo había dicho en ese diciembre de 2019. Lo que dije entonces lo sigo pensando este 3 de julio de 2021. Desde que asumimos el gobierno en diciembre de 2019, justo desde ese día Milagro Sala es nuestra presa política.
Corresponde que señale que Milagro estuvo en prisión preventiva por causas de jurisdicción federal y también por causas de jurisdicción provincial. Es decir, por delitos que investiga y juzga la justicia federal, tal como fue la causa que conocemos como la “del escrache o los huevos” y por causas que investiga y juzga la justicia provincial. En estos días, esta presa por una causa provincial que los abogados conocemos como “Pibes Villeros”.
Mientras Milagro tuvo causas de jurisdicción federal, sostuve que el Presidente debía indultarla. Siempre supe y lo expliqué, que ese indulto no llevaría a la libertad de Milagro, porque seguiría pesando sobre su cabeza la prisión preventiva por la causa provincial en la que también estaba detenida. Pero al promover el indulto de Milagro, yo tenía en la cabeza la idea de un documento que señalase todas y cada una de las aberraciones que debió tolerar; un documento que denunciase la persecución política, judicial y mediática –que conocemos como lawfare— y que fuese el puntapié político para discutir de verdad el lawfare en la Argentina y en particular algo que aun nos afecta, que es la participación del Poder Judicial en esa persecución. Porque, señores: hoy nos siguen juzgando los mismos jueces y fiscales que llevaron adelante el lawfare y eso implica en sí mismo la imposibilidad de tener un Poder Judicial que respete derechos y garantías o que aplique el derecho mínimamente.
Pero mi idea no prosperó, no indultaron a Milagro Sala por la causa federal. Tampoco el Poder Judicial se autodepuró –a la vista está—, la reforma judicial quedó dormida en el olvido polvoriento de la Cámara de Diputados y Daniel Rafecas sigue esperando que la oposición se digne a votar su pliego como procurador. Verán ustedes que la estructura judicial que permitió y llevo adelante la persecución está indemne y goza de buena salud y mi crudo pesimismo —yo lo llamo realismo con información— me indica que todos estos fracasos en materia de reforma judicial son algo que podríamos lamentar más adelante.
Atento a que la causa federal prescribió, es decir que la acción penal se extinguió por el transcurso del tiempo, ya no puede el Presidente de la Nacion indultar a Milagro. El único que sí podría indultarla es su carcelero —el Visir de la Puna, como lo llama mi amigo Rinconet—, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
Parece poco probable que lo haga. De hecho, para decir por qué no lo hace suele usar dos falacias auto-contradictorias y ciertamente mentirosas. Una es que no indulta a Milagro Sala porque la sentencia no está firme. Hace años la Corte Suprema consideró valido el indulto sin sentencia firme. Los casos de “Riveros, Santiago Omar y otros s/privación ilegal de la libertad, tormentos, homicidios, etc.” (Fallos: 313:1392) y “Daleo, Graciela Beatriz s/eximición de prisión” (Fallos: 316:507).
La otra falacia es que no la indulta porque tiene sentencia firme. Se trata de un caso de amenazas que, por cierto, es una causa provincial. Y al respecto, el tiempo de detención que lleva cumplida Milagro ha excedido ampliamente la pena que le fue impuesta por la causa de amenazas. Pero como sea, verán que en su argumentación Gerardo Morales le hace pito catalán al principio de no contradicción, aquel que señala que una cosa no puede ser y no ser en un mismo tiempo y lugar. O no la indulta porque Milagro carece de sentencia firme o no la indulta porque Milagro tiene sentencia firme. Una de las dos o ambas deben ser falsas. Lo que no pueden ser ambas verdaderas. Y sabemos que no son verdaderas sino meras excusas de ocasión. Resumiendo: en términos peronistas, “Gerardo Morales no indulta a Milagro Sala porque no se le cantan las pelotas”. Digámoslo con claridad.
Hay quien sostiene que el Presidente debería haber presionado a Morales para que saque el indulto. Y propone presiones que llaman “caja y látigo”. Yo me pregunto si en efecto esos son modos válidos de presionar. ¿Estamos dispuestos a hambrear a 787.000 jujeños? Hay quienes sí dicen estar dispuestos. Yo me sigo preguntando acerca de si es un método válido y legitimo ese que proponen. Me hace acordar mucho a un clásico dilema de la filosofía moral que se pregunta si es válido torturar a un presunto terrorista para conocer la ubicación de una bomba colocada en un jardín maternal. Y sé cuál es la respuesta legal a ese dilema. Pero no me atrevería a universalizar mi respuesta moral. Y a mi incertidumbre debería añadir un par de detalles institucionales que, por lo visto, sortean con más facilidad quienes están de acuerdo con esta tesis.
También están los que predican la panacea de intervenir la provincia de Jujuy. Y en particular su Poder Judicial. En mi humilde opinión, razones hay de sobra, porque ese Poder Judicial es un desastre. Veo dos obstáculos, uno de procedimiento: deberían conseguir los votos para que lo haga el Congreso. El otro es —digamos— judicial. Supongamos que la intervención sale por Decreto del Poder Ejecutivo. (Hay antecedentes.) Y que entonces Morales va a la Corte Suprema a quejarse. ¿Cuál creen que seria la respuesta de la Corte, si no quiso ni sostener la suspensión de clases dispuesta por el Poder Ejecutivo motivada en razones de pandemia? Ven, he ahí otro de los problemas que resultan de no haber reformado esa Corte de Morondanga que tenemos hoy. Y sin ánimo de desanimar a nadie, quiero señalar que, si se declarase nula la intervención, también serían nulos todos los actos dictados en razón de dicha intervención. Incluyendo la libertad de Milagro. Con lo cual Milagro tendría que afrontar una decisión cruel: o volver a su prisión o darse a la fuga, como hizo Pepín. Y puedo garantizar que Milagro es infinitamente mas digna que Rodríguez Simón.
¿Entonces no se puede hacer nada? No, se pueden hacer muchas cosas, la primera de ellas es no dejar sola a Milagro Sala. Acompañar como Estado Nacional cada uno de sus reclamos ante organismos internacionales. Denunciar en cada foro político la arbitraria detención. Hacer del tema un tema de la agenda publica y no un secreto vergonzante. Y hacer política de la persuasión, esa de la que habla Alberto Fernández sobre Gerardo Morales, de modo tal que no tenga más remedio que indultar a Milagro. Que ni pueda soñar con ser candidato a algo sin haber indultado a Milagro. Que no pueda siquiera aparecer sin que el nombre de Milagro aparezca de inmediato.
Escribo esta nota porque me enoja mucho como por cuestiones políticas muchos se acuerdan de Milagro para pegarle al gobierno nacional., que en efecto hasta la fecha ha fracasado en su voluntad de liberar a Milagro. Pero jurídicamente no hay mucho más que pueda hacer, al menos con la lapicera. A esos seres de cuarta los invito a reflexionar sobre sus dichos irrealizables y que piensen un poquito en Milagro Sala presa y la angustia que debe sentir además cuando aparece los decidores de disparates irrealizables. Saben que los presos se aferran a cualquier ilusión para pensar que la libertad es posible. Pero Milagro no merece ilusiones vanas. Merece la verdad y que su nombre sea bandera de todos para seguir peleando por su libertad… ¡y obtenerla!
El Indio Solari dijo en un concierto, hace pocos años: “Los que estamos acá tendremos algún amigo, algún hermano que está en prisión. Esta canción no es para ellos, porque melonear cuando estás adentro no es bueno. Es para que nosotros nos demos cuenta que están sujetos al pésimo infierno”.
No nos olvidemos de Milagro. No abandonemos a Milagro. Y sigamos peleando por su libertad y por el fin de su infierno. Que es nuestro también, aunque a veces no nos demos cuenta.