Nicolás Maquiavelo tenía una concepción cíclica de la historia. De allí que en la dedicatoria de su libro El Príncipe a Lorenzo de Médici, afirma que lo escribe tras “una larga lectura de las cosas antiguas y una larga experiencia de las cosas modernas. De todo esto, meditado y examinado con detención escrupulosa, he formado un pequeño volumen”.  Y en su Discurso sobre la Primera década de Tito Livio afirma que “los hombres nacen, viven y mueren sujetos a las mismas leyes naturales”.

La conclusión principal que se desprende para Maquiavelo de la lectura de la historia es que “quienquiera compare el presente al pasado verá que todas las ciudades, todos los pueblos siempre han estado y están aún animados de los mismos deseos y los mismos humores.” (Discursos: Libro I, cap. 39). Maquiavelo cree descubrir similitudes en las situaciones más diversas y encuentra en las características básicas de la condición humana el elemento estable y permanente que confiere inteligibilidad a los procesos históricos, por lo que deben examinarse con diligencia las cosas del pasado y con ello prever lo que ocurrirá en el presente y en el futuro. Por eso propone usar los métodos de los antiguos o imaginar nuevos según la similitud de los acontecimientos, “estudios rara vez emprendidos y siempre ignorados por los que gobiernan, por lo cual siempre vuelven los mismos males” (Discursos: Libro I, cap. 39). “Los hombres prudentes suelen decir con razón, que para prever el futuro hay que consultar el pasado, pues los acontecimientos del presente encuentran siempre en ese pasado su correspondencia. Realizados por hombres que están y que siempre han estado animados de las mismas pasiones, deben necesariamente producir los mismos efectos.” (Discursos: Libro III, cap. 43).

En El Príncipe escribe: “El fin del pueblo es más honesto que el de los ricos y poderosos, ya que estos quieren oprimir y aquel no ser oprimido. Además, si el pueblo le es enemigo, jamás puede un príncipe asegurarse ante él, por ser demasiados; de los grandes sí que puede, pues son pocos». Pero a continuación relativiza el peligro y dice: “Lo peor que puede esperar un príncipe del pueblo es verse abandonado por él, pero si sus enemigos son los ricos y poderosos, no solamente ha de temer que lo abandonen, sino incluso que se vuelvan en su contra”.

Si todo lo que afirma el gran florentino es cierto, entonces el gobierno de Alberto Fernández debe abrevar en las negociaciones de la deuda que se realizaron en los años 2004 y 2005, que se plasmó en el Decreto 1735/2004 firmado por Néstor Kirchner, el mismo Alberto Fernández y Roberto Lavagna, estableciendo los alcances, términos y condiciones del proceso de reestructuración. Pero también en las consecuencias que implican el accionar de los llamados fondos buitre, que en la mayoría de los casos no le prestaron un dólar al país pero sí compraron a precio vil los títulos de deuda argentinos ante el incumplimiento del contrato.

Los grandes bancos y fondos de inversión aprenden de la experiencia y, ante la cláusula según la cual si el 75% de los acreedores aceptan la reestructuración y/o canje de títulos de deuda, el resto debe acatar el acuerdo, ellos van a poseer el 25,01% de las acreencias de manera tal que toda decisión deba pasar por su tamiz.

Lo demostró el fondo Fidelity, que administra fundamentalmente un sistema de capitalización de retiro y/o jubilación principalmente en los EE.UU. y que poseía —directa o indirectamente— más del 25% de los Bonos BP 21 que vencieron el lunes 27 de enero de 2020, por un valor total de 249.975.000 dólares. Había un plazo de 10 días corridos para no incurrir en default, que se cumplía el miércoles 5 de febrero de 2020.

El día 4 de febrero el Gobernador Axel Kicillof dijo que iba a pagar la totalidad del vencimiento más los intereses, suma que debe detraer de los escasos recursos de la provincia y que implica un menor gasto en obra pública y en las prestaciones de salud, educación, asistencia social, etc. Primera enseñanza: se debe saber a ciencia cierta quiénes y qué porcentaje del título tienen en su poder.

No otra cosa han venido realizando los principales acreedores de la deuda de la Administración Nacional Argentina, ya se trate de Black Rock, Franklin Templeton, PIMCO, Greylock, etc. e incluso con las deudas de las provincias, como se demostró en el caso antedicho y la conducta del Fondo Fidelity. Conscientes de la inminencia del fin del gobierno de Macri, mientras otros inversores trataban de salir de las posiciones argentinas, ellos compraban a precios muy por debajo de su valor nominal, con lo que se explica que, pese a las fuertes órdenes de venta en los mercados internacionales, no derrapara aún más el importe de los bonos de deuda (si en promedio, en los primeros días de diciembre de 2019 los títulos públicos valían un 45% de su valor nominal).

Ese es el verdadero estado de situación y esos acreedores tienen un solo fin: maximizar sus ganancias a como dé lugar. Lo demostraron en su momento los fondos buitre cuando tras ser aprobado su pago por el Congreso de la Nación a comienzos de 2016, con el pretexto de que ello permitiría la reinserción de la economía argentina en el mercado de crédito mundial, llegaron a tener una ganancia hasta de un 1.180% sobre el capital invertido, Nuestro país hasta pagó los honorarios legales de la demanda, como es el caso del fondo NML Eliott de Paul Singer, según demostraron Joseph Stiglitz y Martín Guzmán en el artículo que publicaron en el New York Times el 1 de abril de 2016.

 

 

 

¿Cuántas divisiones tiene el Papa?

Cuenta la historia que poco después de que Alemania restableciese sus fuerzas aéreas e implantase el servicio militar obligatorio, en mayo de 1935 el canciller francés Pierre Laval acudió a Rusia para firmar un tratado de solidaridad entre ambos países. Laval explicó con cuántas divisiones militares podría defenderse Francia de Alemania. Luego le pidió a José Stalin que se rebajara la presión sobre los católicos rusos, ya que eso ayudaría al gobierno de París en sus relaciones con el Papa. Fue en ese momento cuando Stalin formuló la pregunta del subtítulo.

Salvando el tiempo y la distancia uno no niega la importancia del gesto del Papa Francisco, ni tampoco de las autoridades de España, Francia y Alemania. Pero el problema de la deuda es concreto, se debe establecer un plan de pago con la más amplia mayoría de los acreedores y de cada título emitido o se va a un nuevo default, con las consecuencias presentes y futuras que ello implica.

Los acreedores de nuestro país solicitan al gobierno un plan integral como base de cualquier acuerdo. Afirmar que la única condición para poder pagar es postergar los pagos de la deuda por algunos años no resultará suficiente para que los bonistas acepten un acuerdo.

De nuestra parte, los acreedores deben saber que el país está dispuesto a defaultear si no le aceptan un plan que como se dejó trascender, tenga un período de gracias apreciables (el trascendido dice cuatro años) y una tasa máxima de interés del 6%. Debería verse cuál es el plan propuesto de amortización del capital y con ello se tendrían los plazos finales del pago de la deuda.

Obviamente que el default implica que, en todos los casos de títulos de deuda bajo jurisdicción extranjera, se iniciarían juicios sumarísimos como el que realizaron en el Juzgado del Juez Thomas Griesa en el Distrito sur de Nueva York en  2012. Su sentencia fue convalidada el 14 de junio de 2014  por la Corte Suprema de Justicia de los EE.UU. al no tratar el caso argentino.

Hacia el futuro, el hecho de que el país haya incumplido con los pagos en diversos tramos de su historia hace que los banqueros y fondos de inversión le presten a la Argentina, pero a una tasa muy superior a la que obtienen los países vecinos de la región.

Se debe dar fin a este tormento. La propuesta debe ser lo suficientemente buena para que el país vuelva a crecer y, a la vez, con la capacidad de demostrar fehacientemente que si no se acepta el plan de pagos no hay posibilidad alguna de que se cumpla con los términos contractuales.

Los acreedores constituyen un enemigo poderoso. Se debe comunicar al pueblo argentino el verdadero estado de situación con nombre y apellido de los acreedores, consecuencia de una y otra medida, etc.

Es obvio que existe una sociedad de hecho entre los acreedores de todo tipo y el sector que extrajo del país la suma de 88.371 millones de dólares en los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri. Fuga permitida por el BCRA, que tiene como origen la deuda del Tesoro de la Nación que paga sus compromisos internos (jubilaciones y pensiones, proveedores, contratistas, obra pública, salarios, etc.) en pesos y, le vende los dólares (obtenidos por deuda y otros) al BCRA, que a su vez se los vende a los que detrajeron la suma mencionada.

Maquiavelo le advertía a Lorenzo de Médici que los ricos y poderosos te abandonan y conspiran contra ti.  Y esa conducta se va a cumplir inexorablemente, pero antes van a promover que el gobierno nacional y popular se deteriore día a día al no poder dar respuesta a la población.

Cada demora en dar respuesta al hambre, a la desocupación, a los bajos salarios, a la inflación, a las confiscatorias tasas de interés, que el nuevo gobierno se tome su tiempo para juzgar conductas como el crédito del Banco de la Nación Argentina por 1.350 millones de dólares a la empresa Vicentin cuando la misma está al borde de la convocatoria de acreedores; caso del Correo Argentino, la irregular compra de parques eólicos, la venta de la autopista Ausol y la suma de las 144  causas abiertas contra el gobierno de Cambiemos, mientras Amado Boudou sigue preso sin sentencia firme porque puede darse a la fuga, degrada la autoridad del nuevo gobierno.

La contrapropuesta es que se tomen medidas ejemplificadoras, esto es, en el caso de la deuda, se aceptan las obligaciones y se negocia con los “bonistas”, pero paralelamente se audita a donde fue cada dólar tomado de deuda. No es imprescindible que primero se audite y después se pague. El gobierno asume los compromisos firmados por el gobierno constitucional de Macri, pero eso no impide investigar a donde fueron los más de 129.000 millones de dólares en que se endeudó la administración de Cambiemos y que se determinen responsabilidades

Maquiavelo ponderaba a Cesar Borgia porque sus medidas, arriesgadamente pensadas, dejaban al pueblo “satisfecho y estupefacto”. Con convicción, inteligencia, información y organización se logran los resultados

Maquiavelo termina así El Príncipe: “No se debe, pues, dejar pasar esta ocasión para que Italia, después de tanto tiempo, vea por fin a su redentor. No puedo expresar con cuánto amor, con cuánta sed de venganza, con cuánta obstinada fe, con cuánta ternura, con cuántas lágrimas, sería recibido en todas las provincias que han sufrido el aluvión de los extranjeros. ¿Qué puertas se le cerrarían? ¿Qué pueblos le negarían obediencia? ¿Qué envidias se le opondrían? ¿Qué italiano le rehusaría su homenaje? A todos repugna esta dominación de los bárbaros. Abrace, pues, vuestra ilustre familia esta causa con el ardor y la esperanza con que se abrazan las causas justas, a, fin de que bajo su enseña la patria se ennoblezca y bajo sus auspicios se realice la aspiración de Petrarca: la virtud tomará las armas contra el atropello; el combate será breve, puesto que el antiguo valor en los corazones italianos aún no ha muerto”.

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