Supuestamente en las estructuras tribales primitivas los conflictos surgidos entre los integrantes de las distintas comunidades sedentarias eran dirimidos por consejos de ancianos, así eran considerados los mayores, o sea los que mayor experiencia y conocimiento tenían del acervo cultural desarrollado por el grupo.
A partir del empoderamiento de sectores de élite sobre el resto de la comunidad, garantizando estas élites su poder a través de una mayor capacidad de ejercer la violencia, antecedente del poder militar, y también el ejercicio del poder sobrenatural; ya que casualmente el poder militar, el poder político y el poder divino, o de sus representantes, las religiones, siempre pertenecieron a las mismas élites.
Comentario aparte: el poder político surge como resultante de la mayor capacidad de agresión, organización y pensamiento mágico, esto probablemente constituía los liderazgos primitivos en comunidades cuya economía estaba basada en la caza y la recolección.
Considero que hay política cuando existen como mínimo dos sujetos que conviven y deben decidir como administrarse, Zizek dice que si hay armonía no hay política y solo surge la política a partir del conflicto. Aunque no coincido con su criterio este me parece interesante, por lo demás es indudable que si hay conflicto, el conflicto es por el poder y esto es esencialmente político.
A medida que las comunidades crecieron en número también crecieron en complejidad organizativa y administrativa, siempre regidas por supuesto, por las élites dueñas del poder.
Así surgieron las ciudades estado, esto implicó la descentralización de algunas funciones para el ejercicio del poder, entre ellas la justicia que en algún momento pasó de los reyes a una estructura que los representara, siempre teniendo como premisa inicial la defensa de la propiedad de los poderosos y su autoridad.
Con el crecimiento y el desarrollo de las ciudades estado aparecieron las estamentaciones sociales. Alrededor del poder hubo un estamento privilegiado por este que tenía entre otros el beneficio de la propiedad y la posibilidad de producir en base a mano de obra esclava lograda fundamentalmente a partir de enemigos derrotados y esclavizados. Cabe comentar que los enemigos eran en general otros grupos humanos con los que se disputaba la posesión de algún bien; recursos naturales, alimentos, u otro tipo de riquezas. Siempre la codicia ha sido el motor de las guerras entre los poderosos.
En estas ciudades estado había fundamentalmente dos clases sociales, los ciudadanos, que a su vez representaban la fuerza militar, y los esclavos, que obviamente eran los que producían los alimentos y otros elementos. Con respecto a sus derechos y posibilidades, vale la pena un comentario sobre los espartanos, que si bien eran de los más duros en el trato de los esclavos no eran los únicos. Al inicio del año, los éforos, que eran los jueces espartanos, declaraban la guerra a los ilotas, nombre genérico que se daba a los esclavos. Esto implicaba que cualquier espartano podía matar a un ilota sin que esto constituyera un crimen, es más, los adolescentes, como ritual del paso a la adultez debían salir de noche y sin ser vistos ni descubiertos, matar esclavos, esto se consideraba meritorio.
De la antigua Babilonia, del reinado de Hammurabi, nos ha quedado un código de justicia, aparentemente el más antiguo encontrado, data del 1780 a.C. aproximadamente; aunque no es el más antiguo en sí mismo ya que se supone que se inspiró en códigos anteriores.
Este código parece haber surgido como una consecuencia del enfrentamiento interno entre sectores del poder. Supuestamente hasta la promulgación del código los jueces eran los sacerdotes, intérpretes de la leyes divinas, delegados de los dioses. A través del código el rey reivindicó su relación con la divinidad, ya que los dioses le habrían inspirado su redacción, el dios Marduk, y habría recuperado poder poniendo un límite a las sentencias arbitrarias de los sacerdotes; aunque lo arbitrario de esas sentencias no fuera los más importante sino la ganancia de espacios de poder.
El código de Hammurabi nos dejó entre otras cosas la ley del Talión y, fundamentalmente, el principio de inocencia, a partir de él la culpabilidad debía probarse. Demás esta decir que este código era para los ciudadanos, llamados hombres libres, y no para los esclavos, para ellos no había legislación que los amparara.
La palabra Justicia nos viene del código de Justiniano, emperador romano de Bizancio. El llamado Corpus Juris Civillis, redactado entre los años 529 y 534.
En los numerosos códigos de justicia elaborados por las diversas culturas, tanto de oriente como de occidente, ha sido siempre prioridad la protección del derecho de propiedad de los poderosos y en segundo lugar se ha legislado sobre las relaciones entre las personas, consideradas estas como ciudadanos libres, ya que para los esclavos no se ha considerado la dignidad de persona.
Como consecuencia de la industrialización dejó de ser económicamente rentable la esclavitud en la que había que proveer a los esclavos de alimento y alojamiento, siendo más conveniente el trabajo asalariado. La guerra de secesión estadounidense fue una clara muestra de dos modelos económicos en conflicto disputando el poder dentro del territorio de un mismo país. El sur agrícola, productor de materias primas con alto requerimiento de mano de obra en el caso del algodón, y el norte industrial, con imposibilidad fáctica de alojar mano de obra esclava, siéndole más útil el trabajador asalariado, tal como tenía su madre patria Gran Bretaña.
Esta nueva realidad trajo como consecuencia la aparición de nuevos estamentos sociales, ya no había esclavos, sino clase obrera, también llamada proletariado. Como es dable imaginar también debió adaptarse la justicia. De no tener ningún derecho los esclavos, los pobres que ahora los reemplazaban como escalón inferior de la organización social tendrían acceso a algunos derechos civiles, frecuentemente más teóricos que reales; y además también quedaban sujetos a la justicia de los estados para dirimir los conflictos entre ellos, los que antes dependían simplemente de la voluntad del amo para su resolución.
Los cambios económicos con la modificación de las matrices productivas trajeron también cambios políticos; las monarquías, en general, fueron sustituidas por organizaciones políticas republicanas, siendo estas,sociedades democráticas o al menos monarquías constitucionales con parlamentos elegidos democráticamente. Se mantuvieron las estructuras jurídicas que garantizaran el privilegio de los poderosos, con distintos matices, produciéndose en muchos países agiornamientos de los sistemas judiciales que acompañaron a las formas democráticas de gobierno.
Veamos entonces qué ocurrió en nuestro país. Después de la batalla de Pavón, en 1861, en la que aparentemente Urquiza, que se encontraba en posición ventajosa con respecto a las tropas porteñas de Mitre, se retiró del campo de batalla, lo que fue interpretado por muchos como una defección y esto consagró el triunfo de los unitarios, dueños del puerto de Buenos Aires, sobre el resto de las provincias. Mitre se hizo nombrar presidente en 1862 y se declamó un gobierno mentirosamente republicano y federal siendo que en la práctica se ejerció el más absoluto centralismo porteño.
¿Y que pasó con la justicia?
Para la autodenominada generación del 80, llamada por otros oligarquía porteña, se consideraba una consigna a cumplir que cada una de sus ‘familias patricias’ debía tener: un hijo militar, que garantizara el poder de las armas, un hijo cura, que garantizara el poder sobre la subjetividad popular, y un hijo abogado que formara parte del poder judicial para garantizar la protección jurídica de sus intereses. Por supuesto se prestó total atención a la propiedad y utilización de los medios de comunicación, así Mitre tuvo su diario ‘La Nación’, su ‘tribuna de doctrina’ y los Gainza Paz ‘La prensa’.
Con el transcurrir del siglo XX algunas cosas cambiaron. Esta oligarquía que siempre tuvo la vocación de depender de alguna metrópoli industrial como Inglaterra y luego EEUU, manteniendo una economía primarizada en base a la producción de materias primas, fue cediendo protagonismos personales y mercenarizando funciones para que no tuvieran que ser ejercidas por sus hijos. Las fuerzas armadas quedaron estructuradas como su tropa mercenaria y otro tanto el poder judicial; solo mantuvo control personal de la prensa, entendiendo que los medios de comunicación son fundamentales para construcción de una subjetividad social favorable a sus intereses. La iglesia no fue problema, desde la coptación del cristianismo por Constantino en el 313 esta pasó a ser parte o defensora de las clases dominantes.
Después de la segunda guerra mundial, los EEUU quedaron como los grandes triunfadores económicos de la contienda. Hay que considerar que recién ingresaron en la guerra en 1941, la guerra no se desarrolló en su territorio, fueron los principales proveedores de los aliados y todos quedaron totalmente endeudados con ellos; además, a través del plan Marshall generaron aún más dependencia de los países europeos hacia ellos. Si tenían vocación imperial esta quedó totalmente consolidada después de la guerra. Con respecto a América Latina, sobre la que venían interviniendo económica y militarmente desde la última parte del siglo XIX, no solo consolidaron su control colonial sino que crearon en Panamá la famosa “Escuela de las Américas” para entrenar a los ejércitos cipayos en la represión a la protesta social y a cualquier movimiento político que cuestionara su poder. Pero los tiempos cambian y las intervenciones militares fueron teniendo cada vez mayor resistencia por la opinión mundial, además, después de la disolución de la URSS en 1991, la posibilidad de choques militares con grupos que pudieran tener apoyo soviético desapareció, era una nueva época y venían nuevas modalidades de control, aparentemente menos escandalosas, con visos de legalidad.
Seguían teniendo el control de la prensa hegemónica, simplemente cambiaron la escuela de las Américas, donde entrenaban militares para torturar, por las invitaciones a miembros de los poderes judiciales de los países latinoamericanos, jueces y fiscales, a los EEUU, para recibir adoctrinamiento y entrenamiento en la administración de justicia que garantizara sus intereses. En nuestro país, desde el menemato, el desfile ha sido constante.
No debe asombrarnos entonces que el cuestionamiento judicial a gobiernos legítima y democráticamente elegidos en América Latina haya sido sistemático cuando estos no se alineaban con los intereses imperiales.
En el golpe inicial, cuando destituyeron en Honduras al presidente Mel Zelaya, el golpista que ocupó la presidencia fue Micheletti, el presidente de la suprema corte, luego vino el juicio político a Lugo en Paraguay, el intento de golpe a Correa en Ecuador, el impeachment a Dilma Rouseff en Brasil, la epidemia de lawfare con que encarcelaron a Lula, también en Brasil, y nuestras propias experiencias de lawfare en un país en el que Macri violó sistemáticamente la ley, desde la constitución en adelante y a ningún juez ni fiscal le llamó la atención.
Finalmente me planteo que así como en el mundo los sistemas políticos se han modernizado en beneficio de los pueblos y también ha habido una modernización de los sistemas judiciales, nosotros en nuestro país seguimos teniendo un poder judicial vitalicio, con remembranzas monárquicas, que desprecia la igualdad ante la ley, ya que no paga impuestos, y que tiene oscuras maneras de incorporar jueces y fiscales que frecuentemente entran por las ventanas, curiosa asociación con los ladrones que también son afectos a las ventanas.