Las elecciones de medio término no tienen incidencia directa en la conducción económico política del país, pero son significativas y determinantes para las bases institucionales que permitan consolidar logros populares y concretar aspiraciones sociales pendientes. No se juega el destino, pero si los caminos posibles.
La gestión del Alberto Fernández debió hacerse cargo de dos circunstancias muy complejas: la herencia de una economía fuertemente endeudada y desarticulada por la inflación y la pobreza, y una pandemia que puso en jaque la salud física y mental de los argentinos.
Frente a ello el Gobierno Nacional tomó la determinación -apoyada por Cambiemos en la primera etapa- de priorizar la salud por sobre la economía. Lo hizo a sabiendas de los costos políticos que implicaba esa decisión: reconstruir en tiempo record el sistema de salud pública para atender una emergencia como nunca vivió la humanidad, establecer una política nacional de vacunación; negociar con empresas farmacéuticas leoninas, apuntalar al personal de salud discriminado, restituir la categoría ministerial de la salud pública.
Mientras tanto se hizo lugar a atenciones primarias de las familias más necesitadas, se estableció el IFE, se otorgaron ayudas de subsistencia y créditos promocionados a PYME´s y monotributistas, se apoyó el sistema de obras sociales.
Y ello no fue todo. Se dio la batalla política por el impuesto a la riqueza que permitiera paliar parte del déficit fiscal que ocasionó la pandemia; se renegoció la deuda con bonistas privados para aliviar las arcas públicas y ahorrar intereses; se sancionó la ley de despenalización del aborto; se intentaron medidas razonables de mantenimiento del sistema de precios y de obras públicas y el control de los mismos; se financió el déficit con bonos en pesos nacionales; se suspendieron y penalizaron despidos sin causa para evitar incrementar la desocupación; se mantuvieron las tarifas de los servicios públicos, entre otras.
Sabemos que no ha sido suficiente, pero votamos por una propuesta proactiva y dentro del rumbo nacional y popular que supone permanentes intercambios de ideas, acciones y hombres que son propios de una alianza política y de un frente de gobierno en condiciones de extrema vulnerabilidad externa.
Sabemos también que pagar deuda con más deuda es el camino facilista y tramposo del poder financiero. Sabemos que el fantasma del recorte salarial vía flexibilización sólo tendrá como consecuencias la alteración de la paz social creando distorsiones en la búsqueda de un consenso social. Sabemos que Cambiemos sólo plantea volver al poder para acentuar las desgracias que generó en el contexto social y en el aparato productivo.
Sabemos que la libertad personal solo es viable en una comunidad que se realice.
Sabemos que el camino sigue siendo:
La independencia económica, la soberanía política y la justicia social.
Por ello votamos al Frente de Todos.