Le pedimos al Poder Judicial de este país que investigue las irregularidades sobre la deuda contraída por el gobierno de Mauricio Macri con el FMI y el destino que se le dio a ese préstamo millonario. Pero resulta que de esa investigación surge, como contó Nestor Espósito, que el entonces presidente de la Corte Suprema y hoy vicepresidente autoelecto, Carlos Rosenkrantz, giró al exterior 650.000 dólares el día después que la formula del Frente de Todos se impuso en la PASO. También giraron al exterior dólares “Bernardo Saravia Frías, ex procurador del Tesoro y asesor judicial de Macri; el procurador general bonaerense Julio Conte Grand; su ahijado Esteban Conte Grand, ex asesor del ex ministro de Justicia Germán Garavano; el ex camarista federal y ministro de Justicia Ricardo Gil Lavedra; los fiscales Ricardo Sáenz y Carlos Rívolo, y el juez Pablo Gallegos Fedriani”, asegura Espósito.

Claro que esta novedad no la leímos ni la escuchamos en buena parte de la prensa del país. Esto es también fácil de entender. Porque conspicuos dueños de medios y periodistas figuran también en los listados de quienes sacaron dólares. Entre ellos Jorge Rendo de Clarín, 2.908.350 dólares, Julio César y Fernan Saguier de La Nación, 1.455.000 y 920.000 dólares respectivamente, Jorge Lanata, 870.066 dólares, Novaresio 515.920 dólares y Héctor Magnetto, 500.000 dólares a través del JP Morgan.  Además Eduardo Feinmann sacó 480.000 dólares, Ricardo Roa 396.000, Pablo Sirven 303.000 «para comprar un inmueble en Punta del Este» e incluso Cristina … pero Pérez. Si hubiese sido Cristina Fernández de Kirchner lo hubiésemos leído en tapas con letra catástrofe, ¿no?

Cuento esto no porque sacar dólares del país sea necesariamente delito –como explica la no abogada Laura Alonso-, sino porque da la pauta de quienes obtuvieron beneficios con las políticas implementadas durante el gobierno de Macri. Y porque, cuando una parte importante de la sociedad sufre el agobio de la deuda heredada, hay quienes no osan siquiera cuestionar esa deuda o las políticas que la generaron.

A veces me sorprendo como si ni lo supiera desde hace mucho, de que la información que recibimos esté permeada como lo está por este tipo de cuestiones. Ni los funcionarios judiciales ni los periodistas hicieron nada ilegal, solo aprovecharon una coyuntura política. Pero en su necesidad de aparecer impolutos no hablan de eso. Y me preocupa especialmente de los funcionarios judiciales, he de decir. Porque me pregunto hasta qué punto el haberse sumado a esa coyuntura les resta en imparcialidad al momento de investigar la deuda con el FMI. Afortunadamente ni Picardi, que es el fiscal, ni Capuchetti que es la jueza, ni Zannini, que es el actual procurador y denunciante, figuran en los listados. ¿pero qué sucedería si la causa llegase a la Corte?

Sucederia lo que viene sucediendo con las causas por el espionaje ilegal que también fue política del gobierno de Mauricio Macri y que padeció una parte importante del país. Porque no solo espiaron a jueces y fiscales, a ex funcionarios del gobierno de Kirchner y a empresarios, sino a sindicatos, ONGs, movimientos sociales, periodistas y asambleas barriales, locales partidarios, familiares de víctimas de la tragedia del ARA San Juan y universidades.

Muchos jueces de Comodoro Py se han excusado de investigar las causas de espionaje ilegal que pesan sobre Mauricio Macri y su gobierno. Se excusaron porque sea en migraciones, sea en seguimientos ilegales, sea mediante la UIF o la AFIP, los funcionarios judiciales también fueron espiados por el macrismo. Incluyendo entre otros al entonces presidente de la Corte, Rosenkrantz, que por tal motivo se excusó de intervenir. Igualmente se excusaron de intervenir los demás jueces de la Corte “por razones de decoro”, según expresaron. Podrían haber explicitado cuáles eran los motivos de esas razones de decoro, pero todos sabemos por qué no lo hacen. Porque sería admitir que fueron también víctimas de las presiones y maniobras ilegales que luego niegan que hayan existido respecto a las otras víctimas.

Los irresolubles problemas de ser juez y parte, ¿no? Juez para juzgar y parte para decidir. Y la decisión es siempre la misma. Callar lo que sucedió, Disimular lo que hicieron. No llamarlo por el nombre que tiene: espionaje ilegal. Y finalmente y de modo perverso, construir la impunidad para quienes realizaron un espionaje aberrante que sufrieron muchos argentinos, incluidos esos mismos jueces.

A fines de año pasado la Cámara Criminal y Correccional de Comodoro Py intervino en una de estas causas  sobre el espionaje ilegal. Y contra toda evidencia, resolvió quitar la imputación sobre los mandos superiores del gobierno que conducía Macri. Uno de ellos lo hizo parcialmente, justo el mismo juez que denunció haber sufrido presiones para pedir ser trasladado de su cargo a otro, pero los otros dos, con encomiable esfuerzo, resolvieron casi al unísono que los mandos superiores nada tenían que ver con el espionaje ilegal que habían realizado sus subordinados. Cuentapropistas, consideró a los subordinados. El risible argumento del “cuentapropismo” duró menos que la carcajada que provoca al leerlo. Duró hasta que apareció un video sobre una reunión que transcurrió en el Banco Provincia de Buenos Aires, donde funcionarios de la entonces gobernadora María Eugenia Vidal, el intendente de la Plata, empresarios y espías de la AFI se reunieron para planificar la persecución judicial de un sindicalista, Y esa reunión fue grabada en audio y video.

Cuando se hizo pública la grabación, empezó la intriga acerca de quién la había filmado y bajo ordenes de quién. La ex gobernadora Vidal señalo con una frescura atronadora que se trataba de una grabación ilegal. El cándido espanto de Vidal duró también menos que la carcajada que daba escucharla expresándolo, porque poco tiempo después uno de los espías que participó en la reunión señalo lo que era obvio desde el principio. Que había sido la AFI de Macri la que había ordenado, supervisado y realizado la grabación. Fue Dalmau Pereyra, el sucesor de Stiuso, quien declaró que la grabación se había realizado por orden de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, entonces jefes de la AFI. Sí, sí: parece que los señores que hacían las cosas no eran tan cuentapropistas, después de todo. Más bien hacían las cosas por expresas instrucciones de sus jefes. Algo similar a los que declararon Araque y Melo, dos de los espías que fueron considerados cuentapropistas por la Cámara Criminal y Correccional de Py, que exculpó precisamente a Majdalani y Arribas de responsabilidad.

Un detalle de color que no puedo omitir es que los dos jueces de Cámara que consideraron cuentapropistas a los “cuentapropistas” menos autónomos de mundo figuraban en el celular del secretario de Mauricio Macri y con el antecedente de haber sido designados a dedo por aquel. Designación que fue considerada contraria a la constitución por la propia Corte… pero que continúa en funciones hasta que se designen sus reemplazantes. Y dale que va. Justo hace unos días también, el Consejo de la Magistratura, o mejor dicho los representantes del macrismo que lo integran, se negaron a votar incluso sus propias ternas para reemplazarlos. Se ve que les resulta mas conveniente continuar con jueces designados en modo contrario a la Constitución, que arriesgarse a que decidan en las causas jueces que al menos tuvieron que concursar para ocupar el cargo al que aspiran. El otro juez tiene un curioso antecedente. Visitó a Mauricio Macri en la quinta de Olivos y en la Casa Rosada. Visitas que fueron celosamente ocultas por el macrismo.

¿Ven lo que les digo acerca de los problemas irresolubles de ser juez y parte al mismo tiempo? Algo parecido a lo que le sucede al Poder Judicial en estos días. Porque el órgano que controla a los jueces, menos a los de la Corte Suprema, es precisamente el Consejo de la Magistratura. Que está a un tris de dejar de funcionar porque como el actual presidente de la Corte tiene muchísimas ganas de presidir ese Consejo, resolvió, con apenas 15 años de delay, que la conformación del mismo era inconstitucional y emplazó a que se dicte una nueva ley de conformación de Consejo. La ley está aun en gateras y el plazo de 120 días que le dio la Corte al Congreso vence el 15 de abril. Es decir que en dos semanas la Argentina enfrenta la posibilidad de quedarse sin órgano que controle a estos jueces-parte y que designe a nuevos jueces. Como verán, una delicia de panorama de ausencia de control posible para los jueces-parte, que claramente podrán seguir dictando sentencias-tropelías sin nadie que los controle. Pero, seamos benévolos. Deben ser todos cuentapropistas, ¿no?

Y como estamos analizando el cuentapropismo que impera en estos dias, no quiero olvidarme de un gran cuentapropista: ese viejo chofer llamado Centeno. Sí, el de los cuadernos de la causa “Cuadernos”. El chofer con vocación de literato realizó unos bellos cuadernos con notas donde relataba cómo funcionarios cobraban y empresarios pagaban ilegalmente sumas de dinero.

Un curioso detalle de los cuadernos de Centeno es que son como el ave Fénix, porque según su autor declarara, recordaba haberlos quemado en su parrilla hogareña, pero milagrosamente se desquemaron y a finales del 2019, los cuadernos que eran cenizas aparecieron en manos del fiscal Carlos Stornelli. (A quien le dice “Atornelli”, por estar atornillado a su silla de fiscal, y “Extorsionelli”, por el modo en que buscó testigos arrepentidos.)

Los cuadernos desquemados aún no han sido sometidos a los peritajes oficiales, aunque recuerdo que Daniel Santoro contó al aire en Animales Sueltos que sí habían sido peritados. Pero copias digitales de esos cuadernos fueron sometidos a pericias y los resultados son sorprendentes.

Armando Loson, un empresario que conoció las bondades del hospedaje en el sistema carcelario argentino a raíz de haber sido involucrado en la causa “Cuadernos”, fue quien encargó dicha pericia. De la misma y por ahora solo conocemos lo que dice la denuncia que presentó Loson. En la misma se consigna que se encontraron en esos escritos “1.600 alteraciones del texto original: 1.373 sobre escritos y 195 correcciones con líquido corrector, a la vez que pudieron visualizarse 55 enmiendas o testados, entre otras anomalías”. Y antes de que me digan que son cosas de cuentapropistas obsesionados con la prolijidad , resulta que la letra de las correcciones halladas no es la de Centeno. Lo cual nos pone ante la hipótesis de un cuentapropista escritor y un cuentapropista corrector.

Para concluir diré: “Muchos cuentapropistas, y ninguna flor / A sus habitantes, Señor, ¿qué les pasa? / ¿Odian el perfume, odian el color?”

Me río porque más allá del dolor que causa este cocoliche que afectó tantas vidas y provocó tanto dolor, la carcajada siempre ha durado menos que lo que demora en aparecer una nueva prueba de la verdad atroz que vivimos durante los años de Macri.

 

Las correcciones