Un poco de historia
La historia de la teoría política marca seis formas de gobierno, que fueron esbozadas primero por Aristóteles, y luego definidas por el historiador y pensador griego Polibio. Vemos entonces que hay tres formas de gobierno puras y sus consecuentes deformaciones.
En primer lugar tenemos la monarquía y su deformación en la tiranía. Luego, la segunda forma es la aristocracia derivando en una forma no deseable de oligarquía, y por último la democracia cuya deformación es en la oclocracia. Ésta última es la transformación de los objetivos de la democracia, donde imperan los objetivos e intereses particulares, que van en contra de las mayorías, pero usando de ellas para mantenerse en el poder.
Oclocracia proviene del griego ochlokratía, que es el gobierno de la muchedumbre, pero la misma es transformada, manipulada hacia intereses particulares que van en contra de los intereses generales del pueblo. Tambien se la ha vinculado con el manejo de intereses corporativos por parte de los gobiernos de turno.
Formas de consolidación de las oclocracias
En Argentina observamos esta desviación de la democracia en oclocracia en varios periodos sobre todo desde mediados de los años setenta. Desde el punto de vista de su consolidación y vinculación con las políticas económicas, podemos describir algunas para introducirnos en su articulación y en la forma en que generalmente se manifiestan para consolidarse y lograr que la democracia sea funcional a intereses particulares, y que se extienda en contra de las mayorías.
En primer lugar podemos verlo en lo referido a las políticas monetarias aplicadas. Como sabemos los Estados se financian a través de tres formas: en primer lugar a través de la recaudación impositiva, en segundo lugar a través del endeudamiento, ya sea en pesos en el mercado local, o en divisas en el mercado internacional, y en tercer lugar a través de la emisión. La idea en estas líneas no es polemizar sobre beneficios y perjuicios de unas u otras, pero sí claramente podemos observar determinado sesgo cuando se prefiere el endeudamiento externo a costa de futuras condicionalidades que recaen sobre las políticas económicas del gobierno de turno y que afectan al bienestar de la población, en lugar de financiar déficits a través por ejemplo de un sistema tributario mas progresivo.
Claro que esto haría contraponer al poder político con determinados detentores del poder económico local. Mismo caso tiene la elección de un endeudamiento externo por sobre uno interno. Claro que cada uno tiene sus pro y sus contra, pero podemos observar a lo largo de estos mas de cuarenta años como se repite sistemáticamente la misma forma de financiamiento que fue implementada en los años setenta con dictadura cívico-militar, luego en los años noventa con el gobierno neoliberal, y recientemente en el gobierno de Cambiemos. Endeudamientos externos que luego son funcionales a la fuga de divisas. Las supuestas causas por la que se producen las mismas, llevan a consecuencias peores, como ser pérdida del poder adquisitivo, desempleo, desigualdad, pobreza.
No siendo casualidad esta tipología, sino por el contrario es un sistema de dominación de grupos concentrados de la sociedad, que utilizan el mismo para introducir sus políticas económicas y sociales en beneficio de un sector minoritario. Sociedades más pobres, son sociedades más dóciles, capaces de soportar políticas de ajuste.
Otra forma de modificación de las democracias en oclocracias, es a través de la transferencia de recursos de los sectores trabajadores hacia los sectores concentrados de la economía. Esto en nuestro país sucedió vastamente a través de planes de ajuste, siempre vinculado con una baja en el gasto público, y bestiales devaluaciones de la moneda, tendientes a realizar una transferencia de ingresos de la clase trabajadora hacia sectores concentrados de la economía. Los aparentes motivos siempre son los mismos, bajar la inflación, reducir el déficits, lograr mayor competitividad para aumentar las exportaciones, etc. Algo que los argentinos ya conocemos bastante bien.
Lo que hay detrás de eso son cambios en los precios relativos de la economía. Esa es la verdadera transferencia de ingresos. Veamos, cuando se producen las devaluaciones el costo de la mano de obra argentina se abarata en dólares (es el valor que tienen en cuenta las grandes empresas), logrando mayores beneficios para los grupos económicos (el salario promedio en 2015 representaba USD 1736, mientras que en 2020 representaba USD 812). Tambien las mismas son funcionales al sector agropecuario. No hablamos aquí de los pequeños productores, sino de las grandes empresas agroexportadoras que mejoran sus balances y cuentas en el exterior a través de la exportación de dichos commodities, pero trasladando dicho valor internacional a la economía doméstica. Dichas empresas siempre tuvieron los mismo intereses, cuanto menos poder de compra tenga la población argentina mayores serán sus ganancias a través de la exportación de alimentos. Ejemplo de ello es lo sucedido en los últimos meses con carne vacuna, con exportaciones record en lo que va del año, pero con un consumo interno que fue el más bajo en los últimos 18 años en el primer trimestre del 2021.
Podemos mencionar otra forma de oclocracia que se materializa a través de la apertura comercial de los años noventa. Este tipo de aperturas no reguladas, producen que haya una mayor cantidad de dinero circulante que demanda divisas para hacer frente a las importaciones. Como resultante de la disminución del dinero circulante aumenta la tasa de interés, con el consiguiente enfriamiento de la economía a través de una menor inversión y consumo. Las altas tasas benefician al sector financiero, siempre beneficiosos de este tipo de políticas económicas. A su vez se produce un proceso de desindustrialización, con consecuencias en el empleo, y el salario. Contexto adecuado para implementar ajustes que operan transfiriendo ingresos de dichos trabajadores a los sectores concentrados. Tambien tenemos las privatizaciones de los activos que poseía el Estado en los años noventa. Dicho proceso, por ejemplo a través de la privatización del sistema previsional, tuvo grandes beneficiados en desmedro del capital Estatal.
Como vemos a lo largo de las últimas décadas nuestra democracia ha sido interrumpida en varias ocasiones para transformarse en oclocracias. La democracia que opera en pos del bienestar común, son cooptadas por poderes fácticos, que influyen en la economía, en la política, en la sociedad. Claro está que dichos poderes tienen cómplices dentro del mismo aparato no solo Estatal sino también fuera del mismo. La implementación de dichas políticas es impensada si no se influye sobre el sistema judicial, mediático, político, y que en su conjunto operan sobre la sociedad. Justamente la oclocracia actúa utilizando a dicha sociedad influida en pos del beneficio de la minoría. Los condicionantes no son solo internos, sino también externos por ejemplo a través del Fondo Monetario Internacional. A través del mismo se operan intereses económicos y políticos.
La forma de dar batalla a la aparición de estas oclocracias, es justamente con más democracia que significa operar en pos del bienestar general. Significa orientar las políticas hacia las tres metas fundamentales que tiene la economía, que son el crecimiento sustentable, el pleno empleo y la equidad distributiva. Y para ello el rol fundamental del Estado como promotor de estas políticas. Cuanto más cerca de estas metas se esté más difícil será que gobiernos de turno transformen nuestra querida democracia en oclocracias.