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sábado, mayo 31, 2025

La puta obra y el puro humo

Como en tantas oportunidades, la expresidenta argentina Cristina Fernández (CFK) ha traído a la arena política una definición propia de su estilo impecable para la conceptualización: “el gobierno de Milei no ha hecho una puta obra”. Y dicho así: “ni una puta obra” como forma de esclarecer el debate político.

Lo hizo el pasado 25 de mayo en un contexto de críticas a un Gobierno nacional autodefinido como anarcocapitalista y como parte de un mensaje a la militancia en el Encuentro de la Cultura Popular, desarrollado en el Polo Cultural y Deportivo Saldías, en las inmediaciones del Barrio 31, en Retiro, CABA.

El término “puta” se refiere aquí -en la trama de su discurso- a algo mínimo, casi insignificante, denotando una ausencia, un abandono. En el coloquio cotidiano usamos el término “puta” en el sentido de clausura por lo trivial, aquello que se espera que se haga y no se lo hace. Es un despectivo extremo y desalentador tanto para el hacer como para el pensar: “no hizo una puta obra” (por un político), “no atajó una puta pelota” (por un arquero), “no sacó un puto siete” (por un estudiante), “no se le cayó una puta idea” (por un pensador), “no filmó una puta película” (por un cineasta). Y así centenares de ejemplos. Miles.

Una expresión popular conclusiva que -en este caso define de manera impecable y precisa un accionar de gobierno. No hacer una puta obra es caer en la inacción política porque “obra” es acción humana. Sin obra no hay acción, sin acción no hay vida, sin vida no hay nada.

Porque “obra” -en su etimología indoeuropea- deviene del latín “opera” que indica “trabajo y producir en abundancia”. Genera muchos términos como “oficio” y “cooperar”. Es un término -en realidad- socioeconómico. La economía trata de obras porque la esencia de lo económico es el trabajo y la producción. Que el sistema económico capitalista asigne prioridad hoy a la especulación financiera es un desvio que habrá de ser corregido por el propio devenir social.

Por otro lado, el “puro humo” es la sustitución del hecho por la palabra. Se la usa como “vender humo” haciendo referencia a que intenta transformar en valor algo que no lo tiene. Es el desorden dialéctico de la verdad. Es crear confusión, aludiendo a lo inexistente, lo falto de corporiedad. También lo uso Cristina para definir como humo el inexistente Pacto de mayo en 2024.

“demasiado humo choca con la realidad
demasiado humo escupe la televisión
demasiado humo estoy cambiando de color”, entona el grupo de Rock Don Lunfardo y el Señor Otario.

Hoy Chubut, nuestra provincia patagónica rica en gentes y recursos y pobre en administradores públicos, es un ejemplo paradigmático del político que articula el no hacer “ni una puta obra” con la confusión social del “puro humo”. Una suerte de alquimia de los tiempos posmodernos.

Pruebas al canto. El rimbombante anuncio del gobernador Humo Torres sobre canje de deuda provincial por obras nacionales fue realizado hace casi un año (16 junio 2024). Hasta hoy sólo se concretó lo referido a la multitrocha Puerto Madryn-Trelew. Las obras pendientes son apenas el 6% de la obra total que fue concluida en 2022. Mientras tanto sigue en emergencia todo el sistema vial de la Provincia, principalmente las Rutas nacionales 3 y 40 que muestran un total estado de abandono. Todo el sistema de salud, de educación, de seguridad.

Que ha logrado el Gobierno provincial?. Vender humo y no hacer una puta obra. Liberar a la Nación de sus erogaciones, desnaturalizar los compromisos de Nación con el Chubut y colocar a la Provincia en un delicado problema operativo (ejecución de obras de magnitud) y financiero (endeudamiento para pago de esas obras). Con la expectativa de si la tan mentada corrupción nacional sobre la obra pública -promovida por las empresas constructoras- no se reproduce en la provincia.

En resumen, la provincia enfrenta un panorama de más deuda pública (recientemente se aprobaron deudas por u$ 650M) y ausencia de obras de estructura.

Entendemos que queda claro que sin Torres no hay Milei, que cuando se elimina la obra pública se deteriora el tejido material y social sobre el que se edifican los pueblos, que la política de no-obras públicas es esencial para comprender a este gobierno y para predecir el futuro de la sociedad por él gobernada, y que sin obra pública no hay futuro colectivo.

El humo puede borronear nuestra visión de la realidad, puede confundirnos, pero allí están las putas obras que siguen sin hacerse.

Como en tantas oportunidades, la expresidenta argentina Cristina Fernández (CFK) ha traído a la arena política una definición propia de su estilo impecable para la conceptualización: “el gobierno de Milei no ha hecho una puta obra”. Y dicho así: “ni una puta obra” como forma de esclarecer el debate político.

Lo hizo el pasado 25 de mayo en un contexto de críticas a un Gobierno nacional autodefinido como anarcocapitalista y como parte de un mensaje a la militancia en el Encuentro de la Cultura Popular, desarrollado en el Polo Cultural y Deportivo Saldías, en las inmediaciones del Barrio 31, en Retiro, CABA.

El término “puta” se refiere aquí -en la trama de su discurso- a algo mínimo, casi insignificante, denotando una ausencia, un abandono. En el coloquio cotidiano usamos el término “puta” en el sentido de clausura por lo trivial, aquello que se espera que se haga y no se lo hace. Es un despectivo extremo y desalentador tanto para el hacer como para el pensar: “no hizo una puta obra” (por un político), “no atajó una puta pelota” (por un arquero), “no sacó un puto siete” (por un estudiante), “no se le cayó una puta idea” (por un pensador), “no filmó una puta película” (por un cineasta). Y así centenares de ejemplos. Miles.

Una expresión popular conclusiva que -en este caso define de manera impecable y precisa un accionar de gobierno. No hacer una puta obra es caer en la inacción política porque “obra” es acción humana. Sin obra no hay acción, sin acción no hay vida, sin vida no hay nada.

Porque “obra” -en su etimología indoeuropea- deviene del latín “opera” que indica “trabajo y producir en abundancia”. Genera muchos términos como “oficio” y “cooperar”. Es un término -en realidad- socioeconómico. La economía trata de obras porque la esencia de lo económico es el trabajo y la producción. Que el sistema económico capitalista asigne prioridad hoy a la especulación financiera es un desvio que habrá de ser corregido por el propio devenir social.

Por otro lado, el “puro humo” es la sustitución del hecho por la palabra. Se la usa como “vender humo” haciendo referencia a que intenta transformar en valor algo que no lo tiene. Es el desorden dialéctico de la verdad. Es crear confusión, aludiendo a lo inexistente, lo falto de corporiedad. También lo uso Cristina para definir como humo el inexistente Pacto de mayo en 2024.

“demasiado humo choca con la realidad
demasiado humo escupe la televisión
demasiado humo estoy cambiando de color”, entona el grupo de Rock Don Lunfardo y el Señor Otario.

Hoy Chubut, nuestra provincia patagónica rica en gentes y recursos y pobre en administradores públicos, es un ejemplo paradigmático del político que articula el no hacer “ni una puta obra” con la confusión social del “puro humo”. Una suerte de alquimia de los tiempos posmodernos.

Pruebas al canto. El rimbombante anuncio del gobernador Humo Torres sobre canje de deuda provincial por obras nacionales fue realizado hace casi un año (16 junio 2024). Hasta hoy sólo se concretó lo referido a la multitrocha Puerto Madryn-Trelew. Las obras pendientes son apenas el 6% de la obra total que fue concluida en 2022. Mientras tanto sigue en emergencia todo el sistema vial de la Provincia, principalmente las Rutas nacionales 3 y 40 que muestran un total estado de abandono. Todo el sistema de salud, de educación, de seguridad.

Que ha logrado el Gobierno provincial?. Vender humo y no hacer una puta obra. Liberar a la Nación de sus erogaciones, desnaturalizar los compromisos de Nación con el Chubut y colocar a la Provincia en un delicado problema operativo (ejecución de obras de magnitud) y financiero (endeudamiento para pago de esas obras). Con la expectativa de si la tan mentada corrupción nacional sobre la obra pública -promovida por las empresas constructoras- no se reproduce en la provincia.

En resumen, la provincia enfrenta un panorama de más deuda pública (recientemente se aprobaron deudas por u$ 650M) y ausencia de obras de estructura.

Entendemos que queda claro que sin Torres no hay Milei, que cuando se elimina la obra pública se deteriora el tejido material y social sobre el que se edifican los pueblos, que la política de no-obras públicas es esencial para comprender a este gobierno y para predecir el futuro de la sociedad por él gobernada, y que sin obra pública no hay futuro colectivo.

El humo puede borronear nuestra visión de la realidad, puede confundirnos, pero allí están las putas obras que siguen sin hacerse.

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