La inflación tiene diferentes motivaciones pero en la Argentina la principal es la suba del dólar. Al contrario, para los economistas ortodoxos la suba del dólar es por la inflación, y no solo eso, sino que incluso pregonan que liberando el tipo de cambio bajaría la inflación, ya que su principal causa estaría en el déficit fiscal y la emisión de dinero. Sin embargo, el déficit fiscal de Estados Unidos se multiplicó por tres de 2020 a inicios de 2021 (de 5% a 15% del PBI) y se acaba de aprobar un estímulo fiscal mayor, de 1,9 billones de dólares, y la inflación recién está apareciendo y en una escala muy reducida, que no superará el 2%, y después de muchos años de estímulos, déficit fiscal y nula inflación. Con mucho menos gasto fiscal y política monetaria expansiva, la inflación fue mucho mayor con Macri, que aplicó los criterios de los economistas ortodoxos, y fue menor con Cristina y sigue siendo menor con Alberto Fernández, aunque las estimaciones de los economistas ortodoxos no bajan del 40% para 2021, así que su principal causa, al menos en la Argentina, no puede ser ni el déficit fiscal ni la emisión. La ortodoxia prodevaluacionista y diz que antiinflacionaria enumera sucesivas motivaciones tan endebles como las anteriores que examinaremos en sucesivas notas.
Argentina, tasas de inflación
___________________________
Cristina Fernández 2012 24,0 %
2013 25,4
2014 38,5
2015 25,0
Mauricio Macri 2016 40,0
2017 24,8
2018 47,6
2019 52,5
Alberto Fernández 2020 36,2
____________________________
Por el momento, señalemos algo fundamental que estos economistas ni siquiera examinan. No todas las economías son iguales y si bien no hay inflación de precios en los Estados Unidos y en los países industrializados, si la hay en los países de la periferia capitalista, es decir de los no plenamente industrializados, y eso se debe a que la industrialización es el eje de desarrollo del capitalismo, por lo que los países retrasados en industrialización tienen menos productividad media y eso se refleja en una moneda más débil, con una alguna cuota de inflación. La Argentina es un caso aparte, porque la inflación no solo es mucho más alta sino que es continuada y con periódicos picos de fuerte alza, si se la compara con un tipo de capitalismo periférico que ha cambiado profundamente en este grupo y que los ha vuelto emergentes, o en camino a un mayor desarrollo, que no es el caso de la Argentina y esto es lo que hay que analizar, en el ámbito de una economía mundial cada vez más integrada.
Esta integración mundial cada vez mayor conduce a una mayor convergencia de precios. La economía mundial está compuesta por la desigual productividad de las economías nacionales, por lo que la mayor integración es producto del aumento de la productividad de las economías nacionales que provoca una tendencia a muy largo plazo a la convergencia de costos y de la capacidad competitiva, cuyo mayor ejemplo es China. La diferencia de productividad y de capacidad competitiva origina la devaluación de las monedas que no son divisas o que no pertenecen a países industrializados, y se expresa en la consecuente suba de sus precios en moneda nacional, y si la devaluación se produce por la especulación cambiaria o financiera, igualmente su consecuencia es la suba de los precios. La superación de la diferencia no está en el resguardo permanente del proteccionismo, que sirve transitoriamente en la medida en que facilita el paso a un nivel de productividad mayor, pero menos aún está en la sustitución de la moneda nacional por el dólar: lo que hay que modificar es la forma de producir, determinante del costo de producción.
Solo logrando reducir los costos de producción con tecnología o con acceso a un mercado más amplio, se consigue estabilizar los precios y fortalecer la moneda. El valor de la moneda es una consecuencia de los costos de producción: cuando éstos son superiores a la media mundial, la moneda sigue un curso de depreciación. Bajar los costos mediante la reducción del salario, no cambia mucho la situación porque al achicar el mercado interno, se reduce el mercado total, esencial para la formación de capital, salvo que se trate de un recurso temporal mientras se llevan a cabo reformas tendientes a alcanzar una estructura productiva más avanzada, que tampoco se consigue con recursos exclusivamente financieros o cambiarios. La deuda, que es un recurso financiero, solo cumple una función positiva si está limitada por la capacidad de pago y si financia la inversión productiva, pero no si es una cadena continuada de refinanciaciones, y menos si posibilita la continua fuga de capitales. La dolarización solo sirve al capitalista o a quienes disponen de ingresos muy altos, que son una minoría. El trabajador de ingresos medios que alcanza a dolarizar su ahorro cuando compra los dólares los encarece para la inmensa mayoría que no los pudo comprar o para él mismo, que los tendrá que comprar más caros la próxima vez. Así de simple: la compra de dólares por un 3 o 4% de la población empobrece a todos los demás, por lo que se impone conquistar la vigencia de la moneda nacional tanto para el consumo como para el ahorro, como ocurre en la abrumadora mayoría de las economías nacionales y en todos los capitalismos periféricos y emergentes comparables con la Argentina.
Los países sin moneda propia y dolarizados, son generalmente muy pequeños, con poca población y sin un mercado interno relevante. Al contrario, los países receptores de grandes activos dinerarios en monedas divisas, a las que aplican pequeños impuestos, permiten solventar un gasto público importante cuando la magnitud del refugio de capital es muy considerable, o un salario elevado para una población reducida, en que no es extraño que una gran parte de la mano de obra esté constituida por artesanos de productos de lujo o empleados bien pagos de entidades financieras, y funcionan como plataformas off shore para el depósito de capitales y su intercambio, y en el caso de los off shore, están apoyados en una economía externa sólida con alta industrialización, como sucede con los múltiples offshore británicos o con Panamá en el caso de Estados Unidos.
Steve Hanke, profesor en la Universidad Johns Hopkins (Baltimore), e investigador del CATO Institute (Washington, D.C.), es el mayor y más conocido propulsor de la dolarización. Asesoró a Ecuador en su dolarización y aconsejó en 1999 al ex presidente Carlos Menem para que lo hiciera, y así lo reiteró en una entrevista con BBC Mundo donde afirmó que «hay que matar el peso”, que quienes más ganarían con el cambio serían los trabajadores y que el problema se debe a la emisión monetaria, por lo que la solución sería instalar una camisa de fuerza monetaria para asegurar una camisa de fuerza fiscal que impida la suba del gasto y obstaculice el aumento de los impuestos, el mismo argumento de los economistas ortodoxos más desorbitados y de la mayoría de los analistas, que en su casi totalidad solo defienden la ganancia empresaria, en coincidencia con el macrismo y la derecha mundial, cuyos exponentes más extremos son los movimientos libertarios, que combinan su endeble apuesta por la privatización y la desaparición del Estado con la confusión.
La primera y absoluta inconsistencia de Hanke es que con solo ver qué países adoptaron el dólar, se comprueba que no es una salida, y la segunda es que menciona a Suiza como ejemplo, pero en Suiza la moneda no es ajena sino que surge de su misma característica política y de su organización económica. Ya en la Edad Media pudo constituirse en un estado independiente dentro del Imperio Germánico, y se fortaleció después, lo mismo que su organización en cantones, y con el apoyo de Francia potenció tempranamente a la burguesía de las ciudades. Su neutralidad posterior, que nació de su posición territorial en medio de las continuas guerras europeas, se convirtió en condición de su existencia, por ser refugio de grandes fortunas. Así pudo ser, antes de la Revolución Industrial, el país más industrializado de Europa con sus manufacturas domiciliarias, entre las que se destacó la relojería, de la que heredó pymes de gran competitividad, preponderantes en su estructura industrial, con gran cantidad de cuentas bancarias de titulares allí refugiados, acrecentados desde la Segunda Guerra Mundial, sede de grandes bancos, corporaciones y organizaciones internacionales, todo lo que le permitía tener un PBI del orden de los 700.000 M dóls (PBI per cápita de 82.800 dóls en 2018), proveniente en un 70% de los servicios, especialmente del sector bancario, y que en términos per cápita es el más alto del mundo después de Luxemburgo, con bajas tasas de impuestos pese a los elevados ingresos estatales por su enorme PBI, pero ninguna de sus características deviene de su moneda, sino que son sus singularidades políticas y económicas las que sostienen la fortaleza de su moneda. Suiza negoció la constitución del espacio europeo y presentó su solicitud de adhesión en 1992, pero un referéndum realizado a fin de ese año suspendió la negociación, manteniendo una característica de socio virtual, lo que también está relacionado con su moneda, que sigue siendo el franco suizo, aunque también acepta el euro.
Luxemburgo, también inicialmente un ducado germano neutral, fue un país agrícola pobre hasta el siglo XX, en que salió de esa situación porque sus yacimientos de hierro posibilitaron la industrialización a través de la siderurgia, pero en los años sesenta declinó y su importancia fue sustituida por las finanzas, que en los noventa lo convirtieron en uno de los grandes mercados financieros del mundo, captando más de 350.000 M dóls, especialmente de administración de fondos de pensión, hedge funds y multinacionales, que desde allí evaden por la laxitud del régimen fiscal. Por su parte, la industria se concentró en bienes de equipo y productos químicos. Es un principado, con un territorio de poco más de 2.500 km2 y una población actual de 500.000 habitantes, en el que la gran industria siguió siendo importante, concentrada en los bienes de equipo. Su moneda era el franco luxemburgués hasta que fue sustituido por el euro en 2002. Un agro de pequeñas granjas familiares fuerza una estructura de precios altos, posible por el alto ingreso, y su baja tasa de desocupación atrae trabajadores procedentes de toda Europa que constituyen la mitad de su población económicamente activa. La Nación (25/6/20 Luxemburgo, el país donde todos son ricos), en una interpretación tan retorcida como las que formula habitualmente, lo atribuyó que, en gran medida, esa situación se derivaba de la ley que liberó el impuesto a las Ganancias y a que no hay huelgas.
Liechtenstein es un principado con forma de gobierno de monarquía constitucional, tiene una superficie de 160 km2 (inferior a la de la ciudad de Buenos Aires) y una población de 38.000 habitantes, con un tercio de extranjeros, que constituyen el 65% de la fuerza de trabajo y un 77% reside en los países vecinos. El sistema bancario ya reunía hace 15 años depósitos por más de 100.000 M euros, las finanzas ocupan la mayor parte del PBI de 157.000 M dóls y está considerado un paraíso fiscal, aunque su industria (40% del PBI) en gran parte está integrada por pymes y artesanos muy especializados, y el 55% por servicios, divididos en partes casi iguales en servicios financieros y de otros tipos, está especializada en alta tecnología y en gran medida sostenida por un fuerte gasto público en investigación. El eje de esta situación se entiende porque mantiene una densa integración con Suiza y usa el franco suizo como moneda nacional (equivale a poco menos de 1 dólar estadounidense), esta relación tiene que ver con su sistema fiscal, y a pesar de que se atribuye la solidez financiera a la estabilidad del franco suizo, el atractivo se encuentra en la permisividad, pese a que tuvo déficit presupuestario en 2000, debió iniciar un ajuste en 2003 y lo revirtió a superávit en 2006. Por todas estas características, aunque fue parte de la negociación del espacio europeo con la UE con la que firmó un acuerdo en 1992, al final del mismo año suspendió la negociación como resultado de un referéndum, sigue integrada a Suiza y a su moneda, aunque está obligada a aceptar leyes de la UE, con lo que sus particularidades financieras es evidente que resultan indispensables para las grandes fortunas europeas.
Los países que adoptaron el dólar estadounidense como moneda tienen muy poco que ver con estos casos. Entre ellos se encuentran, además de Ecuador, El Salvador, las Islas Marshall, los Estados Federados de Micronesia, Palaos, Timor Oriental, Zimbawe y Panamá, que usa el dólar junto al balboa panameño.
La historia de Panamá, con 4,17 M habitantes, está indisolublemente vinculada al canal. El país formaba parte de Colombia, en 1880 una empresa francesa inició las obras del canal y en 1903 Estados Unidos obtuvo el arriendo perpetuo de una franja de poco menos de 10 km a través del istmo, el Senado colombiano lo rechazó, un movimiento armado declaró la independencia de Panamá, Estados Unidos impidió que Colombia interviniera, reconoció la independencia y consiguió el dominio perpetuo en una franja de 16 km de ancho con un nuevo tratado en donde estableció bases militares, y el canal se inauguró en 1914. En 1964, un grupo de estudiantes fue asesinado por izar la bandera panameña en el estrecho, y en 1969 el gobierno del general Omar Torrijos inició la lucha por la soberanía sobre el canal, Estados Unidos debió negociar un nuevo acuerdo (Tratado Torrijos-Carter, 1977) y fijó la nacionalización para 2020, pero en 1981 Torrijos murió en un extraño accidente aéreo. En las elecciones de 1984 ganó un sucesor suyo, Nicolás Barletta, con el apoyo de las fuerzas armadas. La Zona Libre de Colón es la primera zona franca de América y la segunda del mundo, el crecimiento llegó a ser de 6,3% anual promedio entre 1990 y 2010 sobre la base de un esquema liberal basado en los servicios, que dan cuenta del 73% del PBI, el país tiene grado de inversión, el PBI por habitante era de 17.000 dóls en 2013, es el país más competitivo y de mayor crecimiento en la región, si no se tiene en cuenta la distribución del ingreso, y el dólar circula junto con la moneda local, el balboa (cuyo nombre se debe a Vasco Núñez de Balboa, que descubrió el Océano Pacífico en 1513), pero en Ciudad del Futuro, en Panamá Oeste, falta agua en plena pandemia.
El Salvador, caracterizado por una fuerte y creciente desigualdad social y un estancamiento económico agravado por una guerra civil que duró de 1980 a 1992 provocada por los fraudes electorales y los golpes militares, que terminó en un acuerdo por la paridad de fuerzas, pero que solo consiguió reformas políticas y no mejoró la desigualdad social, pese a que después de la paz de 1992 siguió un lento crecimiento que no consiguió mejorar el respaldo a la moneda. La reforma política derivó en una posible rotación de partidos entre ARENA (derecha) y el FMLN (izquierda), pero el primer gobierno de izquierda se impuso en los comicios de 2009 y 2014, hasta que en 2019 un nuevo partido dirigido por un empresario (GANA) triunfó en las elecciones para el período que finalizará en 2024. Con menos de 2.000 M dóls en reservas, en 2001 se adoptó el dólar sin eliminar el colón salvadoreño, y la reforma fue apoyada por una gran parte de la población. El PBI siguió prácticamente estancado, no hubo mejora en los niveles de vida y la situación no empeora por las remesas de los salvadoreños que viven y trabajan en Estados Unidos.
Las Islas Marshall estuvo bajo la administración de Estados Unidos, que las puso bajo su control en la Segunda Guerra Mundial con el propósito de usarlas para hacer pruebas nucleares en su carrera frente a la ex URSS y con su desaparición pudo independizarse, al dar la ONU por finalizado el fideicomiso sobre su territorio, y a las consecuencias de la alta radiación nuclear sobre su población se agrega ahora la amenaza del cambio climático, que podría sumergir las islas en el Océano Pacífico, derramando allí los residuos nucleares. Está comprendido dentro de los Estados Federados de Micronesia, que también incluyen a Palaos, Micronesia y Nauru.
Palaos tiene poco más de 20.000 habitantes. Resistió la presencia bélica de Estados Unidos en su territorio y por eso en 1974 rechazó su integración a los Estados Federados de Micronesia, que eligieron la independencia en 1981, pero su primer presidente fue asesinado en 1985 y el segundo se suicidó en 1988 y recién pudo declarar la independencia en 1994, cuando fue aceptada por la ONU, se derogó la limitación a la presencia nuclear y aceptó firmar el Tratado de Libre Asociación con Estados Unidos, aunque se destaca por ser el país de esas islas que tiene más relación comercial con China.
Micronesia vive de la agricultura familiar y la pesca y su principal fuente de ingresos es la ayuda de Estados Unidos, que aporta el 65% de los ingresos fiscales y se suman a los aportes menores de Australia y Nueva Zelanda, esenciales porque el sector público representa el 45% de la economía. Se rige por una Constitución y un Tratado de Libre Asociación con Estados Unidos, que le fija su política exterior.
Nauru, con una superficie de 20 km2 y una población de 13.000 habitantes, es el menos indicado para figurar en esta lista, aparte de que la moneda que usa es el dólar australiano, porque al final de la Segunda Guerra Mundial fue administrada por Australia, por lo que es miembro del Commonwealth, del que fue suspendido por no pagar las cuotas, y socio diplomático de Taiwán aunque tiene una creciente relación comercial con China. Fue un país próspero por el fosfato, pero una continua baja por agotamiento de las existencias lo llevó a vivir de acoger expatriados y de la pesca y el déficit fiscal representa el 32,5% del PBI, con una deuda de 5.850 dólares por habitante.
Se trata de mínimos países sin moneda propia porque no tienen una economía capaz de solventarla y lo consiguen porque cumplen un papel necesario para Estados Unidos, que les condiciona su política, tienen una economía muy primitiva, de esa o de otra manera, como puede ser el aporte de las remesas de dólares. Para Hanke eso es solo una falta de normas fiscales: “La dolarización en Ecuador no resolvió el problema fiscal… La razón es que ellos no tienen reglas fiscales, no tienen una camisa de fuerza fiscal”. Su entrevistadora lo pone en evidencia: “Es decir, si la dolarización no va acompañada de una camisa de fuerza fiscal, no funciona”. “Si funciona”, reitera Hanke y menciona los países dolarizados, pero lo que efectivamente consigue la dolarización es la rígida limitación del gasto público, las “dos camisas de fuerza: la fiscal y la monetaria” que el mismo reitera.
Ecuador tuvo una trayectoria interesante de comparar con la de Argentina, pese a la diferencia de magnitud económica de ambos países. La independencia fue acompañada por una revolución liberal que promovió los latifundios y la influencia británica y la crisis de 1929 lo sustituyó por un continuo período de inestabilidad, pleno de los golpes de Estado y la fuerza de los movimientos y gobiernos populares, con la particularidad de que hay muchos partidos políticos con importante caudal de votos, que la izquierda y la centro izquierda es numerosa y proclive a acuerdos con los partidos populares, que los militares han apoyado más a los movimientos populares que a la derecha y, sobre todo, que existe un poderoso movimiento indígena que en los años sesenta y setenta consiguió reformas agrarias que puso la mitad de las tierras rurales en manos de las comunidades campesinas. Como en la Argentina, a fines de los ochenta, un gobierno democrático con gran respaldo popular debió enfrentar las consecuencias de una deuda externa que llevó a un déficit fiscal de 17% del PBI, un desempleo de 15% y una reserva monetaria negativa que causó una inflación próxima a la hiper, En 1990, un levantamiento indígena reclamó por los derechos humanos y el acceso a la tierra y la economía mejoró de golpe, en este caso, por el aumento de los precios internacionales del petróleo, que cubre más de la mitad de las exportaciones, lo que decidió al gobierno a insistir en la reducción del gasto público y el déficit fiscal, que aumentó la producción, disminuyó la inflación, redujo el déficit externo y posibilitó el pago de intereses, pero en 1993 el salario era de la cuarta parte del decenio anterior. La pasajera mejora económica, atribuida al orden económico, dio el triunfo a la derecha, ante lo cual se produjo un reagrupamiento político en el centro (Sixto Durán Ballén), pero siguieron las privatizaciones, la eliminación de subsidios, el freno salarial y la liberación de precios, y se eliminaron las reformas agrarias previas. En 1998, Jamil Mahuad, economista de Harvard, ganó las elecciones con más del 60% de los votos, insistió en reducir la inflación y el déficit fiscal y agravó la crisis económica, pero en 1999 la inflación fue del 60%, la moneda se devaluó 200% y Mahuad tuvo que declarar el estado de emergencia, en el 2000 la paridad llegó a 26.000 sucres por dólar y Mahuad dolarizó, los indígenas invadieron Quito ayudados por los militares y se formó una junta provisoria de gobierno con representantes del ejército, la justicia, los indígenas y los sindicatos, pero intervino Estados Unidos, que a cambio de la renuncia de Mahuad, consiguió que el vicepresidente, Gustavo Noboa, mantuviera la dolarización, y apresara a los militares que habían apoyado el levantamiento indígena.
En noviembre de 2006, Rafael Correa fue elegido presidente para 2007-2011. En abril de 2007 se eligió una Asamblea Constituyente. Con una nueva Constitución, se tuvo que llamar a elecciones generales en 2009, en las que el presidente Correa fue reelegido. El 30/9/10 hubo un intento de golpe de Estado por parte de la policía nacional y de la fuerza aérea. Correa fue apresado y el ejército lo liberó. El 17/2/13 Correa fue reelegido con 57% de los votos, seguido por Guillermo Lasso (del Movimiento CREO, liberal conservador) con el 22,66%, pero lo agarró la crisis financiera internacional de 2008 y el fin del ciclo ascendente de los commodities, como a CFK, que facilitó el triunfo de Macri en la Argentina, mientras que Correa tuvo que iniciar un ajuste y en la última elección, el 19/2/17, se impuso Lenin Moreno con 39.36 % seguido por Lasso, de la alianza del CREO y el movimiento SUMA (liberal de centro), con 28.09 %. El balotaje lo ganó Moreno con el 51.16% y en 2019 adoptó el programa del FMI. La Alianza País había relativizado la impotencia de la multitud de partidos, pero al apelar al ajuste y a una política internacional diferente a la de Correa, Moreno la dividió, y si bien favoreció al movimiento indígena, volvió la dispersión partidaria. Las protestas de los indígenas, alcanzaron tal magnitud que el gobierno decretó el estado de excepción con toque de queda, se trasladó a Guayaquil, y el 13/10/19, un foro mediado por la ONU, la Iglesia Católica, los dirigentes indígenas y el partido oficial acordaron finalizar el conflicto. Aunque la dolarización estabilizó la inflación, las subas especulativas de precios no se frenaron, no aumentó la productividad, la economía sigue dependiendo del petróleo, debió aumentar la migración en busca de empleo y los dólares ingresaron por esas remesas, pero no por inversiones, y se empobreció la clase media.
Y es una camisa de fuerza, porque si se quiere atraer dólares a través de inversiones, la tributación tiene que ser baja, y la monetización en moneda ajena depende de esa limitada tributación, salvo que haya una moneda nacional para uso de los no vinculados a la economía dolarizada, que vivirán pobremente. Con la adopción del dólar, el Estado no puede controlar la política monetaria y las decisiones económicas de la sociedad pasan a depender exclusivamente del mercado y como la característica del mercado es la desigualdad, el protagonismo de la sociedad –ya disminuido por el mercado- desaparece en favor de una minoría que no supera el 5% pero en que la parte que decide apenas pasa del 1%.
Hanke no lo ignora: lo induce, convencido que solo esa minoría puede, con las reglas económicas del mercado, organizar mejor al conjunto de la sociedad, con un Estado con funciones muy limitadas. Y esa no es una imposibilidad: un Estado que se quedó sin respaldo para su moneda puede decidir la dolarización o aceptarlo una gran parte de la población porque ésta no conoce sus perjuicios ni los va a sufrir hasta que la dolarización se haya implantado. Por eso, ante la pregunta de si la Argentina podría llegar a dolarizar su economía, Hanke responde que sí: “La gente ya lo está haciendo”. La respuesta es coherente con su ideología: es investigador del CATO Institute de Washington, D.C. el mayor centro de ideas libertario, que propone terminar con la mayoría de los impuestos e incluso con los bancos centrales y privatizar la mayoría de los servicios públicos, aunque a diferencia de los libertarios extremos, promueve la protección de los derechos civiles, una política exterior no intervencionista y es una persona muy educada que no necesita recurrir al insulto cuando expone. Esta práctica, común en los libertarios, sirve para exaltar un argumento dándole una intensidad que no tiene, ya que lo grosero, según la Academia, es carencia de exactitud.
La enorme masa de capitales financieros y la radicación de sedes de grandes empresas generan ingresos para una población y un territorio muy reducidos y es una muestra de lo que pueden significar los paraísos off shore de gran ingreso de capitales en una población muy pequeña. Ese conjunto no se puede aplicar a la Argentina si se busca encontrar un régimen que genere crecimiento económico, lo que no significa que no se puede aplicar una dolarización forzosa si encuentra una parte de la clase media ilusionada con esa posibilidad.
Más allá del ruido de los libertarios, la presión por la dolarización no se puede separar de una clase dominante que solo aspira a reforzar la acumulación tradicional, que la mantuvo poniéndola al día con la incorporación de la acumulación financiera en gran escala propia del actual sistema mundial, en aprovechar el uso de los servicios a precios dolarizados y descartar la lucha competitiva en ramas industriales, y limita el peso social y político de los trabajadores, acumulando capitales que resta de la inversión productiva para dolarizarlos y fugarlos, dando origen a una economía bimonetaria única en el mundo que convirtió a la Argentina en el país de continua y más duradera crisis económica y política.
Les falta el componente más importante al momento de evaluar la inflación.
La moneda es un bien más de la economía. Por lo tanto si aumenta su demanda aumenta su valor.
Lo que EEUU hace al emitir dinero es estabilizar el precio a través de la oferta. Porque sino su economía sería deflacionaria… Ellos tienen la posibilidad de financiar déficit con emisión porque su moneda es altamente valorizada.
El peso argentino por el contrario es aborrecido por la gente. Y en un contexto de baja de demanda aumentar la oferta sólo empeora el precio…
Me gusta ver la inflación como si fuera una bañadera con agua. A Estados Unidos se le está enfriando el agua (bajan los precios) y pueden tirar agua caliente para mantenerla tibia. En cambio nosotros tenemos el agua hirviendo (lo precios no paran de subir) y solo nos empecinamos en echar más agua caliente.
Comments are closed.