La inflación continúa y no da descanso ni tregua en febrero. El primer bimestre del 2021, con un porcentaje elevado, pone nerviosos muchos ciudadanos. Esto no se puede disimular. La suba de precios es lógico que cause exasperación.

Conocemos la explicitación del ministro Guzmán para adelantar unos puntos los salarios a la inflación. Si asociaríamos esto al índice de salarios que produce el Indec, la tarea por delante no es poca. No contamos en los años recientes un sobrepaso del salario en términos reales. En la gestión Macri, el único año que aseguró un salario real fue el 2017, apalancado por una fuerte apreciación del peso que luego explotó. Hasta se podría decir, como de costumbre, que se descalabró la economía y dejó una severa secuela.
La inflación persistente que tenemos en nuestro país requiere de volatilidad como escenario de fondo.

También requiere que los precios conserven algunas similitudes. Lo contrario de lo que decimos se está empezando a observar en el capítulo de Vivienda y Servicios Básicos. Agrega problemas tanto a nivel nacional como en las provincias.

En enero y febrero la inflación pegó fuerte en los Alimentos. Tanto en el bimestre como en términos interanuales, y cualquiera fuera la forma de pararnos frente a los números para analizarlos, no quedan dudas de que será uno de los huesos duros de roer para las autoridades.

Si bien en el documento sostenemos que en el largo plazo los precios no presentan grandes diferencias, no podemos dejar de analizar que algunos se distancian un poco más. Vaya un ejemplo popular y nacional, el asado.

Consultamos a Fontanarrosa, que con ojos de lince describe este escenario con un dibujo y algunas palabras. En un diálogo hogareño sucede la siguiente historia: “Viejo… ahí hay un botellero. Pregunta si no tenemos fierro viejo, algo que no se use”. El esposo, mientras lee la realidad en los diarios, le responde: “Y bueno….vendele la parrilla”.

 

Informe económico mensual marzo 2021