Epítome, y mirando por la ventana el fin de septiembre y el comienzo de octubre: Es un mes (SEPTIEMBRE) donde se acoplan los resultados de las elecciones Primarias y ya aparece en el firmamento la General de octubre. Para respetar lo que venimos haciendo, con énfasis en la inflación del último mes conocido (agosto) y con indicadores muy asociados, brindamos entonces la información como siempre. La única excepción será este primer punto con breves referencias al nivel de actividad de los meses recientes y agregados sobre cuestiones monetarias y cambiarias del mes de agosto y septiembre. Hasta el momento los indicadores de corto plazo más robustos conocidos dan cuenta de un desempeño esmirriado, opacado y con momentos de caídas sonoras. ¿Qué consideramos para justificar la expresión esmirriado? Las variaciones interanuales de junio, julio y agosto de 2019 de un grupo de variables, incluyendo gráficos con los meses indicados. Observamos entonces que resulta complicado deducir indicios de mejora. Para que no cunda totalmente el pánico, en julio respecto de igual mes del año anterior, el indicador macro EMAE ofrece un crecimiento de 0.6 %, fuertemente dependiente de la actividad en Agricultura y Ganadería, pero en el acumulado de siete meses la caída es dura y duele al alcanzar -2.1 %. Otro indicador que presenta valoración positiva es el Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Di Tella: en el mensual de septiembre respecto de agosto subió 0.6 %. ¿Flores de la primavera y únicas? Para abundar lo que cantan los gráficos, se repasan los siguientes acumulados del 2019 respecto de los acumulados del 2018. El IPI Manufacturero del Indec acumula a julio un retroceso del -8.4%, el IPI de FIEL muestra registros fuertemente negativos hasta agosto tanto en los anuales como en los acumulados. También en la publicación de agosto, FIEL sigue con la misma racha negativa y el acumulado de los primeros ocho meses es el -6.7 %. La construcción por el ISAC del Indec acumula a julio un negativo de -8.3% y el Índice Construya va por igual sendero y el acumulado de agosto es nada menos que un valor negativo del -13.6 %. La producción de automóviles acumula en los 8 meses un descenso del -36%, los patentamientos de autos, del -45.8 %, y las motos, del -45,1 %. Son porcentuales inusuales de caída. La demanda de electricidad presenta una baja acumulada del -6.3 %. La producción de acero no logra hasta el momento salir de valores negativos y cae acumuladamente un -8.8 %. Se observa un claro retroceso en las importaciones, como también en las ventas en supermercados, en este último caso con información a julio, por debajo de la inflación, con el 41.8 %, y así por el estilo. En los meses siguientes no parece posible que se modifiquen los indicadores. Si agregamos por ejemplo préstamos presenta en los acumulados valores bajos e incluso decrecientes. Por ejemplo solo crecen el 20 %, menos de la mitad de la inflación (alrededor del 55% en el mismo período). Las exportaciones crecen por debajo de las expectativas, pero el saldo comercial resulta positivo como producto de la caída de la actividad económica y de las importaciones. Hasta el momento los adelantos conjeturados para el año, y especialmente a partir de agosto, se fueron debilitando aceleradamente. Posiblemente la inflación aumente y el cierre del año a diciembre ronde el 55 %, siempre expuesto a accidentes de tránsito o bancos de arena. El dólar presenta sorpresas y el Banco Central fue desbordado y no pudo (no quiso) contenerlo. La tasa de política monetaria aumentó en agosto y septiembre casi 20 puntos respecto de los 30 días anteriores y en los últimos (días) de septiembre ronda el 80 %. Los pases pasivos pegaron un salto. En la tasa pasaron el 70 % anual y en el volumen casi se triplicaron. Esto refuerza necesariamente la caída en los préstamos, en algunos casos con más vigor. Las tarjetas es un ejemplo. El total de préstamos de acuerdo a la última información disponible caen más del 4 %. En términos reales la caída resulta notable y en agosto-septiembre también lo padecen los préstamos en dólares. Las Leliq alcanzan en los finales de agosto a $ 1.340.000 millones (o sea arriba del billón de pesos) y les apareció un amigo, los pases pasivos. Tanto que la suma de ambos supera la base monetaria. ¿Cómo desarmar esta cuestión que implica varios puntos del PBI y un cuasi fiscal que engorda día a día? No será sencillo. Diciendo una obviedad, flota el resultado posible de las elecciones de octubre, sobre las cuales presumíamos antes de las Paso un final parejo, y parece que le erramos feo. Podemos agregar, a modo de resumen, que en un mes, anterior a las elecciones Generales y los días recientes, el dólar aumentó más del 20%, el riesgo país se duplicó y se estacionó por arriba de los 2.000 PB. La tasa de referencia del BCRA se elevó y alcanza o supera el 80 % anual. Uno de los fundamentos del acuerdo con el FMI, digamos de julio de 2019, saltó por los aires. La banda fijada superior de $ 51.44 por dólar quedó patitiesa frente a los nuevos valores rondando los $ 60 y nada se pudo hacer para devolverla al cauce fijado. Algo similar se podría decir respecto de las estimaciones de inflación y una serie de indicadores por el estilo. El FMI se impuso un compás de espera para depositar los u$s 5.400 millones correspondientes a septiembre y nada sabemos sobre los saldos restantes. Por ahora podemos contar que debemos al FMI cerca u$s 44.000 millones y el ruido del reperfilamiento de la deuda los aturdió, pero no hay más información. Todo debe resolverse y discutirse con el FMI, cómo se continúa el acuerdo, también si se reperfila. No la tienen fácil ni el nuevo ministro Lacunza, ni el presidente del BCRA, ni los del FMI, tampoco otros que van apareciendo. Agregamos un gráfico con los datos recientes de la deuda, no fue poco el crecimiento en estos años, se superaron los u$s 110.000 millones desde diciembre 2015. No es poco y poco se sabe que ocurrirá. Fuentes: Los IPC son los publicados por los organismos correspondientes provinciales y por el Indec. Para evitar una visión sesgada en los cálculos, se toma en cuenta el valor promedio de varios IPC para los últimos gráficos del paquete enviado. Se utilizan valores promedio mensuales como el dólar, la tasa de política monetaria, el índice tipo de cambio real multilateral y datos del Balance Cambiario. También se agrega la famosa banda cambiaria, ahora congelada (de hecho en agosto profanada). Todos los números originados provienen del Banco Central, Economía y otros Públicos o Privados. Como se puede observar en el primer punto “mirando por la ventana”, el acento está puesto en el muy corto plazo, las fluctuaciones del conjunto de variables que se analizan, vuelan (o caen). Lo obvio y errático del FMI, del REM y del Presupuesto Nacional con estimaciones para los 4 meses restantes del año: Dentro de los pronósticos (gráficos de conjeturas), se presentan tres opciones de envergadura: la del FMI, con el 40.2%, dato del último memorándum de julio de 2019, que eleva significativamente la conjetura inicial del acuerdo de octubre de 2018 (el 20%); el de las autoridades económicas (Presupuesto 2019), con el 23%, que se mantiene a rajatabla como muestra arqueológica y que se alcanzó en el primer semestre, y la del REM (Relevamiento del BCRA), con el 55%. Todos a diciembre de 2019. Como se puede observar en el gráfico, los pronósticos iniciales en todos los casos se hicieron añicos. El cumplimiento de las estimaciones exige una variación de precios que, al momento de ser lanzados, inician su ocaso. En el caso más elevado, tanto la estimación del REM como la del FMI exige una variación de precios del 4.5 % y 1.9 % mensual, para finalmente en diciembre de 2019 alcanzar lo pronosticado. La conjetura del Presupuesto 2019 exige “deflación”. Lo cierto es que van quedando pocos argumentos para explicar o fundamentar lo que se observa en los actuales niveles de inflación. En la gráfica se puede seguir el derrotero y la acumulación de las variaciones mensuales hasta alcanzar los valores mencionados. Pero ocurrió agosto y los nuevos números brotaron. Revoleo y surtido de números: Utilizando lo acumulado en los ocho primeros meses (enero a agosto), tanto para los IPC como para otros indicadores, se presume cuánto alcanzarán a diciembre de 2019, con tasas de ajuste del 2.5 %, 3.5 % y 4.5 % mensuales. Con un promedio del 4,5 % mensual en los 4 meses que restan, se obtiene el 55 %. Con el 3,5 % se alcanza el 49 %. Y finalmente con el 2.5% logramos el 43 %. Cualquiera puede hacer uso de su imaginación y avanzar con optimismo el valor futuro mensual (de hecho, algunos ya lo están pensando). Para ver en qué sistema planetario orbitamos, lo mejor que podemos hacer es recordar las cifras que muestran una realidad cruda con valores estimados para cerrar el año 2019 en términos de inflación: los países que se aproximan o superan la conjetura del 40.2% para Argentina (FMI Reporte julio 2019) son Irán, con el 37.2 %; Sudán, con el 49.6 %, y Sudán del Sur (último país creado), con el 24.5 %. En América se descarta Venezuela por ser de otro sistema y el más próximo es Haití con el 14.9 %. Otras estimaciones que podemos apelar son las producidas por la lista The Economist que, en el caso de Turquía, país con el cual últimamente nos asocian, la estimación para el año 2019 supera el 15 %, Paquistán, el 11.6 %, y Egipto, el 7.5 %. Ningún otro país de la lista mencionada está arriba del 10 % anual. Países como Brasil y Chile tienen una estimación del 3.4 % y del 2.3 %, respectivamente. Casi estamos solos. Nivel General y Alimentos y Bebidas, dos gráficos para pensar: Como se puede observar en los gráficos (Nivel General y Alimentos y Bebidas), donde se contabiliza lo ocurrido en años anteriores, se destaca el 2018 en uno y otro caso. Durante ese año el aumento de precios del Nivel General fue del 49 %, algo similar en Alimentos y Bebidas. Por su parte, el dólar trepó un 114 % y la tasa de política monetaria fue del 59 %. Superan estos valores los anuales desde el 2014. Para el 2019 corresponden a 12 meses, AGOSTO 19 / AGOSTO 18. ¿Se puede conjeturar que el 2019 (diciembre / diciembre) quede en un rango similar al observado hasta el momento, hoy en el 55 %? Totalmente olvidadas las Medidas Económicas y Sociales: “Creemos que, habiendo empezado a estabilizar la cuestión cambiaria, llegó el momento de traer un poco de alivio a los argentinos, que tantos esfuerzos hicieron en estos meses difíciles para todos”. La extrema dureza del BCRA no arrastra resultados, se sabe que el país tiene una historia de inflación de al menos 75 años. Pero, siempre un pero, el dólar en 12 meses (agosto / agosto) da cuenta de un incremento del 76 % (menor que para todo el año 2018, por ahora) y la tasa de política monetaria llega al 71 % promedio del mes. Respecto de Alimentos y Bebidas, no pinta más aliviado el panorama ya que el acumulado de agosto 19 / agosto 18 supera los años anteriores. Es posible que finalmente el 2019, y de acuerdo con los meses recientes, barra con las marcas anteriores. SEPTIEMBRE VIENE A TAMBOR BATIENTE. Inflación, dólar, Leliq y tasa de política monetaria del Banco Central: Parte de la estrategia del BCRA es el control de la estabilidad de la moneda, de la tasa de inflación y también del dólar. Para eso hace uso intenso de la tasa de interés en conjunción, primero con las Lebacs y actualmente con las Leliq y un control INICIAL “férreo” de la base monetaria siguiendo recomendaciones recientes (reportes de abril y julio de 2019 y anteriores) del FMI. Los resultados que se observaron desde junio de 2018 a agosto de 2019 fueron sencillamente frustrantes. En la actualidad, con el aporte de u$s 44.000 millones del FMI, con una empinada suba de la tasa y una estabilidad no tan acentuada de la base monetaria, los resultados no mejoraron. Lo que observamos en las variaciones mensuales son los brincos alcistas del dólar y los precios. Esto último se puede analizar en el gráfico de variaciones mensuales a partir del año 2018 y específicamente luego de que los indicadores de precios y del dólar explotaron en septiembre de 2018. La Tasa de Política Monetaria doblega por momentos (por decirlo de alguna manera) al tipo de cambio, pero nuevamente en marzo de 2019 cobra vigor, pega un nuevo salto y lo repite con más fuerza en agosto de 2019. El BCRA redobla la apuesta y sube la Tasa de Política Monetaria al nivel más elevado de los últimos años, alcanza en promedio en agosto el 72% anual o el 6% mensual. En otro punto veremos en detalle los últimos avatares del BCRA para enfrentar las situaciones. Recordemos para ir entrando en tema el no tan reciente discurso de Guido Sandleris, presidente del BCRA, el 16 de julio al presentar el Informe de Política Monetaria (IPOM), luego de conocerse la inflación de junio, “inflación baja, pero es alta”, por lo tanto persistirá en la “política monetaria estricta”. El BCRA continuará “calibrando y recalibrando” la base monetaria, el tipo de cambio, un poco flexible y un poco controlado, la tasa de interés y los encajes, y así por el estilo. Todo dicho con optimismo a pesar de que “tenemos un sistema financiero pequeño y precios no anclados”. Repasemos lo dicho por Sandleris el 20 de agosto en su último discurso, cuando se refiere a “momentos de alta volatilidad financiera” y agrega que “la incertidumbre actual genera dificultades y angustia en la población”. En tal sentido, puntualiza que se ha “duplicado el riesgo país” y que todo lo anterior “va a interrumpir el proceso de desinflación de los últimos cuatro meses. La inflación subirá en agosto y septiembre”. Frente a este panorama, considera necesario “reanclar las expectativas con el esquema de agregados monetarios que ya demostró su eficacia”. Obviamente esperamos que así ocurra. Índice del Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM), dólar, tasa monetaria: Agregamos una nueva variable: El ITCRM, elaborado por el BCRA, muestra altibajos, pero en el 2018 se empina y evidentemente sigue al dólar (además de otras cuestiones como describe la metodología del BCRA). Los diversos gráficos con ITCRM permiten seguir con detenimiento tanto los valores mensuales y anuales, como las relaciones con variables significativas, que trascienden lo meramente financiero afectando al sector real de la economía: recordar las exportaciones y las importaciones. En los gráficos con valores mensuales, el dólar marca el derrotero del Índice de Precios, que lo sigue con fidelidad y tozudez. 1) Para una mirada de mayor plazo, el promedio mensual desde 2014 a AGOSTO de 2019 del dólar fue del 3.3 %, el IPC, del 2.6%, y el ITCRM, del 0.5%. 2) En AGOSTO de 2019 (respecto del mes anterior), la variación fue del 23.6 %, 4 % y 16.2 % (dólar, IPC e ITCRM). En el gráfico, en un plazo más breve, del 2018 al 2019, recreamos los “picos escarpados” del dólar, tanto en enero, mayo y septiembre de 2018, como en marzo de 2019, y el más reciente de agosto, queda claro que los dos grandes derrumbes se produjeron en septiembre de 2018 con el dólar variando en el mes el 29 % y el de agosto 2019 con el 24 %. 3) Para sumar vértigo, aunque sean abrumadores tantos números, se observa que el promedio de 12 meses para el dólar fue del 45.1 %, la inflación, del 34.6 %, y el ITCRM, del 4.2%, siempre dentro del período que va del 2014 a agosto del 2019, o sea 68 meses en partes de doce meses. 4) Por si fuera poco atosigarse con los porcentajes anteriores, se agrega que en AGOSTO de 2019 vs AGOSTO 2018, el dólar tuvo una variación del 76 %, la inflación, del 54 %, y el ITCRM, del 12 %. Dejamos para los lectores el gráfico con las variaciones de los últimos tres años y el inicio del 2019, y que cada uno saque sus propias conclusiones. Tasa real de interés, tasa de política monetaria. Atesoramiento, desvelos del BCRA y la costumbre arraigada de muchos argentinos, ahorrar en dólares. También los foráneos de acuerdo con sus oráculos: A los habituales gráficos con los IPC, tipo de cambio real, salarios, dólar y otras yerbas, se agregan dos que se van a ampliar en nuevas y futuras entregas. A la inflación que desvela a todo el mundo, se le añaden un par de variables. Por un lado, la tasa de interés de política monetaria, la tasa de interés real (no es más que la diferencia entre la tasa de interés y la inflación, forzando un poco las comparaciones y algo diferenciado a como lo hace el BCRA en el IPOM), la base monetaria y títulos del BCRA (Leliq). En otro gráfico, para completar las asociaciones, el concepto de atesoramiento de dólares o, más elegantemente, como lo denomina el Balance Cambiario del BCRA, “operaciones del sector privado no financiero”. Para no ir tan atrás se parte desde el 2014 y, como se puede verificar, el atesoramiento ya venía fuertemente perfilado, aun con el cepo más duro y nuevamente poco flexible. Pero no queda duda de que durante el Gobierno actual se incrementó, y como se puede observar, excepto en diciembre de 2016 por efecto del blanqueo, resultó positivo, pero en todos los restantes meses la cuenta es negativa. Los mayores montos se concentran a partir de mayo de 2018. En junio de 2018 se redacta el Primer Memorándum, donde se solicita ayuda al FMI para enfrentar una situación muy complicada que hacía agua por varios agujeros y sin que nadie nos prestara una moneda. La primera baja se llevó a Federico Sturzenegger. Ingresaron los primeros u$s 15.000 millones y duraron poco. Entre junio y octubre, se fueron u$s 11.904 millones por ventas del BCRA. Por lo escrito en la Segunda solicitud al FMI, en octubre de 2018 y con nuevo memorándum, todas las críticas cayeron sobre las espaldas de Caputo. Esto le costó el cargo y fue la segunda baja. Así es como luego del Segundo acuerdo, con aumento a u$s 57.000 millones de la suma a ir entregando, ingresaron u$s 5.668 millones en octubre de 2018 y u$s 7.640 en diciembre de 2018. Desde el 25 de septiembre de 2018, ya con otro presidente en el BCRA, Sandleris, se recibieron u$s 10.800 millones el 8 de abril de 2019 y en julio de 2019 ingresaron u$s 5.400 millones, algo así como el 77 % del total comprometido. En septiembre de 2019 se esperaban otros u$s 5.400 millones. Y nada por el momento. Pero veamos otro tema que suele quitar el sueño. a) Tasa de Política Monetaria, b) Inflación Mensual Anualizada y c) Diferencia (tasa de política monetaria menos inflación: se denomina tasa real de interés) entre los meses de enero de 2016 y diciembre de 2017, se observa lo siguiente: 31.15 %, 28.58 % y -2,57 % (o sea una tasa de interés real negativa), en los meses de junio y diciembre de 2018 (los peores meses donde descarrilamos) para los mismos conceptos: 54.26%, 61.77% y – 7.52% (tasa de intereses real negativa). Para los meses de enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio y julio de 2019, los porcentajes son: 62.41%, 35.48 % y 12.05% (tasa de interés real positiva). En agosto de 2019, con un dólar que cierra el mes a $ 59, los porcentajes que venimos mostrando son los siguientes: 71 %, 59 % y 12 % (o sea tasa real positiva). Las tasas positivas son mayoritariamente para los tenedores de Leliq o sea los bancos, aunque debemos reconocer que aumentaron las tasas para la mayoría de los plazos fijos. Muy asociado a lo anterior, podemos ponerle números a la desconfianza, que con estas políticas se intenta enfrentar a la cabeza bimonetaria de muchos en Argentina. También a las tasas de interés real negativas que en general predominaron desde hace muchísimos años. En el 2017 la cuenta de los Privados No Financieros resultó (negativa) u$s -22.000 millones. En el 2018, la cifra negativa fue de u$s -27.000 millones y la suma de enero a julio de 2019 negativa en u$s -13.882 millones. Y que pasó en agosto, la desconfianza se llevó u$s 5.908 millones. Esta cuenta estima billetes y formación de activos privados no ingresados. Repasando las medidas más recientes del BCRA: a) El 31 de marzo de 2019, el BCRA resolvió congelar la base monetaria hasta noviembre de 2019 en $ 1.343.000 millones, dejando solo el ajuste estacional de diciembre. b) En la reunión del 16 de abril, el Comité de Política Monetaria (COPOM) del Banco Central resolvió, atropellado por la inflación de marzo, reducir la tasa de actualización de las bandas de intervención del dólar y llevó las mismas a cero, manteniendo los valores de $ 39,755 y $ 51,448 hasta diciembre de 2019. c) Como todo cambia, el 29 de abril resolvió que puede intervenir si el dólar se ubica por debajo de los $ 51,44 (anteriormente llamada zona de no intervención ZNI), y si se ubica por encima de los $ 51,44 arremete (el BCRA) vendiendo hasta u$s 250 millones diarios. d) El 2 de junio el COPOM dice vamos bien, mantenemos todo el esquema sin cambios. e) Ya en julio se reduce en 3 p.p. la exigencia de efectivo mínimo sobre depósitos a plazo para compensar el efecto estacional de julio sobre la demanda de dinero. f): Complementado lo anterior, el 22 de julio extiende a julio y agosto el promedio bimestral para mantener la base monetaria y aumenta en 3 p.p. la integración con Leliq para integrar en encajes de depósitos a plazo fijo. g) El 31 de julio el COPOM aclara que mantiene la tasa de las LELIQ en 58 % hasta que se conozca la inflación de agosto. h) Se conoció la inflación, pero también los números del 11 de agosto. Esto obligó al presidente del Banco Central a un discurso diferente el 20 de agosto, mencionado en otro punto anterior destacando párrafos significativos, palabras como alta volatilidad, incertidumbre y anclar las expectativas. Finalmente, el 31 de agosto el Informe de Seguimiento de la Meta de Base Monetaria da cuenta de un desfasaje, pero parece que no tiene implicancias por la actitud precautoria de los bancos. Puede ser. Agregado final, controles de precios, acuerdos, planes y el nombre que se nos ocurra: Como estamos en similares condiciones que el mes anterior, en el próximo informe, después de la elección General de fines de octubre, agregaremos otros comentarios. En Argentina contamos con un largo historial de planes y es lo que seguramente veremos en el futuro bajo denominaciones de controles, acuerdos, congelamientos, todos muy bien documentados en una amplia bibliografía. Por ejemplo, quien ha seguido escrupulosamente los planes es Juan Carlos De Pablo. Uno de los primeros fue a partir de la Segunda Guerra Mundial mediante ley del Congreso en 1939. Luego le sucedieron distintos formatos tal como los denomina Gastón Utrera, planes ortodoxos, heterodoxos, populistas. La denominación común es que no resultaron exitosos, salvo el impacto inicial en algunos casos. Muy recientemente recordaron el plan de inflación cero, el del período del ministro Gelbard, que asumió en mayo de 1973 con Cámpora, y que luego continuó con Perón, a partir de octubre de 1973. Pero en octubre de 1974 se aleja como ministro con el cambio de Gobierno. En este breve período se plantearon muchas leyes, inflación cero, un llamado Programa de Reconstrucción y Liberación Nacional. Las principales medidas fueron instrumentadas bajo el denominado Pacto Social y comprendían congelamiento de precios, alza de salarios y congelamiento de las negociaciones colectivas por dos años. Todo esto se traducía en el ACTA DE COMPROMISO NACIONAL firmado por el movimiento obrero, por los empresarios y por el Gobierno, con un objetivo explicitado: aumento de la participación obrera en el Producto Bruto Interno. Pero algunas consecuencias económicas se fueron acumulando: retrasos en los precios fijados (tarifas y tipo de cambio), aumentos de salarios y beneficios que entraron en contradicción con lo anterior. Tipo de cambio preferencial para importaciones (crisis del petróleo) y siempre bajo el objetivo de no derramar aumentos sobre los salarios. Algunos números: cayó la inflación a la mitad, del 70 % al 35 % en 1974, pero muchos acontecimientos se precipitaron. Gelbard pudo mostrar que en julio de 1973 el IPC marcó cero y los Mayoristas -0.8 %. Recordemos que Perón murió en julio de 1974 y asume Isabel Perón. En tanto el área económica es conducida a partir de ese momento por Gómez Morales. En junio de 1975 asume como ministro Celestino Rodrigo. Bajo su mandato se produce una fuerte devaluación, aumento de tarifas, huelga general en julio y fuertes críticas a las medidas anteriores. Renuncia López Rega y también Rodrigo. Se suceden una serie de ministros en el área económica: Bonami, Cafiero, Mondeli. En marzo de 1976, las Fuerzas Armadas deponen al Gobierno y se ingresa plenamente en un período perverso. Los números fueron duros. En 1975 la inflación alcanzó el 182 % y en 1976 se desmadró con el 444 %. Finalmente, siempre nos faltan 5 para el peso o las tan remanidas reformas estructurales. Y nuevamente otra historia aparece con Martínez de Hoz: devaluación, unificación cambiaria, libertad vigilada con los precios, suspensión de las convenciones colectivas, con aumentos fijados por el Estado, suspensión del derecho de huelga, nuevos valores para las tarifas de los servicios públicos, política monetaria contractiva, tablita cambiaria y otras por el estilo. Uno de los más completos y que duró varios meses fue el Plan Austral, iniciado el 14 de junio de 1985. Las principales medidas adoptadas simultáneamente fueron: La reforma fiscal (no financiar al Tesoro), reforma monetaria (cambio de moneda, se sacaron tres ceros al Peso Argentino y nació el Austral que duró hasta octubre de 1991), congelamiento de salarios, tarifas y tipo de cambio, congelamiento de precios, tabla de desagio para los contratos anteriores al plan y eliminación de la indexación. Los primeros problemas empezaron al año siguiente en 1986, y en 1988 aparece una reforma tratando de arreglar los desajustes bajo la denominación Plan Primavera. No obstante, el Plan Austral cumplió con el objetivo de bajar la inflación con costo social controlado. Los problemas posteriores fueron más bien originados en cuestiones estructurales no resueltas. La consecuencia de todo lo anterior fue el inicio de la Convertibilidad y la creación de una paridad con dólar de 1 peso = 1 dólar. Otra historia, otro plan. Saludos Jorge