De acuerdo con lo publicado por Clarín el último 28 de mayo, el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires asegura tener “un plan para reducir la brecha que se produce entre lo que las empresas más dinámicas demandan y el sistema educativo entrega”.
Dicho plan se denomina —en esta oportunidad— “Buenos Aires Aprende”, y se propone “mejorar los resultados en Lengua y Matemática en los primeros años de primaria, avanzar con cambios en la organización escolar e incorporar la tecnología en la escuela, incorporando nuevas formas de enseñar en primaria y secundaria”.
El artículo plantea además que “se han registrado resultados preocupantes. En la Ciudad, solo nueve de cada 100 alumnos que arrancan primer grado terminan la escuela secundaria a tiempo (significa que no han abandonado la escuela, ni repetido ningún grado y/o año), uno de cada tres no entiende un texto para su edad y seis de cada 10 tienen problemas con los números”.
“Estamos todos como fingiendo demencia, los alumnos van a la escuela, pero muchos no aprenden. Queremos hacer un cambio de paradigma. El sistema no funciona. Otro de los ejes relevantes del nuevo plan está vinculado a la alfabetización digital, en la que se prevén cambios en la administración de las escuelas. Ya no habrá papeles, todo será digital”, afirmó el jefe de Gobierno, Jorge Macri.
Asimismo, la ministra de Educación de la jurisdicción, María de las Mercedes Miguel, dijo que “el plan del gobierno se implementará en el marco del Plan de Alfabetización que impulsa el gobierno nacional”.
Lo que no dijo la funcionaria es que la educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires adhiere también a las políticas de ajuste presupuestario en la educación pública del Ministerio de Capital Humano, cuya ministra, Sandra Pettovello, es la responsable nacional de los recientes hechos de corrupción vinculados con el manejo indiscriminado de fondos para la compra de alimentos, así como del ocultamiento de estos a la gente, castigada por el brutal ajuste económico que aplica el Presidente Javier Milei.
Tampoco se dijo que semejante adhesión implica el fin de la educación pública obligatoria financiada por el Estado, la discriminación educativa contra los más pobres, materializada en la ley Bases con la implementación de evaluaciones finales, y el apoyo irrestricto a la represión salvaje al pueblo argentino que asistió a la Plaza de los dos Congresos para rechazar la mencionada ley.
Lo que resulta difícil de comprender, es que después de 17 años de estar gobernando la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las autoridades educativas de Juntos por el Cambio se den cuenta ahora que nueve alumnos de cada 100 no cursan con normalidad la escuela, que hay demasiados que no leen, escriben ni pueden realizar operaciones matemáticas, que existe una demanda de educación digital o que las tasas de sobre edad en las aulas porteñas son muy altas.
En suma, que, durante todo ese período, las políticas aplicadas por los sucesivos gobiernos de color amarillo han fracasado, lo que profundizó la falta de capacidades en sus alumnxs, así como las desigualdades sociales existentes —en la ciudad más rica de Sudamérica— y burocratizó más aún el sistema educativo, negando en los hechos cualquier intento de planificación pedagógica de las escuelas.
Este último lanzamiento es uno más en la larga cadena de anuncios publicitados desde 2007 a la fecha, como fueron la Nueva Escuela Secundaria, la Secundaria del Futuro o el Modelo Híbrido de Educación; experiencias de las que, además, no existe a la vista evaluación alguna, y que, a juzgar por lo dicho por el propio jefe de Gobierno, fueron producto de alguna situación reñida con la salud mental o de una gestión poco experimentada en la administración de la educación pública o directamente interesada en su gradual, pero efectiva, desaparición.
Creemos que luego de 17 años gobernando la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las distintas administraciones no se han ocupado de mejorar la educación pública, sobre todo en las comunas mayormente castigadas por una pobreza que se va tornando estructural y que, con las políticas libertarias, se va adueñando de la sociedad argentina. Que ello no remite a demencia alguna, sino, justamente, a la clara conciencia que el neoliberalismo tiene de cuáles son los intereses que debe favorecer y cuáles perjudicar.
Cabe aclarar que las mediciones aludidas en dicha nota no son solo producto de la pandemia, sino, y sobre todo, consecuencia de todo un proceso de marginación de sectores de la ciudad, como pasa, por ejemplo, en el sur de esta; comunas a las que se las asiste, pero que no se las desarrolla con más escuelas, hospitales, urbanizaciones reales, cloacas, etc.
La pobreza en CABA se expresa, según declaraciones de distintas cooperadoras a Radio AM 570 del pasado jueves 6 de junio, en lo exiguo de la comida y leche en sus escuelas, en la falta de atención de la salud pública, en el drama y la frustración que significa para muchos jóvenes tener las carencias que hemos descripto o de tener que dejar la escuela para ir a buscar trabajo, o, en definitiva, en no tener ni siquiera el derecho a soñar o imaginar un futuro.
Mientras las propuestas plantean la innovación en la educación, la historia de la educación de los gobiernos del PRO o Juntos por el Cambio en la ciudad nos dice que las políticas públicas en educación son similares a las políticas nacionales, algo que pone en evidencia, por tomar un solo ejemplo, el descenso permanente de los presupuestos educativos y el no pago del FONID.
El gobierno de la ciudad anuncia para distraer a la opinión pública. Con esta metodología, les ha bastado a los anteriores jefes de Gobierno y es previsible suponer que le bastará a Jorge Macri para sostener una falsa imagen de sus acciones en educación. Anunciar, publicitar, generar expectativas, con propuestas prolijamente preparadas y de impacto, de modo tal que el imaginario porteño las contabilice y, como consecuencia, los vote.
Los anuncios del 28 de mayo pasado no mencionan siquiera la posibilidad de construir las escuelas que están faltando para que los estudiantes no tengan que amontonarse en las aulas y puedan recorrer menores distancias para ir a estudiar, así como no tener que asumir los costos de transporte para ir y volver de la escuela.
Dicha necesidad queda oculta tras los fuegos de artificio; así como la falta de wifi y computadoras, becas suficientes, aumento del monto de estas y de los subsidios por infraestructura y equipamiento o reparto de computadoras y material didáctico, la reversión de la tendencia manifiesta a eliminar del curriculum escolar el campo disciplinar de la historia y la memoria, reducidas ambas a miradas sociológicas abstractas, vacías de contenido, como para que lxs jóvenes no aprendan a interpelar la realidad o se formen como ciudadanxs a partir del pensamiento crítico.
Asimismo, se habla de focalizar las acciones en escuelas de las comunas más pobres, en la franja sur del espacio urbano, históricamente marginado. Es la Buenos Aires oculta, la que no se ve, pero que está. La que no es alcanzada por los planes de gobierno, si convenimos que para poder estudiar hace falta moverse en un contexto general de vida, que acompañe a lxs estudiantes.
Queda así, una vez más, en evidencia la continua vocación del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de alentar un falso relato sobre la educación pública, a partir de mensajes sobredimensionados por una prensa cómplice, que alimenta aquello de que los mejores gobiernos son aquellos que solo lo son en la imaginación de algunas personas, pero que no reflejan vínculo alguno con la realidad.