Acabamos de conocer tu artículo sobre la inflación. Es el punto más conflictivo para la recuperación de la economía en nuestro país…
CA: El problema más grave parece ser la inflación. Sin embargo, las causas de la crisis y las armas para enfrentarla son muy parecidas a los de otros países y sobre todo a Estados Unidos y los países desarrollados.
Las crisis producen una caída en el ritmo de la producción que ha llegado a ser una caída neta en el PBI que, en proporciones, no es muy diferente en Argentina o Estados Unidos, salvo que aquí es más profunda. La diferencia parece que estuviera en la inflación, que allá no hay y acá hay por demás.
En EEUU, la emisión monetaria es enorme…
CA: Allá emiten y se endeudan tanto como acá. La emisión es descomunal, todo se arregla emitiendo y el endeudamiento también llegó al 100% del PBI y encima la Fed lo está convirtiendo en una política permanente, con el agregado de que lo justifica señalando que ya nadie puede sostener que la política monetaria expansiva sea la causa de la inflación.
Sin embargo, acá no hay analista o consultor que no siga diciendo que el exceso de inflación (aparentemente no el de deuda, eso no lo dice nadie) es la madre de todos los desastres.
CA: Lo que yo estoy tratando de poner en claro es que la cuestión está en la moneda que cada país tiene y qué es una moneda. En Estados Unidos y en los países industrializados tienen una moneda divisa. Y los países no desarrollados tienen una moneda que no es una divisa y que se deprecia respecto a la divisa. La Argentina es la campeona de todas en las monedas que se deprecian. Allá, en cambio, la moneda se puede depreciar respecto a otra divisa, (relación dólar-euro, por ejemplo) pero siempre es acotada, no afecta a los precios o se compensa con períodos de revaluación, como podría empezar a suceder ahora con el dólar. En cambio aquí es una depreciación continua y profunda, y eso induce al que puede ahorrar que lo haga en dólares, y genera una continua corriente de compra de dólares.
Si, todos emiten y se endeudan, y en los países industrializados no hay inflación…
CA: Yo insisto en que la moneda es distinta y esa es la diferencia. Lo que nadie ve, es que la moneda es débil porque la economía es débil y la producción es competitiva sólo en materias primas pero no en productos industriales. Y eso, porque la moneda es una consecuencia de la producción. Si no hay producción creciente y eficiente, no hay moneda fuerte.
Aquí, el acento en la moneda no lleva a convenir una política para hacer fuerte la moneda a través de hacer fuerte la producción, sino en rechazar la moneda y sustituirla con el dólar, en primer lugar para ahorrar, pero también para acumular. Por eso fugan capitales. Algunos creen que eso se soluciona comprando la moneda, de manera parcial con la deuda, o de manera total como sucedió con la convertibilidad. Pero ni cambiando la moneda ni tomando deuda, se cambia la economía.
¿Por qué?
CA: Por la sencilla razón de que no hay moneda que no surja de la propia economía, y si se adopta otra, y hay que comprarla, esa compra, parcial (endeudamiento) o total (sustitución por el dólar directa o a través de convertibilidad) desestabiliza todo.
Precisamente por el principio de que una moneda o es total y sirve para todo, o no es una moneda, y lo que hay que construir es una moneda que sirva para todo, y como la base de una moneda que sirva para todo está en la producción, lo que hay que llegar a tener es una economía que permita construir una moneda con todas sus funciones. Y si una economía produce en las mejores condiciones, tiene que hacerlo a aproximadamente igual costo y así no habría inflación o estaríamos ante un peligro mucho más acotado, como sucede en Estados Unidos o en Europa.
Sin embargo, en todas las fórmulas de los analistas y consultores no se pone el acento en la construcción de una economía productiva sino en reducir el gasto y generar un excedente, es decir terminar con el déficit fiscal, para que eso se traduzca en un superávit financiero.
CA: Si uno examina los pedidos, se ve que nunca están satisfechos. Primero, había que lograr un acuerdo con la deuda. Ahora el acuerdo ya está y a la prensa internacional le parece muy bueno, pero todavía «falta algo más»: éste es el centro de los pedidos.
Cuando se examina en qué consiste el algo más, se empieza a ver que las diferencias se centran en que si bien el BCRA devalúa más que la suba de los precios, los inversores (que en realidad son inversores que en su gran mayoría invierten en dólares para tener una renta en dólares y fugarla) dicen que es poco con el ojo puesto en la suba del blue, que sube porque ellos compran. Y lo fundamentan en sus «expectativas» y esas «expectativas» siempre han estado puestas en que el dólar va a subir, que significa que ellos van a seguir comprando dólares, así que lo que falta para que aprueben la política económica, es una política cambiaria y monetaria que incorpore las expectativas de los inversores y sus analistas.
Y como sus expectativas son un dólar más alto siempre, lo que piden es que el Estado adopte la política de ajustar bajando el costo interno para que haya un excedente para comprar dólares, endeudándose.
Al principio, esa deuda excedente puede cubrir lo que falta, pero termina siendo una deuda para que se puedan cumplir los pagos de amortización de la deuda ya adquirida más los intereses de esa deuda, o sea, una deuda creciente que solvente la fuga creciente de capitales. Al hacer esto, al costo nacional se le agrega el costo de comprar los dólares, que cada vez es mayor. Por eso suben los precios (porque el costo es más alto) y por eso la deuda crece cada vez más y el país se empobrece permanentemente.
Y en los países industrializados…
CA: En los países industrializados es lo mismo, en el sentido de que la salida es siempre una deuda que crece continuamente, pero como tienen monedas fuertes o divisas, el Estado casi no tiene límites para gastar, como lo muestra Estados Unidos con la política armamentística, y de la misma manera rescata a los bancos, como hizo con Lehman en 2008, o les inyecta una ayuda permanente en liquidez. Y como casi no tienen límites para gastar, pueden sostener el endeudamiento permanente que en los países no plenamente desarrollados de la periferia del sistema no se puede sostener. Y aunque también en los países industrializados se reduce el nivel de vida, disminuye el empleo seguro, empeoran las condiciones laborales y se agrandan las desigualdades, no se empobrecen al extremo, como sucede en nuestro país o en cualquier otro de la periferia del sistema.
Cuando llega a un extremo, como ahora, Estados Unidos defiende su moneda quitándole segmentos del mercado a China, limitando a la Unión Europea, tratando de integrar al patio trasero latinoamericano, como ya lo hizo en América del Norte con México y Canadá (aunque este último no es un patio trasero sino un estado integrado a la economía estadounidense), bloqueando el crecimiento de los demás y compensando parte de su deuda con los préstamos.
Esa compleja operatoria da lugar a una complicada trama que se expresa en las políticas monetarias y cambiarias que recrean continuamente esta situación y guardan para la periferia del sistema un comportamiento muy distinto basado primero en el ajuste y el endeudamiento a través de los cuales en estos países la misma política funciona de otra manera, y se les exige que la cumplan poniendo el ejemplo de que con ellas, a ellos les va bien y lo que se prepara es una integración mayor, como estados incorporados de naturaleza inferior.
Todo esto no termina de explicar el funcionamiento del sistema en su conjunto…
CA: El capitalismo sorteó las crisis hasta el momento. En los ciclos cortos, el agrandamiento de la demanda exige más inversión y como a la vez exige más gasto, sobre todo en salarios, terminan siendo mayores los gastos que los ingresos y la crisis se identifica con una baja de las tasas de ganancias. En el ciclo corto, el freno de los gastos se traduce en menor crecimiento o pequeños retrocesos, que son suficientes para recomponer las ganancias.
A mediano o largo plazo, aparecen ciclos largos, períodos mayores, más allá de los ciclos cortos. Así, los ciclos cortos, arreglables, se desenvuelven dentro de ciclos largos, con fases largas de alzas y fases largas de bajas. Así que hay fases de mejoras largas permanentes y otras de empeoramientos que no se terminan, como los actuales. La superación de estos ciclos largos es a través del cambio tecnológico, es decir, producir con mayor productividad, lo que genera mayor producción a menor costo por unidad de producción y permite recomponer tanto la ganancia como el nivel de vida.
¿Cuál es la experiencia histórica? Sin ir tan lejos…
CA: Después de la Segunda guerra mundial empezó un nuevo ciclo largo cuya fase expansiva terminó en los años setenta y dio lugar al Estado de Bienestar. Este ciclo largo entró en su fase de baja o fase recesiva que no terminó o que sólo fue modificado con una actividad más sostenida con la expansión del mercado mundial por la presencia de China y el fin de los países de la órbita soviética, que se incorporaron plenamente al mercado, salvo Rusia, y la aplicación parcial de nuevas tecnologías.
La recuperación terminó en 2001 con la crisis de las empresas de nueva tecnología, porque todavía no se podían aplicar plenamente para configurar un verdadero nuevo ciclo. Por eso se requirió más que nunca auxilio financiero, que sustituyó al cambio tecnológico aplicado a la producción en gran escala y solo desarrollando la tecnología en los servicios y en el consumo.
Entonces…
CA: Si bien la actividad se recuperó en los primeros años del nuevo siglo, siempre por la presencia de China, no se pudo despegar del sostenimiento financiero, que se acrecentó. De ahí, surgió la crisis financiera de 2008 y la evidencia de que China iba a terminar sustituyendo a Estados Unidos como país de punta. Esos dos factores crearon una nueva situación, porque la nueva organización industrial no se puede terminar de imponer hasta que se sepa quien la dirige y por otro lado, el cambio tecnológico no se puede aplicar del todo porque hay que resolver el enorme endeudamiento que nadie puede pagar, un fenómeno que hoy todavía aparece oculto.
Hay además otro problema: la revolución industrial consiste en que la industria mecánica pasa a ser una industria digital, pero esto representa más que el final de un ciclo largo, el final de un sistema, es decir, de qué forma el capitalismo se adapta a esta nueva situación y si se trata de un post capitalismo, evidentemente sus características van a depender del país que lo encabece y por eso el acuerdo China Estados Unidos previo a la crisis de 2008 se va transformando en una guerra comercial y tecnológica que, con el ascenso de Trump a la presidencia de Estados Unidos escala al punto de que Estados Unidos se propone definirla a costa de China, pero también de la Unión Europea y de la periferia, centrando la actividad en su territorio a través del proteccionismo. .
Todavía no es un enfrentamiento militar porque eso ya supondría la destrucción de todos, y Rusia se encargó de demostrarlo mostrando hace poco la explosión de una bomba de prueba que fue la más destructiva vista hasta ahora.
Pero además, no solo cambia la tecnología sino la sociedad…
CA: Si persiste el capitalismo tal como lo conocemos y la digitalización va llegando al conjunto del aparato productivo, como en su momento todo el aparato productivo se mecanizó, la mayor parte de este aparato productivo se automatiza y se mueve con máquinas en forma de robots, por lo que desaparecería una parte muy grande del trabajo y se crean una serie de trabajos cada vez más complejos en conocimientos. Por eso esta sociedad en formación genera no se sabe cómo, un grupo humano cada vez mayor al que no le importa que se mueran los demás, que ya está presente en todas partes, quedó al descubierto con la pandemia y tiene una conexión indiscutible con la ultra derecha.
Pero no son fascistas más que en los métodos. El fascismo postulaba el control del Estado y el nacionalismo. Para estos no hay patria ni Estado, sino el individuo haciendo lo que quiere… y el mercado. Y aquí se van agrupando de una u otra manera Trump, Bolsonaro, Macri, la derecha europea y los Libertarios como Milei, Aquí tienen como principal vocero a medias a Clarín, porque evidentemente no se pueden mostrar tal como son y su principal tarea es, como se ve en la Argentina, crear un partido masivo.
Ahí no termina la cuestión. Hasta no hace mucho, lo que pasaba en los mercados de capitales dependía de lo que pasaba en la producción. Pero ahora, cada vez más, los mercados se rigen exclusivamente por las expectativas. Es obvio, porque en la producción no pasa nada o lo que pasa es siempre lo mismo y a corto plazo, y significa que la transformación tecnológica y su aplicación son posibles. Por eso se forman mercados especiales tecnológicos, como el Nasdaq, diferenciados de los generales y una crisis es general cuando los dos mercados se hunden, como podría suceder parcialmente ahora, después de una larga prevalencia de los mercados tecnológicos.
La apuesta al mercado ya casi no tiene nada que ver con lo que pasa en la realidad, salvo cuando se llega a un punto extremo, como se está llegando ahora, y ese punto extremo se visualiza (porque no hay otro instrumento general) en como la Fed se dispone a asistir con nuevos créditos a lo que está por derrumbarse.
También aparecieron las fake news, que tienen una lógica propia…
CA: Si, el funcionamiento de los mercados por puras expectativas da lugar a apuestas que pueden o no ser ciertas, pero que se imponen porque lo impone el mercado. En la realidad no se puede distinguir entre lo que es cierto y lo que no es, y eso se instala sobre todo en los medios, como forma de condicionar a la sociedad y de hacer valer lo que no es cierto.
En todo esto falta nuestra propia historia…
CA: El ciclo largo de la posguerra está basado en la industria, aunque la larga fase recesiva iniciada en los años setenta haya oscurecido su papel central, que vuelve a primera plana ahora, porque el cambio tecnológico solo puede terminar de concretarse en la industria, precisamente con la Cuarta revolución industrial. La Argentina está en crisis siempre porque el antiperonismo tuvo siempre una política contraria a la industria, a raíz de la vieja clase dominante tradicional ha pretendido sostener la división del trabajo y el apoyo en el agro, y la industria más grande se adaptó a esa situación, a pesar de que en los setenta fue pionera con la electrónica. Esa adaptación que abarcó al conjunto empresario, fortaleció la actividad financiera y la fuga de capitales.
La fase recesiva requiere en los países de la periferia un ajuste, que se ha convertido en un ajuste extremo y persistente en la Argentina porque el antiperonismo le ha agregado siempre una política de limitación de la industria, sobre todo desde que empezó la fase recesiva del ciclo largo, en los años setenta, con la dictadura militar.
El atraso argentino se entiende porque los cortes a las posibilidades industriales terminaron colocando nuestras posibilidades industriales inmediatas detrás de México y Brasil, que a pesar de que empezaron con una industria sustitutiva la terminaron de conformar. Nosotros no, así que nuestro esfuerzo deberá ser mayor y abarcativo. Pero para entenderlo en toda su dimensión hay que encuadrarlo en el horizonte internacional.
Y en el más de medio siglo de presencia del peronismo en el país, sólo en 25 años hubo una política industrialista: los primeros diez años de Perón, hasta 1955, los dos de su continuación en 1973 y 1974 y los doce años de kirchnerismo, retomada ahora pero opacada en sus resultados inmediatos por la pandemia con el gobierno de Alberto Fernández. Por eso el ataque sistemático al kirchnerismo con la intención de dividir al peronismo, porque solo así se posibilitaría la vuelta al ajuste y a la desindustrialización.
La política antiindustrial fue intensificada por el macrismo porque los cambios en el sistema mundial capitalista, con la incorporación de China, le dieron otra perspectiva al agro por el enorme acrecentamiento de la demanda, hacen posible un entramado con presencia industrial que permiten terminar con el eje exclusivo en el agro y aparece una capa empresaria dispuesta a llevarla a cabo.
Por eso el peronismo es la verdadera fuerza renovadora del país, siempre que tenga presente como en la actualidad que su eje está en el desarrollo industrial, que ahora se vincula al desarrollo tecnológico y a la búsqueda de competitividad, en un entramado con el agro supercompetitivo, la agroindustria y con inclusión de la agricultura familiar y la economía social, en estos dos últimos casos para reforzar el mercado interno, porque solo fortaleciéndolo como en los países industrializados o en China se puede aspirar a que el crecimiento del conjunto resulte posible.