El flamante Presidente estadounidense Joseph Biden, en su primera presentación en el Congreso, pidió respaldo para implementar un paquete de ayuda social directa por u$s 1,8 mil millones y destinar u$s 2,3 millones a inversión pública.
Estas medidas, sumadas al apoyo a familias por u$s 1,9 millones, totalizan u$s 6 millones destinados a recuperar la economía del impacto de la pandemia. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, sostiene la imperiosa necesidad de gravar tributariamente a las fortunas acumuladas en estos tiempos para financiar el paquete de estímulo fiscal descripto.
Por su parte, la Reserva Federal anunció a comienzos de este año que mantendrá la política monetaria expansiva de modo de converger con la política fiscal.
La política monetaria y fiscal expansivas seguidas por la principal economía del mundo son una buena noticia para la tracción de la demanda global. Decisiones similares se adoptan en otros bloques económicos como la Unión Europea y naciones como China y Rusia.
Sin duda, estas políticas de recuperación de la demanda efectiva incidirán en sostener elevados los precios de los alimentos, que en un escaso semestre han alcanzado subas considerables, ubicándose en niveles de una década.
Que la tonelada de soja se desenvuelva por encima de los u$s500 en los mercados internacionales constituye una fuente de recursos para potentes programas de incentivos a la recuperación económica nacional, tanto por la afluencia de dólares al Banco Central como por el ingreso del producido por los derechos de exportación al Tesoro.
Sin embargo, eso no se ha verificado, al menos hasta el presente. La contracción de la economía durante el año 2020 fue del -9,9%, más aguda que la de México del -8,2% y la de Brasil del -4,1%, para comparar economías regionales de porte similar.
Teniendo a favor los precios internacionales de los productos primarios que exportamos, es importante identificar cómo se ha desenvuelto la política económica y cuáles fueron sus resultados:
Respecto del sector externo, cuyo equilibrio es clave para la estabilidad macroeconómica, se decidió:
- Mantener el control de cambios sobre la cuenta capital
- Reestructurar la deuda pública con el sector privado alargando plazos y disminuyendo los servicios de intereses
- Apuntalar el superávit de la balanza comercial regulando parcialmente las importaciones
Estas medidas debieron haber permitido acumular dólares en el Banco Central para dotar de estabilidad cambiaria al diseño económico. El cuadro que sigue correlacionando la oferta de divisas del excedente comercial con la variación de las reservas brutas del Banco Central revela que eso no ocurrió: