El pillaje de América continúa activo, siempre al acecho de encontrar novedosos productos para -sostener al rojo vivo la ilusión de calmar angustias y- alcanzar la felicidad: oro, piedras preciosas, maderas, esclavos, especias, plantas curativas, estimulantes, relajantes, refrescantes, café, chocolate, aguacate, tomate.

En esta línea, los gringos ya le pusieron el ojo a la yerba mate[1], aunque por supuesto no tienen idea que matear es bastante más que juntar el mate con la yerba, la bombilla y el agua. Aunque hay muchas maneras de beberlo, los que sabemos hacerlo observamos un ritual -preferentemente colectivo- que varía ampliamente dentro de un enorme abanico de situaciones, entornos y posibilidades, ya que se toma mate en la oficina, caminando, manejando un vehículo, en reuniones de empresa. ¡Y en Montevideo muchos matean andando en bicicleta!

Tomar mate no es igual que tomar un refresco o tomar café. Requiere un tiempo, un entorno, un clima, una empatía particular. No se matea con cualquiera o en cualquier lugar no sólo porque la preparación no es sencilla ni instantánea; matear con otro(s) significa cierta comunión, amistad.

Se aprende a tomar mate de tanto ver a los padres hacerlo, luego se lo hace en el colegio, con los amigos y ya de más grandes también con otros con los que exista alguna empatía.

A su manera, el ritual del mate es como el de la pipa de la paz de los aborígenes norteamericanos: pasa de mano en mano y de boca en boca, como símbolo de confraternidad. Es una señal de confianza e invitación al acercamiento entre personas.

Históricamente, desde el virreinato, el mate atravesaba todos los estratos sociales, unía e igualaba: era consumido por ricos, pobres, amos, esclavos, nativos, españoles, hombres, mujeres, jóvenes mayores. Incluso se compartía entre miembros de diferentes posiciones sociales, como esclavo y patrón.

Actualmente, en EE.UU. (muy especialmente en California) la yerba mate se conoce entre los buscadores de una vida saludable. Ahí, en esa línea, no sólo lo beben a la manera tradicional, sino que han desarrollado y comercializado diversas bebidas (del tipo funcionales) sin alcohol conteniendo derivados de la yerba mate.

Ojalá no se le ocurra a algún filibustero contemporáneo del norte  sintetizar la yerbatina (sic) así como sucedió con la cocaína a partir de las hojas de coca cosa que parece difícil (por lo menos hasta adonde ha llegado el conocimiento científico actual) ya que se ha comprobado que la yerba mate contiene -no uno sino- tres principios activos, a saber: cafeína, teobromina y teofilina, mientras que la supuesta mateína no existe como principio activo exclusivo sino que es la cafeína en la Yerba Mate, uno de los ingredientes centrales de este «cóctel de salud» estimulante, matizado por los otros dos principios activos.

La magia más grande que tiene el mate, esa de ser un estimulante de efecto suave y prolongado, debido a la acción conjunta de los 3 principios activos, tan apropiado para compartir con otros seres humanos en contextos de calma y serenidad, la heredamos de los guaraníes que la descubrieron en el monte y aprendieron cómo usarla. Ellos ordenaban su vida según un principio de reciprocidad porque consideraban que no era más rico el que más tenía si no el que mayor capacidad tuviera de compartir los bienes materiales y espirituales con los demás.

Esos contextos de camaradería en la diversidad son propicios para la conversación entre personas,  ayudan a hilvanar relatos, costumbres y tradiciones, desde lo doméstico a lo cósmico (que entre los guaraníes está siempre presente) facilitando la transmisión de los ancianos a los jóvenes. Quien prepara y ceba el mate invita a otros a sumarse a la ronda para beberlo, lo ceba a ritmo pausado -para no interferir con los intercambios entre los integrantes sino- a fin de agregarle a la reunión el elemento que marca el ritmo, nutre y aúna a los presentes, con la combinación precisa de tierra-agua-fuego que porta aquel mate que va-y-viene en ronda, como sucede con la dinámica entre los integrantes de la mateada. Todo ello enmarcado en un clima de calma, respeto y sabiduría.

A propósito del último Mundial de Futbol, probablemente en las innumerables rondas de mate habidas en los años de Scaloni como entrenador del equipo argentino se haya ido forjando el sentimiento de pertenencia a ese colectivo deportivo cuya potencia ha superado varias veces la sumatoria de las destacadas individualidades de los integrantes -como quedó evidenciado a la hora del reciente Mundial .

Al respecto comentan los medios gringos: “La delantera gana partidos, la defensa conquista campeonatos y el mate -una bebida vegetal amada por el equipo argentino de fútbol- podría ayudar a ganar la Copa del Mundo”.  «Tomo mate más que nada debido a que ayuda al equipo a integrarnos mejor, señala el mundialista MacCallister” (Insider. Dic 13, 2022). Otra nota reciente decía que Argentina tiene en la Copa del Mundo una poderosa arma secreta” (Rolling Stone,  17 de Dic 2022). Por su parte, el New York Times se preguntaba (13 Dic 2022) ¿qué estaría dando tanto poderío al equipo argentino en el Mundial? y respondía: las 1100 libras de yerba mate llevadas al evento para su uso durante el torneo. Al comentar esta última, Ámbito del 13 diciembre 2022 titulaba: “La desopilante teoría del New York Times sobre la Selección Argentina”.

Claramente, si algún rasgo especial hay para destacar del actual equipo de fútbol argentino es su capacidad para sobrellevar situaciones adversas. Una virtud que se apoya en la cohesión grupal, condición eminente para un deporte de conjunto. La selección argentina demostró la convicción necesaria como para recuperar lo mejor que un deporte de conjunto puede brindar: habilidad; compromiso, respeto y esfuerzo conjunto. «Logramos que Messi sienta que es uno más», destacó Scaloni, quien desde que asumió el cargo de seleccionador siempre repitió que tenía el objetivo de que el equipo nacional vuelva a ser «de todos».

Tal vez en esto último resida la inmensa alegría del pueblo argentino expresada todo a lo largo y ancho del país, en perfecta sintonía con el explícito deseo de la Scaloneta de brindarnos alegría (si con la copa ganada, mejor aún). Este seleccionado, el mejor del mundo, sin pretensiones de instalarse en un lejano Olimpo ha estado -aún en la distancia física- y está tan cercano a nosotros, a nuestras costumbres y tradiciones populares. La mejor prueba de esto ha sido el broche de oro de la fiesta mundialista con la comunión entre los millones de personas desplegadas festivamente por las calles de la metrópolis bonaerense y la Scaloneta que se desplazó lentamente en un ómnibus para compartir de cerca y atentamente el júbilo de la muchedumbre.

La vasta influencia guaranítica tan denigrada en nuestra sociedad por las élites argentinas debido a su procedencia de “indiada bruta”, simbolizada por la cultura del mate y tantas otras buenas costumbres guaraníticas que se han incorporado a la cultura de los argentinos, como la utilización de diversos yuyos para una vida más saludable. Entre esos yuyos curativos se destacan los mates cebados por Scaloni para todo el equipo, los que además de sus efectos positivos sobre los individuos parecieran haber sido el arma secreta detrás del triunfo mundialista de la selección nacional como medio para alcanzar una óptima integración entre los miembros del plantel.

Por eso se me ocurre que podrán los gringos comprarse toneladas de yerba mate pero difícilmente puedan capturar y llevarse nuestro ritual del mate con todo lo que éste implica según evidenció el equipo argentino en el Mundial 2022. Pero por si llegaran a ponerse muy insistentes, posiblemente haya alguien atento que les señale: «Qué mirás, bobo, andá pa allá»

 

 

[1]     https://www.nytimes.com/2022/12/13/sports/soccer/argentina-yerba-mate.html#:~:text=the%20World%20Cup%3F-,1%2C100%20Pounds%20of%20Yerba%20Mate.,the%20world%20%E2%80%94%20including%20to%20Qatar.