Hay diversos modos de aproximarse a los eventos que pueden incidir anualmente en el devenir de la geopolítica. En el marco del debilitamiento y retracción de la democracia liberal, una forma de aproximarse a 2022 puede ser detenerse en las citas electorales con impacto nacional, regional e internacional.
Por ejemplo, las elecciones presidenciales en Corea del Sur e India, la elección de Jefatura de Administración en Hong Kong, las elecciones generales en Portugal, Mali, Francia, Angola, Eslovenia, Filipinas, Bosnia, Colombia, Suecia y Brasil y las legislativas de El Líbano, Hungría, Túnez, Australia y Estados Unidos, el plebiscito para aprobar o no la nueva Constitución de Chile, y el XX Congreso del Partido Comunista Chino que probablemente le asegure un tercer mandato a Xi Jinping.
Otro modo de abordar las cuestiones globales es mediante la evaluación de ciertos encuentros de alcance regional, continental y mundial. En medio de una elocuente erosión del multilateralismo y de varios regímenes internacionales resulta importante detenerse en algunas cumbres. Los ejemplos son múltiples y reflejarán logros y límites, acefalías y liderazgos, mejoras y retrocesos, cooperación y conflictividad.
Por ejemplo, el 7 de enero se llevará a cabo en el país la Cumbre de cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (de la cual se retiró Brasil en 2020). A pesar de contar con el apoyo de 31 gobiernos, la agresiva postura de Nicaragua contra la Argentina impidió que el país pasara a presidir la CELAC. Habrá que ver si Managua modifica su posición y esto permite el respaldo unánime a la Argentina.
En el plano continental, en 2022 se llevará a cabo en Estados Unidos la IX Cumbre de las Américas. Existen varios interrogantes. La administración Biden ¿des-invitará a Nicaragua, Cuba y Venezuela (gobierno Maduro), tres países sancionados por Washington y que considera dictaduras? ¿Excluirá a Bolivia, Guatemala, Honduras, El Salvador y Haití, no invitadas a la Cumbre por la Democracia de 2021?
¿Ante esas eventualidades la región permanecerá en silencio? ¿Cuál es el foco temático realizable del cónclave? ¿Será un encuentro plagado de lugares comunes y consentimientos vagos? ¿Será un evento anti-Beijing o EE.UU. presentará una plataforma positiva para corregir los anodinos lazos interamericanos? ¿Latinoamérica incrementará su fractura o podrá acordar dos o tres prioridades? En el terreno extra-regional, en República Dominicana se congregará la XXVIII Cumbre Iberoamericana. Esta cumbre, de 22 países, lleva años de estancamiento por improductiva. Nada pronostica un relanzamiento de un foro cada vez con menor presencia de mandatarios y más inflación de temas.
Este año también habrá citas regionales relevantes. Por ejemplo, la Cumbre de la Unión Africana en Etiopía. Este evento estará marcado por los graves padecimientos de la pandemia, el rebrote de los golpes de Estado, agudos conflictos internos, y el inicio de la Zona de Libre Comercio Continental Africana. En Camboya se realizará la Cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN) compuesta por 10 países y en Tailandia la Cumbre del Foro de Cooperación de Asia-Pacífico (APEC) compuesta por 21 países: los dos serán encuentros destacados ya que distintos países se pliegan a China, optan por estrategias de “cobertura” (hedging) frente a Beijing o se alinean a Estados Unidos en su política de contención y reversión del ascenso chino.
También se llevarán a cabo las llamadas cumbres “G”. En Alemania el encuentro del G-7 y en Indonesia el del G-20. En ambos casos, aunque de manera distinta, se viene evidenciando el retroceso de Occidente, la dificultad de lograr consensos sólidos y la ausencia de coordinación efectiva.
El manejo del COVID-19 y de las vacunas evidenció la primacía de lo nacional por sobre lo global, así como los obstáculos a una gobernanza más humana. Habrá que ver en el primer caso si Berlín impulsa una agenda productiva y si en Bali se alcanzan compromisos para una recuperación económica más equitativa.
Dos eventos claves en materia de seguridad y defensa ocurrirán también este año. Por un lado, la Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (29 miembros) a realizarse en España y la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (8 miembros, 4 observadores y 6 asociados) a efectuarse en Uzbekistán.
La cita en Madrid será trascendental pues se actualizará lo que se llama el “Concepto Estratégico” de la OTAN; lo cual se hace aproximadamente cada 10 años. La reunión de la OSC enfrenta retos: el mantenimiento de la paz entre sus miembros, generar confianza en la compleja dinámica euro-asiática y aportar constructivamente a un esquema multipolar.
Finalmente, tres citas fundamentales abordarán la cuestión ambiental: la Conferencia sobre Biodiversidad de la ONU; la Conferencia de Naciones Unidas sobre Océanos; y la Cumbre de Cambio Climático que se llevará a cabo en Egipto. El desafío principal de los tres cónclaves es reducir la notable brecha entre aspiración legal y ejecutividad política respecto al medio ambiente.
En breve, se perfila un año de eventuales definiciones significativas. Las elecciones mostrarán, entre otros, los avances o los frenos a lo que hoy se puede llamar la Internacional Reaccionaria. Las cumbres, por su parte, revelarán si se refuerza un orden global disfuncional o si se generan incentivos para reformularlo en una clave pacífica, justa y equitativa.
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