Histórica y comparativamente la amplia Cuenca del Caribe (que baña a México, Centroamérica, Panamá, Colombia, Venezuela, las Guayanas y el Caribe insular) ha sido vital para Estados Unidos.
Por ende, no sorprende que, de acuerdo al informe (Instances of United States Armed Forces Abroad, 1798-2020) del Congressional Research Service, entre 1900 y 2020 EE.UU. desplegara allí en 37 ocasiones la fuerza mediante la ocupación, la invasión y la acción armada.
Solo una vez lo hizo en Suramérica (la Operation Blast Furnace en Bolivia en 1986). Además es en la Cuenca del Caribe en donde se ubica la presencia militar estadounidense: la base de Guantánamo en Cuba y las Forward Operation Locations en Honduras (Soto Cano), El Salvador (Comalapa), Aruba (Reina Beatrix) y Curazao (Hato International). Después de los atentados terroristas de 2001, la Cuenca se transformó en el principal perímetro de defensa de EE.UU y, sin duda, gran parte de la agenda interamericana se refleja en esa zona.
En materia económica, EE.UU ha firmado solo 14 tratados de libre comercio. El tratado T-MEC, reemplazo del NAFTA, incluye a México; el CAFTA (por su sigla en inglés) cubre a Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Honduras y República Dominicana; y tiene tratados bilaterales con Colombia y Panamá.
En 2019, el último año sin pandemia, el total de las exportaciones de Estados Unidos a América Latina y el Caribe fue de US$ 419 mil millones de dólares y las importaciones a EE.UU. alcanzaron los US$ 467 mil millones de dólares. México representó el 61% de las exportaciones estadounidenses y el 65% de las importaciones provenientes de la región.
Colombia fue el cuarto exportador a EE.UU. y el tercer importador de ese país con un intercambio de US$ 29 mil millones dólares. Venezuela supo ser el segundo socio comercial estadounidense con un intercambio que, en 2008, llegó a US$ 64 mil millones de dólares pero en 2020 apenas superó US$ 1 mil millones de dólares.
En materia de migración, el 25% del total de personas que llegan a EE.UU. proviene de México, el 10% de las islas del Caribe, y el 8% de Centroamérica. Es decir, el 43% procede de la Cuenca del Caribe.
En cuanto a las drogas ilícitas, la Cuenca es un epicentro continental de producción, procesamiento y tráfico de sustancias psicoactivas ilícitas, a pesar de los programas anti-narcóticos de Washington como el Plan Colombia, la Iniciativa Mérida, la Iniciativa Regional de Seguridad de América Central y la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe.
Además, en una Latinoamérica con graves problemas de violencia, varios países de la Cuenca del Caribe concentran los niveles más severos de violación de derechos humanos y las mayores manifestaciones (criminal, armada, institucional) violentas.
En cuanto a la cuestión de la equidad, un estudio del Banco Mundial de 2018 sobre el boom de los productos primarios mostró que, a pesar de ese auge, 6 de los 10 países con mayores índices de desigualdad en el mundo seguían siendo México, Colombia, Haití, Honduras, Panamá y Costa Rica.
En materia de asistencia de los Estados Unidos, un reciente trabajo de Sophie Egar en el Security Assistance Monitor, muestra que entre 2010 y 2020 cuatro países de la Cuenca del Caribe concentraron el 89.4% de la ayuda en seguridad que brinda EE.UU.: Colombia (43.7%), México (30.5%), Guatemala (2.8%) y Haití (2.4%), al tiempo que, entre 2000 y 2020, el total de efectivos (militares y policías) entrenados por EE.UU. fue superior en Colombia (108.727) que en Afganistán (86.825). En cuanto al sistema de sanciones, 3 de las 11 naciones castigadas por EE.UU. son de la Cuenca: Cuba, Nicaragua y Venezuela.
A pesar de las sanciones Washington no logró en ningún caso el cambio de régimen que pretendía.
Respecto a la proyección de China en el área, algunos indicadores son claves. Venezuela ha sido el principal destino de sus inversiones, con US$ 67 mil millones. Beijing logró que tres países abandonaran su relación con Taiwán: Panamá, República Dominicana y El Salvador. Por último, 12 de los 19 países de la región que firmaron memorandos de entendimiento para sumarse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta se sitúan en la Cuenca del Caribe.
En este contexto no nos debe asombrar que el primer viaje al exterior de la Vice-Presidente Kamala Harris haya sido a México y Guatemala; que la primera travesía a Latinoamérica del Secretario de Estado, Antony Blinken, haya sido a Costa Rica; que el primer periplo a la región del Secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, haya sido a México y que los dos primeros países del área visitados por el director de la CIA, William Burns, fueran México y Colombia.
Sin embargo, la administración Biden carece aún de una política integral para una Cuenca del Caribe muy inestable.
Las urgencias domésticas y el disenso bipartidista en política exterior, la mayor preocupación externa centrada en la relación con China y el papel de sus mayores aliados y la menor disposición de recursos internacionales inciden en esa ausencia.
La Cuenca ya no es el “patio trasero” de una potencia hegemónica y Washington ya no es el “only big kid” en la geopolítica caribeña. Necesita acompañantes discretos y creíbles para evitar allí más turbulencia. Naciones como la Argentina podrían identificar temas de colaboración con Washington respecto a la zona bajo el principio de que los intereses de ambos resulten coincidentes y mejoren la capacidad negociadora y la autonomía del país.
https://www.clarin.com/opinion/ee-uu-cambios-patio-trasero-_0_KLU9m4yOK.html