El título bien podría sugerir una referencia  a la película  n°9, de la serie El planeta de los simios,  donde los protagonistas no humanos exhiben un cierto uso de razón. Pero no, no es ficción, se trata de una  polémica afirmación del estratega político electoral del Presidente de la Nación, Jaime Durán Barba, en su libro El arte de ganar.

Como su nombre indica, es una obra que vende triunfos, de modo que desde la perspectiva del negocio editorial, seguramente ha resultado sumamente exitosa. En cuanto al contenido, propone herramientas ya conocidas del marketing electoral, relata numerosas anécdotas de campañas electorales y su lectura resulta algo tediosa por el exceso del autoelogio. Pese a ello es aconsejable leerlo, con paciencia, porque en los capítulos finales desnuda su visión del mundo, de la Argentina y de los humanos. No tiene prejuicios al exponer sus ideas ni las esconde, de modo que aún el lector más desprevenido, podrá decir respecto a la realidad argentina en todos sus aspectos: ahora entiendo todo.

La página 363 contiene una audaz impugnación a la filosofía de Renato Descartes, cuando dice que “los humanos somos simios con pretensiones cartesianas. Suponemos que vivimos guiados por la mente pero, incluso los que nos creemos más racionales actuamos arrastrados por nuestras supersticiones, sentimientos e instinto”. Lo cual de verificarse en la práctica dejaría sin objeto a la ciencia política y a las ciencias sociales en general. Cuestiones como la lucha por el poder, las ideologías, los sistemas políticos o los modelos económicos pasarían a ser materia, tal vez,  de la ciencia veterinaria y la nueva síntesis para expresarlo sería “no pienso, luego no existo”( una existencia sin conciencia crítica, por cierto).

No podemos negar que, inicialmente y aunque parezca raro, Durán Barba tuvo mucho éxito con esas ideas y su mejor carta de presentación es haber logrado que Mauricio Macri sea Presidente, una hazaña para nada menospreciable. Pero a medida que transcurre su período gubernativo iniciado en diciembre de 2015,  los resultados de la gestión se alejan cada vez más de lo que muchos de sus votantes esperaban. Veamos algunas  muestras.

“NOOO! EN NUESTRO GOBIERNO LA INFLACION NO SERÁ UN PROBLEMA”

Lo dijo el candidato en 2015 y agregaba: ”la inflación es una muestra de tu incapacidad para gobernar”; “si tenemos inflación yo seré el único responsable, no le echaremos la culpa a nadie”.

En diciembre de 2015, el ex Presidente de la Rua, al salir del acto de asunción de Macri expresó su satisfacción por haber recuperado la “república”, pero pocos días después, el Poder Ejecutivo intentó designar dos jueces de la Corte Suprema por decreto.

En 2016 Alfonso Prat Gay, ministro de Economía decía: “si el dólar está más cerca de 15 pesos es que hicimos las cosas bien, pero si está más cerca de 19 pesos, es que hicimos las cosas mal”.

2019, dice el Presidente: ”tuvimos inflación los últimos 80 años”; “la inflación es un problema cultural”.

Según datos oficiales del INDEC, la inflación de marzo de 2019 fue del 4,7 por ciento, se estima una aún mayor para abril y el acumulado desde diciembre de 2015 a la fecha es del 200 por ciento y hasta fin de año se estima un 250 por ciento. En tanto que el dólar oscila entre 43 y 45 pesos pero hasta diciembre podría llegar al límite de la banda de flotación acordada con el FMI, de 51 pesos aproximadamente. Mientras tanto el riesgo país no para de subir.

“NO PODEMOS VIVIR DE PRESTADO”

Mauricio Macri decía en 2015 “uno de los problemas de la Argentina es que vivimos gastando más que lo que tenemos. No podemos vivir de prestado”.

Pero en su gestión, Argentina  fue el país emergente que más se endeudó y en menos tiempo, en el mundo. En menos de treinta meses debió recurrir al FMI para salir del default porque desde febrero de 2018,  los prestamistas internacionales privados avisaron que para nuestro país ya no habría más crédito.

Según un estudio de la UMET (Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo) en el período 2020 a 2023 los vencimientos por deuda externa serán por casi 150 mil millones de dólares.

En cuanto a lo que la ortodoxia económica denomina carry trade (en criollo bicicleta financiera o lisa y llanamente especulación financiera), vemos que los 2.764 millones de pesos menos de gastos previsionales por Reparación Histórica, equivalen a 48 horas de pago de intereses de Letras de Liquidez (Leliq) y un día de intereses que el Estado nacional paga por Leliq, equivalen al 74% del presupuesto anual del Conicet. Las Leliq son letras que manejan sólo los bancos  y su margen de ganancias es único en el mundo,  por lo alto, obviamente.

Por último, la fuga de capitales en lo que va de la gestión asciende a unos 97.274 millones de dólares que equivalen al 50,22 por ciento de toda la deuda emitida por el gobierno. O sea, es dinero que  salió del sistema financiero y probablemente, ya se encuentra lejos del país.

EL AMOR EN TIEMPOS DEL FMI

Cuando Mauricio Macri firmó el acuerdo con el FMI, expresó su anhelo de que los argentinos nos enamoráramos como él,  de Christine Lagarde. Veamos las consecuencias de ese amor extremadamente caro.

Es oportuno un paréntesis para recordar el debate de candidatos presidenciales, antes de la segunda vuelta. Cuando Scioli dijo que si ganaba Macri volveríamos al FMI,  éste respondió ofuscado: “Daniel, qué te hicieron, pareces panelista de 678. Eso es falso”.

Ganó y en poco más de dos años volvimos a golpear las puertas del FMI, para evitar el default. Default es cuando un país debe pagar sus deudas y no puede porque no tiene recursos ni de donde obtenerlos. En este caso se recurre al FMI como prestamista de última instancia, cuando el gobierno no tiene  quién le preste. Pero la diferencia con los prestamistas privados, es que la deuda con el FMI es con sus países miembros y el programa económico a cumplir lo aportan ellos.

Ahora, Christine Lagarde en sus más recientes declaraciones públicas,  hizo una advertencia al gobierno que vendrá a partir de diciembre. Dijo que “Sería una tontería para cualquier candidato dar la espalda al trabajo en curso”. Que no es otra cosa que un programa económico impuesto, dentro de los cánones del ideario económico ortodoxo (neoliberal), cuyo único objeto es recuperar lo prestado. Además de favorecer los negocios del poder económico global en los países deudores.

Joseph Stiglitz, Nobel de Economía que trabajó en el organismo, cuenta que el programa del FMI es igual para todos, los formularios instructivos ya están impresos y sólo cambian los nombres de los países.  No hay registro en el mundo, de algún país que haya  podido superar sus crisis con la ayuda del  FMI y un ejemplo muy reciente es Grecia.

Vale la pena una referencia a la novela “Liquidación final”, del autor griego contemporáneo Petros Márkaris. Comienza con el suicidio simultáneo de cuatro jubiladas que dejan una nota explicando la decisión: “Somos cuatro mujeres jubiladas, solas en el mundo. No tenemos hijos ni perros. Primero nos recortaron la pensión, nuestra única fuente de ingresos. Después tuvimos que buscar un médico privado para que nos recetara nuestros medicamentos, porque los médicos de la Seguridad Social estaban en huelga. Cuando por fin conseguimos las recetas, en la farmacia nos dijeron que no servían, porque la Seguridad Social les debe dinero y que tendríamos que pagar las medicinas de nuestro bolsillo, de nuestra pensión recortada. Nos dimos cuenta de que somos una carga para el Estado, para los médicos, para las farmacias y para la sociedad entera. Nos vamos, así no tendréis que preocuparos por nosotras. Con cuatro jubiladas menos, mejorarán vuestras condiciones de vida”.

Se trata de ficción, en una novela situada en la Grecia de la Troika (FMI, Unión Europea, Banco Central Europeo) como denominan en Europa al temible trio, pero es evidente que cualquier semejanza con la realidad no es simple coincidencia. En Buenos Aires, una jubilada intentó suicidarse arrojándose a las vías del subterráneo en la estación Lavalle, pero el tren pudo detenerse a tiempo.

DURAN BARBA Y EL CAPITALISMO DEL SIGLO XXI

El dominio del discurso público es una herramienta indispensable del poder contemporáneo, lo que no es otra cosa que la posibilidad de fijar la agencia diaria,  con los temas de debate que veremos cotidianamente y hasta el cansancio en las tapas de los diarios, la tv o la radio y ahora también, en las redes sociales, intentando colonizar nuestra subjetividad y direccionar nuestro sentido común, adoctrinado por la posverdad.

La meta es lograr una sociedad despolitizada, con un gobierno reducido al rol de administrador del status quo, siempre bajo la atenta mirada del gran hermano mediático y las corporaciones.

En ese contexto Durán Barba ha sido muy eficiente, pero no es infalible, porque en Brasil le fue muy mal como asesor de Marina Silva.  Sí es evidente que se trata de un hábil e inescrupuloso manipulador. Es un ejemplo de lo que en política se denomina “el vale todo”.   Y corresponde aclarar que a pesar de  sus múltiples destrezas y cualidades, no  hubiera logrado su objetivo sin contar con el enorme dispositivo comunicacional aportado por los grandes  grupos mediáticos  de Argentina,  o extranjeros  como Cambridge Analytica, compañía multinacional especializada en trolls y fake news.

Los denominados “simios”  pueden  ser considerados un exabrupto desmedido,  una mala metáfora o una subestimación elitista,  pero es lo que  pretende el capitalismo del siglo XXI:  una sociedad de sujetos pasivos, individualistas y desinformados, con  su conciencia crítica anestesiada.

Qué hacer entonces, nosotros, simples ciudadanos. Para empezar podríamos seguir la recomendación de José Pablo Feinmann, ”seamos cartesianos: creamos solo en lo que nosotros creemos y no en lo que nos hacen creer sofocantemente todo el tiempo…”. La historia enseña que el poder no dura para siempre y por lo visto en estos últimos años, el arte de ganar no siempre es compatible con el arte de gobernar.

Fuente: http://box5538.temp.domains/~aguardie/2019/04/26/duran-barba-macri-y-los-simios-con-pretensiones-cartesianas/