Claro que en la economía -como en la vida- las capacidades tienen límites. Emitir dinero coexiste con componentes reales, materiales, objetivos que ponen coto a la inmaterialidad monetaria. Podemos decir que el límite de la moneda es la realidad real. Los clásicos afirmaban que la moneda es el velo que oculta la realidad. Les queda a las cuasimonedas el rol de máscara que oculta el velo que oculta la cuasi realidad.
Hay que comenzar distinguiendo moneda de dinero para evitar caer en el popular «sé gual» de Minguito Tinguitella y en las representaciones que el poeta Antonio Machado versea como «Todo necio confunde valor y precio».
La moneda es un instrumento legal del dinero y se vincula con los precios que por eso se califican como monetarios. El dinero es la forma del valor, cualquier cosa que pueda ser usada para atesorar, para intercambiar o como unidad de cuenta. En la moneda habita el Estado -que la emite y hace legal, forzosa y obligatoria dentro de sus atributos- mientras que en el dinero ordena el Mercado.
La moneda y el embarazo
Por ello creo que las cuasimonedas son lo que los maestros de la literatura llaman «palabras irreales» dado que la moneda -como el embarazo- es o no es. Si no es legal, no es moneda. Sin embargo, la inagotable creatividad argentina y la crisis de 2001 popularizó una suerte de tercera moneda después del dólar y el peso y comenzó a utilizarse la palabra para referir papeles públicos sustitutos de moneda, luego del estallido de la Convertibilidad (en la que el peso fue la cuasimoneda del dólar).
Dada la necesidad de enfrentar factores estructurales (la recesión, la baja de recursos y la inflexibilidad del gasto público), las cuasimonedas financian el sector público de manera alternativa.
Antecedentes peligrosos
El Estado nacional, las provincias y hasta algunos municipios (Intiyaco, Santa Fe, gobierno de Cambiemos, enero 2018) pusieron en circulación cuasimonedas utilizadas para cubrir el déficit fiscal. La regla de emisión implícita es un mes de salarios y en algunos casos se les asignó una tasa de interés.
Lecop (Estado Nacional), Patacones (Buenos aires), Lecor (Córdoba), Bofe (Santa Fé), Quebracho (Chaco), Cecacor (Corrientes) y Bocade (Tucumán) entre otras, fueron las imaginativas y cuasigraciosas nominaciones de títulos emitidos como mecanismo para financiar un circuito monetario alternativo con distintas restricciones para su uso.
Pese a las distorsiones, inequidades y nefastas consecuencias inflacionarias, la práctica de 2001 quedó en el imaginario del administrador público: si no hay auxilio monetario, si no hay prestamistas disponibles, siempre podremos emitir nuestra propia moneda. Así de fácil, si no queda otra.
Casi una fantasía
Pero la cuasimoneda es una cuasirealidad. Ese adverbio de cantidad que equivale a «poco menos de» expresa la circunstancia de una medición aproximada. Se parece a una moneda tanto como casi una realidad.
En la financiarización -esta etapa del ciclo capitalista por la que transitamos- la moneda subsume y -a la vez- construye su propia realidad. En la modernidad, Patilludo, el tío del Pato Donald, se regodeaba en la materialidad de los lingotes de oro; ni siquiera consideraba los fajos de billetes de dólares.
Era un ejemplo, un arquetipo de la economía sólida, basada en el oro como símbolo y exteriorización de riqueza, es la postmodernidad de lo líquido la que nos trae lo cuasi, inclusive lo cuasi humano de la virtualidad.
Hoy en el mundo circula entre 7 y 10 veces más dinero que el PBI mundial. Y ese dinero crece más velozmente que la producción física de bienes y servicios. El tema es quién es el fiduciario, en quién se deposita la fe. En la reserva federal USA a través del dólar?, en Facebook y sus cripto monedas?, en el BCRA y el peso?, en el gobierno del Chubut y los TICADEP?
En economía, sin bienes, sin recursos materiales, sin trabajo humano productivo, sin creación de valor, no hay moneda.
El concepto de cuasi es interesante, es algo que no llega a ser moneda. Es, si se quiere, parecida. Las monedas tienen poder de pago ilimitado consagrado por el poder público de la ley y nadie puede rechazarla. Las cuasimonedas -pasa igual con las criptomonedas- depende de la aceptabilidad transaccional. Son un pasito mas de la privatización de la moneda, que es el actual tema oculto de debate mundial.
Lo curioso es que esa privatización de la moneda está impulsada por la deuda del administrador de la cosa pública. Así como la inflación es de todos, las cuasimonedas también lo son.
El caso de Chubut
Veamos el caso de Chubut. Una provincia material. Abundan riquezas naturales de todo tipo, con posibilidades en aire, mar y tierra. Lo eólico, lo marítimo y los recursos terrestres y subterráneos casi nos apabullan. Servicios como la energía y el turismo y commodities como el petróleo, la pesca, la lana y el aluminio van y vienen por la matriz de insumo-producto nacional e internacional creando y distribuyendo riqueza real.
La provincia, como todos y todas, se monetiza a través del sistema de precios propios (como las regalías) y derivados (como la coparticipación nacional).
Como esto no alcanza se endeuda con la esperanza a cuenta del futuro promisorio y productivo que nadie sabe qué bases tiene. Dispone de un banco agente financiero superavitario (¿).
Sin embargo, sus instituciones de prestaciones (educación, salud, seguridad, sociales) son deficitarias. Hace que paga sus deudas, sus jubilaciones y sus sueldos como puede. Pero las monedas no alcanzan. Se pagan tarde los sueldos y se cuasipaga a los proveedores.
En Chubut las erogaciones corrientes como salarios y jubilaciones de los empleados públicos, las deudas con sus proveedores y la subadministración de los recursos naturales del petróleo y gas han generado un déficit crónico. La Provincia emitió $ 20M en petrobonos en 2001, se endeudó sucesivamente en el mercado financiero por más de u$ 1.000M y en 2018 emitió pagarés -para eludir el término bono- bajo la denominación de TICADEP. La deuda se paga con más y más deuda y parece que no hubiera techo más allá de la retórica de los funcionarios.
Sin embargo, en economía financiera suele reconocerse que cuando un agente económico -como el Estado provincial- no tiene prestamista de última instancia sólo queda el no-pago o las cuasimonedas. A nivel nacional el FMI difirió -hasta ahora- una salvaje emisión monetaria nacional que se reemplaza por Letes o Liquids.
En Chubut, si el mercado financiero no acepta más promesas de pago contra la expectativa de recursos naturales (minería?) y si el salvataje del bolsillo enflaquecido de Nación no llega, solamente quedará emitir petrobonos, apagar la luz y encender las velas.
Será la hora en que los pueblos tendrán que asumir una decisión existencial: reemplazar los gobiernos basados en la deuda y la especulación por gobiernos que impulsen la producción real y el valor social.
*Economista. Ex rector de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
Jorge M Gil se desempeña como economista. Ex rector de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
fuente:https://www.elextremosur.com/nota/21045-sin-salvataje-ni-entrega-minera-la-salida-de-chubut-seria-emitir-petrobonos-apagar-la-luz-y-prender-las-velas/