Memoria hostil de un tiempo de paz

Sin paz

Narices frías de una noche atrás.

 

Era agosto de 2018 y hacía un frío parecido al de estos días. Las detenciones ordenadas por Bonadío se sucedían. Recuerdo con claridad las fotos de los detenidos con chaleco y casquito, exhibidas en las portadas de los diarios. Las imágenes de las instalaciones del complejo penitenciario de Ezeiza y toda su sordidez. Imagino el espanto de los empresarios que eran detenidos en el marco de la causa “Cuadernos” al ver esas imágenes y pensar en ese lugar de duchas comunes y azulejos raídos como un destino posible. También recuerdo nítidamente una nota de Diego Cabot [i] donde relataba los dichos ensoberbecidos y extorsivos del fiscal Carlos Stornelli:

“’No hay sortijas para todos’. Era viernes al mediodía y la frase del fiscal Carlos Stornelli retumbó fuerte en los oídos de uno de los abogados defensores de Juan Carlos de Goycoechea, ex CEO de Isolux. Una metáfora fue suficiente para que el letrado bajara del quinto al cuarto piso de Comodoro Py, de la fiscalía al juzgado, y se plantara frente a su defendido: ‘La cosa viene en serio’. El abogado fue aún más directo. ‘El escenario más probable es que quedes detenido’, le dijo al ex ejecutivo de Isolux. Fueron palabras determinantes para obtener el gran objetivo del juez y el fiscal: lograr que un empresario se quiebre”.

Más adelante relataba Diego Cabot: “’Acá no sale nadie’, le dijo Stornelli al abogado de De Goycoechea, Javier Landaburu. Mientras, el empresario estaba en el juzgado de Bonaío a la espera de ser indagado. En pocos minutos, Landaburu le trazó el panorama que venía. ‘No salís. Las opciones son dos: o te quedás a pelear el proceso detenido o subimos y hablamos con el fiscal. En todo caso, lo escuchamos’, dijo. El fantasma de Lázaro Báez , que está detenido en una cárcel común desde hace más de dos años, sobrevoló la conversación. ‘Si te dan a elegir entre quedarte preso o irte a tu casa, ¿vos qué elegirías?’, desafió el abogado. La posibilidad de arrepentirse empezó a tomar forma. Sin embargo, a poco, empezó la indagatoria. Fue entonces cuando De Goycoechea tomó la decisión de ir por un acuerdo con Stornelli. El fiscal bajó de su despacho y entonces, todos se trasladaron a la fiscalía. Tejer el acuerdo duró menos de lo que creían. En reuniones previas entre el letrado y el fiscal ya se habían acordado los términos: no había excarcelación si el empresario no admitía haber pagado coimas. Ya frente a Stornelli, empezó la redacción del acuerdo. Gran parte del texto se va en los antecedentes de De Goycoechea en la empresa. Pero pasado ese detalle, se puede leer la sustancia de lo que fueron los dichos del primer arrepentido”.

Me acuerdo de Daniel Santoro diciendo en Animales Sueltos que los cuadernos habían sido ya peritados caligráficamente y también me recuerdo a mí misma, abogada en esa causa, gritándole al televisor que eso era mentira.

También tengo presente el día en que las cámaras de TV siguieron al fiscal Stornelli en su recorrido por las casas donde había habitado Centeno, en la búsqueda de los cuadernos. Y la conmoción cuando no los encontró, luego de haber afirmado Centeno en su declaración indagatoria que estaban en un determinado placard.

Recuerdo con nitidez su declaración “espontanea” ante el mismo fiscal, en la que intentó rectificar aquella primera versión señalando que “luego de ello agarré los cuadernos que estaban en la caja y los puse en la parte superior de un ropero que está en mi dormitorio entrando a la izquierda en la esquina debajo de las carpetas de servicios que pagué. Una tarde de mayo de este arto aproximadamente vino mi amigo Miguel Córdoba con su esposa Juana, de quien no recuerdo su apellido, a tomar unos mates. Yo ahí aprovechando un momento que estaba sólo con Córdoba le relaté los cuadernos que tenía, donde yo anotaba cosas muy comprometidas y lo que me había hecho Bacigalupo. Y le comenté que los iba a quemar a lo que él me señaló que sería conveniente. Así me levanté busqué la caja con los cuadernos me fui al fondo donde está el quincho y en la parrilla los rompí uno por uno los amontoné y los quemé. Me quedé atizando el fuego hasta que se terminaron de quemar y Miguel Córdoba me miraba desde la puerta de la cocina que está en casa. A Miguel Córdoba lo conozco desde hace muchos años, lo conocí casi al mismo tiempo que a Bacigalupo. A los dos los conozco aproximadamente desde el año 1998 porque trabajábamos en una remisoria en Martínez de nombre ‘0 Remis’. Al momento de mi anterior declaración yo pensé que los cuadernos todavía estaban en mi casa o en una de las viviendas de Bella Vista porque eso había querido hacer. La confusión en relación al destino de los cuadernos fue por la situación que estaba viviendo, estaba detenido hacia dos días y no había podido dormir. Recién de ayer para hoy pude dormir un poco más. Mi actual mujer, Norma Lilian Núñez, sabía que existían los cuadernos, pero creo que nunca los vio. Ella vive en casa desde fines del año 2016”.

Y así continuó la causa Cuadernos, sin los cuadernos precisamente, hasta justo antes de las elecciones de 2019, cuando —cual ave fénix—, algunos de ellos resurgieron de sus cenizas para depositarse en la manos de Diego Cabot, que raudamente se los entregó a Stonelli. Así, tan desquemados como aparecieron.

Recién en estos días y a pedido de empresarios como Loson, el Poder Judicial ha ordenado la pericia caligráfica sobre los milagrosos, desquemados cuadernos. Porque con las copias en mano Loson detectó correcciones, enmiendas y tachaduras en el contenido. Curiosamente, el desmemoriado Centeno por primera vez pidió acceder a los resucitados cuadernos, cuya autoría reconoció.

Siempre me impresionó que la causa Cuadernos fuese elevada a juicio sin una puta pericia o algo que diese validez a su contenido. Y un poco entiendo la encerrona en la que está Centeno, hoy imputado arrepentido, y que cuando fue citado por el Poder Judicial italiano para declarar respecto a cuestiones que había consignado, tuvo un repentino ataque de desmemoria.

En similar sentido, quiero referir a una de las causas que nacieron a raíz de Cuadernos. Se trata de la causa que surgió a partir de las declaraciones como arrepentido del que fuese el piloto del avión que solía llevar al matrimonio Kirchner en sus viajes al sur del país, donde estaba su domicilio.

A partir de las declaraciones en la causa Cuadernos del piloto Sergio Oscar Velásquez, el juez Bonadío ordenó extraer testimonios y realizar una nueva investigación respecto a la posible comisión del delito de peculado. La nueva causa fue sorteada y recayó –¿cuándo no?— en el juzgado de Bonadío.

La defensa de Cristina Fernández de Kirchner impugnó esa asignación por una sencilla razón. Bonadío no podía ser juez en esa causa por ser el juez que había ordenado investigar esos hechos. Es decir que, prima facie, Bonadío había expresado que a su criterio en esos hechos había un delito. Y eso lo inhabilitaba para ser el juez instructor. por aquello que la Constitución exige que el juez debe ser imparcial. Aunque decirle “imparcial” a Bonadío sea tal vez decir demasiado.

El recurso respecto a la asignación de la causa a Bonadío fue increíblemente confirmado por la Sala de Apelaciones. Presentado el recurso de Casación, el ministerio publico fiscal intervino para señalar “que resolución recurrida no se trata de una sentencia definitiva o equiparable en los términos del art. 457 CPPN, por lo que solicitó se declare inadmisible el recurso intentado».

Subsidiariamente instó al rechazo del remedio incoado por cuanto –siempre a su ver— los argumentos presentados para sustentar la tacha de nulidad referidos al origen de las actuaciones fueron correctamente examinados en la resolución recurrida.

En ese orden, sostuvo que no se vio vulnerada en ningún momento la garantía de la juez natural contenida en el art. 18 constitucional en tanto la causa resultó radicada ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nro. 11, tratándose de un tribunal permanente, constituido con anterioridad al hecho que motiva el proceso.

Así también adujo que: “En cuanto a los efectos de la aceptación de la recusación del Dr. Bonadio sobre la validez de los actos realizados hasta entonces en la causa y, en particular, sobre el auto de procesamiento recurrido, es preciso destacar que este planteo ha sido introducido por primera vez en esta instancia, por lo que, a fin de garantizar el doble conforme, corresponde que se presente ante los tribunales inferiores previo a ser examinada por este tribunal”.

También agregó que “el temor de parcialidad que pudiera albergar la defensa por la actuación del Dr. Bonadío se encuentra subsanado con la revisión del auto, por lo que la solución propuesta por la parte recurrente deviene insustancial”.

Este dictamen es insólito, porque afirma sin pudores que la posibilidad de revisión de una sentencia se encuentra subsanada por la intervención de la instancia revisora. Como si ser investigado y procesado por un juez parcial no fuese ya en sí mismo un agravio y una violación flagrante del principio de juez imparcial. Estas cuestiones producen una de las mayores aberraciones de nuestro Poder Judicial: convertir el proceso en un castigo anticipado, donde no existe ni presunción de inocencia ni derecho a defensa ni nada. Y esa vulneración no se repara con la existencia de instancias revisoras. Porque hasta que la instancia revisora decide, el imputado tiene un proceso pendiente sobre su cabeza y ese proceso esta manos de un juez que NO es imparcial.

Finalmente, la Cámara de Casación decidido ordenar que el rechazo de la recusación de Bonadío sea revisado, señalando que “constituye criterio dominante que la garantía de imparcialidad contiene dos aspectos, uno subjetivo y otro objetivo. Desde esta perspectiva, se demanda que el juez que interviene en una contienda se aproxime a los hechos del proceso careciendo de todo prejuicio y ofreciendo garantías suficientes de índole objetiva que permitan desterrar toda duda que el justiciable o la comunidad puedan albergar respecto de su ausencia de imparcialidad”. Y añadió con cita de jurisprudencia que “al disponer la extracción de testimonios de lo actuado en la causa (…) el magistrado exhibió de manera inequívoca su sospecha con relación a que los hechos de que se trata podrían haber constituido una infracción al régimen de la ley penal cambiaria y, consecuentemente, no se encuentra en una situación de imparcialidad y de equidistancia para conocer en el expediente formado con aquel objeto, a partir de aquella remisión de testimonios ordenada por el mismo magistrado”.

¿Qué dirá ahora la Cámara de Apelaciones que había rechazado la recusación de Bonadío? Se abren las apuestas…

Pero no quiero concluir sin señalar otro de los horrores de la causa Cuadernos y derivados. Que es imputación agraviante a la memoria de una persona que decididamente no puede defenderse. Se trata de la imputación al ex Presidente Néstor Kirchner. Que cuando fue imputado en la causa Cuadernos y en esta causa ya había fallecido y por ende de modo alguno podía ser imputado ni mucho menos defenderse. Y aunque luego resultó sobreseído, precisamente por haber fallecido, su imputación no deja de ser un agravio a su memoria, y un dolor innecesario para su cónyuge y sus hijos y un mancillamiento de su nombre, que indubitablemente Néstor Kirchner no puede defender.

Como les decía, a veces el proceso en sí mismo funciona como un castigo, frente al cual resulta imposible defenderse. Castigo que no respeta las garantías de las que gozamos todos los ciudadanos. Incluso aquellos que han fallecido.

Bienvenidos al este museo del horror que es nuestro Poder Judicial.

 

¿Poder Judicial o Museo del Horror?