Hugo Garnero: en tu último artículo para el Grupo La Capitana hablaste de los ciclos económicos y las crisis en el capitalismo. Por el carácter  de “financiero” su expresión más concentrada es bursátil.

Carlos Abalo: Es que estamos verdaderamente al borde de una crisis bursátil fuerte porque la valorización especulativa no se sostiene sin mayor crecimiento. Por la magnitud del gasto y del endeudamiento de Estados Unidos para posibilitarla, alcanza una magnitud que la convierte en una modificación política de gran envergadura. Así como Estados Unidos llevó a cabo un capitalismo propio del estado de bienestar al final de la guerra con el objetivo de que el crecimiento de Europa y Japón formara un bloque contra la URSS, en los años sesenta esa política empezó a tener problemas porque el dólar no alcanzaba para sostenerla, por lo que se inició un cambio en la misma. Explotó en los setenta, cuando Nixon quitó el respaldo oro al dólar y empezó a crecer el mercado financiero alternativo del eurodólar. Ese cambio de política se empezó a desarrollar en toda su magnitud y quedó plenamente a la vista cuando Margaret Thatcher estructuró un ajuste que empezó a impactar directamente sobre la baja de los salarios y el ataque a los sindicatos. Con Ronald Reagan esa política se extendió a Estados Unidos y marcó todo el período posterior, caracterizado por el ajuste, las frecuencias de las crisis y la extensión de la economía de especulación, o sea de la colocación del excedente en activos financieros, que agudiza las crisis de las monedas nacionales y que en la Argentina llevó a los esfuerzos oficiales en favor de la dolarización.

HG: Mientras esto sucedía, en China pasaban otras cosas bastante distintas.

CA: Esa política por un lado se agudizó con la crisis de los años noventa en los países emergentes y por otro la neutralizó el ascenso de China y su integración a la economía mundial, seguida por su ingreso a la OMC a fines de 2001, que le dio una posibilidad a los capitales productivos e incluso posibilitó que algunos capitalismos periféricos, sobre todo en el sudeste asiático, se transformaran en emergentes. El desarrollo del capital productivo, a la vez, permitió extender el alcance de la deuda y la financiarización  (que en la Argentina condujo al desastre del 2002), y por eso el desarrollo chino fue alentado incluso por Estados Unidos, que no frenó la inversión en China, sino que permitió desplegarla a un máximo incluso hasta los primeros años de este siglo. Esos años en la Argentina coinciden con la recuperación productiva y de los ingresos del kirchnerismo, que se frenó con la crisis financiera mundial de 2008, una crisis determinada porque la inversión especulativa había alcanzado una magnitud sin precedentes, justo cuando empezaba a concretarse la posibilidad de aplicar la nueva tecnología al capital productivo, en el paso a una nueva Revolución Industrial, de la industria mecánica a la digital y a la producción crecientemente automatizada y asistida con robots.

HG: ¿Cómo fue este proceso de crisis continuo desde 2008?

CA: El gasto fiscal de Estados Unidos apalancó hasta ahora la tendencia dominante del capital, que en la fase recesiva de los ciclos, es la financiera en vez de la productiva con la valorización falsa a largo plazo de los activos financieros, que periódicamente estallan con las burbujas y producen las crisis consiguientes, como la de 2008. Sin embargo, el predominio de los activos financieros siguió ¿por qué? Primero porque ese capital no se puede aplicar a la producción porque no hay  suficiente demanda que dé lugar a una tasa de ganancia similar a la excepcional que se obtiene con la valorización financiera, aunque está condenada a diluirse. Segundo, porque el capital insiste en la apuesta financiera porque es rentable mientras no explota, y a la vez es necesaria para el capital, porque los que se salvan de la explosión acumulan, los más poderosos son los que pueden desprenderse de lo que se va a desvalorizar y aumenta la concentración propia del capital.

HG: Pero impacta en un menor crecimiento…

CA: La acumulación financiera tiene lugar a costa del empobrecimiento de toda la sociedad y especialmente de los trabajadores, por menor crecimiento económico, y también a costa de otros capitalistas que compran los activos financieros que se van a desvalorizar. Por esto es un mecanismo de acumulación de enorme extensión que agudiza la concentración de capital y que también se expresa de manera más generalizada en las criptomonedas.

Esta acumulación financiera propia de la crisis, fuera del sistema productivo, prepara los grandes capitales líquidos que van a adquirir los capitales productivos en caso de que se llegue a concretar un próximo ciclo ascendente. En caso de concretarse, un nuevo ciclo ascendente tendría lugar en una economía muy diferente. Ya  vimos el ciclo largo ascendente que sucedió a la crisis de los años treinta y al desastre de la Segunda Guerra Mundial, de la que terminó surgiendo la economía global. Un próximo ciclo ascendente tendría lugar con una industria  mucho más digitalizada y disponiendo de tal cúmulo de información, que adecuadamente seleccionada, posibilitará una gran automatización y el creciente empleo de robots. Es decir, con mucho menor trabajo manual directo y con eje en la clase media ascendente experta en las técnicas digitales.

HG: La bendita clase media…

CA: Es que la comunicación de gran velocidad como la 5-G permite reunir y procesar una cantidad de datos nunca vista mediante la Inteligencia Artificial y programarlos.  Por eso, un sector cada vez más amplio de la clase media apoya con toda fuerza a la derecha extrema que surge de profundizar la política del capital, de ajuste y baja de los salarios generales propia de la crisis, y cuya influencia se extiende. Y el uso de la digitalización y las comunicaciones en gran escala, destinada a aplicarse en la tecnología del capital productivo, en tanto no se llegue a una fase ascendente de un nuevo ciclo expansivo, se emplea en servicios y negocios que no modifican la estructura productiva, como sucede con las comunicaciones a través de los celulares, el e-commerce, la salud o incluso el negocio financiero, que permiten que por ejemplo Mercado Libre haya acumulado capital que sacó de la Argentina y se convierta en una start up que tiene un valor en miles de millones de dólares y se registre en el exterior.

HG: En estos días se conoció como Bill Gates acumula acciones de empresas productivas o de servicios de antigua cotización bursátil…

CA: Esos capitales líquidos sólo se salvarán si se largaran a comprar capital productivo y desarrollar su producción cuando se extinga la posibilidad de seguir ganando con el capital financiero destinado a estallar en las burbujas y se sepa quién manda en el mundo y sobre todo con qué política.

HG: ¿Te estás refiriendo a China?

CA: China es una muestra de las diferencias que contiene este tránsito. El Partido Comunista de China (PCCh) optó por el capitalismo de Estado, que sigue las huellas del capitalismo privado hasta ahora con mucho más eficacia, porque al asegurar el dominio del capital productivo, elevó la demanda de toda la sociedad y la tercera parte de ella llegó a un nivel de vida parecido al de Estados Unidos. Y la clase media en ascenso está allí agarrada a la economía productiva y de innovación, y en esto último ya es la primera nación en el mundo en generar nuevas patentes, y los capitalistas privados están sometidos al dominio del Estado.

Por eso cuando Jack Ma a través de su empresa financiera con la que también acumulaba, quiso extender la tecnología a los activos financieros de manera peligrosa para el capital productivo, siguiendo la conducta de las financieras del capitalismo privado, el PCCh lo voló de la dirección efectiva de la empresa y lo obligó a dividir la financiera, porque en China la acumulación financiera existe porque es una acumulación de capital, pero no se la permite al capital privado más que como auxilio transitorio para acumular. La acumulación financiera la concentra el Estado para dirigirla predominantemente al capital productivo y a las nuevas tecnologías, y la llevó a un máximo al crear una criptomoneda que reúne esa acumulación en el medio central del Estado: la moneda.

Esto también aclara por qué China usó el capitalismo en este tramo de la economía mundial globalizada: porque es el mejor medio para acumular y así invertir en el desarrollo productivo si esa es la política del Estado, lo que no sería posible si la totalidad de la renta adicional conseguida con la economía se repartiera en la sociedad para elevar su consumo y su nivel de vida inmediato, como se supone que sería en el socialismo.

HG: No es lógico pensar en que EEUU, que participó en el desarrollo chino a través de sus empresas multinacionales, miré impávido.

CA: El problema que aparece ahora para Estados Unidos es que tiene que empezar a limitar la capitalización financiera. Hasta ahora la promovió para posibilitar la acumulación de capital privado en gran escala, y en la crisis en los últimos años la incentivó con gasto fiscal que las empresas destinaban a capital financiero con la consecuencia de burbujas cada vez mayores y más repetidas, pero se llegó a un límite.

HG: Por eso se profundizó la crisis mundial: esta es la lectura que corresponde a las tres notas últimas que publicaste en La Capitana.

El límite es porque si no crece la economía productiva, la valorización financiera no se sostiene y va a dar lugar a crisis financieras más seguidas. Por eso de la crisis financiera de 2008 no se salió, contrariamente a la lectura de corto plazo que hace el mercado porque iguala lo que para ellos es lo mismo, la inversión productiva de la financiera, y sobre todo ésta porque actualmente es la más rentable. Pero una parte del capital lo tiene en cuenta, acumula sobre esa base y vende a tiempo, y se localiza en los fondos de inversión y los grandes bancos mundiales que se salvan de la crisis porque acumulan para el ciclo productivo próximo de nuevo capital productivo, vendiendo el capital que no sirve después de haber acumulado transitoriamente con él, y la amenaza proviene que se trata de una seguidilla imposible de soportar.

HG: ¿Por qué es imposible de soportar?

CA: En primer lugar, porque la frecuencia de las burbujas obliga a un gasto fiscal que debilita al dólar, y para que no se debilite, hay que pasar a la producción, y para pasar a la producción hay que elevar la demanda y los ingresos, porque la crisis también está dividiendo peligrosamente a la sociedad estadounidense, es decir,  hay que volver a algo parecido al estado de bienestar, terminar con el ciclo depresivo de largo plazo y empezar un nuevo ciclo largo ascendente. Hay que ver si para Estados Unidos esto es posible.

En segundo lugar, porque de lo contrario, si Estados Unidos no pasa a un ciclo ascendente y vuelve a una economía más parecida al estado de bienestar, terminando con la política de ajuste y monetaria que alcanzó su máxima expresión desde Thatcher Reagan en adelante, China gana la partida, porque no tiene ciclos descendentes gracias al capitalismo de estado controlado por el PCCh.

HG: ¿Crees que esa es la política de Biden?

CA: Este parece ser el trasfondo de la política de Biden. Por lo que parece, el retraso productivo está generando una limitación en los balances por mayores costos que empiezan a pasarse a precios, y no se puede neutralizar con la valorización financiera, que no llega a todos. Creo que esto es lo que verdaderamente discute la Fed.  El gasto en estímulos e infraestructura  ya provocó un crecimiento de Estados Unidos de 6,4% en el primer trimestre. Para Yellen y para la mayor parte de la Fed (en realidad, los indecisos son los mayoritarios, pero los que quieren frenar la inflación y están activos en el bando contrario son menos), falta todavía para que haya que recurrir a la suba de tasas para frenar la inflación, y por ahora coexisten los estímulos a la producción y las posibilidades para el capital financiero, porque si suben de golpe las tasas de interés se anularían gran parte de las ganancias financieras y habría una enorme crisis financiera.

Es una especie de equilibrio casi de día a día, porque no es seguro que se mantenga. En el examen de la economía en marzo, que se revisó en la principal reunión de abril, la Fed no subió sus tasas largas y las tasas cortas pudieron seguir siendo bajas, y en el examen de la política de abril, que se expresó en la reunión del 7/5 mantuvo su tasa de referencia entre 0% y 0,25% porque estimó con votos que se puede mantener el apoyo a la recuperación.

Pero esto no es una cuestión de tasas y ni siquiera es un asunto de corto plazo. Lo que yo creo es que Biden va mucho más allá, sino no se entiende su política, pues las últimas extensiones del gasto fiscal con destino a la economía productiva para la enorme modificación de la infraestructura, llegan hasta el cambio de los tubos de plomo en las redes de agua. En síntesis, y para hacerlo bien entendible: apunta nada menos que a una vuelta al estado de bienestar, lo que no va a ser igual que en 1945 porque las condiciones son muy distintas y va a dar lugar a un tránsito complicadísimo para mantener el equilibrio. Lo que no sé es si la parte de la Fed que apoya el alargamiento de las medidas de estímulo sabe de ese objetivo o si tiene una mirada propia y cree que sí puede soportarlo, pero seguro Yellen sí sabe adónde lleva esta política.

HG: La nueva política, ¿iría en competencia o en complementariedad con China?

CA: Para que la política de Biden se afirme, sobre la base de lo que ha sido hasta ahora la política de Estados Unidos, no solo se viene un cambio político, sino un apriete para que el capitalismo se junte contra China, va a tener su expresión en la Argentina  y se puede empezar a manifestar en las condiciones que le imponga el FMI para flexibilizar los plazos de su préstamo, va a estar atado a lo que pueda aportar Europa  y también va a profundizar las diferencias en el peronismo.

HG: Pero China avanza: suelo decir se escuchan los tamboriles que suenen desde Oriente…

CA: China no tiene más remedio que avanzar con su política, como lo hace Estados Unidos con la suya. Lo que pasa es que juega al equilibrio en el mundo porque hasta ahora le fue muy bien y se abrió paso en el mercado mundial hasta el lugar en que llegó. Con respecto a la nueva política de Biden, no sé si ya había abierto el paraguas cuando Xi Jinping definió que se viene una mayor integración mundial con tecnología china local. Como la guerra es por ahora imposible, la guerra se va a profundizar en la competencia entre empresas, que ha sido esencial para los avances de China y por eso Xi contestó con mayor integración, que el capital privado estadounidense y los países emergentes de Asia no van a dejar perder, pero seguramente Estados Unidos tratará de condicionarla vetando tecnología para China, dentro de su política declarada de impedir que la sobrepase. Seguro que una amenaza de ese tipo o similar va a perjudicar a China, ya que hay que ver si la tecnología china más encerrada puede superar a la del conjunto del capitalismo.

HG: Y Biden contesta con un programa tipo “Estado de Bienestar”…

CA: Pero tampoco el nuevo estado de bienestar va a ser el mismo ni tan fácil de implantar. Porque hay una crisis muy profunda en el medio. En 1945 la crisis había sido superada por la guerra, que terminó con todas las crisis a través de un gran desastre y dejó a Estados Unidos en condiciones inigualables para dar asistencia a todos, reunir al capitalismo europeo y japonés y someterlo y empezar así el acoso a la URSS. Si bien no lo consiguió con la guerra económica generó una gran oposición interna en Europa del Este por las peores condiciones de vida respecto a Europa Occidental. Sí lo pudo conseguir con la guerra espacial, que agudizó en los ochenta, cuando implantó el ajuste, y obligó a la URSS a un gasto espacial que impidió la mejora de sus industrias no militares y terminó perdiendo la guerra económica.

En segundo lugar, China significa competencia económica y nueva tecnología, dos cosas que la URSS no tenía.

En tercer lugar, cuando en 1945 Estados Unidos implantó el Estado de bienestar, el dólar era una moneda sólida, respaldada en oro y única divisa en el mundo. Hoy la situación es muy diferente y China tiene una gran parte de los bonos de la deuda estadounidense y la puede empezar a vender, y eso no se compatibiliza con una ayuda estadounidense que hoy tendría que alcanzar a todo el mundo para neutralizar a China, y no solo a los países desarrollados, como en 1945.

HG: Vayamos ahora a cómo influye este escenario internacional entre nosotros, en el peronismo.

Es una cuestión de primera importancia y explica las primeras disidencias que empezamos a ver hasta el momento en el gobierno y que se lograron compatibilizar. La compatibilización es lo único posible por ahora y representa un equilibrio que sería lo ideal para la Argentina, pero en el escenario internacional hay que recordar que el equilibrio tiene dos puntas: China y Estados Unidos. En el largo plazo, China es mucho más que la Gran Bretaña de la época dorada argentina, y Estados Unidos es el que define las condiciones de corto plazo centrados en la deuda que nos dejó Macri con el préstamo del FMI. Una parte del peronismo está seguro que el corto plazo es lo esencial y se inclina para ese lado. Alberto Fernández es un equilibrista nato y si bien Cristina está entre los que tienen la vista puesta en el largo plazo, sabe mejor que para sortear el corto plazo hay que buscar un equilibrio entre las puntas porque, por su peculiar sentido político, sabe que sin equilibrio el peronismo se divide y por eso lo eligió a Alberto, y el mayor diálogo con Estados Unidos lo lleva adelante Massa. Ésta es la situación concreta.

Está claro que para una buena parte del peronismo, no se debería pagar una deuda que no se contrajo por consenso y que permitió a un pequeño grupo fugar sus capitales, que paga todo el país y que sumió en la pobreza al 40% de los argentinos, pero si se hiciera algo parecido, seríamos víctimas de las sanciones estadounidenses, que se pueden apreciar de distinta manera en Venezuela y en Cuba, y que en la Argentina llevarían a un desastre. El pago de la deuda heredada de Macri es también un desastre, por lo que tampoco se puede pagar así como está. Así que hay que ir al equilibrio del medio de alguna manera: esa es la difícil tarea que el gobierno tiene por delante.

HG: Concluyendo…

CA: De cualquier manera, lo que importa es que se avecina un cambio en la política internacional a partir de que Estados Unidos tendría que ir hacia un nuevo ciclo ascendente. No se va a percibir muy de inmediato y es, además, un proceso largo, pero lo importante es que va en esa dirección. Si no lo entendemos, no entendemos a Guzmán, las diferencias en el PJ y la nueva situación política que se avecina, que va a ser muy dura para la Argentina, porque Estados Unidos va a apretar a corto plazo, para que no se acelere la integración con China, que podría dar una respuesta estructural, de largo plazo, a las necesidades de crecimiento nacionales, y el apriete a corto plazo va a ser con las facilidades de la deuda legadas por el acuerdo con el FMI y Macri. Hay que insistir en la profunda relación que hay en todos estos temas para establecer nuevas prioridades en función de un nuevo escenario que todavía no está claro.

 

CONVERSACIONES DE HUGO GARNERO CON CARLOS ABALO PARA LA CAPITANA
9/5/21