El miedo a la muerte y la incertidumbre sobre el destino final de esta pandemia ocupan hoy el centro de la escena política y desatan acciones colectivas y sentimientos profundamente contradictorios cuyo origen se remonta a un pasado oscuro y lejano.
Desde los orígenes del tiempo, la vida humana se reprodujo en un contexto implacablemente hostil donde todo conspiró para su destrucción. Sin embargo, los seres humanos sobrevivieron hasta el presente. En ese lapso de eternidad transcurrida, la vida estuvo siempre pendiente de un hilo. Las catástrofes naturales, las plagas y las guerras estuvieron a la orden del día. Se dieron, sin embargo, en el contexto de un desarrollo progresivo de la división del trabajo, la cooperación, la planificación y la creatividad intelectual. Así, lejos de transcurrir en la intemperie de la soledad, la vida humana floreció en el seno de incipientes formas de organización social centradas en modos específicos de control de las decisiones y de los recursos existentes.
Estas formas de organización no fueron una tabla rasa, traslúcida y aséptica. Muy por el contrario, anidaron en su seno el veneno de conflictos atávicos no resueltos. Así como el huevo de la serpiente no puede impedir que a través de sus membranas se vislumbre el reptil que anida en su seno, las instituciones formadas a lo largo del tiempo y de diversas culturas no han podido ocultar totalmente el caos inherente a conflictos primarios que subyacen a las mismas. Tampoco han podido impedir que estos conflictos retumben esporádicamente en la intimidad solitaria o que transpiren bajo la piel de acciones que se repiten a lo largo del tiempo.
La codicia en el centro de la escena
Distintas expresiones de la creatividad han inmortalizado en todos los tiempos a la épica de una humanidad tironeada entre el bien y el mal, entre lo perverso y lo sublime. El arte, la religión la filosofía y distintas vertientes de la vida cultural han dejado trascender las voces de conflictos que arden bajo innumerables placas tectónicas. Su esencia inalterable se oculta bajo formas de vida social que parecen naturales, eternas. En épocas de crisis, sin embargo, esta eternidad tambalea y la vida cotidiana se llena con el sonido y la furia de estos conflictos. Una codicia desmadrada arremete entonces para imponer intereses individuales y particulares sobre los del conjunto, destruyendo así cualquier vestigio de un bien común. Esto parece dominar nuestro presente.
Una controversia recorre hoy el mundo y desnuda la irracionalidad y el poco valor que la vida humana tiene en tiempos de un capitalismo global monopólico, un capitalismo que busca maximizar ganancias en todos los ordenes de la vida social. Algunos sectores de las élites dirigentes, empeñados en “salvar” a la economía, intentan levantar cuanto antes la cuarentena impuesta a la población para minimizar el contagio en tiempos de pandemia. Alegan que la destrucción de la economía será un remedio peor que la enfermedad pues sumirá a amplios sectores sociales en la miseria, las enfermedades y la muerte. Otros en cambio, buscan un supuesto equilibrio entre las necesidades de la economía y la salud de la población y, siguiendo la recomendación de médicos y epidemiólogos, intentan mantener la cuarentena por más tiempo para mejor controlar los contagios y aplicar los recursos sanitarios de un modo mas eficiente. Esta visión más compasiva no alcanza, sin embargo, a desnudar las causas últimas del problema. Así, los dos polos de la controversia terminan contribuyendo a oscurecer el significado del momento que vivimos.
Hoy no hay espacio ni tiempo para el equilibrio entre la economía y la salud de los sectores más vulnerables de la población. Por el contrario, la forma de organización social que prevalece en el mundo que conocemos potencia el desequilibrio económico y social y los problemas sanitarios concomitantes. El galope descontrolado del coronavirus (Covid-19) lejos de producir una crisis, ha contribuido a exponerla, descarnándola a jirones. Esta crisis no es solo una crisis económica. Es también una crisis política, cultural, geopolítica y ambiental. La forma de organización social que prevalece a nivel mundial ha dado lugar a conflictos catastróficos en un contexto de creciente depredación del medio ambiente y de un desarrollo tecnológico y militar que amenaza con extinguir la vida humana en este planeta.
En el ámbito de esta crisis sistémica y global, la controversia sobre los tiempos del levantamiento de la cuarentena se transforma en una cacofonía que obstruye la percepción de lo que está en juego. La pandemia agudiza la pelea dentro de los sectores dominantes por acrecentar su control sobre el conjunto de la sociedad. Esto se esparce a los cuatro vientos, permea realidades aparentemente muy diferentes y ocurre tanto en el centro como en la periferia del capitalismo global monopólico. Sin embargo, no todo esta dicho. Las crisis producen destrucción y muerte, pero también alumbran la posibilidad de parir algo nuevo. De ahí los innumerables intentos oficiales de desviar la atención de los que son muchos, nada tienen y aspiran a un mundo mejor. Hoy estamos ante un momento único, donde la alternativa es el caos y el fin de una civilización o la construcción de un nuevo mundo donde la racionalidad y la ética den sentido a la vida humana.
En los Estados Unidos la controversia azuza enfrentamientos políticos en el marco de una inminente elección presidencial. Es funcional al intento del Presidente de minimizar el costo político producido por la demora en tomar las medidas necesarias para enfrentar la pandemia, la ineficacia de las mismas, la falta de recursos para combatirla, y sobre todo: la creciente visibilidad de las enormes diferencias económicas y sociales existentes en el país más poderoso del mundo. El resultado inmediato ha sido un intenso enfrentamiento entre el gobierno central y los gobernadores de los diferentes Estados, conflicto que se centra en el control de las decisiones, de los territorios y de los recursos existentes. Esto ocurre al mismo tiempo que los distintos Estados caen avasallados por el coronavirus y arrecia el fragor de una intensa pelea en el ámbito económico por el control de los resortes del poder. Este contexto de múltiples divisiones contribuye a oscurecer la militarización de la vida cotidiana y del mundo en que vivimos.
Las recientes acusaciones panfletarias del Presidente Trump contra China y la Organización Mundial de la Salud por el avance de la pandemia buscan convertir a estas entidades en chivos expiatorios de los errores propios. Ocurren luego de meses de falta de investigación seria sobre el origen de la pandemia al mismo tiempo que la prensa y las redes sociales bloquean sistemáticamente toda información que apunte a la relación existente entre la investigación biológica y la guerra y al rol de las principales potencias del mundo en la investigación biológica con fines militares. Esta actividad prohibida prolifera, sin embargo, sin control fehaciente.
Asimismo, la pandemia ha silenciado el rumor de un enfrentamiento militar entre las principales potencias, especialmente en Siria donde tropas militares de Estados Unidos y Rusia están desplegadas sobre el territorio y tienen escarceos casi diarios. Estas tensiones amenazan con estallar en un conflicto localizado que, de ocurrir, tendrá derivaciones absolutamente inéditas. Así, los ciudadanos de a pie aterrados ante la pandemia y encerrados en una cuarentena, ignoran que el destino de la humanidad y de esta civilización no son temas abstractos. Están a la orden del día en un mundo que atraviesa una crisis inédita cuya índole, sin embargo, se ignora.
Planificación del mercado
Hace poco menos de un mes, la Reserva Federal anunció una batería de medidas destinadas a facilitar liquidez y absorber activos tóxicos en un mercado financiero severamente golpeado. La semana pasada la Reserva incorporó a los bonos basura, con alto riesgo de default, a las nuevas medidas, concentrando así su poder sobre el mercado de capitales y quedando solo las acciones fuera de su control directo. Sin embargo, habría de llegar a este objetivo por otra vía.
La Reserva Federal designó a Larry Fink, brazo ejecutor de los nuevos programas. Fink es el presidente de BlackRock, el fondo de inversión más grande del mundo que maneja mas de 7 billones (trillions) de dólares en activos financieros. Uno de sus principales componentes, el fondo LQD, sufrió grandes pérdidas desde principios de marzo. Inmediatamente después del nombramiento de Fink, LQD resolvió sus problemas y se convirtió en una estrella altamente cotizada. Al poco tiempo Rick Rieder, el ejecutivo a cargo de la estrategia global de BlackRock, indicaba a sus clientes que su estrategia futura será la acumulación de un gran colchón de efectivo para luego “seguir a la Reserva Federal y a los bancos centrales de los países más desarrollados, comprando lo que estos compran y otros activos compatibles con estas decisiones” (zerohedge.com 14 4 2020). De ahora en más la inversiones futuras de BlackRock serán determinadas por las intervenciones que la Reserva Federal, asesorada por el titular de este mismo fondo, realizará en el mercado financiero. Así, de un plumazo, BlackRock se asegura ganancias ilimitadas y sin riesgo alguno.
Las decisiones de la Reserva Federal causaron impacto en el mundo financiero. Algunos actores destacados han denunciado a una Reserva Federal “que ha implantado la planificación central en el seno del mercado financiero” (Rabobank); desatando “un capitalismo de estado asociado a conflictos de intereses” (DB); y ahora violando “sus propios reglamentos admite que ha fracasado y está fundamentalmente quebrado “( Jeff Gundlach) y gracias a la “pesada intervención de la Reserva Federal los mercados se han zombificado” (M. El Erian) . Otros magnates, sin embargo, han bendecido la existencia de un estimulo ilimitado “que en tres semanas ha desplegado 3 billones (trillions) de dólares,” y se preparan para disfrutar de una situación en la que el mercado ha sido sustituido por ganancias aseguradas para unos pocos (zerohedge.com 15 4 2020).
Así, poco a poco emerge a la luz del día el rol que hoy tiene la intervención del Estado en la generalización de la usura como columna vertebral de este sistema de organización social. La apropiación ilimitada de ganancias por parte de un núcleo cada vez más reducido de corporaciones cada vez más poderosas, tendrá consecuencias desastrosas a nivel social.
La multiplicación de la miseria
Como consecuencia de la intervención de la Reserva Federal en el mercado de capitales las acciones de grandes corporaciones, y especialmente de las tecnológicas, han aumentado rápidamente de valor. Esta semana las acciones de Amazon llegaron al valor más alto de los últimos tiempos y la fortuna de su propietario Jeff Bezos ascendió a los 138.5 mil millones de dólares (billions) (bloomberg.com 14 4 2020). No fue, sin embargo, el único. El valor neto de las acciones de las 500 personas mas ricas del mundo se incrementó un 20% desde los niveles más bajos a los que habían llegado el 23 de marzo, cuando la Reserva decidió su intervención. Esto ocurre en un contexto donde el 0.1% y el 1% de la población que concentran los mayores ingresos en los Estados Unidos poseen respectivamente el 17% y el 50% del total de las acciones (yahoofinance.com 17 1 2019).
Este enriquecimiento contrasta con la situación de más de 22 millones de personas que en el mismo lapso se han inscripto para obtener los beneficios de desempleo acordados en el plan de ayuda fiscal ($ 1200 por persona y por una sola vez). Contrasta también con la multiplicación de personas que asisten a los centros de distribución de alimentos gratis gestionados por ONGs, y se asocia con un aumento del 1064% en la suspensión de los pagos por deudas hipotecarias (nyt.com 12.4 2020, zdrohedge.com. 8 4 2020).
Por lo demás, nada queda fuera del tintero: esta semana se agotaron los recursos de la ayuda fiscal para la pequeña y mediana empresa (SBA) principal generadora de empleo. No hay créditos de otra índole para el sector, pues los grandes bancos retiraron todas las otras líneas de crédito que tenían luego de obtener el aumento sustancial de las comisiones que reclamaban y la garantía oficial en las líneas de créditos del paquete de ayuda fiscal.
Asimismo, la partida de préstamos asignados al rescate de municipalidades y ciudades endeudadas (MLF) ha dejado sin financiación a los sectores rurales y urbanos mas pobres del país, donde se concentra la mayor proporción de población afro-americana. Los criterios para otorgar esta partida privilegian a 10 ciudades y 15 condados del total del país, ninguno de ellos con una cantidad significativa de población negra (brookings.edu 14 4 2020).
Desestabilización política en la Argentina
En la Argentina se aceleran los contagios y muertes por la pandemia y paralelamente arrecia el embate contra el gobierno por parte de los sectores económicos más poderosos y algunos dirigentes de la oposición. Bajo el lema de terminar con la cuarentena para revivir la economía, se busca obstaculizar las medidas tomadas y evitar que deriven en cambios importantes en la actual estructura de riqueza y poder económico altamente concentrado.
Ex funcionarios del gobierno de Macri recomiendan al gobierno que cuide a la economía, que no se entusiasme tanto “con el apoyo que percibe en el manejo de la cuestión” de la pandemia, y que deje el problema impositivo para más adelante (Prat Gay, infobae.com 14 4 2020). Se advierte, además, que por esta vía estamos “yendo a un modelo de alta discrecionalidad. Cuidado con meter un impuesto, defaultear después… no crean que ganaron la batalla del toqueteo, la regulación”, y se solicita que “hagas un poco de fulbito para la tribuna, pero que no te la creas” (Melconian, lanacion.com 9 4 2020).
Junto con estas advertencias, proliferan los ataques con fake news en las redes sociales y en el periodismo de guerra, y se intenta impedir la discusión en el Congreso de la propuesta de un impuesto extraordinario a un grupo selecto constituido por las personas mas ricas del país y con el único objetivo de recaudar por una vez fondos extraordinarios para enfrentar a la emergencia. Hoy no hay pudor para defender el bolsillo propio e impedir cualquier cambio en la enorme y descontrolada apropiación de ingresos, recursos y riqueza acumulada por parte de un sector que, no por casualidad, ha jugado desde siempre un rol central en la evasión de impuestos y en la fuga de capitales.
En esta arremetida resuenan ecos del pasado. En 1988 un Ministro de Economía del gobierno de Alfonsín admitía su fracaso para detener una desestabilización económica por parte de los grandes grupos económicos y reconocía que “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Del mismo modo, hoy el gobierno sigue esperando que las grandes corporaciones respeten los precios máximos y que los bancos desembolsen los prestamos acordados a la pequeña y mediana empresa, con garantía oficial y tasas de interés del 24%.
Por otra parte, los bancos privados y grandes empresas han utilizado la liquidez que el gobierno ha inyectado para capear la emergencia especulando y fugando capitales a través de las operaciones en la bolsa local y extranjera y con los tipos de cambio no regulados; mep y ccl. Desde tiempo atrás, esta ha sido la vía de la especulación cambiaria preferida por las grandes corporaciones en tiempos de cepo. Esto puede tener serias consecuencias pues gracias al control monopólico ejercido sobre sectores claves de la economía, estos movimientos cambiarios repercuten inmediatamente sobre los precios. A pesar de las amenazas del gobierno de imponer severas sanciones a violaciones de los precios máximos, la inflación siguió creciendo en el mes de marzo.
En este contexto, el Ministro de Economía presento el jueves los lineamientos de una propuesta de reestructuración de la deuda externa ante un grupo de acreedores privados, que incluye a BlackRock, brazo derecho de la Reserva Federal. Si bien no se conocen los detalles al escribir estas líneas, pareciera que los términos de la misma no alcanzan para garantizar la sostenibilidad futura de una deuda externa que ha sido relegada a un segundo plano en un mundo en crisis y en un presente cada vez mas caldeado por los enfrentamientos internos.